martes, 22 de diciembre de 2015

La democracia invisible

Todavía se habla, y mucho, de las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, lo cual es lógico teniendo en cuenta que apenas han pasado dos días y que probablemente hayan sido las más esperadas e igualadas desde la transición, sobre todo por la irrupción de dos nuevos partidos (Ciudadanos y Podemos) dispuestos a derrocar al bipartidismo (PP y PSOE) que ha gobernado España desde hace más de 30 años. Si una cosa está clara es que, en mayor o menor medida, todos han ganado, como siempre ocurre, ya sea por ser el que más escaños tiene, por haber conseguido que el otro partido ya no tenga mayoría absoluta, por estrenarse con fuerza en el Congreso de los Diputados, por... Por muchas razones, la victoria está en boca de todos, pero, como también siempre ocurre, quien ha vuelto a perder ha sido la democracia.
No hay más que analizar los datos, tal y como hice hace cuatro años en dos posts (éste, sobre el reparto de escaños entre las circunscripciones electorales, y éste, sobre la atribución de escaños según los votos obtenidos), para confirmar que esta vez la democracia tampoco ha sido invitada a la que se supone que es su fiesta. ¿Te imaginas que el día de tu cumpleaños se organiza una fiesta para celebrarlo y a ti no te dejan pasar? ¿O que el día de tu boda llegas a la iglesia y te dicen "Mira, vete que tú aquí no pintas nada"? Pues esto es lo que le ocurre a la pobre democracia, tan frágil, tan triste, tan invisible, cada vez que acudimos a las urnas para elegir al partido que debe llevar las riendas de nuestro país los próximos cuatro años.
No voy a hacer un análisis tan exhaustivo como el que me curré en las dos entradas que os he mencionado antes, pero sí que os mostraré lo suficiente como para que veáis cómo ha quedado configurado el Congreso y cómo podría o debería estar si nuestra amiga hubiera sido invitada a su fiesta. Empecemos recordando un par de aspectos de nuestra 'querida' Ley Electoral que resultan más que determinantes en la configuración final del Congreso de los Diputados: la primera, que en las elecciones generales hay tantas circunscripciones como provincias (50) y ciudades autónomas (2) en vez de una circunscripción única y nacional; y la segunda, que se obvian los votos de aquellos partidos que no han conseguido al menos un 3 % de los votos válidos emitidos en cada una de dichas 52 circunscripciones. Por otra parte, también resulta conveniente mencionar que utilizamos el sistema D'Hondt para la asignación de escaños a los partidos políticos que cumplen esta última condición, un sistema que, como ya vimos hace unos años, no es demasiado equitativa.
Y antes de pasar a analizar la primera de las dos tablas comparativas que os voy a mostrar, qué menos que comentar algunos datos importantes de estas elecciones generales. Se ha contabilizado un total de 25.350.447 votos, de los cuales 226.997 han sido nulos (esto implica que no se tienen en cuenta a la hora de asignar el porcentaje de voto de cada partido) y 187.771 han sido votos en blanco. En elecciones anteriores, estas dos cantidades han sido mayores, pero aún así habría que destacar que los votos nulos serían la novena fuerza más votada, mientras que los votos en blanco serían la undécima, de tal forma que ambos montantes tendrían que estar representados con tres escaños cada uno en el Congreso. Por otra parte, voy a considerar a Podemos como un único partido y no como varios movimientos y mareas repartidos por la geografía española, para un mejor análisis de los votos emitidos.
Aquí tenemos la primera tabla comparativa. La primera columna muestra los votos recibidos por cada partido (he obviado los que han conseguido menos de 30.000 votos); la segunda, el porcentaje de votos con respecto a los votos totales menos los nulos; la tercera, los escaños que le han sido asignados a los partidos aplicando la Ley Electoral vigente; y la cuarta y última, los diputados que le corresponderían a cada partido si aplicásemos directamente los porcentajes de la segunda columna a 350, que son los escaños a repartir entre todos, es decir si tuviésemos una única circunscripción y no aplicásemos el corte del 3 %. Los números hablan por sí solos, pero no está de más que resaltemos algunos de los más llamativos.
Para empezar, lo que está claro es que los partidos nacionales mayoritarios y los nacionalistas son los que siempre se llevan el gato al agua, especialmente los primeros, mientras que los partidos que tienen sus votos muy repartidos parten en clara desventaja. Aquí tenemos los evidentes casos del PP, que consigue unos 20 escaños más de los debidos; el PSOE, que debería tener 13 menos; Ciudadanos, que contaría con nueve asientos más; UP-IU, que pasaría a tener un grupo parlamentario propio más que sobrado; o partidos muy minoritarios (PACMA, UPYD, BNG...) que tendrían algún que otro representante en la Carrera de San Jerónimo. Si esto ya quema los ojos, atentos a las comparativas entre parejas de partidos políticos que os detallo a continuación.
Comencemos con Ciudadanos, uno de los novatos, que tiene casi la mitad de los votos recibidos por el PP de Mariano Rajoy; sin embargo, los populares van a tener el triple de representación parlamentaria que la formación de Albert Rivera. Continuamos con el gran debutante, Podemos, que, a pesar de casi igualar en votos al PSOE de Pedro Sánchez, tiene veintiún escaños menos, por lo que Pablo Iglesias, al que se le ve muy contento, debería estarlo aún más. Pasamos ahora a un habitual perdedor de esta Ley Electoral, UP-IU, que sale mal parado sobre todo en comparación con los nacionalistas, a los que supera más que sobradamente en sufragios, pero luego se tiene que contentar únicamente con 2 escaños en vez de los 13 que realmente le pertenecen; mientras tanto, Esquerra consigue 9 con dos tercios de los votos, y Coalición Canaria, con menos de la décima parte de apoyos, se lleva un diputado. Terminamos con otro resultado muy llamativo, el del PACMA, con una cantidad de votos similar a BILDU, se queda a cero al tiempo que la formación independentista tendrá dos representantes.
Como ya hemos comentado, la asignación de escaños se lleva a cabo aplicando el sistema D'Hondt, al que muchos consideran culpable de las notables desigualdades que acabábamos de analizar, lo cual no es del todo cierto, ya que el principal responsable de estos desajustes viene siendo la división en circunscripciones provinciales, lo cual provoca que el voto de un soriano tenga mucho más valor que el de un madrileño o un alicantino. En cualquier caso, tampoco es que el sistema D'Hondt sea del todo justo, sobre todo si lo comparamos con otras fórmulas electorales que se aplican en países como Alemania, Dinamarca, Australia, etc.
En esta tabla comparamos el reparto de escaños que se obtendría aplicando los cuatro sistemas mostrados (D'Hondt, Sainte-Laguë, Hare y Droop) suponiendo que tuviésemos una circunscripción nacional y que no descartásemos a los partidos políticos con menos de un 3 % de votantes sobre el total de válidos. Si queréis recordar cómo funciona cada método electoral, os remito a la entrada que publiqué hace cuatro años para no alargar más ésta. En resumidas cuentas, el cociente Hare viene a ser lo más parecido a una asignación de escaños proporcional a los votos recibidos, y si no, comparad su columna con la última de la primera tabla que os he mostrado. Casualmente, el cociente Droop genera los mismos guarismos, aunque a veces sí que presentan diferencias de un escaño arriba o abajo en algunos partidos. Lo que sí está claro es que el sistema D'Hondt, libre de toda culpa por lo que antes hemos explicado, en realidad beneficia a los partidos mayoritarios a costa de los muy minoritarios, a los que deja sin representación en el Congreso de los Diputados. Y cabe decir que esta vez las diferencias entre este método y los cocientes Hare y Droop son bastante pequeñas, lo cual se debe a que tenemos dos nuevos partidos fuertes (Podemos y Ciudadanos) que han aportado más estabilidad en este aspecto. Con respecto al método Sainte-Laguë, que en realidad es una pequeña variante del método D'Hondt, el reparto obtenido es mejor que el de éste, aunque no del todo equitativo. Muchos critican que con los cocientes Hare y Droop se puebla el hemiciclo de partidos con una representación testimonial (uno o dos escaños), pero si es lo que los españoles han votado, ¿por qué no tienen el mismo derecho a tener voz que el resto de formaciones?
Las matemáticas no engañan. Cuanto más circunscripciones tienes, es decir, cuanto más redondeas, más error cometes, y si no que se lo digan a los partidos afectados. Si a esto le sumamos la obligación de tener un mínimo porcentaje de votos para aspirar a conseguir representación, el injusto reparto de escaños entre las circunscripciones y la fórmula electoral aplicada, nos queda una tarta mal dividida que no refleja lo que los españoles han dicho con sus votos. A ver si de una vez por todas impera el sentido común y la proporcionalidad, porque si no me veo cada cuatro años publicando una entrada como ésta, y la verdad, uno ya se cansa de tanto repetirse en estos temas.
Como siempre, la Ley Electoral da mucho que hablar, pero más van a tener que hablar ahora los grandes partidos entre ellos. Es momento de formar gobierno y toca pactar, dialogar y ceder, lo cual parece poco probable teniendo en cuenta todas las combinaciones medianamente viables y las posturas de cada uno, así que todo apunta a que dentro de unos meses tendremos que acudir de nuevo a las urnas, y quién sabe si a unas terceras elecciones... En cualquier caso, lo que está fuera de toda duda es que la democracia volverá a ser ignorada en su día más importante.

Nota: este post forma parte del Carnaval de Matemáticas, que en esta quincuagésima novena edición, también denominada 6.9: El conjunto de Cantor, está organizado por Marta Macho Stadler a través de su blog ZTFNews.

5 comentarios:

Rojo Merlin dijo...

Aunque este artículo tenga un fondo matemático, creo que debo decir algo.
Estoy de acuerdo con tu planteamiento (compartido con otros muchos) y por supuesto, el reparto de escaños con este sistema es injusto. Pero es lo que hay. Por ahora.
Los vencedores ya encontrarán la forma de mantenerlo. Y aunque ahora sean "unos", mañana pueden ser "otros". Y esos otros, cuando estén arriba, harán lo mismo, mantendrán este sistema que les favorece.
Amigo Rafalillo, la democracia dejó de existir cuando cayó el muro de Berlín. Lo que inventaron los griegos, ahora solo es una ideología política, y no una forma de gobierno. Ya no existen las izquierdas ni las derechas, lo que hay es pragmatismo y materialismo. Y me atrevo a vaticinarte que la reforma de la ley electoral no la verán ni tus nietos.
Bueno, y después de este rollo, me gusta tu enfoque matemático, porque de otros muchos que he visto (recuerda que soy mas viejo que tú), es el que mejor lo explica. Lástima que caiga en el terreno de la utopía.
Un abrazo, y feliz Navidad!!!

Rafalillo dijo...

Según parece, Ciudadanos tiene entre sus prioridades cambiar la Ley Electoral (no sé realmente en qué sentido, pero seguro que mejor que lo que hay ahora), y también IU creo que también lo haría, teniendo en cuenta que siempre son los más perjudicados, así que propuestas de cambio en este sentido hay. Otra cosa es que lo hagan cuando lleguen al poder...

Yo también estoy contigo en que eso de las izquierdas y las derechas es cosa del pasado, por mucho que intenten colarnos que lo son. Aquí ya lo que cuenta son las medidas que cada uno quiere aplicar, porque ya se ha visto varias veces que lo que un partido criticaba del otro luego lo defendía como propio. Pero bueno, vende mucho clasificar y situarlos en un bando o en otro.

Yo espero que la nueva electoral la vean mis nietos y yo también, a ser posible pronto :P

Gracias por tus halagos ;)

Saludos y feliz Navidad :D

Daniel H. Stolfi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Daniel H. Stolfi dijo...

Muy buen artículo Rafa.
No podría estar más de acuerdo.

Saludos.

Rafalillo dijo...

Muchas gracias, Dani. Me alegro de que te haya gustado y de que también pienses que este sistema hay que cambiarlo :D

Felices fiestas ;)