sábado, 4 de abril de 2020

La Semana Santa más triste jamás imaginada

Mañana es Domingo de Ramos y no desfilarán decenas de niños hebreos con palmas anunciando la llegada de Nuestro Padre Jesús a su Entrada en Jerusalén. El Cautivo no cruzará este Lunes Santo el puente de la Aurora seguido por miles de promesas. El Martes Santo, el trono de la Novia de Málaga no será levantado a pulso en la Tribuna de los Pobres. La Guardia Civil no escoltará a su protector oficial, el Cristo de la Expiración, como cada noche de Miércoles Santo. Este Jueves Santo, María Santísima de la Esperanza Coronada no bendecirá la alfombra de romero que pisan sus hombres de trono. Las calles de Málaga no se callarán al paso del catafalco donde reposa Nuestro Padre Jesús del Santo Sepulcro en un Viernes Santo de luto. El Domingo de Resurrección no veremos al Resucitado y a la Reina de los Cielos acompañados por todas las cofradías y hermandades y por todos los malagueños.
Si hace un año nos hubiesen dicho a los cofrades malagueños que en 2020 ningún trono saldrá a la calle en Semana Santa, ninguno se lo habría creído. Si acaso, habríamos imaginado que llovería todos los días impidiendo que los cortejos procesionales pudiesen salir de sus respectivas iglesias, casas de hermandad o tinglaos. Los más pesimistas habrían pensado que quizás un incendio habría destruido las imágenes de varias cofradías y que las demás, por respeto, habrían tomado la decisión de no procesionar. De lo que no cabe duda es de que absolutamente a nadie se le habría pasado por la cabeza que el motivo de la suspensión de la Semana Santa de Málaga fuese la pandemia que se está extendiendo no solamente por España, sino por casi todo el mundo.
Hace ya tres semanas que se anunció oficialmente que la Semana Santa de Málaga no se iba a celebrar, al igual que va a ocurrir en todas las ciudades y pueblos de España, precisamente el mismo día en el que el Gobierno decretó el estado de alarma en todo el país como medida para frenar la propagación de la enfermedad COVID-19 a través del contagio del coronavirus. No sé si es así como hay que referirse a esta enfermedad (por lo visto no es exactamente lo mismo la COVID-19 que el coronavirus, o eso he escuchado), pero, se llame como se llame, lo que está claro es que nuestras vidas han cambiado de un tiempo a esta parte. En España y otros países, la población permanece confinada en sus casas, sin poder salir a la calle salvo en los contados casos que está permitido, como ir a comprar productos de alimentación e higiene, y poco más. Todavía no sabemos cuándo volveremos a la normalidad, si es que lo que venga después podrá ser igual a lo que conocíamos antes, porque quizás tengamos que cambiar nuestra forma de relacionarnos (¿podremos besarnos o darnos la mano?), de disfrutar de los placeres de la vida (¿podremos viajar o simplemente reunirnos con nuestros familiares y amigos?), e incluso de trabajar (ya muchos lo estamos haciendo telemáticamente, yo entre ellos).
La Semana Santa de 2020 será la más triste jamás imaginada no porque no vaya a haber procesiones en las calles, que eso a los cofrades nos apena, aunque la gran mayoría lo asume y lo entiende perfectamente, y más en una situación como la que estamos viviendo. Lo será por el motivo que ha causado la suspensión, una pandemia que está acabando con la vida de miles de personas, sobre todo de la tercera edad, y que mantiene a toda la humanidad en vilo por lo que pueda pasar. Nadie sabe si esto va a ser cosa de unos pocos meses o si se alargará el tiempo más de lo que podamos imaginar. Ojalá que no, pero quién sabe si esta pandemia será el principio del fin de una especie humana que lleva años adueñándose sin control de un planeta al que no está cuidando y que está destruyendo una naturaleza que parece que nos quiere plantar cara defendiéndose con un enemigo invisible al que no sabemos cómo atacar. Hemos sobrevivido a sequías, inundaciones, incendios, tsunamis, terremotos, huracanes... ¿Sobreviviremos a un virus? Más nos vale, porque la vida está para vivirla, para disfrutarla en todas sus manifestaciones, aunque no es menos cierto que la humanidad se ha ganado a pulso esto que nos está pasando. No todo el mundo se lo merece, eso está claro, pero desde siempre han pagado justos por pecadores. En fin, esperemos que este sinvivir termine lo más pronto posible y que todo lo que está pasando se quede en un mal recuerdo.
Una de las muchas cosas que yo más disfruto de la vida es la Semana Santa de Málaga, y, aunque no es lo que más me importa en estas circunstancias, la verdad es que mentiría si dijese que no la voy a echar de menos este año. Se me va a hacer muy raro no levantarme mañana temprano para inaugurar el Domingo de Ramos con la salida de la Pollinica, no encontrarme a conocidos de todo tipo (familiares, amigos, alumnos, compañeros de trabajo...) entre procesión y procesión, no esperar más de dos horas sentado en el suelo de la calle San Agustín para ver al Cristo de la Agonía, no pasar horas y horas en la calle viendo tronos y volver a mi casa con los pies doloridos, no colgarme la cámara para hacer miles de fotos a toda esta explosión de arte y religiosidad que recorre cada rincón de la ciudad durante siete días, incluso voy a echar en falta el simple hecho de prepararme el bocadillo y el botellín de agua que luego me llevo cuando salgo a ver las procesiones.
La Semana Santa de Málaga no es solo sacar tronos a la calle, es todo esto y mucho más, es cómo la vive y la siente cada uno, y este año habrá que vivirla y sentirla de otra forma. La pasaremos en casa imaginando lo que podría haber sido, rememorando lo que fue y esperando la que empezará, si todo vuelve a la normalidad, el próximo 28 de marzo de 2021, un año que además está marcado en rojo en nuestra ciudad porque la Agrupación de Cofradías cumple su primer centenario y está previsto que se celebren numerosos actos para conmemorar este aniversario, entre otros una procesión magna que sin duda alguna será histórica y ayudará a olvidar que en 2020 no hubo procesiones de Semana Santa.
Por último, quisiera terminar esta entrada con un pequeño homenaje a la Semana Santa de Málaga a través de un montaje que he realizado a partir de fotografías que he ido haciendo a lo largo de estos últimos años. Mañana no empezará una larga e intensa semana de procesiones para recrear la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, pero sirva este vídeo para recordar a los sagrados titulares de todas las cofradías y hermandades que componen nuestra querida Semana Santa.

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