martes, 18 de enero de 2022

Viaje a Úbeda y Baeza: día 2

Sábado, 22 de febrero de 2020

8:00
Nos levantamos bien temprano para ducharnos y aprovechar el día al máximo. A las nueve, ya arreglados, bajamos a la cafetería del hotel, situada junto a la sala de espera, para desayunar. No era buffet, así que nos fueron sirviendo en la mesa un poco de todo: pan, embutidos, mermeladas, fruta, bollería, etc. Yo me tomé lo de todas las mañanas, es decir, pan tostado con aceite de oliva y un vaso de leche con Cola Cao (en vez de Nesquik), así como un croissant y media magdalena.

Tras subir a la habitación para coger la cámara de fotos y el abrigo, salimos a la calle para empezar a patearnos Úbeda. Empezamos por la plaza de Andalucía, en la cual se encuentran el Monumento al General Saro y la Torre del Reloj, que en su origen pertenecía a la muralla medieval de la ciudad.

A continuación, bajamos por la calle Real, donde de nuevo pasamos por delante de la Torre del Palacio de los Condes de Guadiana y del Palacio Velas de los Cobos hasta llegar primero a la plaza del Ayuntamiento, y luego a la plaza Vázquez de Molina, en uno de cuyos extremos se erige la Sacra Capilla del Salvador, que sería el primer monumento que visitaríamos esa mañana, previo pago de 5 € cada uno de la entrada.

Al acceder a la nave principal del templo, cubierta por una bóveda de estilo isabelino, lo primero que nos llamó poderosamente la atención fue el magnífico retablo de madera ubicado tras la reja que da acceso al altar mayor, sobre el cual se erige una gran cúpula.

Seguidamente, pasamos a la sacristía a través de la original puerta realizada en una esquina, obra de Andrés de Vandelvira, y es que nunca había visto algo así hasta entonces. De la sacristía cabría destacar algunas sillerías del coro, así como las numerosas figuras escultóricas incrustadas en las columnas y arcos que le dan forma.

Tras volver a la nave central y ver el órgano en uno de sus laterales, salimos al exterior para hacernos unas fotos y seguir visitando Úbeda, concretamente la fuente renacentista de la plaza Vázquez de Molina, el Palacio de las Cadenas (sede del Ayuntamiento), la estatua a Andrés de Vandelvira, el Palacio del Marqués de Mancera, etc.
 
11:05
Ahora tocaba entrar en la Basílica de Santa María de los Reales Alcázares (4 € la entrada). Seguimos el recorrido que nos marcaba la audioguía, por lo que empezamos por las naves de este templo renacentista y su capilla Mayor, para luego continuar con las capillas de uno de los laterales (la de San Antonio, la del Yacente, la del Cristo de la Caída, la del Cristo de Medinaceli...) y con la sacristía, que tiene un acceso al exterior, desde donde se puede contemplar una bonita panorámica de Úbeda y los alrededores.

Continuamos con las capillas situadas al fondo y en el otro lateral (la de la Yedra, la del Santo Entierro, la de Nuestra Señora de Guadalupe...), para después pasar al claustro, de estilo gótico y con bóvedas de crucería. Finalmente, entramos en la capilla de Jesús Nazareno, la imagen con más devoción de Úbeda.

Ya en la calle, nos detuvimos frente a la fachada principal para contemplarla con detalle y hacernos unas fotos con la basílica de fondo. A continuación nos acercamos a la iglesia de San Pablo, en la que no entramos porque en ese momento se estaba oficiando misa, y a la plaza del Primero de Mayo, en la que pudimos ver tanto el Monumento a San Juan de la Cruz como las Antiguas Casas Consistoriales.

De allí nos fuimos a la Sinagoga del Agua, en cual entramos previo pago de 4'5 € cada uno. La visita era guiada, por lo que, conforme íbamos avanzando por las diferentes partes de este edificio, la guía nos iba explicando la historia y las particularidades de esas estancias: el patio, la sala principal, la galería de las mujeres, la mikve y la bodega.

Callejeamos por el casco histórico de Úbeda hasta llegar a la Torre de las Arcas, tras lo cual volvimos a la iglesia de San Pablo para, ahora sí, conocerla por dentro. En ella pudimos ver numerosos cristos y vírgenes que procesionan en Semana Santa, uno de ellos incluso montado en su trono, entre otros a Nuestra Señora de la Esperanza y al Santísimo Cristo de la Humildad.

Nuestro paseo nos llevó ahora hasta el Real Monasterio de Santa Clara, la iglesia de San Pedro y la iglesia y convento de la Santísima Trinidad, pero a esa hora estaban los tres templos cerrados. Volvimos un momento al hotel para descansar unos minutos en la sala de espera y ver qué opciones teníamos para almorzar.

14:15
Nos decantamos por el gastrobar Llámame Lola, situado justo detrás de la Sacra Capilla del Salvador. Mi madre se pidió una cerveza, y yo, agua, bebidas que venían con su correspondiente tapa, mientras que para comer pedimos una ración de patatas bravas, una tosta de solomillo con queso brie y lagarto ibérico. Las bravas las trajeron mucho después de habernos terminado los otros platos, así que no nos las cobraron. En total fueron 22'40 €. Normalito.

Una vez que reposamos unos minutos la comida, nos asomamos al Mirador del Salvador para contemplar los miles de olivos que teníamos ante nosotros con las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas al fondo, para luego bajar por el paseo Redonda de Miradores bordeando los restos de la muralla.

De esta forma llegamos a la Puerta de Granada, y pocos metros después a la iglesia de San Lorenzo, un templo abandonado y medio en ruinas desde la Guerra Civil y que actualmente se usa para diversas actividades culturales y exposiciones como la que pudimos ver allí. Pagamos un 1 € cada una por la entrada, que además te permitía subir a la terraza-mirador, que tiene vistas a Sierra Mágina, y bajar a las grutas, en las que casi no pude entrar por mi tamaño.

Continuamos con nuestro paseo por la Casa de las Torres, la iglesia de Santo Domingo, el Torreón de la calle Rastro y la iglesia de San Isidoro, junto a la cual vimos el Monumento a Palma Burgos, en memoria del insigne imaginero y escultor de cuyas gubias salieron algunas de las tallas más conocidas de la Semana Santa de Úbeda y de Málaga.

Subimos a la calle Obispo Cobos hasta llegar al Hospital de Santiago, un enorme monumento con dos imponentes torres que, además de hospital, ha sido iglesia y palacio, y actualmente un centro cultural. Accedimos a su gran patio central porticado, donde me esperó mi madre mientras yo visitaba el resto del edificio, concretamente la exposición de fotografías del piso superior, al que se accede por una escalera decorada con pinturas al fresco y cubierta con una espectacular bóveda.

A las cinco y media, regresamos al hotel para descansar un poco y planificar el resto de la tarde y la noche. Pasadas las seis, nos fuimos a merendar a la cafetería Los Portalillos, donde mi madre se pidió un chocolate caliente con avellanas, y yo, uno suizo y una caracola de chocolate, tras lo cual reanudamos la marcha para seguir recorriendo Úbeda.

18:40
Nos dirigimos a la parte norte, en concreto a la iglesia de San Nicolás de Bari, que estaba cerrada, por lo que nos fuimos hasta la Puerta del Losal y luego a la cercana iglesia de San Miguel, en la que sí pudimos entrar para ver las imágenes del Cristo de la Buena Muerte y de la Virgen del Carmen, y al Museo Oratorio de San Juan de la Cruz.

Nos acercamos de nuevo a la iglesia de San Pedro, que de nuevo estaba cerrada, y a la de San Isidoro, en la que había misa, pero de fondo escuchábamos bullicio, y es que resulta que por la calle Obispo Cobos había un desfile de carnaval, por lo que nos quedamos unos minutos por allí viéndolo pasar.

Volvimos a la iglesia de San Isidoro, que ya se podía visitar. De estilo gótico en el exterior, por dentro es renacentista, y, al igual que en otros templos en los que entramos a lo largo del día, en éste también vimos varias imágenes de la Semana Santa de Úbeda, entre ellas la de Nuestro Señor de la Columna, que me llamó la atención por su tremendo parecido al de la Humillación de Málaga, y es que por algo ambos son de Palma Burgos.

A continuación, tras ver la Torre del Reloj iluminada, volvimos un momento al hotel porque mi madre se había dejado allí su móvil, y luego entramos en la cercana iglesia y convento de la Santísima Trinidad, en la que igualmente vimos cristos y vírgenes de varias cofradías.

Paseando por la calle Real, hicimos una parada en una tienda de productos típicos de Úbeda para comprar una garrafa y varias botellas de aceite para nosotros y algunos familiares, y después buscamos un sitio para cenar. Finalmente nos decantamos por el gastrobar Moss, donde nos pedimos una Coca-Cola Zero mi madre y un botellín de agua yo, con su correspondiente tapa, y luego unas patatas bravas, media ración de lomo de orza y un flamenquín para compartir, todo por 27'10 €.

Cuando llegamos al hotel ya eran las once menos diez, pero no nos acostamos hasta una hora más tarde porque aprovechamos para dejar las maletas medio preparadas y ver las noticias del día, entre ellas las del coronavirus, pues ya había algunos casos de contagiados en España y se estaban empezando a cancelar algunos eventos multitudinarios.

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