Rafael Martínez Maza
(15 de noviembre de 1956 - 11 de junio de 2012)
Tú no has muerto. Tú no estás muerto. Tú sigues vivo porque la gente buena nunca muere, es inmortal, y tú eres muy buena gente. Seguirás vivo en los corazones de la gente que te quiere: tus padres, tus hermanos, tu familia, tus amigos, tu mujer, tu hija, yo.
Tu cuerpo ha dicho "Se acabó", pero tu espíritu no. Si tus padres, que te dieron la vida y que te vieron nacer en calle Lazcano, siguen aquí, ¿cómo no vas a estar vivo? Si mamá, que te juró amor eterno, sigue aquí, ¿quién va a decir que tú no estás? Si mi hermana y yo, que somos sangre de tu sangre, seguimos aquí, ¿alguien duda todavía de que tú no sigues con nosotros? Y la cosa no termina aquí. Los que sean mis hijos, y los de María también, mantendrán vigente tu presencia en este mundo, y los hijos de nuestros hijos, y así hasta el final de los días, porque si alguien merece ser eterno, ése eres tú.
Papá, yo te debo mucho. Sin ir más lejos, te debo que seas un espejo en el que mirarme. Yo soy casi como tú, porque como tú no hay nadie. No está bien que yo lo diga, pero yo creo que soy un hombre sencillo, humilde, trabajador y buena gente. ¿Qué pasa? Que tú eres eso y más, mucho más. Y en ti me fijaré, a ti te emularé cuando a mí me llegue la hora de ser padre. ¿Qué mejor maestro que tú? Yo firmo ahora llegar a ser la mitad de buen padre que lo eres tú conmigo. Tus nietos no podrán tocarte, besarte, abrazarte. Tendrán que conformarse con las fotos que les enseñe y con lo que yo les cuente de ti, y les diré "Mirad qué pedazo de abuelo tenéis. Ojalá él hubiera sido vuestro padre".
Arriba en el cielo, tu nueva casa, levántate de tu cama y desayuna tu pitufo bien tostado con aceite y tu cafelito. Luego, siéntate junto a la mesita del teléfono, en tu sillón o en tu sofá, donde tú quieras, y lee tu periódico de pe a pa, eso sí, empezando siempre por la sección de Deportes. Hora de almorzar. El menú incluye sopa de picadillo sin Avecrem, potaje de lentejas con chorizo, espaguetis con gambas, rosadas fritas, conchafinas, habas con jamón, filetes rusos... No te quejarás, ¿no? Vuelve a tu sitio a echarte tu siestecita, que luego juega tu Málaga, y a la vuelta te da tiempo a ver tu corrida de toros. Y después de una cena ligerita, a la cama con tu radio, y a roncar que se ha dicho.
Haz todo eso y más, pero no te olvides de nosotros y échanos un ojo de vez en cuando, que tienes que ver a mamá envejecer como se merece y con vuestros nietos, que María y yo nos daremos paseos con ellos por la plaza de la Merced, por la calle Larios, por el Paseo del Parque y por toda Málaga. Tienes que ver a María terminar la carrera, que luego le cazará un chavalote ¿malagueño, jerezano, italiano? que se casará con ella, y a ti te tocará vestirte de padrino de la novia más guapa que te puedas echar a los ojos. Y a mí me tienes que acompañar cada día que vaya a ver al Málaga. Yo, sentado en la grada de Gol; tú, en tu Palco VIP, que tú eres una persona muy importante. Y ahí te quiero ver, agarrándome del brazo cuando me levante para criticar al árbitro, y me dirás "Rafa, no te alteres que sí era fuera de juego, que desde aquí arriba lo he visto de lujo". Y yo te contestaré "Papá, pues tú deja ya de comerte las uñas". Ya viste que este año te he sacado tu abono y tu carné de Malaguista, que pocos más que tú se merecen ese calificativo, porque tú vas a ver al Málaga jugar la Champions League, y ganarla, y la Liga también.
Ya termino. Papá, ¿te acuerdas de esa foto en la que estamos tú y yo tumbados en tu cama cuando yo tenía tres o cuatro años un mes? Pues así quiero que me recuerdes, como tu niño chico, a pesar de que ahora ya sea más grande, porque, aunque la última imagen que tengo de ti es la que por desgracia me ha tocado ver cuando todavía no había llegado tu momento, yo te voy a recordar con tu cara delgada, morenita, peinado hacia atrás y con bigote. Papá, el dedo en los labios. Es hora de descansar. Ya nos veremos.
Si en algún momento te he fallado, te pido que me perdones, y espero que tú estés orgulloso de que sea tu hijo, porque yo siempre podré gritar con orgullo que tú eres mi padre. ¡Gracias, papá!
Ragui, Chino y Finita te quieren mucho.