En el colegio, lo más que aprendí en matemáticas de estadística era la media, ya sabéis, el resultado de sumar una serie de números y dividir entre el número de sumandos, pero cuándo ya en la carrera tuve la asignatura de 'Estadística' pura y dura, descubrí nuevos amigos de la media, como la mediana, la moda, la varianza, etc. Tranquilos, hoy no os martirizaré con ecuaciones ni nada por el estilo. Que haya escrito lo anterior viene a cuento de que, con tantas medidas diferentes que me tenía que aprender, a veces las confundía, pero con la moda no servía como excusa tal confusión, pues su definición ("el valor con una mayor frecuencia en una distribución de datos") me llevaba directamente a relacionarla con la polisémica y hermana acepción que todo hijo de vecino conoce, la de que ahora se llevan los lunares, que el rojo no pega con el blanco... En resumen, la de la ropa y accesorios de la que todo el mundo resulta ser un especialista, porque es evidente que la moda estadística no es que sea el pan nuestro de cada día, vamos, que esa moda no está de moda.
La moda de la que hoy vengo a hablaros es la de las pulseras, pero no las que suele llevar el 99'99% de las féminas de bisutería o joyería, sino las que en su día se pusieron de moda por una u otra razón. Concretamente, me centraré en tres de ellas, que ya dan para escribir bastante, porque, al ritmo que vamos, si espero unos meses más podría editar un libro, pero no es plan abusar. Empecemos, como es lógico, con la primera que salió a la luz. Bueno, más bien habría que decir con las primeras que salieron a la luz, ya que básicamente todas eran iguales. Me estoy refiriendo a esas pulseras de silicona de varios colores que causaron furor a comienzos del joven siglo XXI, allá por el año 2003 o 2004 calculo yo (digo "allá por el año..." porque me parece ya muy lejano; será que me estoy haciendo viejo): verdes, rojas, azules, blancas, negras, amarillas, rosas, bicolores, tricolores... Menos transparentes, creo que se hicieron de todos los colores y de todas las combinaciones posibles, incluso dos pulseras enlazadas como las del racismo, una de las que tuvo más éxito junto con la amarilla conocida como Livestrong, promocionada por el heptacampeón del Tour de Francia Lance Armstrong con el fin de recaudar dinero para la investigación del cáncer.
El resto de colores y combinaciones fueron usados, principalmente, para promocionar eventos, mostrar apoyos a candidaturas (yo, por ejemplo, tengo una de 'Málaga 2016' para la Capitalidad Cultural, y también me suena haber visto alguna de Madrid cuando intentó organizar los Juegos Olímpicos de 2012) y más causas benéficas como las dos anteriormente citadas. Todas ellas, o casi todas, se vendían a unos dos o tres euros, y gran parte de la recaudación se destinaba a los fines especificados, es decir, una manera sencilla y divertida de colaborar o solidarizarse con cualquiera que fuera el motivo.
Vayamos al segundo caso de estudio, y no hay que remontarse tantos años como antes, pues únicamente hay que retroceder unos doce o quince meses, es decir, a 2009, cuando surgieron las Power Balance, sin duda alguna, el gran timo de lo que llevamos de siglo. En resumidas cuentas, podríamos decir que estas pulseras son idénticas a las anteriores, sólo que con un holograma incorporado al que se le atribuyen numerosos beneficios para la salud del que la porta, a saber: mejora del equilibrio, más flexibilidad, mayor resistencia, incremento de fuerza, bienestar general, etc. Resulta que dicho holograma nos proporciona todo esto gracias a que emite una serie de frecuencias electromagnéticas que influyen de manera positiva en la energía de nuestro cuerpo. ¡Vaya trola! ¡¡¡Y vaya timo!!! 30 euros vale este trocito de plástico con supuestas propiedades curativas que varios estudios científicos no han tardado en desmentir. ¿Qué cabeza ha podido llegar a creerse esta farsa pseudocientífica? Pues no son pocos, pues tengo entendido que ya hay más de medio millón de tontos que lucen en sus muñecas estas pulseritas milagrosas, entre ellos muchos famosos, y también conocidos míos, que afirman con toda seriedad que se sienten mejor con las Power Balance.
Resulta un tanto paradójico que la nueva ministra de Sanidad, la socialista Leire Pajín, sea una de estas personas que se han dejado abducir por este engaño, pues, según leo en esta noticia de hace unos meses, Facua remitió a este ministerio una denuncia sobre este producto, cuya publicidad sugiere su uso como potenciador del rendimiento físico, psíquico, deportivo o sexual sin ajustarse a los requisitos y exigencias previstos en la Ley del Medicamento. La ministra seguramente se excusará, como muchos de su misma especie Homo Power Balance, en que fue un regalo y por eso se lo pone; de ser esto cierto, yo le preguntaría: si un amigo te regalase un collar hecho con heces que supuestamente mejora, por decir algo, tu transpiración corporal, ¿te lo pondrías? Creo que no. Mierda en un collar, mierda en una pulsera, lo mismo da que da lo mismo, lo que está claro es que el inventor no tiene nada de tonto, pues el negocio le ha salido tan redondo como la forma de su creación.
Si todavía seguís creyendo en este timo y no tenéis la 'suerte' de tener una Power Balance, os remito a este post, en el que os indican cómo fabricar vuestra propia timopulsera a un coste mínimo, que ahora estamos en crisis y hay que ahorrar. Por cierto, creo que ahora sé cómo Goku lograba convertirse en superguerrero: debajo de sus muñequeras llevaba escondidas mil Power Balance. Con razón era tan fuerte... ¡Si hasta podía volar!
Tercer ejemplo de pulseras que se ponen de moda: los decenarios. Se pusieron de moda este verano gracias a que Sara Carbonero y Shakira lucían en sus muñecas varias de estas pulseras durante el transcurso del Mundial de Sudáfrica, y claro, si un famoso lo lleva es porque queda guay, es 'cool', así que nada, a poner un decenario en nuestra vida. Bueno, uno no, que es muy soso, mejor ocho o diez y de diferentes colores, que se vea bien a lo lejos. El público comprador en este caso no son tontos que se creen que por llevar una pulsera van a ser inmortales, sino más bien los integrantes de la raza pijeril que puebla nuestras ciudades, que, si antes ya se les distinguía fácilmente (politos Lacoste, bolsos enormes, pelo planchado...), ahora más todavía.
Decíamos antes que las Power Balance cuestan unos 30 euros, una auténtica barbaridad, pero los decenarios no se quedan atrás: no hay un precio estándar, pero que un hilo con diez nudos y una cruz de remate cueste 1'50€ (por ejemplo, comprando un ejemplar del periódico 'El Mundo') y hasta 3€ en las tiendas, como he podido comprobar en las calles de Málaga, me parece un timo del mismo calibre. Apliquemos una sencilla regla de tres: si el hilo de un decenario cuesta dos o tres euros, ¿cuánto costaría un polo Ralph Lauren? No sé yo, pero calculando a ojo me salen unos cuantos miles de euros. Pero bueno, lo importante del decenario no es lo que cueste, sino que, cuando te pones uno o varios de ellos, pasas de ser una persona normal (o de la especie a la que pertenecieras) a ser reconocido socialmente por el clan pijeril, ése que tanto mola y que se cree superior al resto, encasillado por no ir a la moda que ellos imponen, porque las alpargatas de esparto antes sólo las usaban los catetos y los viejos, pero no, ahora los pijos dicen que es lo que se lleva y si no tienes tres o cuatro pares pues, o sea, no eres nadie, ¿sabes?
Nos quejamos mucho de la crisis, de que no tenemos trabajo, de que no llegamos a fin de mes... ¡Y nos gastamos el dinero en esto! No, si al final Zapatero no va a tener tanta culpa, pues parte importante de ella es nuestra (digo "nuestra" por generalizar, pero que conste que yo no me incluyo), que derrochamos el dinero en banalidades, en cosas que no necesitamos y que las convertimos en necesarias, como prueban estas pulseras. "¿Que los famosos las llevan? Uy, me bajo rápido a comprarme un par de Power Balance y una docena de decenarios, que si no no estoy a la moda."
En fin, después de tanta parrafada, supongo que estaréis un poco cansados, así que voy a terminar con un resumen más que clarificador de todo lo expuesto en estas líneas, y lo haré parafraseando a un conocido refrán: dime qué pulsera llevas y te diré quién eres:
El resto de colores y combinaciones fueron usados, principalmente, para promocionar eventos, mostrar apoyos a candidaturas (yo, por ejemplo, tengo una de 'Málaga 2016' para la Capitalidad Cultural, y también me suena haber visto alguna de Madrid cuando intentó organizar los Juegos Olímpicos de 2012) y más causas benéficas como las dos anteriormente citadas. Todas ellas, o casi todas, se vendían a unos dos o tres euros, y gran parte de la recaudación se destinaba a los fines especificados, es decir, una manera sencilla y divertida de colaborar o solidarizarse con cualquiera que fuera el motivo.
Vayamos al segundo caso de estudio, y no hay que remontarse tantos años como antes, pues únicamente hay que retroceder unos doce o quince meses, es decir, a 2009, cuando surgieron las Power Balance, sin duda alguna, el gran timo de lo que llevamos de siglo. En resumidas cuentas, podríamos decir que estas pulseras son idénticas a las anteriores, sólo que con un holograma incorporado al que se le atribuyen numerosos beneficios para la salud del que la porta, a saber: mejora del equilibrio, más flexibilidad, mayor resistencia, incremento de fuerza, bienestar general, etc. Resulta que dicho holograma nos proporciona todo esto gracias a que emite una serie de frecuencias electromagnéticas que influyen de manera positiva en la energía de nuestro cuerpo. ¡Vaya trola! ¡¡¡Y vaya timo!!! 30 euros vale este trocito de plástico con supuestas propiedades curativas que varios estudios científicos no han tardado en desmentir. ¿Qué cabeza ha podido llegar a creerse esta farsa pseudocientífica? Pues no son pocos, pues tengo entendido que ya hay más de medio millón de tontos que lucen en sus muñecas estas pulseritas milagrosas, entre ellos muchos famosos, y también conocidos míos, que afirman con toda seriedad que se sienten mejor con las Power Balance.
Resulta un tanto paradójico que la nueva ministra de Sanidad, la socialista Leire Pajín, sea una de estas personas que se han dejado abducir por este engaño, pues, según leo en esta noticia de hace unos meses, Facua remitió a este ministerio una denuncia sobre este producto, cuya publicidad sugiere su uso como potenciador del rendimiento físico, psíquico, deportivo o sexual sin ajustarse a los requisitos y exigencias previstos en la Ley del Medicamento. La ministra seguramente se excusará, como muchos de su misma especie Homo Power Balance, en que fue un regalo y por eso se lo pone; de ser esto cierto, yo le preguntaría: si un amigo te regalase un collar hecho con heces que supuestamente mejora, por decir algo, tu transpiración corporal, ¿te lo pondrías? Creo que no. Mierda en un collar, mierda en una pulsera, lo mismo da que da lo mismo, lo que está claro es que el inventor no tiene nada de tonto, pues el negocio le ha salido tan redondo como la forma de su creación.
Si todavía seguís creyendo en este timo y no tenéis la 'suerte' de tener una Power Balance, os remito a este post, en el que os indican cómo fabricar vuestra propia timopulsera a un coste mínimo, que ahora estamos en crisis y hay que ahorrar. Por cierto, creo que ahora sé cómo Goku lograba convertirse en superguerrero: debajo de sus muñequeras llevaba escondidas mil Power Balance. Con razón era tan fuerte... ¡Si hasta podía volar!
Tercer ejemplo de pulseras que se ponen de moda: los decenarios. Se pusieron de moda este verano gracias a que Sara Carbonero y Shakira lucían en sus muñecas varias de estas pulseras durante el transcurso del Mundial de Sudáfrica, y claro, si un famoso lo lleva es porque queda guay, es 'cool', así que nada, a poner un decenario en nuestra vida. Bueno, uno no, que es muy soso, mejor ocho o diez y de diferentes colores, que se vea bien a lo lejos. El público comprador en este caso no son tontos que se creen que por llevar una pulsera van a ser inmortales, sino más bien los integrantes de la raza pijeril que puebla nuestras ciudades, que, si antes ya se les distinguía fácilmente (politos Lacoste, bolsos enormes, pelo planchado...), ahora más todavía.
Decíamos antes que las Power Balance cuestan unos 30 euros, una auténtica barbaridad, pero los decenarios no se quedan atrás: no hay un precio estándar, pero que un hilo con diez nudos y una cruz de remate cueste 1'50€ (por ejemplo, comprando un ejemplar del periódico 'El Mundo') y hasta 3€ en las tiendas, como he podido comprobar en las calles de Málaga, me parece un timo del mismo calibre. Apliquemos una sencilla regla de tres: si el hilo de un decenario cuesta dos o tres euros, ¿cuánto costaría un polo Ralph Lauren? No sé yo, pero calculando a ojo me salen unos cuantos miles de euros. Pero bueno, lo importante del decenario no es lo que cueste, sino que, cuando te pones uno o varios de ellos, pasas de ser una persona normal (o de la especie a la que pertenecieras) a ser reconocido socialmente por el clan pijeril, ése que tanto mola y que se cree superior al resto, encasillado por no ir a la moda que ellos imponen, porque las alpargatas de esparto antes sólo las usaban los catetos y los viejos, pero no, ahora los pijos dicen que es lo que se lleva y si no tienes tres o cuatro pares pues, o sea, no eres nadie, ¿sabes?
Nos quejamos mucho de la crisis, de que no tenemos trabajo, de que no llegamos a fin de mes... ¡Y nos gastamos el dinero en esto! No, si al final Zapatero no va a tener tanta culpa, pues parte importante de ella es nuestra (digo "nuestra" por generalizar, pero que conste que yo no me incluyo), que derrochamos el dinero en banalidades, en cosas que no necesitamos y que las convertimos en necesarias, como prueban estas pulseras. "¿Que los famosos las llevan? Uy, me bajo rápido a comprarme un par de Power Balance y una docena de decenarios, que si no no estoy a la moda."
En fin, después de tanta parrafada, supongo que estaréis un poco cansados, así que voy a terminar con un resumen más que clarificador de todo lo expuesto en estas líneas, y lo haré parafraseando a un conocido refrán: dime qué pulsera llevas y te diré quién eres:
- Power Balance: eres un tonto.
- Decenario: eres un pijo.
- Power Balance y decenario: eres un tontopijo.
Pues a mí las Silly Bandz me gustan. No tengo ninguna, pero si se las he visto a amigos y molan bastante ;)
ResponderEliminarUn saludo
Me alegra poder decir después de esta entrada que para mí las "power balance" me son bastante desconocidas, lo cual dice mucho de mis amigos. Y lo de los decenarios me ha dejado impresionado.
ResponderEliminarEn fin, pasando al tema de fondo, los que hemos pasado por alguna facultad de Ciencias Económicas y Empresariales hemos aprendido, o deberíamos, que el concepto de necesidad es un poco distinto al que la gente piensa y que el "homo economicus" está más que superado en economía. Sí, la gente suele tomar decisiones económicas racionales, pero la mayor parte de las decisiones de compra se efectúan desde un componente emocional muy fuerte y, efectivamente, si el producto satisface la necesidad de identificación con un grupo determinado o es acorde al "estilo de vida" o a la necesidad de reconocimiento del sujeto, entonces aparecen las marcas y los objetos superfluos o lo que tú has llamado "banalidades". Pero es que, en realidad, esa gente necesita esos productos, son unos satisfactores adecuados de sus fuertes necesidades de socialización y autorealización. Así que mientras el ser humano sea el complejo ser social que es, seguirá habiendo marcas y diferenciación del producto, y seguirá habiendo objetos "superfluos" que nos ayudan a interaccionar con nuestro entorno social y a decirle a los demás "soy pijo o alternativo o bakala o un tipo inteligente y sencillo al que no le van esas chorradas". No comprar esas pulseras y escribir una entrada sobre ello es también una forma, por oposición, de adoptar un "rol" social, de adquirir un perfil.
Un saludo.
Debe ser que tengo pocos conocidos pijos, porque no conocía ni lo que era un decenario, qué cosas.
ResponderEliminarYo recuerdo en los 80 otras modas parecidas que duraron épocas variables.
A principio de los 80 las pulseras de plástico, que las chicas lo mismo se ponían 20 en un brazo. Lo mismo que se ponía de cadenas de oro Mister T, pero en pulseras de plástico.
También recuerdo cuando empezaron a vender en los kioskos como una especie de hilos de plástico de colores chillones con los que te podías confeccionar tus propias pulseras. Esta moda sí que fue efímera, pero a algunos y algunas les dio tiempo de hacer auténticos profesionales y confeccionar complicados patrones.Mira esto que no estoy loco: http://www.modaweb.com/aula/mas/brazalete.htm
Sobre esto de las pulseras magnéticas, no entiendo tanto bombo ahora con este tema, porque han existido desde hace años, tan sólo han cambiado el aspecto y parece que cuando dejaron de venderse, no molestaban a nadie, pero cuando se ponen de moda, es cuando deciden tomar cartas en el asunto. Como rescato de un sitio web:
"Bio-ray, los responsables de esa pulserita-estafa magnética con dos bolas en los extremos que se puso de moda sobre todo en los 80 y 90 y que fue un verdadero fenómeno de la época."
Yo recuerdo que mi padre tenía una de color dorada en los 80.
Vamos, que existen miles de modas relacionadas con las pulseras que van fluctuando. Pero eso, son sólo modas.
Saludos.
Por cierto, ya me he acordado de las pulseras curativas magnéticas de los 80, se llamaban Rayma.
ResponderEliminarSeguro que la gente mayor se acuerda de esta marca.
Miguel: bonitas o feas, eso ya depende de cada uno, acabarán poniéndose de moda, ya lo verás.
ResponderEliminarJose Soldado Serrano: pues debes ser de los pocos que no conoce a nadie con las Power Balance. ¿A qué te refieres con lo de que lo de los decenarios te ha dejado impresionado?
Te respondo desde mi ignorancia económica, pero entiendo lo que quieres decir con el concepto de necesidad, y creo que no se aleja demasiado de lo que digo en la entrada.
Yo pienso que las personas que se crean necesidades como, en este caso, comprarse y lucir una determinada pulsera porque así lo dicta la moda son emocionalmente débiles, es decir, se dejan llevar por lo que les meten con cizaña y no son capaces de razonar por sí mismas. El problema es que ésta es la personalidad de gran parte de la población, si no es por una pulsera es por unos zapatos, o por una camiseta o por unos pantalones... En resumen, la sociedad consumista, que acaba consumiendo lo que no necesita consumir.
Sí, yo asumo mi rol social con estas palabras, y creo que pertenezco al rol social de personas normales que no necesitan ser dirigidos por modas temporales que un día triufan, al siguiente pasan de moda y pasado lo vuelven a estar.
Andrés: otro caso raro el tuyo, lo de los decenarios está hasta en la sopa.
Las pulseras que comentas de los 80 las he conocido documentándome para redactar este post. Deduzco que se vivió una situación similar a la que denuncio.
Lo mismo dentro de ocho o diez años volverá el boom de las nuevas pulseras magnéticas, y seguro que todos volverán a caer en el timo. Incrédulos...
Gracias por vuestros comentarios ;)
Rafa, no es que se creen esas necesidades, es que están ahí y gente con visión de negocio sabe explotarlas comercialmente. Que no sean necesidades básicas no quiere decir que no sean necesidades. Ahora, que la gente que sucumbe a esas modas sea masa sin cabeza, no te lo voy a discutir. Pero, ya se sabe, las mayorías mandan para todo, parece ser que también para la cultura.
ResponderEliminarUn saludo.
Yo no he dicho que las necesidades tengan que ser necesidades básicas, pues, a mi enteneder, las únicas que hay son las de alimento y un techo para vivir.
ResponderEliminarYo entiendo por necesidad algo que para una importante mayoría de la gente es necesario, por ejemplo, Internet, , el teléfono, tener un vehículo, etc.
Llevar una pulsera porque otros la lleven no es una necesidad, sino una necesidad que te inculcan para que sea necesaria (menudo juego de palabras, espero que se me entienda bien).
En fin, que da gusto discutir contigo ;)
Llamenme simple pero yo he utilizado las 3 pulseras, y hay que reconocer que como complementos daban el pego....Nos gastamos mucho más dinero en otros objetos con mayor o menor utilidad(collares, pendientes, bolsos, relojes o abanicos) que al fin y al cabo no son más que eso, complementos.
ResponderEliminarAnónimo, antes de nada, te digo lo mismo que a todos los anónimos que comentan por aquí: ponte un nick que te identifique, que no te cuesta nada.
ResponderEliminarEn segundo lugar, te doy la bienvenida (supongo que eres nuevo aquí) y te pediría que me dijeras cómo has encotrado mi blog.
Y ahora, respondo a tu comentario: las pulseras pueden que den el pego, en cuestión de estilismo no me voy a meter, pero las Power Balance y los decenarios son una auténtica estupidez.
Cierto, nos gastamos también dinero en otros objetos quizás menos útiles, pero eso no quita que las pulseras que critico también lo sean; no hay que esconder lo evidente.
Por cierto, repaso tus ejemplos para que conozcas mi opinión sobre ellos: los collares sí son innecesarios; los pendientes también; los bolsos con tener dos o tres basta, pero tener una colección ya es pasarse; los relojes son necesarios, si no a ver cómo sabes si llegas a tiempo a un sitio o simplemente la hora que es, y con tener uno o dos basta; los abanicos también son necesarios, pero, al igual que con los bolsos y los relojes, con tener un par de ellos es más que suficiente.
En fin, que espero seguir viéndote por aquí ;)
Thanks for share this info, because it is so useful for me, if you have more time, please visit me back.
ResponderEliminarVenta y Distribución pulseras de silicona