La Congregación de Mena celebró ayer el primer centenario de su fundación, fruto de la fusión en 1915 de la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad y la del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, con una procesión extraordinaria que recorrió las calles del casco histórico, abarrotadas por miles de cofrades como si de un Jueves Santo se tratara.
Hace una semana, el Cristo de Mena, a hombros de caballeros legionarios, y la Virgen de la Soledad, en el trono de traslado de María Santísima de los Dolores de la Archicofradía de la Expiración, fueron llevados a la Catedral de Málaga para presidir desde el altar mayor un triduo conmemorativo por los cien años de la congregación que ha tenido lugar desde el pasado jueves hasta ayer. A las seis y media de la tarde dio comienzo la procesión, cuyo cortejo estuvo encabezado por la cruz guía y una escuadra de gastadores de La Legión, seguido de dos largas hileras de hermanos portando velas y hachetas, así como los guiones de los sagrados titulares; a continuación figuró la presidencia, con representantes de la propia congregación, de la Legión y de la Marina. Fue a las siete cuando por fin se asomó al Patio de los Naranjos el trono, que tuvo que ser reformado y que ver reducido de ocho a seis sus varales para poder salir de la catedral, al tiempo que la Banda de Música de Nuestra Señora de la Paz interpretaba el 'Himno nacional' en honor del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas y Nuestra Señora de la Soledad, que figuró de cara al público en el lugar que suele ocupar la talla de María Magdalena.
Sin duda alguna, esta nueva y bella estampa escenificando el Stabat Mater causó bastante sensación, pero no fue la única novedad reseñable, puesto que el crucificado de Palma no llevó la habitual corona de espinas; también resultó un tanto raro verlo procesionar sin el paso marcial de la Legión y con marchas principalmente de corte solemne (muy acertadas por cierto, del tipo de 'Consummatum est', 'Pasa la Soledad' o 'Cristo del Amor') en vez de escuchar continuamente 'El novio de la muerte', aunque sí que se cantó en algunos puntos del recorrido. Numeroso público se echó a la calle para ver a los sagrados titulares de la Congregación de Mena, que aprovechó esta procesión extraordinaria y la reforma del trono para transitar por vías por las que nunca o rara vez ha pasado esta cofradía, como por ejemplo la calle San Agustín, la plaza del Obispo, calle Strachan o calle Nueva, entre otras. El cortejo se vio sorprendido por algunas gotas de lluvia minutos antes de que tuviese lugar el cambio de turno de hombres de trono en la plaza de la Constitución, pero afortunadamente no fueron a más. Como punto y final, el encierro, al filo de la una de la madrugada, también resultó novedoso, puesto que tuvo lugar en el interior de la iglesia de Santo Domingo y no en la casa hermandad.
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