La Congregación de Mena ha visto por fin cumplido su sueño de coronar canónicamente a Nuestra Señora de la Soledad en un 11 de junio de 2016 que, al igual que ocurrió hace apenas nueve meses con la de María Santísima del Rocío, pasará a engrosar la larga lista de momentos históricos de la Málaga cofrade.
El acto de la coronación canónica tendría lugar en la Catedral, por lo que la Virgen fue llevada al primer templo de la ciudad el pasado viernes. A las siete de la tarde, y desde la iglesia de Santo Domingo, se puso en marcha el cortejo de dicha procesión con la cruz guía al frente, seguida por hermanos portando velas y diversas representaciones, entre ellas de la Armada y de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, Quinta Angustia y Santo Entierro de Antequera, ya que la imagen fue llevada en el trono de la titular mariana de dicha cofradía para rememorar aquellos primeros años del siglo XX, cuando la Soledad de Mena lucía una estética dieciochesca; concretamente, lució una ráfaga de plata y un tocado, en vez de su característico halo y shebezin. Musicalmente, estuvo acompañada por la Trinidad Sinfónica, mientras que en su recorrido transitó por calles nada habituales para la Congregación de Mena como Nueva, Granada y San Agustín, hasta llegar a la Catedral poco antes de las once de la noche.
A las 11 de la mañana del sábado 11 de junio dio comienzo la misa de coronación, la cual estuvo oficiada por el obispo de la diócesis, don Jesús Catalá. Nuestra Señora de la Soledad estuvo situada en el baldaquino del altar mayor sobre la peana de carrete del Cristo de la Misericordia, y flanqueada por dos ángeles del trono de Nuestra Señora de los Dolores del Puente y las imágenes de Santo Dominngo de Guzmán y San Carlos, titulares de la sede donde se venera la imagen junto con el Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas. Minutos antes de las doce del mediodía tuvo lugar el momento tan esperado por los congregantes de Mena, así como por los cofrades malagueños en general. Los padrinos de tan magno acontecimiento, la Armada Española y las Hermanas de la Cruz, llevaron el halo de oro al obispo para que éste lo bendijera y se lo impusiera a la Virgen para coronarla canónicamente, la máxima distinción que concede la Iglesia Católica a una imagen mariana. Al término de la ceremonia, Nuestra Señora de la Soledad Coronada, ataviada con un sencillo manto negro y liso y una mantilla blanca, fue llevada en unas andas por guardamarinas y alféreces a la casa hermandad del Sepulcro, puesto que las dimensiones de su trono impiden que pueda salir desde el interior de la Santa Iglesia Catedral Basílica, aunque previamente hizo estación en la Abadía del Císter para encontrarse con otra de las advocaciones de la Soledad de nuestra Semana Santa, precisamente la de la cofradía del Sepulcro.
La procesión triunfal de regreso se puso en marcha poco antes de las ocho desde la iglesia de San Agustín, debido a la extensa comitiva con la que contaría el cortejo. Abriendo la procesión estuvo la cruza guía y la Banda de Cornetas y Tambores de Jesús Cautivo, seguida por los guiones de las hermandades de gloria y pasión, situándose las últimas aquéllas cuyas titulares marianas han sido ya coronadas; a continuación, una notable representación de la Armada Española, dos largas hileras de hermanos con velas, así como diversas presidencias y autoridades cofrades, civiles, militares y religiosas. A las ocho y media de la tarde salió la Virgen de la casa hermandad del Sepulcro en su imponente trono del Jueves Santo, que musicalmente estuvo acompañada por la Banda de Música de Nuestra Señora de la Oliva de Salteras (Sevilla), la cual interpretó las nueve marchas que se han compuesto con motivo de esta coronación canónica, entre otras muchas marchas. El público, como era de esperar, respondió en masa y llenó las calles por las que discurrió la procesión, y es que vinieron muchos autobuses procedentes de pueblos y ciudades andaluzas para presenciar este acontecimento cofrade.
El recorrido procesional contó con diversos puntos de interés en los que la Virgen fue recibida con petaladas, saetas, altares y mantones y banderolas que engalanaban varios edificios. Entre dichos momentos, habría que destacar las estaciones que tuvieron lugar en calle Carretería a la altura de Andrés Pérez, donde fue recibida por la Virgen del Traspaso y Soledad de Viñeros; en la casa hermandad de la Cena, lugar en el que fue instalado un altar presidido por la Soledad de Ávalos, imagen que fue procesionada por la Congregación de Mena en los años setenta; en Plaza de Arriola, ante el convento de las Hermanas de la Cruz; en calle Hilera, ante la Basílica de la Esperanza, en la plaza de Fray Alonso de Santo Tomás, donde le esperaba la Virgen de la Estrella a las puertas de la iglesia de Santo Domingo; y en el Pasillo de Santo Domingo, frente a la capilla de los Dolores del Puente. Tras varias horas de procesión, Nuestra Señora de la Soledad Coronada entró en el salón de tronos de su casa hermandad sobre las cinco de la madrugada.
El acto de la coronación canónica tendría lugar en la Catedral, por lo que la Virgen fue llevada al primer templo de la ciudad el pasado viernes. A las siete de la tarde, y desde la iglesia de Santo Domingo, se puso en marcha el cortejo de dicha procesión con la cruz guía al frente, seguida por hermanos portando velas y diversas representaciones, entre ellas de la Armada y de la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad, Quinta Angustia y Santo Entierro de Antequera, ya que la imagen fue llevada en el trono de la titular mariana de dicha cofradía para rememorar aquellos primeros años del siglo XX, cuando la Soledad de Mena lucía una estética dieciochesca; concretamente, lució una ráfaga de plata y un tocado, en vez de su característico halo y shebezin. Musicalmente, estuvo acompañada por la Trinidad Sinfónica, mientras que en su recorrido transitó por calles nada habituales para la Congregación de Mena como Nueva, Granada y San Agustín, hasta llegar a la Catedral poco antes de las once de la noche.
A las 11 de la mañana del sábado 11 de junio dio comienzo la misa de coronación, la cual estuvo oficiada por el obispo de la diócesis, don Jesús Catalá. Nuestra Señora de la Soledad estuvo situada en el baldaquino del altar mayor sobre la peana de carrete del Cristo de la Misericordia, y flanqueada por dos ángeles del trono de Nuestra Señora de los Dolores del Puente y las imágenes de Santo Dominngo de Guzmán y San Carlos, titulares de la sede donde se venera la imagen junto con el Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas. Minutos antes de las doce del mediodía tuvo lugar el momento tan esperado por los congregantes de Mena, así como por los cofrades malagueños en general. Los padrinos de tan magno acontecimiento, la Armada Española y las Hermanas de la Cruz, llevaron el halo de oro al obispo para que éste lo bendijera y se lo impusiera a la Virgen para coronarla canónicamente, la máxima distinción que concede la Iglesia Católica a una imagen mariana. Al término de la ceremonia, Nuestra Señora de la Soledad Coronada, ataviada con un sencillo manto negro y liso y una mantilla blanca, fue llevada en unas andas por guardamarinas y alféreces a la casa hermandad del Sepulcro, puesto que las dimensiones de su trono impiden que pueda salir desde el interior de la Santa Iglesia Catedral Basílica, aunque previamente hizo estación en la Abadía del Císter para encontrarse con otra de las advocaciones de la Soledad de nuestra Semana Santa, precisamente la de la cofradía del Sepulcro.
La procesión triunfal de regreso se puso en marcha poco antes de las ocho desde la iglesia de San Agustín, debido a la extensa comitiva con la que contaría el cortejo. Abriendo la procesión estuvo la cruza guía y la Banda de Cornetas y Tambores de Jesús Cautivo, seguida por los guiones de las hermandades de gloria y pasión, situándose las últimas aquéllas cuyas titulares marianas han sido ya coronadas; a continuación, una notable representación de la Armada Española, dos largas hileras de hermanos con velas, así como diversas presidencias y autoridades cofrades, civiles, militares y religiosas. A las ocho y media de la tarde salió la Virgen de la casa hermandad del Sepulcro en su imponente trono del Jueves Santo, que musicalmente estuvo acompañada por la Banda de Música de Nuestra Señora de la Oliva de Salteras (Sevilla), la cual interpretó las nueve marchas que se han compuesto con motivo de esta coronación canónica, entre otras muchas marchas. El público, como era de esperar, respondió en masa y llenó las calles por las que discurrió la procesión, y es que vinieron muchos autobuses procedentes de pueblos y ciudades andaluzas para presenciar este acontecimento cofrade.
El recorrido procesional contó con diversos puntos de interés en los que la Virgen fue recibida con petaladas, saetas, altares y mantones y banderolas que engalanaban varios edificios. Entre dichos momentos, habría que destacar las estaciones que tuvieron lugar en calle Carretería a la altura de Andrés Pérez, donde fue recibida por la Virgen del Traspaso y Soledad de Viñeros; en la casa hermandad de la Cena, lugar en el que fue instalado un altar presidido por la Soledad de Ávalos, imagen que fue procesionada por la Congregación de Mena en los años setenta; en Plaza de Arriola, ante el convento de las Hermanas de la Cruz; en calle Hilera, ante la Basílica de la Esperanza, en la plaza de Fray Alonso de Santo Tomás, donde le esperaba la Virgen de la Estrella a las puertas de la iglesia de Santo Domingo; y en el Pasillo de Santo Domingo, frente a la capilla de los Dolores del Puente. Tras varias horas de procesión, Nuestra Señora de la Soledad Coronada entró en el salón de tronos de su casa hermandad sobre las cinco de la madrugada.
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