El último libro que he leído este verano ha sido 'La gran novela de las matemáticas', del divulgador matemático francés Mickaël Launay.
El autor hace un recorrido por la historia de las matemáticas a través de esas grandes mentes que, a lo largo de cientos y miles de años, han ido descubriendo diversos conceptos y teoremas que ahora se enseñan en colegios e institutos y que se utilizan de una forma más o menos directa en ámbitos más o menos cotidianos, tales como la geometría que se esconde en un balón de fútbol o la fórmula que explica la fuerza con la que se atraen dos cuerpos, como por ejemplo los planetas. Esta gran historia comenzó hace miles de años, cuando el ser humano aprendió a contar haciendo muescas en un hueso, y actualmente sigue inacabada, pues todavía existen grandes problemas sin resolver. Entre medias, nos encontramos con que las primeras civilizaciones decoraban sus vasijas con motivos geométricos sin saber que estaban clasificando los siete tipos de cenefas posibles, que los símbolos matemáticos (+, -, /, =, etc.) fueron surgiendo a cuenta gotas hace apenas 500 años, o que se puede construir una esfera tan grande como el Sol aparte de una tan pequeña como un guisante, por muy paradójico que nos resulte.
Cuando me topé con este libro en una de mis visitas a las librerías de mi ciudad para encontrar nuevos títulos que añadir a mi larga lista de futuras lecturas, supe casi desde el primer momento que adquirirlo era una apuesta segura, tanto que lo incluí en mi siguiente carta a los Reyes Magos (la de las últimas navidades)... Y me lo trajeron... Y lo he devorado este mismo verano. He de reconocer que en los dos o tres primeros capítulos no me convenció del todo, pero después ha sido un placer ir avanzando en sus páginas y siguientes capítulos para refrescar muchas cosas que ya sabía (es lo que tiene haber leído tanta divulgación matemática) y aprender otras tantas. Me ha gustado mucho cómo plantea el autor cada capítulo, con unos primeros párrafos en los que nos introduce el concepto a tratar partiendo bien de una visita al Louvre para mostrarnos las matemáticas que oculta, bien de los viajes que realizó Fibonacci para aprender los números indoarábigos y descubrir su famosa sucesión, bien de 15 formas más para, entre otras cosas, saber de dónde salen los infinitos decimales del número π, admirar los 17 teselados de la Alhambra o conocer las primeras máquinas de las que posteriormente surgieron las calculadoras y ordenadores que utilizamos a diario. Todo el relato está salpicado de anécdotas, curiosidades, ilustraciones y las fórmulas justas y necesarias para disfrutar de una lectura amena que nos enseña que las matemáticas son el fruto de años y años de evolución y estancamiento, de ideas brillantes e intentos fallidos, de colaboraciones y disputas entre matemáticos, de teoremas demostrados y conjeturas por demostrar. Por ponerle una pega a este libro, la verdad es que no me hubiese importado que fuese más largo (no llega a las 250 páginas), pero está escrito y enfocado al público poco ducho en esta materia para captar su atracción e intentar hacerle ver que las matemáticas y su historia son apasionantes, así que es entendible su extensión. En cualquier caso, se ha ganado un hueco entre mis títulos preferidos de la divulgación matemática, por lo que habrá que estar atentos a futuras obras de Mickaël Launay, seguro que tampoco defraudarán.
Nota: este post forma parte del Carnaval de Matemáticas, que en esta septuagésima novena edición, también denominada 9.3 Vuelta al Cole, está organizado por Juan Francisco Hernández Rodríguez a través de su blog Esto no entra en el examen.
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