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domingo, 23 de diciembre de 2018

Viaje a España 2017: día 3

Lunes, 7 de agosto de 2017

8:30
Nos levantamos temprano para aprovechar bien la mañana antes de quedar con Julio y Pilar al mediodía. Una vez duchados, al no tener incluido el desayuno en el alojamiento del hotel, salimos a la calle Mayor Principal para desayunar en Granier, justo al lado del Colegio de Villandrando. Mi madre se pidió un café con un par de napolitanas de diferentes sabores, mientras que yo me pedí una de chocolate y un vaso de leche del tiempo con Cola Cao; en total, 4'45 €. Ya con el estómago lleno, comenzamos la ruta matutina con los Jardinillos de la Estación, un frondoso parque que recibe este nombre por estar situado junto a la estación de trenes de Palencia y en el que vimos un puesto de churros donde desayunaríamos al día siguiente.
Avanzando por la avenida Simón Nieto, llegamos a la rotonda donde se encuentra la colosal estatua al Campesino Ibérico, tras lo cual deshicimos parte de nuestros pasos para continuar por la calle donde tenía el coche aparcado, y así comprobar que todo estaba en orden. Llegamos ahora a la plaza de San Pablo, donde destaca el Monumento a la Primera Universidad de España, compuesta por las estatuas de un profesor y cuatro alumnos que reciben clase. A continuación, entramos en la iglesia de San Pablo, muy llamativa con la gran espadaña de la fachada principal, mientras que ya dentro, poco iluminado quizás por ser temprano y no estar en hora de culto, pudimos visitar varias capillas con tallas de cristos y vírgenes, con especial mención a la capilla de la Piedad y a la capilla mayor, esta última situada bajo una preciosa bóveda de crucería estrellada y que cuenta con un notable retablo de estilo plateresco.
Ya fuera de la iglesia, en el lateral derecho de la misma vimos el Monumento al Cofrade, algo muy presente en muchas ciudades españolas y que tanto echamos en falta en Málaga. Después nos acercamos a la cercana iglesia de Santa Marina, más pequeña que la anterior, aunque con una fachada similar; por su parte, el interior es bastante acogedor, con naves más bien bajas separadas por arcos ojivales bastante anchos. De allí, nos fuimos en dirección a la catedral, en cuyo trayecto pasamos por la plaza de Cervantes, en la cual se halla el Monumento a la Paz, muy simbólico, ya que consta de un cañón de cuya boca mana agua que cae en una pequeña pila de piedra donde beben las palomas, también atraídas por una paloma de metal situada encima del cañón.
Justo enfrente nos topamos con una de las fachadas laterales de la Catedral de San Antolín, también llamada 'La bella desconocida', la cual rodeamos por la calle Mayor Antigua hasta llegar a la plaza de la Inmaculada, en el otro lateral del templo, donde se encuentra el acceso para las visitas turísticas. Tras pagar la entrada (5 € la mía y 3 € la de mi madre por ser desempleada) y recoger las audioguías, rodeamos parte de las galerías del claustro y nos adentramos en la catedral propiamente dicha, mucho más espectacular por dentro que por fuera, en la que destaca por su sencillez y sobriedad. En primer lugar, pasamos por la nave de la epístola, muy llamativa por su arco gótico y por un magnífico retablo plateresco compuesto por nueve estatuas de piedra y un pequeño retablo en madera dorada y policromada.
Avanzamos hacia la Capilla Mayor, frente al coro, con su majestuoso y enorme retablo renacentista en tonos dorados y plagado de pinturas con escenas de la vida de Jesús y de esculturas de santos, entre ellas la de San Antolín, que da nombre al templo. Luego recorrimos las capillas de la girola, todas ellas con coloridas vidrieras, y a continuación visitamos la Capilla del Sagrario, que en realidad es la primitiva capilla mayor de la catedral, y que también destaca por su retablo, pero sobre todo porque en ella se halla un arca con los restos mortales de la reina Urraca. Seguimos por la nave norte, algunas de cuyas capillas estaban ocultas tras lonas y andamios por estar en proceso de restauración, y de esta forma llegamos a los pies de la nave central, desde donde se puede admirar la grandeza de este templo a través de su alargada bóveda de crucería estrellada.
Delante de nosotros teníamos el trascoro, una auténtica obra maestra plateresca con minuciosos relieves de piedra ejecutados hasta el más mínimo detalle, y, enfrente del mismo, la escalinata que da acceso a la cripta de San Antolín. Al bajar por ella, me adentré en una nave con bóveda de cañón de estilo prerrománico en la que hacía bastante fresco, algo lógico, al final de la cual se encuentra la parte visigótica, donde en teoría descansan los restos de San Antolín. De vuelta en la catedral, pasamos ahora al Museo catedralicio, en el que destacan varias obras, entre ellas 'El martirio de San Sebastián' de El Greco, numerosos tapices y un retrato anamórfico de Carlos I que únicamente se puede ver bien a través de un pequeño agujero situado en el lateral del cuadro.

11:30
Tras recorrer lo que quedaba del claustro, dejamos las audioguías en la taquilla y salimos a la calle. Allí en la plaza de la Inmaculada, además de ver la estatua de la Inmaculada Concepción y la del Homenaje al Maestro, pudimos contemplar la torre catedralicia, y, tras hacerme unas fotos, visitamos la parte exterior de la girola, de la que sobresalen varias gárgolas, entre ellas dos muy peculiares, concretamente la del fotógrafo y la del esqueleto. A continuación, tras avisar a Julio y Pilar de que ya habíamos visitado la catedral, nos dirigimos a la Plaza Mayor, donde vimos tanto la Casa Consistorial, simple pero elegante, y el Monumento a Alonso Berruguete; seguidamente, pasamos por el Mercado de Abastos (arquitectónicamente similar al de Málaga, aunque bastante más pequeño), por el edificio de la Diputación Provincial y por el Teatro Principal.
Más adelante, entramos en la iglesia de San Lázaro, reconstruida parcialmente tras sufrir un incendio y un hundimiento a mediados del siglo pasado, tal y como delata su interior, de ejecución moderna pero que intenta imitar el gótico del templo original, y en la que destaca su retablo mayor de estilo plateresco. Después, nos dirigimos al cercano Monasterio de Santa Clara, en cuya entrada nos estaban esperando Julio y Pilar, con quienes visitamos este templo gótico en el que se venera la imagen del Santísimo Cristo de las Claras, una talla yacente de gran devoción en la ciudad que se conserva en una urna de cristal; del resto del templo, cabría resaltar su bóveda de crucería y el retablo de la Capilla Mayor.
A continuación, recorrimos la calle Colón hasta llegar al Parque del Salón de Isabel II, al principio del cual vimos el Homenaje a los Mayores, otra de las numerosas estatuas que hay en Palencia. Dimos un tranquilo paseo por entre sus frondosos árboles, y, al final del mismo, cruzamos a otro parque, el de la Huerta de Guadián, de un estilo más romántico que el anterior y que destaca por los numerosos elementos arquitectónicos que guarda en su interior, entre ellos una reproducción a escala de la provincia de Palencia, la ermita de San Juan Bautista (cerrada en ese momento), un enorme reloj de sol compuesto por una columna central y otras 12 situadas alrededor para marcar las horas, etc.
De allí nos fuimos en busca del coche de Julio y Pilar para ir al Sotillo de los Canónigos, otro de los parques de la ciudad, y es que Palencia puede presumir de ser la que más zonas verdes tiene por habitante de España. Situado en las afueras y a orillas del río Carrión, es mucho más grande que los anteriores, pues cuenta con un parque para perros, una explanada en la que poder jugar al fútbol, una piscina pública y varias extensiones de césped donde descansar o tomar un picnic. Antes de volver al coche, nos acercamos hasta el Puente de Puentecillas, peatonal y de origen romano, y desde el cual se puede ver el Puente Mayor, otro de los puentes principales de la ciudad.
De nuevo en el coche, y siendo ya la una y media, nos dirigimos a la calle donde viven Julio y Pilar, puesto que habíamos quedado allí con Carlos, el hijo de Julio, a quien no veía por lo menos desde hacía cuatro o cinco años. Entramos en La Cervecería, un bar situado en esa misma calle, para tomarnos un refresco (una Coca-Cola Zero en mi caso) junto con la tapa gratis que nos sirvieron, tras lo cual los cinco nos fuimos a comer a Tariego de Cerrato, un pequeño pueblo situado a pocos kilómetros de Palencia, concretamente al Mesón del Cerrato, pues Julio había reservado mesa. El restaurante me llamó la atención nada más entrar por su decoración y su ambiente cálido y acogedor, muy castellano, especialmente en el sótano, donde nos sentamos, llena de fotos de famosos que han ido a comer allí, cuadros muy pintorescos, productos típicos colgados de las paredes y del techo, etc.
Con respecto a la comida, pedimos una tosta caramelizada de boquerones con escalibada para cada uno y un revuelto de morcilla y piñones para compartir; en cuanto al plato principal, yo no tuve ni que mirar la carta, ya que tenía claro que iba a probar el lechazo churro asado sí o sí. La tosta de boquerones no me hizo mucha gracia, más que nada por la escalibada, y se la dejé a mi madre prácticamente entera, mientras que del revuelto sí que piqué bastante, y eso que yo no le tengo mucho aprecio a la morcilla; también habría que mencionar que nos pusieron una cesta de pan que estaba buenísimo, se notaba que era de pueblo.
Poco después llegaron los platos principales, entre ellos el lechazo, servido en una cazuela de barro muy caliente con una pinta espectacular. La ración que me saqué en mi plato me gustó tanto que me supo a poco y repetí, y eso a pesar de que ya estaba bastante lleno, pero a saber cuándo volvería a disfrutar de este manjar. Luego llegó el momento de los postres, a elegir entre los quince que se mostraban en la pizarra que colgaba de la pared. Me decanté por la bomba de chocolate caliente con corazón líquido, que venía muy bien presentada y acompañada de varias fresas cortadas, y la verdad es que no me equivoqué con mi elección.

17:15
Tras reposar durante un buen rato la comida, volvimos a los coches, y allí nos despedimos de Carlos, puesto que nosotros cuatro íbamos ahora a visitar el Cristo del Otero, una portentosa escultura de Jesucristo de unos 20 metros de altura llamado así porque se erige sobre un cerro a las afueras de Palencia. Bajo sus pies se encuentra un pequeño museo dedicado a la obra de Víctor Macho, autor de la escultura, y la ermita de Santa María del Otero, donde descansan los restos del escultor, pero ambos estaban cerrados a esa hora, por lo que nos tuvimos que conformar con asomarnos al mirador y disfrutar de la panorámica de la ciudad desde allí arriba, desde donde podíamos distinguir fácilmente la catedral y la plaza de toros.
Cogimos el coche para volver a la ciudad, esta vez a orillas del río Carrión, concretamente a la altura de la pasarela Isla Dos Aguas, entre medias del Puente Mayor y del Puente de Hierro; a continuación, entramos en la iglesia de San Miguel, que destaca por su llamativa torre, más propia de un castillo que de un templo religioso, y en la cual se cree que se casó el Cid Campeador con Doña Jimena, o al menos eso cuenta la leyenda. Al salir de la iglesia, que a esa hora estaba vacía y casi a oscuras, nos despedimos momentáneamente de Julio y Pilar, quienes se marcharon a su casa a descansar un rato, mientras que mi madre y yo seguimos visitando lo que nos quedaba por ver del centro de Palencia.
Caminando dos o tres minutos llegamos a la cercana iglesia de la Compañía, también conocida como de Nuestra Señora de la Calle porque así se llama la patrona de la ciudad, cuya pequeña talla, de apenas 41 centímetros de altura, se encuentra en el retablo mayor del templo. Del interior del mismo cabría destacar su gran cúpula y las capillas laterales, todas ellas con notables retablos, en especial la que está destinada al culto del Santísimo Cristo de la Misericordia, un crucificado que data del siglo XVI. Seguidamente, nos acercamos a la calle Mayor Principal, la cual recorrimos en dirección norte para ir al hotel, aunque antes, casi al final de la misma, entramos en la iglesia de San Agustín, en la que pudimos contemplar algunas imágenes que se procesionan en la Semana Santa palentina.
Ya de vuelta en el hotel, aprovechamos nosotros también para descansar después de haber pasado todo el día en la calle de un lado para otro. Más tarde, pasadas las ocho, Julio vino en coche a recogernos para reunirnos con Pilar y unos amigos suyos, puesto que los lunes por la noche suelen quedar para tomarse algo; en concreto, nos estaban esperando en el bar People, muy cerca del piso en el que viven. Allí me tomé una Coca-Cola Zero con su correspondiente tapa, tras lo cual, pasado un rato, nos fuimos a La Cervecería, donde mismo habíamos estado al mediodía, y esta vez me pedí un botellín de agua, puesto que no me gusta abusar de la Coca-Cola, e igual hice luego cuando cambiamos de nuevo de sitio, ahora en el bar Menta.
Poco antes de las once de la noche, tras despedirnos de los amigos de Julio y Pilar, volvimos a La Cervecería para cenar; en mi caso, pedí un plato combinado de patatas, huevos fritos y chorizo, y agua para beber. También vino a cenar con nosotros uno de los dos hijos de Pilar, a quien mi madre ya conocía de una visita anterior. Ya cenados, Julio y Pilar nos acercaron en coche al hotel, y allí ya nos despedimos de ellos definitivamente, puesto que a la mañana siguiente mi madre y yo nos iríamos a Santander, aunque nos recomendaron que parásemos en el camino en Frómista, un pueblo situado a pocos kilómetros de Palencia que tiene una iglesia románica muy importante. Teníamos pendiente acercarnos a la catedral para verla iluminada, pero estábamos muy cansados, así que subimos directamente a la habitación a acostarnos, siendo ya la una menos veinte de la madrugada.

domingo, 16 de diciembre de 2018

50 años reinando en la Trinidad

Ayer por la tarde-noche tuvo lugar la procesión extraordinaria de María Santísima de la Trinidad Coronada con motivo del 50 aniversario de la bendición de la imagen.
El cortejo se puso en marcha a las 17:30 desde el interior de la iglesia de San Pablo con la cruz guía al frente, seguida por la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús Cautivo interpretando marchas en cabeza de procesión; a continuación, numerosas parejas de hermanos portando cirios y bastones, el sine labe, el guión de la titular mariana de la cofradía y la habitual presidencia de la corporación. María Santísima de la Trinidad salió en el trono dorado de María Auxiliadora Coronada y lució el manto bordado de terciopelo azul de Nuestra Señora de la Estrella de Jerez de la Frontera, mientras que el acompañamiento musical, como no podía ser de otra forma, corrió a cargo de la Banda Sinfónica Virgen de la Trinidad.
La procesión discurrió por el barrio de la Trinidad, que se engalanó con banderolas y gallardetes para celebrar esta efeméride, y con un público que arropó de forma notable a la Virgen en todo el itinerario: plaza de San Pablo, Zamorano, Empedrada, plaza de Montes, Trinidad, plaza de Jesús Cautivo, Barrera de la Trinidad, plaza de Bailén, Churruca, Carril, plaza de Montes, Sevilla, Ventura Rodríguez, Juan de Herrera, San Quintín, Malasaña, Tiro, Jara y plaza de San Pablo. Durante el recorrido, la Virgen de la Trinidad recibió varias petaladas, como por ejemplo a su paso por la casa hermandad de la propia cofradía, mientras que su regreso a la sede canónica de San Pablo tuvo lugar pasadas las diez y media de la noche.

lunes, 3 de diciembre de 2018

No es mío, pero es interesante (CXX)

Ya tenemos aquí una nueva entrega de 'No es mío, pero es interesante', una sección en la que os recomiendo las entradas de otros blogs y webs que más me han interesado en las últimas semanas. De nuevo, Microsiervos vuelve a dominar casi todas las aportaciones, pues once de los doce posts recomendados son suyos. En cuanto a la variedad de contenidos, lo habitual: matemáticas, ciencia, astronomía, curiosidades, vídeos, etc.
Echémosle un vistazo a las recomendaciones de esta entrega:
¿Qué os han parecido las recomendaciones de esta entrega? Espero que os hayan gustado y que me lo hagáis saber a través de un comentario ;)