Ayer tuvo lugar la salida extraordinaria del Santísimo Cristo de la Agonía con motivo del 50 aniversario de la bendición de la talla de Francisco Buiza.
El cortejo se puso en marcha a las cinco en punto de la tarde desde el interior de la iglesia de San Julián, la que fuese sede canónica de la hermandad hasta 2008, año en el que se trasladó al Oratorio de Santa María Reina y Madre, templo construido por la propia corporación. En cabeza partió una cruz alzada escoltada por dos ciriales, seguida por dos hileras portando velas para iluminar el camino del Señor; así mismo, formaron parte del cortejo los hermanos mayores del resto de cofradías del Martes Santo, la presidencia de la hermandad y el guión corporativo, así como numerosos monaguillos y acólitos. Fue a las cinco y cuarto cuando salió el trono dorado del crucificado, que iba semihundido para poder salvar el dintel de la puerta de la iglesia, a los sones de la 'Marcha Real', seguida de 'Mi amor en tu corona', una de las composiciones dedicadas a la cofradía. La imagen iba sobre un monte de corcho adornado con diversas flores, sobre el cual había una calavera, un mazo y unos dados a los pies de la cruz, así como una túnica bordada de la Hermandad de Jesús Nazareno de Alhaurín de la Torre para recordar el momento en el que los soldados romanos se repartieron la ropa del Señor.
Para iniciar su caminar por la calle Nosquera, la Banda de Cornetas y Tambores del Paso y la Esperanza interpretó una adaptación de la insigne marcha 'Cristo de la Agonía' de Abel Moreno para cornetas y tambores, tras lo cual la imagen recorrió buena parte del centro histórico de la ciudad. Dicho recorrido estuvo compuesto tanto por vías inéditas o nada habituales para la cofradía (como, por ejemplo, las calles Santa Lucía, Calderón de la Barca, San Juan, Liborio García o Strachan), como por otras ya recurrentes en cada Martes Santo (Especerías, Nueva, San Agustín, Granada, Carretería o Arco de la Cabeza, etc.). En cualquier caso, el cortejo siempre buscó calles más bien recogidas y estrechas para realzar la portentosa talla del Santísimo Cristo de la Agonía y las marchas interpretadas por su inseparable banda, que demostró una vez más su extraordinario nivel, hasta encerrarse a las dos de la madrugada en el Oratorio de Santa María Reina y Madre.
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