El Málaga encadenó su cuarta derrota consecutiva tras perder por 0-2 ante el Barcelona en un partido en el que el árbitro perjudicó a ambos equipos continuamente.
Los primeros treinta minutos fueron claramente dominados por el once blanquiazul: continuos robos de balón, presión en campo contrario, pases al primer toque... Parecía que el Málaga y el Barcelona se habían cambiado los papeles antes de saltar al campo, excepto en un importante detalle: los locales apenas se acercaron con peligro al área defendida por Valdés; sólo un disparo al lateral de la red de Obinna consiguió que el público gritara uyyy. Y nada más. Poco después del ecuador de la primera mitad, Ibrahimovic sustituyó a un tocado Henry, y, a partir de ahí, empezó el recital del Barça. El delantero sueco sólo tardó diez minutos en disponer de dos grandes ocasiones: en la primera, recibió al borde del área, pero su remate fue repelido por el guardameta rival; en la segunda, justo a continuación, y en una acción similar, controló con el pecho en una posición más que dudosa (muy difícil determinar si se encontraba o no en fuera de juego) y resolvió por alto ante la salida de Munúa (0-1). El árbitro empezó a dar muestras de no tener ni idea de lo que es impartir justicia en un partido de fútbol: un pisotón de Weligton sobre Messi que bien valía la expulsión, fueras de juego y faltas en contra del Málaga mal sancionadas y que, de corte similar por parte del Barcelona, dejaba pasar, etc.
La segunda mitad fue un paseo en toda regla de los actuales campeones de liga. El Málaga sólo pudo contar una ocasión en los segundos cuarenta y cinco minutos, en la que Valdo recogió un rechace de un córner para enganchar un derechazo que se encontró con una maraña de piernas cuando el balón se dirigía a puerta. El Barça sólo tuvo que tocar y tocar el esférico a la espera de ver aumentada su ventaja en el marcador. Ese momento llegó al cuarto de hora de reanudarse el partido: Xavi botó una falta al corazón del área, donde Juanito se disponía a despejar de cabeza, pero Toure Yayá le hizo una falta que el árbitro no quiso ver, y Piqué aprovechó para batir por bajo a Munúa (0-2). Todo indicaba que el Barcelona iba a golear a un Málaga que, como poco, estaba muerto y sin ideas de cómo plantarle a cara a un equipo tan excepcional, pero el resultado no volvió a modificarse, a pesar de que los visitantes dispusieron de varias oportunidades claras: un disparo por encima del larguero de Piqué tras una jugada de Messi cuando lo más fácil era anotar el tercero; una internada del argentino en el área que se vio frustada por la férrea presión de Weligton; una falta directa botada por Messi que despejó el portero con los puños; y un mano a mano, otra vez de Messi, en el que Munúa adivinó su remate para repeler el balón. Entretanto, el árbitro siguió a lo suyo, es decir, errar en sus decisiones a más no poder: no quiso mostrarle la segunda amarilla a Toure Yayá en una falta en la que cortaba un contragolpe de los malacitanos, y, sin embargo, no dudó un segundo en expulsar a Luque por una entrada sobre Dani Alves a cinco minutos del final que para nada merecía la roja, pero el brasileño sabe cómo exagerar una simple patada para que parezca que le han roto la pierna. Weligton también mereció irse a los vestuarios antes de tiempo por un puñetazo sobre Piqué que no vio el árbitro. Y bueno, lo del segundo gol ya está dicho...
Muy mal se le ponen las cosas al Málaga, que sólo ha sumado tres puntos de quince posibles, lo que le deja al borde del descenso, donde se encuentran el Atlético de Madrid, el Villarreal y el Xerez. Precisamente, el conjunto jerezano será el próximo rival el domingo a las cinco de la tarde en un encuentro vital para ambos conjuntos, especialmente para los recién ascendidos, que sólo tienen un punto y aún no saben lo que es marcar.
Los primeros treinta minutos fueron claramente dominados por el once blanquiazul: continuos robos de balón, presión en campo contrario, pases al primer toque... Parecía que el Málaga y el Barcelona se habían cambiado los papeles antes de saltar al campo, excepto en un importante detalle: los locales apenas se acercaron con peligro al área defendida por Valdés; sólo un disparo al lateral de la red de Obinna consiguió que el público gritara uyyy. Y nada más. Poco después del ecuador de la primera mitad, Ibrahimovic sustituyó a un tocado Henry, y, a partir de ahí, empezó el recital del Barça. El delantero sueco sólo tardó diez minutos en disponer de dos grandes ocasiones: en la primera, recibió al borde del área, pero su remate fue repelido por el guardameta rival; en la segunda, justo a continuación, y en una acción similar, controló con el pecho en una posición más que dudosa (muy difícil determinar si se encontraba o no en fuera de juego) y resolvió por alto ante la salida de Munúa (0-1). El árbitro empezó a dar muestras de no tener ni idea de lo que es impartir justicia en un partido de fútbol: un pisotón de Weligton sobre Messi que bien valía la expulsión, fueras de juego y faltas en contra del Málaga mal sancionadas y que, de corte similar por parte del Barcelona, dejaba pasar, etc.
La segunda mitad fue un paseo en toda regla de los actuales campeones de liga. El Málaga sólo pudo contar una ocasión en los segundos cuarenta y cinco minutos, en la que Valdo recogió un rechace de un córner para enganchar un derechazo que se encontró con una maraña de piernas cuando el balón se dirigía a puerta. El Barça sólo tuvo que tocar y tocar el esférico a la espera de ver aumentada su ventaja en el marcador. Ese momento llegó al cuarto de hora de reanudarse el partido: Xavi botó una falta al corazón del área, donde Juanito se disponía a despejar de cabeza, pero Toure Yayá le hizo una falta que el árbitro no quiso ver, y Piqué aprovechó para batir por bajo a Munúa (0-2). Todo indicaba que el Barcelona iba a golear a un Málaga que, como poco, estaba muerto y sin ideas de cómo plantarle a cara a un equipo tan excepcional, pero el resultado no volvió a modificarse, a pesar de que los visitantes dispusieron de varias oportunidades claras: un disparo por encima del larguero de Piqué tras una jugada de Messi cuando lo más fácil era anotar el tercero; una internada del argentino en el área que se vio frustada por la férrea presión de Weligton; una falta directa botada por Messi que despejó el portero con los puños; y un mano a mano, otra vez de Messi, en el que Munúa adivinó su remate para repeler el balón. Entretanto, el árbitro siguió a lo suyo, es decir, errar en sus decisiones a más no poder: no quiso mostrarle la segunda amarilla a Toure Yayá en una falta en la que cortaba un contragolpe de los malacitanos, y, sin embargo, no dudó un segundo en expulsar a Luque por una entrada sobre Dani Alves a cinco minutos del final que para nada merecía la roja, pero el brasileño sabe cómo exagerar una simple patada para que parezca que le han roto la pierna. Weligton también mereció irse a los vestuarios antes de tiempo por un puñetazo sobre Piqué que no vio el árbitro. Y bueno, lo del segundo gol ya está dicho...
Muy mal se le ponen las cosas al Málaga, que sólo ha sumado tres puntos de quince posibles, lo que le deja al borde del descenso, donde se encuentran el Atlético de Madrid, el Villarreal y el Xerez. Precisamente, el conjunto jerezano será el próximo rival el domingo a las cinco de la tarde en un encuentro vital para ambos conjuntos, especialmente para los recién ascendidos, que sólo tienen un punto y aún no saben lo que es marcar.
Vaya vaya, la que le tienen liada a Weligton, le están llegando de todos lados. El partido aburrido, no fue gran cosa.
ResponderEliminarAnda eh! Para que luego digas que no te comentan las entradas de fútbol.