En la noche de ayer sábado, la Congregación de Mena celebró un Vía Crucis por el barrio del Perchel presidido por el Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas con motivo del 75 aniversario de la bendición de esta talla.
El cortejo se puso en marcha pasadas las ocho y media desde el interior de la iglesia de Santo Domingo, con la cruz guía al frente escoltada por dos faroles y seguida por hermanos portando cirios; a continuación, el acompañamiento musical, que estuvo compuesto por la capilla vocal Maestro Iribarren, la escolanía Pueri Cantores Sanctissimum Corpus Christi y la capilla musical Glorias de Málaga. El Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, que por la mañana estuvo en devoto besapié, iba sin la habitual corona de espinas que lleva cada Jueves Santo y portado a hombros por hermanos de la congregación al paso marcado por unos tambores roncos, así como escoltado por escuadras de gastadores de la Legión, algunos de los cuales también tuvieron la oportunidad de portar a su protector en algunos de los turnos que se establecieron. Finalmente, el cortejo lo cerraron la presidencia y los hermanos y devotos que querían acompañar a la imagen que tallase el insigne escultor Francisco Palma Burgos.
El itinerario seguido para el ejercicio de este Vía Crucis no se pareció en nada al habitual recorrido procesional de cada Jueves Santo, ya que se ciñó a las calles de la feligresía de la parroquia de Santo Domingo, las cuales estuvieron siempre muy nutridas de cofrades acompañando al conocido como Cristo de Mena. Tras abandonar las naves de la iglesia, el cortejo discurrió por calles y plazas como la de Fray Alonso de Santo Tomás, Cañaveral, Llano de Doña Trinidad, Cerrojo, Huerta del Obispo, San Jacinto, Cerezuela o plaza de la Legión Española. A lo largo de este recorrido, se leyeron las quince estaciones del Vía Crucis en otros tantos puntos estratégicos, entre los que destacaron las que se leyeron en la capilla de la Virgen de los Dolores del Puente, la casa hermandad de la cofradía de la Humillación, el comedor de calle Pulideros, el convento de las Hermanas Filipenses, la basílica de la Esperanza o la propia casa hermandad de la Congregación de Mena, para terminar poco antes de las once de la noche en la iglesia de Santo Domingo.
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