El pasado fin de semana terminé de leer mi cuarto libro de este verano, en concreto 'Deja en paz al diablo', del novelista estadounidense John Verdon.
El detective retirado David Gurney recibe la llamada de su amiga periodista Connie Clarke, cuya hija Kim, que está llevando a cabo un trabajo sobre los familiares de las víctimas de los homicidios cometidos por el Buen Pastor diez años atrás, quiere contar con su colaboración para guiarla en sus investigaciones. David no solo acepta la propuesta, sino que además se involucra del todo en el caso, pues, entre otras cosas, descubre que Kim está sufriendo acoso por parte de su exnovio, que el asesino nunca fue identificado y que en todos los crímenes se repitió el mismo patrón: un disparo certero en la cabeza de las víctimas mientras conducían un Mercedes de color negro. La situación se complica cuando el trabajo de Kim se convierte en un documental televisivo con un enfoque excesivamente sensacionalista, tras lo cual se reanudan los asesinatos del Buen Pastor, además de que su seguridad y la de su familia parece amenazada.
Descubrí hace varios años a John Verdon a través de su primera novela, 'Sé lo que estás pensando', que para mí fue todo un descubrimiento, y luego seguí con el segundo libro de la saga protagonizada por el detective Gurney, 'No abras los ojos', que no me dejó tan buen regusto. Con este tercer título me ha pasado algo parecido, me ha dejado literalmente a medias, pues la primera mitad del libro me ha resultado aburrida y un tanto pesada, con ciertos pasajes que no aportan absolutamente nada, mientras que la segunda me ha enganchado lo suficiente como para al menos darle un aprobado, y eso que el final lo he visto demasiado improvisado, soso y pobre, pues me esperaba otro desenlace. Tal y como suele ocurrir en las novelas policíacas modernas, en la trama van apareciendo numerosas pistas falsas para engañar al lector, pero es aquí donde veo uno de los puntos débiles de este tercer volumen de la saga del detective David Gurney, y es que hay varios hechos relacionados con la investigación de los asesinatos que no terminan de ser explicados, se dejan varios cabos sueltos que dan la sensación de que o la historia está incompleta o, definitivamente, hay partes que sobran porque carecen de sentido. Lo que más me ha gustado del libro ha sido sin duda alguna la manera en la que se ataca y se critica a los medios sensacionalistas, a los reality shows, a los programas basura que únicamente buscan atraer audiencia de cualquier manera. No descarto seguir leyendo las siguientes novelas de John Verdon (esta saga cuenta por ahora con tres títulos más), aunque seguramente lo aparque por un tiempo para darle más prioridad a otros autores y personajes detectivescos que me gustan más y a otros nuevos a los que tendré que darles una oportunidad para conocerlos y saber si mejoran lo presente.
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