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martes, 30 de agosto de 2011

No es mío, pero es interesante (XXXIII)

Después de varias semanas de ausencia, vuelve la sección 'No es mío, pero es interesante', donde os recomiendo entradas de otros blogs y webs que me han gustado e interesado. He tardado tanto en publicar una nueva entrega porque donde veraneo no dispongo de Internet propio, sino que lo tengo que 'tomar prestado' de los vecinos, y la conexión que tenía no es que fuese muy buena; de hecho, los vídeos se cargaban muy lentamente y hasta ahora no he podido verlos. Así pues, como se me han acumulado muchos posts, he decidido ofreceros hoy una parte de esa recopilación, y en unos días publicaré una nueva entrega. Como de costumbre, algunos blogs han conseguido colar más de una entrada, como Gaussianos, Microsiervos y Fogonazos, con dos aportaciones, y ALT1040, con tres. Y, como siempre, variedad: matemáticas, astronomía, curiosidades y muchos vídeos.
Repasemos la lista de hoy:
  • Demostración sin palabras de que un segmento tiene tantos puntos como una recta: cuando uno se topa con demostraciones como ésta, aprecia todavía más la belleza de las matemáticas. Como se suele decir, una imagen vale más que mil palabras... o infinitos puntos.
  • ¿Cuántos poliedros regulares hay?: pues resulta que solamente existen cinco. Esto en tres dimensiones, porque también existen algunos en dimensiones superiores que tienen unos nombres muy pero que muy extraños. ¿A que no sabéis lo que es un triacontakaiditeron?
  • Demostración Matemática: 2=1: sí, se puede demostrar que 2 es igual a 1. Aunque no lo parezca, uno de los pasos de la demostración es incorrecto. Os recomiendo que intentéis encontrarlo antes de leer los comentarios, donde se da a conocer la 'trampa'.
  • Fibonacci y la manzana: nunca encontraréis una manzana más matemática y perfecta que la de Apple. Otro ejemplo más de las múltiples aplicaciones que tiene la famosa serie de Fibonacci.
  • Los 135 lanzamientos de los transbordadores espaciales de la NASA en un vídeo: bonito homenaje a la era de los transbordadores espaciales, esos aviones enormes que nos han permitido viajar por el espacio. Por desgracia, dos de ellos, el Challenger y el Columbia, se llevaron la vida de varios astronautas.
  • 10 hechos astronómicos para sorprenderse: aunque algunas cosas ya las conocía, me he sorprendido con ciertas curiosidades, como que, al parecer, la explosión de una supernova en el año 1054 pudo ser vista a simple vista, valga la redundancia.
  • OK Go, Google y un vídeo interactivo brillante en HTML5: sin duda alguna, los videoclips de OK Go son los mejores. En éste, creado en lenguaje HTML5, interactúan junto con una compañía de danza para generar letras y variadas formas que, en ocasiones, recuerdan a los caleidoscopios. Genial.
  • El origen del nombre de algunas grandes compañías tecnológicas: resulta curioso conocer de dónde procede el nombre de Apple, Canon, Google u Oracle. El origen de muchas de ellas es un simple acrónimo; otras se lo han currado más.
  • 10 ilusiones ópticas para romperte la cabeza: algunas de estas 10 ilusiones ya os las he recomendado en entregas anteriores de esta sección. Tanto las ya conocidas como las nuevas os sorprenderán, sobre todo al conocer el porqué de la ilusión.
  • Salto BASE en la isla de Baffin: hay que tenerlos cuadrados para saltar desde una montaña como este hombre, aunque la verdad es que tiene que ser una experiencia brutal y digna de ser vivida en primera persona... Yo prefiero no intentarlo.
  • Funambulismo sobre el salto Yosemite (739 m): y para esto también hay que tener mucho pero que mucho valor. En este caso, lo mejor son las impresionantes vistas que tiene el funambulista mientras cruza de una montaña a otra.
  • ¿Para qué sirven las líneas discontinuas en los recuadros de los naipes?: nunca me había fijado en este sutil detalle de las cartas de la baraja española. Como se afirma en el post, es muy útil para no tener que deslizar los naipes al completo y saber cuáles son.
¿Qué os han parecido las recomendaciones de hoy? Espero que os hayan gustado y que me lo hagáis saber a través de un comentario ;)

viernes, 26 de agosto de 2011

La Feria de los incívicos

Ya han pasado unos días desde que terminó la Feria de Málaga. Tengo que reconocer que a mí no me gusta nada la Feria; de hecho, la última vez que fui fue hace dos años, más que nada por pasar una noche en el real del Cortijo de Torres con unos amigos que llevaban bastante tiempo empeñados en que les acompañara un día. De la vez anterior, ya ni me acuerdo... Quiero decir con esto que la opinión que voy a expresar a continuación puede resultar para muchos muy subjetiva, pero os prometo que intentaré ceñirme lo más posible a la realidad para que mi postura pueda considerarse como objetiva.
La Feria de Málaga es una vergüenza. Así de claro. Para no ser tan radical, diré que la feria de día, concretamente la del centro, es una vergüenza. Es la conclusión que saca el que os escribe tras lo leído y visto el pasado domingo 14 de agosto. Por la mañana, cojo el periódico y una noticia de la portada llama mi atención: "El botellón toma la Merced". ¿Qué queréis que os diga? Esto ya me lo barruntaba yo. Busco la página en la que se encuentra y me la leo de pe a pa. La plaza de la Merced había sido tomada la tarde anterior por miles de jóvenes para hacer botellón, dejando tras de sí innumerables desperfectos y montones de basura acumulados a cada paso. Una céntrica plaza en proceso de remodelación, en la cual se están invirtiendo 5 millones de euros, se había convertido es un auténtico vertedero público y en un sitio de guerra, pues los vecinos declaraban haber visto a varias personas destrozando farolas y bancos que apenas han durado unos días en perfecto estado.
Ya por la tarde, fui a Málaga con mis padres y unos tíos que habían venido de Jerez para tomar algo en el centro. Tras dejar el coche en el garaje, a eso de las nueve de la noche, bajamos calle Victoria y, al llegar a la plaza de la Merced, vimos que estaba vallada y vigilada por varios policías, tal y como se había anunciado. Íbamos a continuar con nuestro camino por calle Granada, pero eso era tarea imposible: la calle estaba totalmente mojada y encharcada, con bolsas, botellas y vasos por todos lados, además de estar perfumada con un inconfundible y 'embriagador' olor. Como no teníamos ganas ni de resbalarnos ni de cortarnos con algún cristal, dimos media vuelta y tiramos por calle Alcazabilla. ¿Dónde se encontraban los jóvenes que 24 horas antes poblaban la plaza de la Merced? Pues en calle Císter, llena hasta la bandera, tanto de gente como de basura, como comprobamos después a la vuelta poco después de las diez cuando ya había dado comienzo el Madrid-Barça de la Supercopa.
¿Esto es la Feria de Málaga? ¿Permitir por unos días el botellón que fue prohibido hace ya varios meses? ¿Encontrarse montones de basura por las calles? ¿Esquivar charcos de orines y vómitos cuando uno pasea por el centro? ¿Que el 061 tenga que intervenir hasta en 40 ocasiones en un solo día para atender a otras tantas personas con una intoxicación etílica? Uno ve esto in situ y lo primero que hace es llevarse las manos a la cabeza. ¿Es ésta la imagen que queremos dar de nuestra feria? Un turista que haya venido a pasar unos días de esa semana y que a cada paso haya visto a un joven orinando en una esquina o a otro tirado en el suelo con una borrachera de caballo o a otro dejando su vaso o su botella en la acera cuando hay papeleras vacías a pocos metros seguramente se pensará si en el futuro le merece la pena volver no sólo a la Feria, sino a Málaga.
Mala imagen de nuestra ciudad y mala imagen de los jóvenes, quienes han vuelto a dar una nueva muestra de incivismo organizando el botellón. De aquí se pueden sacar dos conclusiones: que en sus casas se comporten igual o que no. En el primer caso, demostrarían ser personas coherentes pero unos auténticos puercos, mientras que en el segundo caso demostrarían ser unos caraduras. En cualquier caso, una vez más queda patente la falta de educación y de civismo que corre por las venas de las personas que supuestamente tienen que levantar el país a medio plazo. Quién sabe si entre los que se 'reunieron' tanto en la plaza de la Merced como en calle Císter se encontraban el futuro alcalde de Málaga, o nuestro futuro médico de cabecera, o el futuro profesor de nuestros hijos, o... Yo, por lo que me toca, también me da coraje que ésta sea precisamente la visión que los españoles tenemos de los jóvenes de hoy día, porque sin quererlo me están incluyendo en un grupo de seres humanos con los que comparto poco parecido en lo que respecta a la forma de ser.
No quiero terminar sin asignarle una parte de culpa al Ayuntamiento de Málaga. No sé exactamente quién es el encargado de ello, supongo que el concejal de Urbanismo, pero es evidente que ha habido falta de previsión por parte del Consistorio. A ellos, al igual que a mí, seguro que también les rondó por la cabeza la más que probable escena del botellón por las calles del Centro Histórico de la ciudad y sus respectivas consecuencias. Sabiendo que históricamente los jóvenes se han congregado en la plaza de la Merced para estos menesteres y que dicha plaza estaba siendo remodelada, queda patente que el Ayuntamiento ha pecado de lentitud a la hora de actuar. En fin, los impuestos también están para pagar estas cosas, ¿no?

lunes, 22 de agosto de 2011

El fútbol se come al fútbol

Al final, no ha habido liga este fin de semana. La huelga convocada hace unos días por la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) no ha sido solamente una amenaza, puesto que ha dejado vacíos los estadios de Primera y Segunda División durante la primera jornada y, de momento, la segunda va por el mismo camino. Hay quien incluso afirma que la huelga es indefinida, por lo que existe la posibilidad de que no haya fútbol esta temporada.
Los futbolistas han dicho basta. Yo no me esperaba una huelga de este calibre, pero se ve que algún día tenía que llegar. La principal queja de este colectivo está más que justificada: quieren tener seguridad de que van a cobrar sus sueldos. Es lo que defendería cualquier trabajador, y los futbolistas, que lo son, no iban a ser menos. La AFE denuncia que hay en total unos 200 jugadores profesionales a los que se les debe cerca de 50 millones de euros, un montante más que considerable, por mucho que se diga que en el fútbol se mueven demasiados millones. Los clubes deudores se han encontrado con las arcas a cero y ahora están inmersos en un proceso de Ley Concursal al que se han acogido para precisamente no hacer frente a las deudas acumuladas y suspender el pago de los salarios de sus empleados. Así, de paso, evitan su desaparición, cosa que no han podido evitar otros muchos equipos de fútbol.
La AFE solicita ahora que la Liga de Fútbol Profesional (LFP) se haga cargo de dichos pagos, o que al menos les garanticen que van a cobrar. Aquí ya discrepo con los futbolistas. ¿Por qué la Liga tiene que quedarse con el marrón? Tampoco la solución es la que he escuchado y leído en varios medios: "Si están tan unidos por la causa, pues que los jugadores que ganan más dinero le presten algo a los que todavía no han cobrado". Son los clubes que no han sabido gestionar sus ingresos los que deben asumir responsabilidades, y no otras personas o entidades. Los 'castigos' que se les podría imponer a estos equipos son tan sencillos de aplicar como darles un partido por perdido, impedirles acceder a competiciones europeas o, incluso, bajarlos de categoría.
Todo esto viene del negocio en el que se está convirtiendo el fútbol. Los clubes fichan jugadores por un dinero que no tienen, y encima les ofrecen unos contratos millonarios por cuatro o cinco años. ¿Qué pasa? Que si el equipo desciende o los ingresos estimados se quedan cortos, de golpe y porrazo te quedas sin unos euros que no crecen debajo de las piedras. Parte de culpa la tiene la televisión, pues el reparto de la tarta en España es tan desigual que uno se queda boquiabierto cuando lo compara con el de otros países, como Inglaterra, Alemania o Francia. En estas ligas, los primeros clasificados reciben de media solamente dos o tres veces más que los últimos, mientras que aquí Real Madrid y Barcelona se llevan a sus arcas entre diez y doce veces más que el resto de equipos. ¿Por qué será que Cristiano Ronaldo o Messi no tienen problemas para cobrar?
La primera medida que habría que tomar sería precisamente tener un reparto más equitativo de los millones procedentes de la televisión. A partir de aquí, algo tan trivial como no permitir fichar a aquellos clubes que tengan deudas, ya sea con sus propios jugadores o con otros equipos; también habría que obligar a los equipos a que paguen al menos la mitad de los traspasos que lleven a cabo, además de demostrar que tienen fondo suficiente como para cumplir puntualmente con los salarios de los futbolistas. O nos ponemos así de serios o si no al final el fútbol se acabará comiendo al fútbol del todo. No es que vaya a desaparecer, pero se acabará el fútbol tal y como lo conocemos actualmente.
En cualquier caso, la imagen que está dando el fútbol español de puertas para afuera es decepcionante. Veintidós de los veintitrés equipos europeos que se han acogido a la Ley Concursal se encuentran entre nuestras fronteras, lo cual no es sino una prueba más de la mala gestión que tienen los clubes. Esta huelga, que, como he dicho al principio, ya se ha cobrado como primera víctima a la jornada inaugural, tiene que suponer un antes y un después en la historia de nuestro fútbol para que no se vuelvan a cometer los errores de antaño. Y ojalá se resuelva la cosa cuanto antes, que un domingo sin fútbol es casi como un día sin pan. Hay ganas de ir al estadio para animar a nuestros equipos y celebrar goles y victorias. ¡Queremos fútbol ya!

viernes, 19 de agosto de 2011

Lo que Einstein no sabía

'Lo que Einstein no sabía' es el ingenioso título del tercer libro que me he leído este verano, una obra de divulgación científica escrita por Robert L. Wolke, profesor de química de la Universidad de Pittsburg (EE.UU.).
El libro está dividido en siete partes, cada una de las cuales contiene preguntas acerca de fenómenos y hechos cotidianos con sus respectivas respuestas y explicaciones científicas. Aunque cada parte agrupa las cuestiones por temática ('En la casa', 'En la cocina', 'En el garaje', 'En el mercado', 'Al aire libre', 'Agua, agua por todas partes' y 'Y así son las cosas'), es habitual encontrarse en mitad de las respuestas con referencias cruzadas que te llevan a otras preguntas que a priori no tienen nada que ver, pero al final resulta que están íntimamente relacionadas. ¿Por qué al hervir se endurece un huevo mientras que una patata se ablanda? ¿Por qué la carne del pescado es blanca y las restantes son rojas? ¿Realmente la sal derrite el hielo? ¿Por qué las olas del mar siempre rompen paralelas a la costa? ¿Por qué quema más el sol al mediodía que a las siete de la tarde? ¿Por qué son esféricas las burbujas? Estas y otras muchas preguntas son las que nos responde Robert L. Wolke en este libro.
Al terminar la primera parte del libro, me quedé un poco decepcionado, y no porque no me hubiera gustado, sino porque la manera de explicar las situaciones planteadas no concordaba con lo que yo tenía en mente. Las respuestas que el autor aporta para cada pregunta son en ocasiones un pelín largas, de hasta dos o tres páginas, lo cual para un lector poco ducho en ciencia puede resultar aburrido, pero el principal defecto que le encuentro es que dichas respuestas tienen un marcado enfoque basado en la química, ya que por algo el divulgador enseña esta materia. Yo, que no es que sea un apasionado de esta ciencia, no me he sentido del todo cómodo con la lectura, pero bueno, desde un punto de vista objetivo e imparcial, el libro es interesante y completo, pues abarca diversos hechos y curiosidades del día a día que esconden tras de sí un porqué científico que, en la mayoría de los casos, el autor consigue explicar con claridad. En casi cada respuesta, se añaden pequeñas secciones llamadas 'Haga la prueba', 'Apuestas de bar', 'No lo ha preguntado, pero...' o 'El rincón del quisquilloso' que amplían conocimientos e invitan al lector a experimentar, mientras que al final se incluye un pequeño glosario en el que se definen varios conceptos científicos que ayudan a entender las citadas explicaciones. En resumen, un libro para ser leído a trozos o desordenadamente y también para ser consultado cuando nos pique la curiosidad.

martes, 16 de agosto de 2011

El proyecto de la ilusión

Se respira ilusión por las calles de Málaga. No se habla de otra cosa que no sea que el Málaga va a hacer algo grande esta temporada. Son tantas las esperanzas que hay puestas en la nueva plantilla que La Rosaleda se ha quedado pequeña de un día para otro, pues hay gente que se ha quedado con las ganas de sacarse el abono por cuestiones de aforo. Se presume un estadio prácticamente lleno en cada partido que animará sin cesar a un equipo que aspira a conseguir éxitos que nadie podía imaginar hasta hace unos meses.
Así se presenta el proyecto del Málaga C. F. para la temporada 2011/2012. Ilusión por bandera, la que se deduce de unas presentaciones multitudinarias que se contaron por miles de personas y la que se desprende de una pretemporada casi impoluta, en la que se ha cosechado un pleno de victorias, a excepción del inesperado traspiés frente al Cádiz en la final del Trofeo Carranza. Son los primeros síntomas de que este Málaga puede llegar a ser un grande del fútbol español y europeo a corto plazo. El síntoma más evidente ha sido la inversión realizada este verano: casi 60 millones de euros. Éste ha sido el montante que se ha gastado el presidente del Málaga, el jeque catarí Abdullah ben Nasser Al Thani, para hacerse con los servicios de nueve jugadores que han llegado para configurar una plantilla que, sobre el papel, está en disposición de competir de tú a tú con las de los conjuntos que suelen copar los puestos que dan acceso a competiciones europeas (Valencia, Villarreal, Sevilla, Atlético de Madrid, Athletic de Bilbao...).
Los nueve fichajes han levantado mucha expectación, tanto por sus nombres como por sus respectivas trayectorias, en su mayoría plagada de triunfos. A continuación, una breve descripción personal de cada uno de ellos:
  • Sergio Sánchez: a mi entender, un fichaje sin sentido, puesto que, en las dos últimas temporadas, apenas ha disputado una veintena de partidos por culpa de una dolencia cardíaca. Viene para hacerle competencia a Jesús Gámez en el lateral derecho, aunque también puede actuar de central.
  • Mathijsen: central zurdo holandés con gran experiencia, como demuestran sus 31 años. Es un fijo en su selección, con la que ha disputado más de 70 partidos, incluyendo una Eurocopa y dos Mundiales (subcampeón en la última edición). Apunta a titular indiscutible formando pareja con Demichelis.
  • Monreal: bajo mi punto de vista, se ha pagado un precio excesivo por él, 6 millones de euros, pero en parte están justificados teniendo en cuenta lo difícil que es encontrar a un lateral izquierdo que conozca nuestra liga y que sea equilibrado tanto a la hora de defender como de atacar, y él reune dichas cualidades.
  • Toulalan: internacional con Francia, a la larga puede convertirse en el fichaje más rentable de esta temporada. Da gusto verle sobre el campo: corta, destruye, protege el balón, ordena, distribuye. Un todoterreno para el puesto de mediocentro defensivo.
  • Joaquín: ya no es el que deslumbró en el Betis; de hecho, en el Valencia, a pesar de conseguir unos números aceptables, nunca rindió al nivel esperado con regularidad. Es muy intermitente, pues lo mismo te hace tres partidos muy buenos y luego pasa inadvertido durante un mes. Debe marcar diferencias en el puesto de extremo y tener continuidad.
  • Cazorla: la bomba del jeque, el mirlo blanco, la guinda del proyecto. El fichaje más caro de la historia del club tiene la obligación de ser la bandera del proyecto y de liderar al equipo manteniendo el nivel que demostrado en el Villarreal en los últimos años. Tiene garantizado un puesto en el once gracias a su polivalencia en el centro del campo y a que es el ojito derecho de Pellegrini.
  • Isco: sólo tiene 19 años, pero tiene mucha proyección y una técnica contrastada. Su posición en el terreno de juego me recuerdan a las de Kaká, es decir, una mezcla entre organizador y segundo punta, como demuestra su habilidad tanto para dar pases de gol como para marcarlos. No apunta a titular, pero sí como revulsivo.
  • Buonanotte: la gran incógnita, ya que la lista de jugadores argentinos que llegan jóvenes a la liga española como futuribles estrellas y que finalmente fracasan es larga, aunque, de momento, en la pretemporada ha dejado buenas actuaciones y dos golazos. Su pequeña estatura, su descaro y su velocidad puede hacer estragos en las defensas rivales.
  • Van Nistelrooy: poco hay que decir de uno de los mejores delanteros de la última década. El gol corre por sus venas y su profesionalidad es intachable. No se le va a exigir que rinda al nivel de antaño, sino que aporte varios goles, que sea el mejor profesor para Rondón y Juanmi, y que se convierta en uno de los líderes del vestuario.
Estos fichajes, sumados a los que se hicieron en el mercado de invierno de la temporada pasada, han conformado una plantilla que invita a soñar. No es únicamente por los nombres, sino también por la buena planificación que se ha seguido, pues casi todos los jugadores fichados habrán entrenado durante al menos un mes con sus nuevos compañeros cuando eche a rodar el balón, lo cual facilita la integración del grupo y la asimilación de los conceptos futbolísticos que pretende inculcar Manuel Pellegrini. En este sentido, el Málaga parte con clara ventaja con respecto al grueso de los equipos de Primera División que todavía está a la espera de resolver algunas incorporaciones para cerrar sus filas. Más puntos a favor. La plantilla es amplia, pues la componen 26 jugadores, de los cuales 23 tienen ficha del primer equipo y 3 del filial; variada, ya que se combina juventud y veteranía; compensada, puesto que cada posición está cubierta por dos jugadores, y en algunos casos hasta por tres; y competitiva, porque, aunque cinco o seis jugadores parecen fijos en la alineación tipo, nadie tiene asegurado un puesto en el once.
Los ingredientes ya están, ahora solamente falta que el plato salga bueno, en su punto. El objetivo es claro: terminar la temporada en puestos europeos y llegar lejos en la Copa del Rey. Cualquier otro resultado parece condenado a ser calificado de fracaso o de decepción. En parte lo sería por las expectativas que se han creado, pero la euforia no tiene que ser desmedida. Las cosas hay que hacerlas despacio y bien, que los partidos se ganan entre el pitido inicial y final del árbitro, nunca antes o después.
Hay ganas de que empiece a rodar ya el esférico para poder ver en acción al proyecto más ilusionante de la historia blanquiazul. El primer envite será en La Rosaleda el próximo domingo 21 de agosto a las 20:00 teniendo como rival al actual campeón de Liga y de Champions League, el Barcelona. Bueno, siempre y cuando se desconvoque la huelga de futbolistas...

viernes, 12 de agosto de 2011

Viaje a Londres: día 3

Domingo, 20 de febrero de 2011

8:30
Las alarmas de nuestros móviles volvieron a sonar puntualmente a la hora que programamos antes de acostarnos. Repetimos la rutina del día anterior, es decir, Pepe se fue al baño para darse una ducha mientras que yo me quedé tumbado en la cama para comprobar que la ventana de nuestra habitación estaba mojada, aunque más bien parecía que era como consecuencia de la humedad y no de la lluvia. El día, para variar, amanecía nublado y gris, pero las previsiones meteorológicas que consulté en Málaga horas antes de ir al aeropuerto no pronosticaban precipitaciones a lo largo de la jornada, salvo algún que otro chubasco aislado de poca importancia, así que al menos estaba de mejor ánimo que en la mañana del sábado.
Tras el pertinente y necesario paso por el cuarto de baño de todas las mañanas, me fui a la cocina para desayunar con Pepe, que ya había empezado y que escuchaba mientras tanto la BBC por la radio. Prácticamente, copié el desayuno que me tomé el día anterior, es decir, tres tostadas con mantequilla, un insípido y aguado vaso de leche con Nesquik y, en vez de un trozo de tarta de chocolate, me comí un muffin de chocolate que estaba bastante bueno. Esta vez, fue Pepe el que se encargó de fregar los platos y los vasos en cuanto yo terminé de desayunar; mientras tanto, me fui a la habitación para encender su portátil y comprobar que las predicciones del tiempo de Londres para esa jornada, obviamente mucho más actualizadas y fiables que las de días atrás, auguraban muy poca probabilidad de lluvia excepto para el mediodía, cuando seguramente habría alguna llovizna, como después finalmente se cumplió.
A continuación, me vestí, y, como el día anterior me fue bastante bien con la cantidad de ropa que me puse para no pasar frío, pues repetí combinación, es decir, una camiseta interior de manga corta, un polo y el chaquetón con los guantes guardados en los bolsillos por si las moscas. Salí un momento de la habitación y me topé con la mascota de Mark, Venus, una gata negra. Al verme, creo que se asustó un poco y se metió en el cuarto de Mark, que, aunque era algo más grande que el de Pepe, tenía la particularidad de que la cama la tenía que apoyar verticalmente sobre la pared para tener más espacio durante el resto del día. Sobre las nueve y cuarto, cogimos nuestros paraguas y cámaras de fotos, y por mi parte también la hoja de ruta que había planificado días atrás, para partir hacia Victoria Station, donde habíamos quedado a las nueve y media con Jose y Miguel. Para ir allí, seguimos el mismo camino que hicimos el día anterior para llegar a Westminster Cathedral, es decir, cogimos por Strutton Ground y, a continuación, continuamos por Victoria Street y cuatro o cinco minutos después, tras dejar a nuestra izquierda la citada catedral, llegamos a nuestro destino.

9:30
Jose y Miguel volvían a retrasarse, al igual que el sábado; además, tampoco nos llamaban para avisarnos de que iban a llegar más tarde de la hora acordada, así que Pepe sacó su móvil para llamarles, pero no encontraba respuesta alguna. Yo no tenía ganas de repetir la experiencia del día anterior, y hoy era importante perder el menor tiempo posible, sobre todo porque el tiempo daba la impresión de que nos iba a respetar, así que le propuse a Pepe que nos fuéramos por nuestra cuenta si Jose y Miguel no llegaban antes de las diez menos diez, y que ellos se buscasen la vida luego para reunirse con nosotros dos. Justamente cuando Pepe y yo nos disponíamos a bajar por la boca de metro de Victoria Station, aparecían ellos dos por uno de los laterales de la estación, concretamente por la calle Wilton Road.
Ya juntos los cuatro, nos compramos la Travelcard off-peak de las zonas 1 y 2 para poder utilizar el metro y el autobús durante el día con total libertad, aunque tardamos más de la cuenta porque casi todas las máquinas estaban rotas y había mucha gente que, como nosotros, quería adquirir algún tipo de billete o tarjeta. Nosotros estrenamos las nuestras en seguida, ya que allí mismo la utilizamos para montarnos en la Victoria Line y bajarnos en la parada de Tottenham Court Road, donde haríamos transbordo con la Central Line, que nos llevaría hasta St. Paul's, la parada en la que nos bajamos definitivamente a eso de las diez y diez de la mañana. Tras recorrer St Paul's Church Yard, llegamos a una especie de plaza situada frente a la fachada principal de St Paul's Cathedral, donde se erige una estatua de la reina Ana. El principal atractivo de esta catedral es su cúpula, la segunda más grande del mundo de la de la Basílica de San Pedro del Vaticano y desde la que se tienen unas excepcionales vistas de la ciudad de Londres, como nos confesó Pepe, quien la subió junto con su hermana unas semanas antes. Nosotros ni siquiera entramos en la catedral, como estaba previsto, así que solamente nos hicimos unas cuantas fotos antes de reanudar la marcha.
Nuestro siguiente destino sería la City, también conocida como 'Square Mile' (la 'Milla Cuadrada'), o lo que es lo mismo, el distrito financiero más importante de Londres. Para llegar allí, tiramos por Cannon Street, Bread Street, Cheapside y Poultry, una calle que ya me era familiar, puesto que recordaba alguno de sus edificios de cuando pasamos por ahí con el autobús que nos trajo del aeropuerto de Stansted. Una vez en el cruce en el que se encuentra el Bank of England, seguimos por Threadneedle Street, al final de la cual vimos la Tower 42, el rascacielos más alto de la City, lo cual significaba que ya nos habíamos adentrado en el corazón del distrito. Por entonces, llevaba varios minutos bastante extrañado porque apenas había gente por las calles de la zona, pero al poco caí en la cuenta de que era domingo, o sea, día de no trabajar, lo cual explicaba el casi nulo trasiego de personas y de tráfico que había.
A continuación, bajamos por Bishopgate y giramos a la izquierda por Leadenhall Street, donde nos topamos con otro conocido rascacielos, el Lloyd's Building, cuyo aspecto exterior recordaba más bien a una fábrica que a un edificio de oficinas; para mi gusto, era bastante feo, y eso que ha recibido numerosos premios. Justo en la acera de enfrente, en la confluencia con St Mary Axe, vimos el 30 St Mary Axe, el imponente rascacielos diseñado por Norman Foster con forma de pepinillo (de hecho, así es como se le conoce popularmente) y que probablemente sea el más famoso de la City y, por extensión, de la ciudad. Dos o tres minutos después, deshicimos nuestros pasos por Leadenhall Street para luego bajar por Gracechurch Street y Fish Street Hill, en cuya mediación se forma una pequeña plaza peatonal que está presidida por The Monument.

10:55
Teníamos ante nosotros al Monumento al Gran Incendio de Londres, una columna de estilo dórico de 61 metros de altura, precisamente la distancia que existe entre dicha columna y la panadería en la que se inició el incendio que asoló a la ciudad en 1666, ya que este monumento conmemora aquel fatídico suceso. Antes nos quedamos con las ganas de subir a la cúpula de St Paul's Cathedral (bueno, no tanto, porque si no recuerdo mal costaba unas 12 libras visitar la catedral), pero ahora podríamos disfrutar de una sensación similar ascendiendo a lo más alto de The Monument, y sólo nos costó 2 libras a cada uno en vez de 3 libras, que es el precio normal, al presentar nuestros carnets de estudiante, y eso que técnicamente solamente lo era Jose, puesto que, por aquel entonces, Miguel llevaba ya más de un año trabajando, Pepe estaba en Londres buscando uno y yo acababa de terminar mi carrera apenas diez días antes.
Total, que tras comprar las entradas comenzamos a subir por la escalera de caracol de la columna. Yo, que era el que en peor forma física se encontraba, fui el último de los cuatro en llegar a lo más alto; al principio, me sentía capacitado para hacerlo del tirón, pero más o menos a la mitad no tuve más remedio que aminorar la velocidad porque me estaba cansando demasiado, y, además, mis pies no cabían en el ancho de los escalones, la escalera se iba estrechando poco a poco y de vez en cuando me cruzaba con gente que bajaba. Cinco minutos más tarde, alcancé la cima de la columna, donde ya me estaban esperando mis tres amigos. Desde allí arriba, comprobamos que la niebla se había apoderado del cielo londinense, de tal forma que hacía imposible encontrar el horizonte. A pesar de esta inclemencia meteorológica, las vistas eran geniales, pues desde esa altura se veía Tower Bridge, London Bridge, el edificio del Ayuntamiento, la chimenea del Tate Modern, la cúpula de St Paul's Cathedral y los rascacielos de la City; incluso a lo lejos se divisaba la silueta del London Eye. Sobre nuestras cabezas se encontraba la urna llameante de bronce que representa el fuego del incendio que se conmemora con este monumento.
Tras pasar unos diez minutos en lo alto de la columna, bajamos por la escalera, y yo de nuevo con especial ciudado agarrándome a la barandilla y a la pared porque, como dije antes, mis pies no cabían en los escalones y también había gente que iba hacia arriba. Cuando salimos de la columna, nos entregaron a cada uno de nosotros un diploma que certifica que hemos subido los 311 escalones de The Monument y en el que se explica brevemente la historia del Gran Incendio de Londres de 1666. El problema ahora era dónde guardar estos diplomas, ya que eran cartulinas de tamaño folio y no eran plan llevarlas todo el día en la mano. Jose, Miguel y Pepe conservaron sus diplomas bajo sus respectivos abrigos y cazadoras, mientras que yo decidí doblarlo por la mitad y guardarlo en uno de los bolsillos de mi chaquetón.
Continuamos con nuestra ruta por Monument Street y enlazamos con Lower Thames Street hasta que llegamos a la explanada que está en uno de los laterales de Tower of London, un castillo medieval amurallado que oficialmente se llama Palacio Real y Fortaleza de su Majestad y que es conocido principalmente por ser el lugar en el que se conservan las Joyas de la Corona Británica y porque los encargados de custodiarlo son los famosos Beefeaters, quienes cada tarde celebran la denominada Ceremonia de las Llaves para cerrar el castillo a los turistas hasta el día siguiente. Había una cola considerable para entrar en este monumento, pero nosotros no lo íbamos a visitar, así que nos dirigimos al camino que hay entre el castillo y la orilla del río Támesis para tener una excepcional estampa de Tower Bridge, el puente más turístico y peculiar de Londres, puesto que se caracteriza por ser levadizo y por las dos torres de 65 metros de altura que lo presiden. Por cierto, no sé por qué pero hasta poco antes del viaje siempre había creído que este puente era el que estaba junto al Westminster Palace, bastante lejos de donde en realidad se encuentra.
Estuvimos por allí haciéndonos varias fotos, aunque el nublado del día la verdad es que no favorecía mucho; de todas formas, por la noche estaba previsto que volviésemos aquí para ver el puente iluminado, que seguro que las fotos saldrían mucho mejor, salvo que tuviéramos la mala suerte de que lloviera. También nos asomamos al foso que rodea al castillo del Tower of London, como buena fortaleza que se precie, y donde había algunos cañones y también algunos artefactos parecidos a las catapultas. Ya iba siendo hora de continuar con el plan, ya que habíamos conseguido recuperar los veinte minutos de retraso con los que comenzamos la jornada, por lo que recorrimos Tower Bridge Approach y Tower Hill Terrace para acceder a la estación de metro de Tower Hill. En primer lugar, esperamos unos minutos para coger la Circle Line, de la cual nos bajamos en la parada de Moorgate, y luego hicimos transbordo con la Northern Line, que nos llevaría hasta la parada de Camden Town, adonde llegamos tras aproximadamente media hora de trayecto en metro.

12:30
En cuanto salimos al exterior, a Camden High Street, ya se notaba que el ambiente que se respiraba en esa calle era totalmente distinto al de cualquier otra de Londres. Había visto varios vídeos y leído diversos puntos de vista en los foros sobre el barrio de Camden y el mercado que alberga cada fin de semana, pero vivir la experiencia en directo no tiene nada que ver. Si el mercadillo de Portobello Road en el que estuvimos el día anterior era más bien bohemio, éste era completamente lo contrario. Basta decir que muchas de las personas con las que te cruzas por allí presentan unas pintas nada habituales (mucho gótico, mucho punk y mucho 'me visto con lo más raro que tenga en el armario') y que las fachadas de los edificios, además de estar pintadas de colores diferentes, se caracterizan principalmente por las enormes figuras que cuelgan de ellas y que las decoran, desde zapatos hasta escorpiones y dragones pasando por siluetas de Elvis Presley o Marylin Monroe. Cultura alternativa elevada al máximo exponente. Te podía gustar más o menos, pero te quedabas impresionado sí o sí.
Muchas de las tiendas de la calle principal eran de souvenirs, así que entré en una de ellas para echar un vistazo a ver si encontraba algo que me gustara. Me fui directamente a la sección de camisetas, puesto que es lo que siempre me compro de recuerdo cuando voy de viaje, y había tantas y tan variadas que en seguida tuve claro que me iba a llevar algo de allí. Muchas de ellas eran las típicas que muestran algún dibujo o alguna frase graciosa, mientras que las demás eran algo más clásicas, que son las del tipo que yo buscaba. Me costó mucho decidirme por una de ellas, y no solamente por lo que tuvieran estampado, sino, una vez que había elegido el modelo, también por el color. El vendedor me lo puso algo más fácil porque me dijo que me lo dejaba por 15 libras en vez de 20 si me llevaba dos camisetas, así que me decanté por una azul oscuro que ponía 'London England' con la bandera británica y otra blanca con el logotipo del metro de Londres, ambas de la talla XXL, que muchas veces las XL me quedan un poco justas. Ahora el problema era que esta segunda camiseta no costaba originalmente 10 libras, sino 12, por lo que las dos camisetas saldrían por 18 libras en total. Ya pasaba de comerme tanto la cabeza y me compré esas dos.
Pepe estuvo conmigo casi todo el rato que pasé en la tienda, pero Jose y Miguel habían seguido por su cuenta, y, como no les encontraba, les llamé para preguntarles dónde se encontraban. Estaban al final de Camden High Street, donde está el muro metálico de las vías de tren que pasan por encima de la calle y en el que está pintado en grande 'CAMDEN LOCK', así que no teníamos pérdida alguna. Por el camino, me fijé en el resto de tiendas que había en la calle: para hacerte piercings y/o tatuajes, especializadas en ropa gótica, zapaterías deportivas, etc. Al poco de cruzar el puente del Regent's Canal, encontramos a Jose y Miguel, que nos estaban esperando. Ya era casi la una de la tarde, así pues nos dispusimos a echar una ojeada por los variados puestos de comida internacional que allí había, ya que podías elegir entre comer en un mexicano, en un italiano, en un marroquí o, principalmente, en un asiático, ya fuese chino, tailandés, indio... Mis tres amigos se fueron al mexicano para pedirse un burrito, mientras que yo me decanté por uno de los muchos chinos (mejor dicho, chinas) que insistentemente te ofrecían comida para probar, y me pedí un bol de arroz tres delicias con trozos de pollo rebozado que me costó tres libras y media creo recordar.
Salvo que tuvieras suerte de encontrar libre algún taburete para sentarte, tenías que comer de pie, como hicimos nosotros. A pesar de que me quedé satisfecho con lo que comí, estuve unos minutos pensando si acercarme a uno de los italianos que vendían unos trozos de pizza que tenían muy buena pinta, pero al final me conformé con el arroz (por cierto, en dos días había comido tantas veces en un chino como en el resto de mi vida). Cuando los cuatro terminamos de comer, nos dimos una vuelta por la zona, puesto que todavía teníamos más de una hora por delante para estar por allí según el horario que había planificado. Entramos en el Camden Lock Market, una plaza rodeada por edificios de piedra y plagada de tenderetes en los que se vende en su mayor parte ropa, abalorios y comida. Uno de dichos tenderetes preparaba platos típicos españoles, como por ejemplo paella valenciana, la cual tenía un muy buen aspecto, y tortilla de patatas, que, por el contrario, no entraba tanto por los ojos.
A continuación, cruzamos el Regent's Canal por un pequeño puente, al final del cual se encuentra un Starbucks en el que Pepe quiso entrar para pedirse un café para llevar. No sé por qué pero me dio por ver las dos camisetas que me había comprado, y comprobé que una de ellas no era exactamente la que yo quería. Había cogido una camiseta blanca con el logotipo del metro de Londres que pone 'UNDERGROUND' en su interior; sin embargo, la que yo pretendía comprar era la que rezaba 'MIND THE GAP', que, para el que no lo sepa, es lo que dicen por la megafonía del metro para avisar a los pasajeros de que tengan cuidado de no introducir el pie entre el vagón y el andén. Así pues, como Pepe estaba todavía esperando en la cola, me fui corriendo a la tienda a ver si me la podían cambiar. Una vez allí, busqué al vendedor que me atendió antes y, cuando le encontré, le expliqué lo que me había pasado, a lo que no me puso ninguna pega para coger la otra camiseta. Sólo tardé dos minutos y, de vuelta en el Starbucks, Pepe todavía seguía en la cola, aunque en seguida le sirvieron su café.
El cielo, al igual que por la mañana, se mantenía nublado, y prácticamente desde que llegamos a Camden Town estuvo chispeando con más o menos intensidad, aunque nunca nos hizo falta sacar los paraguas, no merecía la pena. Lo mismo hice con mi réflex, que basta que caiga una gota para que no dude en dejarla a resguardo en su mochila, así que Jose me dejó su cámara digital para hacer fotos, tanto a lo que teníamos a nuestro alrededor como a nosotros, como por ejemplo las que nos hicimos en uno de lugares más típicos de Camden Town, en el puente del Regent's Canal, donde se encuentra el edificio en cuya fachada se puede leer 'CAMDEN LOCK'. De allí, nos fuimos adonde estuvimos almorzando para seguir visitando esa parte del mercadillo; además de los puestos de comida, también había varios de ropa y música. La tienda más peculiar de las que había allí era una que se llama Horse Tunnel Market, que tiene varios caballos de bronce esculpidos en su entrada; en su interior, se exponían numerosas antigüedades, como muebles y libros, además de cuadros y láminas de calles y puntos turísticos de Londres más que reconocibles.
Después de pasar unos minutos en esta tienda, seguimos por las calles cubiertas de techos de cristal de esta parte del mercadillo curioseando por los puestos de ropa y de objetos de todo tipo. Tras hacer un alto en el camino para que mis amigos fueran al servicio, continuamos deambulando por allí hasta que sobre las dos y cuarto salimos al exterior. En principio, ya no había nada más que ver, pero yo echaba en falta una tienda que había salido en algunos de los reportajes que 'Callejeros Viajeros' le había dedicado a Camden Town. No podíamos irnos de allí sin conocer dicha tienda, y, por suerte, apenas tardé tres minutos en encontrarla tras acceder al Stables Market por su entrada principal. La tienda de ropa a la que me refería se llama Cyberdog y a los cuatro nos dejó completamente alucinados, boquiabiertos. No tengo imágenes del interior porque estaba prohibido hacer fotos o vídeos, así que conformaros con mi descripción: dj's pinchando música a todo volumen, gogós, luces de colores fosforescentes, la ropa y los complementos (algunos de ellos eróticos) más extraños que te puedas imaginar... Esta tienda de estética cyberpunk merecía ser visitada sí o sí.

14:30
Justamente a la hora en la que teníamos previsto salir de Camden Town, nos pusimos en marcha para seguir con nuestro plan. Tiramos por Chalk Farm Road y luego giramos a la izquierda por Adelaide Road para de nuevo desviarnos a la izquierda por Bridge Approach, donde tuvimos que pasar por un puente que cruza por encima de las vías de tren. Continuamos por Regents Park Road, la típica calle residencial inglesa con casas adosadas de colores claros y rodeadas de árboles y jardines particulares, muy del estilo del barrio de Notting Hill en el que estuvimos el día anterior. Cuando la calle comenzaba a dibujar una curva, llegamos a una esquina desde la que se podía acceder al parque de Primrose Hill. Subimos por uno de los senderos que hay trazados en el césped hasta que coronamos la colina desde la que se puede ver una panorámica de buena parte de Londres. Nosotros pudimos ver más bien poco, porque entre el nublado y la espesa niebla que cubría la ciudad apenas se lograba divisar la silueta de algunos rascacielos.
Estando allí arriba en la colina, Pepe nos ofreció a Jose, a Miguel y a mí un chicle, a lo que yo acepté gustoso el ofrecimiento, a pesar de que no suelo tomarlos nunca. En cuanto lo masqué un par de veces, comenzó a recorrerme un picor por la boca y la garganta que era casi inaguantable; de hecho, hizo que se me saltaran algunas lágrimas y que tosiera casi sin parar. No es que estuviera malo, pero se ve que no estaba preparado para un chicle mentolado tan fuerte, y mis tres amigos no dudaron en reírse un poco de mí y conmigo, que yo me lo tomé a broma por lo cómico de la situación. Ahora teníamos que continuar en busca de los estudios de música de Abbey Road, pero estábamos un poco desorientados, así que nos acercamos a un hombre que se encontraba cerca de nosotros jugando con su hijo para preguntarle cuál sería el camino más corto para ir hasta allí. Nos dijo que tendríamos que andar bastante, unos veinte o veinticinco minutos, y nos señaló la dirección que deberíamos seguir, aunque tampoco nos supo concretar con exactitud por qué calles tendríamos que tirar. Bajamos la colina para coger por Elsworthy Terrace y Elsworthy Road. Nos encontrábamos en un barrio residencial de viviendas unifamiliares por el que no pasaba ni un alma, y casi que coches tampoco, sólo árboles desnudos de hojas.
Llegamos a una intersección con Ave Road, una calle que tenía anotada en mi ruta para ir a Abbey Road, lo cual indicaba que no íbamos mal encaminados. Esta avenida, por más que caminábamos, parecía no tener fin, y la recorrimos entera porque no leíamos por ningún lado alguna indicación de los estudios de música que queríamos visitar. Poco a poco, las típicas casas inglesas de dos plantas rodeadas de jardines se iban transformando en bloques de pisos, al tiempo que por las aceras y el asfalto ya había cierta afluencia de gente y coches, respectivamente. Cuando nos topamos con el Regent's Park, giramos a la derecha por Prince Albert Road, ignorando que ya nos habíamos alejado más de la cuenta, como confirmamos al consultar un mapa de la red de autobuses en esta misma calle. Yo calculé a ojo que nos quedaría todavía cerca de veinte minutos de caminata, lo cual nos hizo plantearnos la posibilidad de coger un autobús, pero parecía que ninguno se dirigía a nuestro destino, así que continuamos andando. Enlazamos con Saint John's Wood Road, donde en seguida pasamos por uno de los laterales del Lord's Cricket Ground, un estadio que ubicaba perfectamente en el mapa de Londres que tenía en mi mente y que sabía que estaba muy cerca de los estudios de música. A continuación, giramos a la derecha por Grove End Road, y por fin, a las cuatro menos cinco de la tarde, llegamos a Abbey Road.
Tal y como me esperaba, el famoso paso de cebra que cruzan The Beatles en la carátula de su disco 'Abbey Road' estaba bastante concurrido, puesto que este punto se ha convertido ya en un destino turístico más de la ciudad de Londres, especialmente para los fans de la banda de Liverpool, como es mi caso. El grupo de chicos y chicas que allí había no paraba de hacerse fotos en cuanto dejaban de pasar los coches, así que tuvimos que esperar pacientemente unos minutos para imitar a John, Paul, George y Ringo. Le dimos la cámara de Jose a uno de los chavales del grupo de antes y cruzamos al otro lado de la acera; vimos que estaban a punto de llegar coches por ambos sentidos, así que tuvimos que hacernos la foto muy rápido y casi que forzando la postura de estar cruzando por el paso de peatones, como podéis apreciar en la imagen superior.
Después, regresamos a la acera donde se encuentran los estudios de grabación Abbey Road Studios, un pequeño edificio rodeado por un muro cuya pared está plagada de mensajes, firmas y dedicatorias dirigidos a los grupos que han grabado allí algunos de sus discos, pero especialmente al cuarteto de Liverpool. A continuación, nos acercamos a la primera parada de autobús de Grove End Road para coger el primero que pasase, y sólo tuvimos que esperar un par de minutos hasta que llegó uno de la línea 139. Subimos al piso superior y tomamos asiento, lo cual fue un alivio después de todo lo que habíamos caminado a lo largo del día. El autobús tiró por Grove End Road, Lisson Grove, giró a la izquierda por Rossmore Road y luego a la derecha por Park Road y Baker Street. Al pasar por esta última calle, vi que en la acera de enfrente estaba el 221B de Baker Street, es decir, la casa en la que supuestamente vivió el detective Sherlock Holmes, el conocido personaje literario creado por Arthur Conan Doyle, así que hicimos un alto para bajarnos allí.
Pepe y yo nos dirigimos al citado inmueble, mientras que Jose y Miguel se quedaron un poco rezagados paseando por la calle, pero nosotros dos nos detuvimos antes en una pequeña tienda de souvenirs dedicada única y exclusivamente a The Beatles situada a muy pocos metros del 221B de Baker Street. Al entrar, nos encontramos con un museo en miniatura de la mítica banda de Liverpool, puesto que allí te podías comprar camisetas de todos los colores y diseños, tazas, láminas, discos y cualquier otro objeto relacionado con el grupo o con alguno de sus integrantes. De nuevo en la calle, avanzamos unos metros hasta la casa-museo de Sherlock Holmes, en donde no entramos, ya que ni merecía la pena gastarse las seis libras que costaba la entrada ni teníamos mucho tiempo para entretenernos, por lo que nos conformamos con hacernos un par de fotos junto a la fachada; de todas formas, desde fuera se podía ver parte del interior del inmueble, cuyo aspecto trataba de simular con muebles y decoración del siglo XIX lo que en su día habría sido la estancia del famoso detective.
Volvimos a la parada de autobús donde nos habíamos bajado hace unos minutos para coger uno de la línea 82, y por el que apenas tuvimos que esperar un minuto, y es que la frecuencia a la que pasaban los autobuses era muy alta. He de reconocer que una de las cosas que más me sorprendió de Londres a lo largo del viaje fue su eficaz red de transporte, tanto la del metro como la del bus, y especialmente esta última, sobre todo si la comparo con la de otras ciudades que he visitado o, sin ir más lejos, con la de Málaga. Pues lo dicho, nos montamos en el autobús, el cual recorrió Baker Street, Portman Square y Orchard Street para luego girar a la derecha por Oxford Street, donde nos bajamos Jose, Miguel y yo, puesto que Pepe tenía que ir a su piso para hablar con el casero acerca del alquiler; así pues, aprovechamos para darle los diplomas que certificaban que habíamos subido hasta lo alto de The Monument, y yo también la bolsa con las dos camisetas que había comprado al mediodía para no ir cargando con ella el resto del día. Precisamente al bajarnos del autobús, nos topamos con una tienda de souvenirs en la que comprobé que las mismas camisetas que había comprado en Camden Town estaban allí algo más baratas, lo cual me sorprendió bastante teniendo en cuenta que esta tienda se encuentra en una de las calles más caras de Londres.

16:45
Acto seguido, cruzamos a una de las esquinas de Hyde Park, concretamente donde se erige el Marble Arch, un arco de mármol blanco y cuya apariencia externa recuerda mucho a la del Arco de Constantino de Roma, aunque el Marble Arch está mucho mejor conservado al haber sido construido hace menos de doscientos años. Luego, bajamos por la larga e interminable Park Lane, que bordea todo el lateral este de Hyde Park y que destaca por el lujo de sus edificios, por los hoteles de cinco estrellas y por los prohibitivos restaurantes que hay en ella, además de varios concesionarios de coches deportivos que captaron la atención de Jose y Miguel. Al final de Park Lane, llegamos a Piccadilly Arcade, una enorme rotonda en medio de la cual se halla el Welligton Arch; sin embargo, no veíamos la forma de acceder a ella. Tiramos por Piccadilly Street en paralelo con Green Park, pero cada vez nos íbamos alejando más y más sin poder cruzar por ningún lado, así que deshicimos nuestros pasos hasta Hyde Park Corner a esperar pacientemente a que el tráfico no fuese muy denso para cruzar a la rotonda, donde ya pudimos ver más de cerca el citado Welligton Arch. Este arco es algo más grande que el Marble Arch, pero tiene un parecido más cercano al de Arco del Triunfo de París; además, cuenta en su parte superior con una cuádriga de bronce que por lo visto es la mayor estatua de Europa esculpida en dicho metal.
A continuación, abandonamos la rotonda y continuamos con nuestro camino por Constitution Hill poco antes de las cinco y media de la tarde, hora a la que ya estaba atardeciendo; de hecho, ya empezaba a refrescar en un día en el que no pasamos demasiado frío. Al final de la citada calle, que en realidad es un camino asfaltado entre Buckingham Palace Gardens y Green Park, encontramos el Buckingham Palace, la residencia oficial de la reina Isabel II, quien no se encontraba en el interior del palacio, puesto que la bandera que ondeaba en ese momento era la del Reino Unido y no la oficial de la soberana. El palacio en su conjunto, tanto el edificio como la verja que lo rodea, me recordó al Palacio Real de Madrid, pues exteriormente son muy parecidos, aunque hay que decir que el de nuestra capital es bastante más grande y no tiene nada que envidiarle al Buckingham Palace, las cosas como son. Justo enfrente del palacio, se erige el Victoria Memorial, una escultura de mármol que, como su propio nombre indica, está dedicada a la reina Victoria, quien aparece representada en uno de sus laterales, mientras que una escultura de bronce que representa al ángel de la Victoria es la que corona este monumento.
Diez minutos más tarde, continuamos con nuestra ruta por Spur Road y Birdcage Walk, una larga calle que bordea a St James's Park y de la cual nos desviamos por Queen Anne's Gate para seguir por Broadway y desembocar en Victoria Street, justamente a la altura de la bocacalle que lleva hasta el piso de Pepe. Nos dirigimos hacia el McDonald's que se encuentra junto a Westminster Cathedral, ya que Jose y Miguel necesitaban ir al servicio. Luego, deshicimos nuestros pasos por Victoria Street para acercarnos a un Starbucks que había a pocos metros de allí, al tiempo que aproveché para llamar a Pepe, que precisamente estaba a punto de terminar de hablar con su casero, así que le dije que le esperaríamos en el Starbucks que está en Victoria Street. Una vez dentro, pillamos un par de asientos libres que había al fondo del local, en los que se sentaron ellos dos, mientras que yo salí a la calle por la puerta trasera para llamar a mis padres y contarles lo que habíamos hecho durante el día; además, le pregunté a mi padre cómo había quedado el Málaga contra el Villarreal, a lo que me dijo que había empatado a pocos minutos del final gracias a un gol de Sebas Fernández.
A los pocos minutos, sonó mi móvil. Era Pepe, que estaba en un Starbucks, pero no nos veía. Resulta que se había acercado a otro que hay en la misma Victoria Street y no en el nos encontrábamos nosotros, por lo que le dije que caminase hacia Victoria Station y que ya nos cruzaríamos, como así fue. Reunidos los cuatro de nuevo, tocaba decidir qué hacer ahora. Teniendo en cuenta que ya eran casi las siete de la tarde, tanteamos las distintas alternativas que teníamos para cenar, y rápidamente nos pusimos de acuerdo en que la mejor opción consistiría en ir a un típico pub inglés en el que tomar el famoso fish & chips. Pepe nos comentó que en la zona de Leicester Square hay varios restaurantes de este tipo, así que nos acercamos a la estación de metro más cercana, la de St James's Park, para coger la District Line y bajarnos en Embankment, donde hicimos transbordo con la Northern Line, la cual nos dejó en la parada de Leicester Square a eso de las siete y cuarto de la tarde, aunque en realidad ya era de noche.

19:15
Como bien dijo Pepe, si queríamos cenar un fish & chips, aquí íbamos a tener donde elegir, puesto que estuvimos unos diez minutos tanteando la zona y en ella encontramos como cuatro o cinco pubs que anunciaban a través de carteles y pizarras el famoso plato a 8'45 libras. Sí, todos al mismo precio, lo cual daba la impresión de que habían hecho un pacto de no agresión o no competencia. Entramos en uno de ellos, pero, como estaba lleno, nos fuimos a otro en el que ya había estado Pepe con anterioridad, The Brewmaster, en Cranbourn Street casi haciendo esquina con Charing Cross Road. Éste también tenía todas sus mesas ocupadas, y las del piso de arriba también, pero ya no íbamos a probar en otro restaurante, por lo que le dijimos al camarero que nos asignara una mesa para cuatro en cuanto una se quedase libre, para lo cual sólo tuvimos que esperar cinco o diez minutos. Una vez sentados, nos acercamos a la barra para pedirnos el fish & chips y la bebida: Jose, una Cocacola; Miguel y Pepe, cerveza; y yo, agua.
Justamente a las ocho nos trajeron la cena. El plato consistía en un lomo de bacalao rebozado con una guarnición de patatas fritas, guisantes y un pequeño cuenco con salsa tártara. Tener tenía buena pinta, y estar estaba bueno, aunque hay que recalcar que es un rollo tener que estar pendiente de no llevarte a la boca ninguna espina, sobre todo yo, que soy bastante manazas a la hora de despiezar el pescado. En cualquier caso, obviando este detalle, el pescaíto frito de Málaga y el bocadillo de calamares de Madrid están mucho más buenos que el fish & chips inglés. Por algo será que la comida británica no tiene tanta fama como la española. A eso de las ocho y media ya habíamos terminado de cenar, pero estábamos muy cansados de todo el trajín del día, así que nos quedamos allí sentados un largo rato, durante el cual estuvimos rememorando experiencias y momentos vividos en los viajes que habíamos compartido hasta entonces: Barcelona, adonde solamente fuimos Jose, Miguel y yo; Valencia, el primero que hicimos los cuatro juntos; Roma, en el que también estuvimos acompañados por Jesús y Sebas, dos compañeros míos de la universidad; y Madrid, adonde fui yo solo a visitar a Pepe en su último año de carrera.
A las nueve y veinte, decidimos ponernos en pie para hacer las últimas visitas del día. Cogimos por Cranbourn Street, Leicester Square, Swiss Court y Coventry Street para llegar a Piccadilly Circus, probablemente el sitio en el que más veces estuvimos a lo largo del viaje. El día anterior, apenas permanecimos un par de minutos en esta céntrica plaza debido a que estaba chispeando; así pues, hoy, que hacía buen tiempo, teníamos que aprovechar y hacernos fotos y más fotos cada uno por separado, que los cuatro juntos ya nos la habíamos hecho. Y no valía hacerlas de cualquier forma, sino tomarlas justamente cuando los neones estuviesen iluminados, que si no la foto pierde toda su gracia. Estuvimos tanto tiempo liados con las fotos (que si nos la hacíamos aquí o allá, que si házmela más cerca...) que unas cinco o seis chicas que estaban sentadas en la pequeña escalinata del Shaftesbury Memorial parecían estar riéndose de nosotros, aunque en parte nosotros también nos lo tomábamos un poco a guasa. Esta fuente, erigida para recordar al político Lord Shaftesbury, se caracteriza principalmente por la estatua de aluminio que la corona y que representa a un ángel portando un arco, por lo cual ha sido comúnmente asociado al personaje de Eros, aunque parece ser que en realidad el representado es su hermano gemelo, Anteros.
Ya eran casi las diez de la noche, y, entre mis planes, estaba volver a la City y a Tower Bridge, pero Jose y Miguel no tenían ganas de dar más vueltas, así que, como a Pepe no le importaba acompañarme, iríamos solamente nosotros dos. Antes de separarnos, teníamos que ponernos de acuerdo sobre dónde y cuándo quedaríamos mañana los cuatro, puesto que Jose y Miguel tenían pensado ir al estadio del Arsenal, mientras que Pepe y yo visitaríamos el National History Museum. La mejor opción era reunirnos para almorzar, por lo que acordamos vernos a la una y media de la tarde justamente donde nos encontrábamos ahora, en Piccadilly Circus. A continuación, los cuatro bajamos por la boca de metro que hay en la plaza para que Jose y Miguel cogieran la Piccadilly Line y la Victoria Line para ir al hostal, y nosotros la Bakerloo Line, que nos dejaría en Embankment para poder hacer transbordo con la Circle Line, de la cual nos bajaríamos finalmente en la parada de Tower Hill poco antes de las diez y veinte.

22:20
Nada más salir al exterior, nos topamos con la parte trasera del Tower of London, el castillo medieval que ya habíamos visto esta misma mañana y que ahora se nos mostraba iluminado, al igual que Tower Bridge, que en realidad era el principal motivo por el que quería acercarme ahora de noche, ya que las fotos saldrían mucho mejor que por la mañana, cuando estuvo nublado. Mi intención era acceder al camino que separa al castillo del río Támesis, pero el acceso estaba cortado, así que la única opción que nos quedaba era ir a la otra orilla, para lo cual tendríamos que atravesar el puente. Cogimos por Tower Hill y luego enfilamos por Tower Bridge Approach para continuar por la acera de Tower Bridge que da a London Bridge. Cuando empezábamos a bordear la primera de las dos torres del puente, nos vimos obligados a dar media vuelta debido a que el camino estaba cortado por obras, cosa que podríamos haber evitado si nos hubiésemos dado cuenta de que había un señal a la entrada de Tower Bridge que informaba de ello. Así pues, cruzamos a la otra acera para por fin atravesar el puente, lo cual nos llevó cinco minutos, y es que, como ya he comentado alguna vez en el relato del viaje, el Támesis es bastante ancho.
Tras llegar al final del puente, cruzamos a la acera de enfrente para bordear el río hasta situarnos a la altura del moderno edificio del Ayuntamiento de Londres. Desde allí, la postal que teníamos ante nosotros de Tower Bridge era magnífica, y no solamente del famoso puente, sino también de Tower of London y de los rascacielos de la City, de entre los que se reconocía muy fácilmente la silueta del 30 St Mary Axe. Al estar iluminados, se reflejaban en las aguas del Támesis, así que aproveché para tomar varias fotos de tan bellas estampas. Luego, el turno de las fotos fue para nosotros: primero le hice una a Pepe con Tower Bridge de fondo, otra con el Tower of London y otra con la City, y luego él me las hizo a mí. A las once, reanudamos la marcha y atravesamos de nuevo el puente para volver a la parada de metro de Tower Hill. Me hubiera gustado adentrarme en la City para ver los rascacielos iluminados más de cerca, pero era ya un poco tarde y a la mañana siguiente nos tendríamos que levantar temprano.
Como iba diciendo, en Tower Hill tomamos la District Line. Tanto en el convoy en el que nos montamos como en las estaciones en las que íbamos parando había poca gente, nada que ver con las aglomeraciones del resto del día, lo cual se agradecía porque te podías sentar. Sobre las once y media, nos bajamos en la parada de St James's Park, la más cercana al piso de Pepe, pues para llegar hasta allí únicamente teníamos que tirar por Broadway y Strutton Ground. Al igual que la noche anterior, Pepe encendió la tele de su habitación para ponerse al tanto de la actualidad, aunque esta vez me dejó a mí el portátil de primeras. Tras echarle un vistazo al correo electrónico, al Reader y al blog, me metí en la web del periódico Marca para ver el vídeo resumen del partido del Málaga, pero me quedé con las ganas porque no me permitía visionarlo por ser una IP extranjera, así que me tuve que conformar con leer la crónica; tras ello, le cedí el sitio a Pepe para que terminase unos asuntos que tenía pendientes. Pasadas las doce de la noche, nos acostamos no sin antes activar las alarmas para despertarnos a buena hora al día siguiente, el cual ya sería el último que pasaría por completo en Londres.

lunes, 8 de agosto de 2011

Offenbach - Barcarola

Las notas musicales vuelven a sonar en este blog con partituras clásicas después de que en las dos últimas ocasiones os haya recomendado la música de un cantante pop y la banda sonora de una película. Hasta ahora, los dos únicos compositores de los que os he hablado son de sobra conocidos (Vivaldi y Mozart), pero hoy he querido traeros a uno que, a pesar de no tener tanta como los anteriores, es el autor de una de las obras más reconocibles de la música clásica. Me estoy refiriendo a Jacques Offenbach y su composición 'Barcarola'.
El compositor alemán, que vivió en el siglo XIX, destacó principalmente por sus dotes a la hora de tocar el violonchelo, puesto que las muchas óperas y operetas que compuso no le han otorgado un lugar entre los más grandes del género. No obstante, su nombre siempre quedará ligado a la que es quizás la única ópera que le ha dado algo de fama, 'Los cuentos de Hoffmann'. Esta obra, que el propio Offenbach no pudo terminar a causa de su fallecimiento, está basada en tres cuentos de un compatriota suyo, el escritor Ernest Hoffmann. Se compone de un prólogo, tres actos y un epílogo en los que se dan a conocer los tres amores que tuvo Hoffmann: Olympia en el Acto I, Antonia en el Acto II, y Giulietta en el Acto III.
Precisamente a este tercer acto pertenece la famosa 'Barcarola', que toma su nombre de las canciones que suelen cantar los gondoleros venecianos. La composición comienza con una suave introducción a cargo de los instrumentos de viento madera, mientras que las cuerdas van incorporándose poco a poco aportando profundidad hasta que las arpas entran en escena con unas inconfundibles notas que imitan a la perfección el movimiento de las góndolas por los canales de Venecia. A partir de aquí, los violines y chelos adquieren la mayor parte del protagonismo de la obra para crear una dulce y bella melodía que al escucharla invita a relajarse y a navegar en una de las citadas barcas.
No me entretengo más y os dejo con la 'Barcarola' de Jacques Offenbach:


viernes, 5 de agosto de 2011

De nuevo segundos en el O'Donnell's

El pasado martes retorné al podio del Trivial que organiza el pub irlandés O'Donnell's acompañado de mis amigos Trol, Raúl y Noe, con quienes conseguí un segundo puesto en el que ha sido la penúltima partida de la temporada.
El bloque de deportes es prácticamente un paseo para nosotros, sobre todo si coincidimos Trol y yo, puesto que casi todas las preguntas suelen ser de baloncesto y fútbol, y entre los dos nos las apañamos muy bien. En el bloque de imágenes es donde cojeamos de vez en cuando, y esta vez tocó toparnos con un par de chinas en el camino, ya que no sabíamos la respuesta de dos de las imágenes, pero, por suerte, una de ellas la acabamos respondiendo porque nos ayudó un amigo mío que estaba jugando en otra mesa.
El bloque de cine es el que peor se nos suele dar debido a que buena parte de las cuestiones planteadas se refieren a películas que se filmaron cuando nosotros ni siquiera habíamos nacido, pero las cinco del otro día las supimos contestar de inmediato entre los cuatro. El bloque de música es otro que de vez en cuando conlleva una notable pérdida de puntos; sin embargo, las canciones que pusieron el pasado martes, y sus respectivos cantantes y títulos, las reconocimos casi al instante, a excepción de una de ellas, que no la acertamos porque la confundimos con otra.
El último bloque, el de preguntas generales, no fue muy complicado y apenas tuvimos problemas para responderlas correctamente. Carlos se pasó por las mesas para recoger las hojas de respuestas y, después de corregirlas, las devolvió con las correspondientes puntuaciones. Nosotros obtuvimos 28 puntos, lo cual no estaba nada mal, pero últimamente acabar en el podio estaba muy caro, por lo que fuimos cautos y no celebramos nada de antemano por si acaso. Tras dar a conocer las soluciones de las treinta preguntas, Carlos dio a conocer el podio de la noche: "En tercer lugar, con 26 puntos, el grupo... En segundo lugar, triple empate a 28 puntos entre los grupos 'La tía que me está tirando los trastos'... Y en primer lugar, con 30 puntos, un aplauso para...". ¡Segundos! No era una mala posición, pero lo malo era que el grupo que ganó nos arrebató el tercer puesto de la liga, que precisamente termina la semana que viene, así que no nos queda otra que remontar en la última partida.
Como siempre, termino el post con algunas de las preguntas que se hicieron el pasado martes:
  • ¿Cuántas veces ha ganado Rafa Nadal el torneo de Roland Garros?
  • ¿De qué color es el anillo que representa a Europa en el símbolo de los Juegos Olímpicos?
  • ¿Qué actriz encarnaba a Cruella de Vil en la película '101 dálmatas'?
  • ¿Con qué película ganó Roman Polanski el Óscar a Mejor Director?
  • ¿Cómo se llama la novia de Popeye?
  • ¿En qué año murió Franco?
  • ¿En qué país se encuentra actualmente Chernóbil?
  • ¿Con cuántas mujeres se casó el rey Enrique VIII de Inglaterra?
  • ¿De qué país es capital Bucarest?
  • ¿De qué estaba disfrazada la lengua de plata de Jebediah Springfield, personaje de 'Los Simpson'?
  • Entre las imágenes, estaban las de Kevin Costner de joven, la serie 'Fringe', Blasa, etc.
  • En el bloque de música, pusieron canciones de Scorpions, U2, Mecano, etc.

martes, 2 de agosto de 2011

Subcampeones en el Trivial del Marlin

Los dos últimos veranos, había participado de vez en cuando junto con algunos amigos en el Trivial del bar de copas 'Marlin' que se encuentra en el paseo marítimo de Rincón de la Victoria, pero nunca había conseguido quedar entre los dos primeros hasta el pasado jueves, y tuvo que ser acompañado de familiares, concretamente de mi padre, mi madre, su primo Jordi y su novia Sara, quienes han venido a pasar unos días. Concretamente, quedamos subcampeones, y sobre la bocina, como comprobaréis más tarde.
Este trivial también divide sus preguntas en varios bloques, pero su estructura recuerda mucho al que se hacía en el Celtic Cross, es decir, tres bloques de preguntas variadas, uno de imágenes, otro de música y un acertijo. En el primer bloque, no tuvimos casi ningún problema a la hora de dar con las respuestas de las preguntas planteadas, puesto que entre todos dominábamos prácticamente todos los temas posibles; además, como reconoció el 'master' del Trivial, este bloque sería el más fácil de todos, y la verdad es que no nos mintió. El segundo bloque de preguntas generales comenzó regular, pues de las dos primeras no teníamos mucha idea, y yo tampoco caía en la respuesta de la tercera, pero por suerte me acordé minutos más tarde. Al término de este bloque, el 'master' nos corrigió los dos primeros bloques, en los que solamente fallamos las dos referidas preguntas.
El tercer bloque fue si cabe aún más complicado que el anterior, pues las preguntas eran mucho más rebuscadas; sin embargo, la suerte estuvo de nuestro lado, ya que una de ellas la sabía porque días antes la habían hecho en el programa 'Saber y ganar', y otra la acerté de pura potra por un razonamiento un tanto enrevesado. El siguiente bloque fue el de las imágenes, las cuales se mostraban en la televisión del bar. Tres de ellas eran un poco difíciles, pero en una de ellas el 'master' dio una pista que resultó clave, en otra di con la respuesta porque el escritor que había que adivinar se parecía mucho a su personaje de 'Los Simpson', y en la otra teníamos dudas entre dos posibles respuestas, aunque al final pusimos la buena. En la corrección de estos dos bloques nos fue igual de bien que en la primera, o sea, sólo dos errores.
El último bloque fue el de música, en el que pusieron principalmente canciones 'de radio', como yo digo, además de la cabecera de una serie de televisión. No fue excesivamente difícil, a excepción de la última canción, que era en francés y de la que no teníamos ni idea. La partida de Trivial acabó con un acertijo del que sabía la respuesta incluso antes de que terminase de explicarlo. Nuestra puntuación final fue de 30 puntos, y, teniendo en cuenta que a lo sumo se pueden sacar 35, teníamos esperanzas de acabar en buena posición. Y no nos equivocamos, pues ganó un grupo con 31 puntos, mientras que nosotros, que nos hicimos llamar 'Las Petras', y otro grupo empatamos en el segundo puesto con 30, así que había que desempatar. El 'master' pidió que un componente de cada grupo se acercase a la barra para hacernos una pregunta, y el que respondiera primero correctamente convertiría a su grupo en subcampeón. Nos preguntó quién compuso 'La flauta mágica', e inmediatamente respondí que fue Mozart, apenas tres o cuatro décimas de segundo antes de que lo hiciera mi rival, por lo que nos convertimos oficialmente en los subcampeones de la partida de Trivial, y, como premio, una ronda de chupitos.
Para terminar, os dejo con algunas de las preguntas formuladas el pasado jueves:
  • ¿De qué país es originario el grupo U2?
  • ¿Qué premio Nobel estadounidense escribió 'Por quien doblan las campanas'?
  • ¿Qué ciclista ganó el Tour de Francia hace 20 años?
  • ¿Cuántos pares de costillas tenemos los seres humanos?
  • ¿Cómo se llamaba el ordenador de '2001: Odisea en el espacio'?
  • ¿En qué provincia nace el río Segura?
  • ¿En qué país se encuentra la bahía de Montego?
  • ¿Qué insecto ordeña a los pulgones?
  • ¿Qué ciencia estudia el origen del Universo?
  • En las imágenes, pusieron fotos de Apoño, Stephen King, Gisela Pulido, Sarah Palin, etc.
  • En la música, pusieron canciones de Paco de Lucía, Ismael Serrano, Supertramp, la serie 'Anillos de oro', etc.
  • El acertijo fue el siguiente: ¿cuánta tierra cabe en un hoyo de un metro de profundidad, un metro de ancho y un metro de largo?