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martes, 8 de diciembre de 2020

Viaje a Brighton: día 3

Sábado, 11 de agosto de 2018

8:00
Lo primero que hice nada más levantarme fue pegarme una buena ducha, y luego, tras ver un poco la tele, me vestí y bajé sobre las nueve y cuarto al sótano del hostal para desayunar prácticamente lo mismo del día anterior, es decir, unas tostadas con mantequilla, un par de croissants y un chocolate a temperatura ambiente. De vuelta en la habitación, me puse de nuevo la tele para seguir practicando el inglés oído mientras recogía mis cosas y hacía la maleta, de tal manera que a las diez y media devolví la llave de la habitación y dejé mi maleta en el salón de la entrada para poder moverme con libertad durante el día y recogerla después de comer.

Hacía un día espectacular, nada que ver con los días anteriores, que por momentos fueron bastante lluviosos y desapacibles. Mi amiga Marisa se había ido a Londres a visitar a una amiga, así que mi plan era patearme Brighton y unirme más tarde a los amigos de Pepe para pasar parte del día con ellos. Inevitablemente, lo primero que vi de nuevo al salir del hostal fue la torre de observación del British Airways i360, el monumento memorial de la segunda guerra bóer ubicado en la Regency Square y los restos del West Pier a pocos metros de la playa.

Avanzando por el paseo marítimo, conseguí divisar a lo lejos el Rampion Wind Farm, un parque eólico en mitad del mar situado frente a las costas de Brighton, al tiempo que iba viendo a la gente en la playa disfrutando del día soleado, a las gaviotas revoloteando y posándose en las barandillas y farolas del paseo, etc. Al final, llegué al Brighton Palace Pier, desde donde pude comprobar que al otro lado del muelle la playa también estaba bastante concurrida.

A continuación, me adentré en la ciudad propiamente dicha por el Old Steine Gardens, unos jardines en los que se erigen monumentos como la Victoria Fountain y el Brighton War Memorial. Más adelante, junto a la North Gate, me topé con la estatua del rey Jorge IV, que fue quien mandó construir el Royal Pavilion, situado a pocos metros de allí en el Pavilion Gardens, donde también se erigen el Brighton Dome Concert Hall y el Brighton Museum & Art Gallery.

Salí de allí por el India Gate para seguir paseando por las estrechas calles de The Lanes y visitar algunas de sus peculiares y vistosas tiendas, como por ejemplo la de Choccywoccydoodah, en la que se pueden encontrar pasteles de chocolate con formas, colores y diseños muy originales, entre otros productos para los más golosos.

 
12:30
Tras acercarme a ver la Clock Tower, me dirigí a North Laine, la zona bohemia de Brighton, en la cual puedes encontrar tiendas muy variopintas (de antigüedades, de segunda mano, de ropa retro, de música...), mercadillos, cafeterías veganas, pubs, librerías, edificios pintados con colores llamativos o decorados con grafitis, etc. Para que os hagáis una idea, me recordó mucho al ambiente y a la estética de Camden Town, el famoso distrito alternativo de Londres.

Ya me quedaba poco por visitar, así que escribí por WhatsApp a los amigos de Pepe para que me avisasen cuando estuvieran en la calle y así unirme a ellos. Mientras tanto, continué mi paseo por la St. Peter's Church, una iglesia cuya fachada principal estaba oculta tras unos grandes andamios por estar restaurándose, y luego por el Valley Gardens y el Victoria Gardens, en el cual se encuentra una estatua de la reina Victoria.

Regresé al Pavilion Gardens, por lo que, a la espera de que me contestaran los amigos de Pepe, me eché en el césped frente al Royal Pavilion para descansar un rato. Poco antes de las dos, me escribieron para decirme que se estaban tomando una pinta en el Brighton Tavern, un pub del North Laine, así que me dirigí para allá y diez minutos más tarde ya estaba con ellos.
A continuación, fuimos en busca del Burger Brothers, un pequeño local de take away ubicado a unos minutos de donde nos encontrábamos que ha sido galardonado varias veces por hacer la mejor hamburguesa de Brighton. Cada uno de nosotros se pidió una hamburguesa y una bebida (una Classic Beef y un botellín de agua en mi caso, 9 libras en total), y además en otro sitio compramos varias raciones de patatas fritas para compartir, tras lo cual nos fuimos con todo ello al Victoria Gardens para degustar sobre el césped la hamburguesa, que ciertamente estaba bastante buena.

Tras quedarnos allí un rato charlando, nos levantamos y fuimos a sentarnos a la terraza del Pavilion Gardens Café para tomarnos algo, en mi caso una limonada que me costó 2'20 libras. Pasadas las cinco de la tarde me despedí de ellos, tras lo cual me dirigí al Sainsbury's de North Street para comprar una bolsa de cookies de chocolate belga (1'65 libras), otra de cookies de chocolate blanco (1'10 libras) y un paquete de scones (1'10 libras), gastando de esta forma curiosamente justo todas las monedas que tenía.


17:15
Me di un poco de prisa para regresar al hostal a recoger la maleta y seguidamente dar media vuelta para ir hasta la Brighton Railway Station y, ya con el billete comprado dos días antes (10'50 libras), subirme al tren justo antes de que saliese a las 17:48 con destino al Aeropuerto de Londres-Gatwick, adonde llegué poco después de las seis y cuarto.

Lo primero que hice fue pasar por el control de seguridad, acceder a la zona comercial del aeropuerto para hacer un poco de tiempo y consultar en el panel de información la puerta de embarque del vuelo de Marisa para ir a buscarla, ya que ella venía de echar el día en Londres con una amiga, y pasar unos minutos con ella antes de que saliesen nuestros vuelos. Ella fue la primera en embarcar, y no fue hasta las siete y media cuando se anunció que a mi avión de Norwegian le correspondía la puerta de embarque 22.

Me tocó en suerte el asiento 1F, es decir, en primera fila y con espacio de sobra para poder estirar las piernas y no ir encajonado y sin poder moverme como me suele ocurrir debido a mi altura. El avión se puso en marcha a las 20:20, justo a la hora prevista, y acabó despegando veinte minutos más tarde para poner rumbo a Málaga.

Durante el vuelo, cené algunas de las cookies que compré en el Marks & Spencer del Aeropuerto de Londres-Gatwick dos días antes, y, para variar, me dediqué a hacer varias fotos a través de la ventanilla del avión, aunque pronto se hizo de noche, por lo que apenas se veían las luces encendidas de las ciudades que íbamos sobrevolando. Finalmente, el avión aterrizó en el Aeropuerto de Málaga-Costa del Sol a las 0:08 (hora española), tres minutos más tarde de lo previsto.

Fui de los primeros en salir del avión para dirigirme a la parada del tren de cercanías C-1 que pasa por el aeropuerto, comprar el billete (1'80 €) y esperar a que saliera a las 0:30. Diez minutos más tarde, llegué a la estación de Málaga-Centro Alameda, de tal manera que al salir a la calle fui recibido por el pringoso calor húmedo de Málaga. El camino a casa lo hice andando, adonde llegué pasadas la una de la madrugada, lo que ponía el punto y final a este viaje a Brighton.

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