domingo, 9 de octubre de 2011

Apoteósica Dolores Coronada

Ayer sábado, María Santísima de los Dolores Coronada, titular mariana de la archicofradía de la Expiración, puso el broche a los diversos actos y cultos celebrados con motivo del XXV aniversario de su Coronación Canónica con un Rosario de la Aurora hasta la Catedral y la triunfal procesión de regreso a su casa hermandad.
La jornada comenzó bien pronto, a las ocho de la mañana, hora a la que se abrieron las puertas de la Iglesia de San Pedro para que la comitiva se pusiera en marcha con la Virgen procesionada sobre su trono de traslado en Rosario de la Aurora y acompañada por una capilla musical y un tambor. Apenas pasaron unos minutos cuando del nublado cielo con el que amaneció Málaga cayó un leve chispeo que provocó un cambio de planes, ya que la archicofradía decidió acortar camino suprimiendo su paso por las calles del ensanche. Así pues, el cortejo, tras pasar por el Puente de la Misericordia, embocó la Alameda Principal por el camino más directo; a continuación, discurrió por Puerta del Mar, Nueva, Liborio García, Strachan, Plaza del Obispo y Santa María, para entrar finalmente en la Catedral a las diez y cuarto. Dos horas y media más tarde, el obispo de la diócesis, don Jesús Catalá, ofició la Misa Estacional en el primer templo de la ciudad, y, al término de ésta, la Virgen fue trasladada en sus andas hasta la casa hermandad de Estudiantes.
Málaga siempre tiene ganas de ver procesiones, y más después de la nefasta Semana Santa que hemos sufrido, con más tronos dentro que fuera de sus templos, tinglaos o casas hermandad. El pasado fin de semana ya tuvimos la oportunidad de disfrutar del Señor de la Pollinica en un domingo otoñal que fue de Ramos, pero el plato fuerte que todos esperábamos era el de la procesión de María Santísima de los Dolores Coronada, sobre todo después de confirmarse oficialmente que lo haría en su trono grande. La hora prevista de comienzo era las siete y media, pero el cortejo no se echó a la calle hasta quince minutos más tarde, mientras que la Virgen abandonó el interior de la casa hermandad de Estudiantes a las ocho y diez de la tarde, aunque ya era casi de noche, y más con el cielo encapotado. En cabeza de procesión, tras la cruz guía, marchó la Banda de Cornetas y Tambores del Paso y la Esperanza, la cual estuvo seguida por representaciones de las distintas cofradías cuyas titulares marianas también han sido coronadas canónicamente, hermanos portando cirios y una nutrida dotación de la Guardia Civil, Hermano Mayor Honorario de la congregación del Miércoles Santo.
La Virgen estuvo más arropada que nunca durante todo el recorrido, lo cual se explica por varias razones: un único trono (¡y vaya trono!) en la calle, los numerosos devotos que tiene, la gente procedente de excursiones llegadas de varios puntos de Andalucía, y, sobre todo, que estamos hablando de la archicofradía de la Expiración, una de las 'gordas', como se suele decir. Por Alcazabilla y Císter era imposible caminar, y más de lo mismo en las plazas del Siglo, Carbón y Constitución, y también en calle Larios. Los portadores llevaron y mecieron el trono de forma excelente, de diez, en gran parte gracias a la Banda de Música de la Expiración, que interpretó marchas de corte alegre, tales como 'Pasan los campanilleros', 'Encarnación Coronada', 'Malagueña, Virgen de la Paloma' o el propio 'Himno de Coronación', que encajaban a la perfección con el motivo de la procesión extraordinaria, el XXV aniversario de la Coronación Canónica de María Santísima de los Dolores. Tras tirar por Martínez y Puerta del Mar, el trono se dirigió al convento de las Hermanas de la Cruz, quienes le dedicaron un cántico a la Virgen, la cual fue recibida con extensas petaladas en varios puntos del itinerario.
El tramo que va desde el Mercado de Atarazanas hasta las inmediaciones del edificio de Correos no fue tan agobiante en lo que a público se refiere, pero ya en Ancha del Carmen volvieron los apretujones para presenciar el encuentro con la Virgen del Carmen a los pies de su iglesia pasadas las doce y media de la madrugada. Allí, el cortejo dio media vuelta a los sones de la 'Salve Marinera', justamente cuando cayeron unas tímidas gotas que no fueron a más. El encierro, al que acudió tanta gente como a los que tienen lugar casi cada Jueves Santo a eso de las seis o las siete de la mañana, puso el punto y final a una procesión apoteósica, irrepetible e inolvidable, especialmente para los que no estábamos aquel 4 de octubre de 1986, cuando el trono se introdujo en su casa hermandad al tiempo que la Banda de Música de la Expiración tocaba el 'Himno de Coronación'. En ese momento, eran las dos de la madrugada y empezó a llover. La Virgen de los Dolores Coronada lo tenía todo controlado.

2 comentarios:

mama dijo...

Me hubiese gustado ir,pero ya sabes lo cansada que estaba. De la manera que lo describes me lo imagino,esta comentado con todo lujo de detalles,tu ya sabes como me gusta como escribes.Te quiero mucho.Mama.

Rafalillo dijo...

Pues aquí estoy para contarlo.

Fue una procesión de las que marcan época. Irrepetible :D