lunes, 30 de abril de 2018

Viaje a Francia: día 5

Viernes, 21 de julio de 2017

8:15
Como cada día, yo fui el primero en levantarse. Había dormido bastante bien, mejor que las noches anteriores, ya que esta vez lo había hecho en una cama y no en un sofá cama como en Toulouse, aunque la verdad es que cuando viajo no suelo ser muy exigente con el tema de la cama. Tras ir al baño, tanto el que está en la escalera del apartamento como el que está integrado en la habitación donde durmieron Jose y Miguel, les di un toque para que se fuesen despertando, que teníamos que comprar el desayuno y aprovechar al máximo el día, que sería bastante productivo. A eso de las nueve ya estábamos los tres vestidos, tras lo cual bajamos a la calle para dirigirnos a la panadería que nos había recomendado nuestro casero y que ya habíamos localizado la noche anterior. Llegamos en apenas 3-4 minutos, pero además tuvimos que hacer cola. Buena señal. Compramos una baguette y cuatro croissants, tras lo cual volvimos al piso para preparar el desayuno.
Yo me tomé media baguette con mantequilla, un par de magdalenas y un vaso de leche fría con Nesquik, aprovechando que en la cocina había un poco de todo, mientras que mis amigos desayunaron los croissants, café y también alguna que otra magdalena. A las diez de la mañana, ya desayunados y con las pilas cargadas, salimos del apartamento para comenzar con la visita a Bordeaux correspondiente a este día, que por cierto amaneció un poco nublado, aunque por suerte no nos llovería en toda la jornada. De camino a nuestro primer destino, cogimos por la rue Sainte-Catherine, que ya estaba repleta de puestos a ambos lados de la calle con motivo del mercadillo que tenía lugar esos días, aunque todavía no estaba tan concurrida como la tarde anterior. Al poco de salir llegamos a la Grande Synagogue de Bordeaux, una de las más grandes de Europa, la cual no pudimos visitar porque estaba cerrada, así que solamente pudimos contemplar su fachada y una gran placa con los nombres de los mártires judíos, supongo que oriundos de esta ciudad, que murieron en la Segunda Guerra Mundial.
Tal y como me temía, nos encontramos con el mismo panorama en los siguientes puntos a los que nos dirigimos, la église Sainte-Eulalie y el Temple du Hâ, que igualmente estaban cerrados. Estaba especialmente interesado en visitar esta última, ya que se trata de un templo de culto calvinista y nunca había estado en ninguno así, pero me quedé con las ganas. Entre tanto, habíamos pasado por delante del imponente edificio que alberga el Musée d'Aquitaine, mientras que a lo lejos ya habíamos divisado las torres de la Cathédrale Saint-André, que precisamente era nuestro siguiente destino. Llegamos a la catedral por su fachada sur, en la cual ya era fácil percibir el estilo gótico con el que está construida, tal y como se deducía del rosetón y de los arcos ojivales que hay en ella.
Rodeándola en sentido antihorario, nos topamos con la Tour Pey Berland, una torre que realmente es el campanario de la catedral, pero construida separada de ésta, como ocurre por ejemplo con la torre de Pisa. Esta torre destaca por la estatua de Notre-Dame d'Aquitaine situada en su cúspide, la cual podríamos haber visto más de cerca de haber subido a la cima de la torre, y de paso ver una panorámica de la ciudad, pero no entraba en nuestros planes hacerlo, y tampoco queríamos cansarnos demasiado. Al bordear un poco más la catedral, advertimos que parte de la fachada correspondiente al ábside estaba oculta tras unos andamios porque estaba siendo restaurada, y falta que le hacía, porque estaba bastante ennegrecida y deteriorada, al contrario que el resto de la fachada, reluciente y como nueva.
Ya frente a la entrada principal, me recordó un poco a la imagen mental que tenía de la de Burgos, porque por entonces todavía no la conocía en persona, aunque apenas una semanas después la estaría visitando con mi madre. En ella destacan por encima de todo sus dos torres chapitel, su rosetón y el tímpano de su puerta principal, unos metros antes de la cual se encuentra una placa en el suelo que nos recuerda que esta catedral es Patrimonio de la Humanidad como parte del sitio Caminos de Santiago de Compostela en Francia. Antes de entrar, me acerqué un momento a la Place Jean Moulin, situada justo enfrente, ya que en ella advertí la presencia de una maqueta de bronce que reproducía a escala la catedral y los edificios colindantes, tras lo cual regresé ahora sí para entrar en la catedral de Bordeaux.
El interior de la catedral destaca por su nave principal, de más de cien metros de largo, y por el tono grisáceo y blanquecino con el que está construido, lo que le aporta bastante luminosidad, unida a la que procede del exterior a través de sus vidrieras. En dicha nave, repleta de sillas individuales y no de bancos como estamos acostumbrados aquí en España, me llamaron poderosamente la atención un gran reloj adosado a una de sus paredes laterales, las pinturas que colgaban de éstas y, sobre todo, el impresionante órgano ubicado en la parte superior del final de la nave. A continuación, me acerqué al altar mayor, donde se encuentra la sillería del coro, bastante discreta comparada con las que he visto en otras catedrales, para luego recorrer la girola y las capillas que rodean al altar. Tras ello, me reuní de nuevo con mis amigos, que visitaron la catedral más rápido que yo y me estaban esperando sentados en un par de sillas de la nave principal, y salimos para continuar con nuestro recorrido.

11:05
Ya en el exterior, terminamos de rodear la catedral hasta llegar al Palais Rohan, actual sede del Ayuntamiento y que se caracteriza por estar rodeado de un muro compuesto por varios arcos que da acceso a una plaza cuadrada en la que había un par de policías, así que simplemente nos asomamos para ver el palacio por fuera. Seguidamente, tiramos por la rue Montbazon para rodearlo y tratar de entrar en el Jardin de la Mairie situado justo en la trasera del palacio, pero las puertas de acceso, por cierto muy llamativas con varios elementos decorativos en tonos dorados, estaban cerradas. Avanzamos un poco más, ya bordeando uno de los edificios del Musée des beaux-arts, hasta llegar al acceso principal situado en la Cours d'Albret, que igualmente estaba cerrado a cal y canto; lo curioso era que dentro había como diez o doce personas visitando este jardín, pero no veíamos por ningún lado la manera de entrar.
Deshicimos parte de los últimos metros que habíamos andado para avanzar por la rue Bouffard, donde hicimos una pequeña parada en una tienda de souvenirs en busca de la típica camiseta que me gusta comprar, aunque me quedé con las ganas porque apenas tenía un par de modelos que no me gustaban, y además bastante caras; eso sí, se veía que estaba especializada en postales y fotografías de gran tamaño, pues estaban muy hechas y con muy buena calidad. Al final de la calle, desembocamos en la Place Gambetta, concretamente en la esquina donde se encuentra la Porte Dijeaux, una de las antiguas puertas de la ciudad, y con una apariencia similar a un arco de triunfo; por su parte, la plaza destaca por el estanque que conecta las dos parcelas ajardinadas con las que cuenta, con abundante vegetación.
Tras un breve descanso de unos minutos, cruzamos a uno de los laterales de la plaza para ir a La Toque Cuivrée, una pastelería especializada en canelés, un pequeño bizcocho típico de Bordeaux que mis amigos estaban deseando degustar; yo, por el contrario, no estaba muy por la labor, primero porque a simple vista no me parecía gran cosa, y segundo porque me parecía (y me parece) una broma pagar 50 céntimos por un bizcocho que se puede comer en un bocado, que afortunadamente no me supone nada gastarme eso, pero lo dicho, creo que es excesivo por muy bueno que esté. Una vez que Jose y Miguel se compraron un par de ellos para probarlos, avanzamos por la rue Judaïque y luego nos desviamos por la Place des Martyrs de la Résistance hasta llegar a la Basilique Saint-Seurin.
Al igual que la catedral que habíamos visitado una hora antes, este templo también está catalogado como Patrimonio de la Humanidad como parte del sitio Caminos de Santiago de Compostela en Francia, pero su apariencia exterior e interior era bien diferente, pues esta basílica, si bien tiene algo de gótico por las fechas en las que se construyó, es predominantemente de estilo románico y neorrománico. Mis amigos, como de costumbre, se quedaron sentados en uno de los bancos del templo, mientras que yo me dediqué a recorrer sus naves a través de sus diversas capillas, y en especial la cripta, muy bien conservada y en la que se hallan varios sarcófagos, entre ellos el de San Severino, el obispo que da nombre a esta basílica. Ya fuera, tras salir por el lateral por el que habíamos entrada, pudimos contemplar su fachada, muy peculiar y bastante más moderna que el resto de la basílica por ser neorrománica.
Habría que comentar que, ya desde unos metros antes de llegar aquí, nos habíamos dado cuenta de que parecía que nos habíamos transportado en un abrir y cerrar de ojos a una ciudad diferente, ya que por las calles por las que pasábamos ahora apenas había tráfico ni tránsito de personas, y con edificios de una sola planta además de la baja, eso sí, todos del mismo corte; sinceramente, no podíamos decir que estábamos en Bordeaux. Pasados diez minutos de callejeo, llegamos al Palais Gallien, un anfiteatro romano, más bien los arcos y muros que quedan de él, oculto y rodeado por varios edificios que impiden contemplarlo en toda su extensión, y es una pena porque tiene pinta de que en su momento llegó a ser bastante grande, no tanto como el Coliseo de Roma, pero sí lo suficiente como para merecer un mejor cuidado.
Unos minutos después nos plantamos en el Jardin Public, un parque bastante grande con altísimos y frondosos árboles, estatuas decorativas, un teatro de guiñoles, un estanque poblado por numerosos patos, y extensas praderas donde poder descansar, jugar, hacer picnic o leer un libro, que son algunas de las cosas que estaba haciendo la gente que había por allí en ese momento; por otra parte, separado de este parque por un alargado edificio de corte palaciego, también estuvimos en el Jardin Botanique, compuesto por diversas colecciones de plantas e hierbas tanto autóctonas como exóticas. Durante el largo y tranquilo paseo, cerca de media hora, que dimos por este parque, aprovechamos para consultar el sorteo del calendario de la Liga, que estaba teniendo lugar en ese momento, y en mi caso también para ver si se había publicado ya la asignación provisional de destinos de profesores de instituto, ya que se rumoreaba que iba a salir ese día, pero no fue así.

13:00
Salimos del Jardin Public por la Cours de Verdun en dirección norte en busca de la église Saint-Louis des Chartrons, un templo de estilo neogótico que si por fuera ya me gustó, tanto o más me convenció por dentro: una nave central alta y estilizada con sus arcos ojivales y su bóveda de crucería, preciosos y coloridos rosetones y vidrieras, un altar mayor y numerosas capillas con estatuas muy realistas, y un órgano de tamaño considerable. Ya fuera de la iglesia, iba siendo hora de buscar un sitio para almorzar, siendo la opción más cercana que teníamos el Marché des Chartrons, un mercado cubierto situado a apenas un minuto de donde nos encontrábamos y que cuenta con varios bares y restaurantes, tanto en el propio mercado como en la plaza en la que se halla. El problema era que todos estaban llenos, no había mesas libres, y el remate fue que, tras consultar las recomendaciones de TripAdvisor y comprobar que la opción que más nos gustaba era The Market Tavern, nos acercamos a la puerta y leímos en la carta situada en la puerta que la cocina ya estaba cerrada.
Ante este panorama, nos vimos en la obligación de hacer una nueva búsqueda en la aplicación, pero siempre y cuando no nos alejase de la zona que visitaríamos después de comer; mientras tanto, tiramos por la Cours de Verdun por si acaso nos topábamos con algún restaurante que nos pareciese bien, pero no fue el caso. Tras varias búsquedas, nos decantamos por Au Chaperon Rouge, un pequeño restaurante francés de comida casera con menú que parecía similar a uno de Toulouse en el que comimos un par de días antes, pero al llegar allí resulta que la encargada nos dijo que se les acababa de terminar la comida y que, por consiguiente, no nos podían dar mesa. Total, que empezamos a callejear por la zona y encontramos otra opción que parecía buena, Le Bistromatic, pero también tenía la cocina cerrada a esa hora, más de las dos ya por cierto.
Parecía que nos estaban gastando una broma, pero claro, no nos íbamos a quedar sin almorzar. Rebuscando y rebuscando en TripAdvisor sitios asequibles de precio, que comer en Francia es más caro que en España, dimos con la enésima opción, L'Aéro, un restaurante ubicado muy cerca de la Place de la Bourse, a unos diez o doce minutos de donde nos encontrábamos, así que nos dirigimos allí a paso ligero. Casi sin aliento, lo primero que pregunté nada más llegar era si la cocina estaba abierta o no, a lo que obtuve una respuesta afirmativa. ¡Por fin! A la hora de pedir, no nos complicamos mucha la vida, ya que además tampoco había mucho donde elegir: mis amigos, una hamburguesa de salmón para cada uno; y yo, una de ternera, mientras que para beber recurrimos, cómo no, a la jarra de agua gratuita.
A los pocos minutos, nos trajeron las hamburguesas, cada una de las cuales venía acompañada de un cuenco con patatas fritas, y además en la mesa teníamos varios sobres individuales de mayonesa, mostaza y kétchup, así que aproveché para aderezar tanto la hamburguesa, a la que le quité el tomate, y las patatas con un poco de mayonesa. Para ser un plato muy recurrente, la verdad es que la hamburguesa estaba bastante buena, hecha en el punto que a mí me gusta, sin que se quede rojiza por dentro, por lo que, después de tanta intranquilidad por no encontrar ningún sitio para almorzar, nos pudimos dar por satisfechos. Cuando terminamos de comer, nos quedamos allí sentados un rato para descansar tras casi no haber parado en toda la mañana y planificar lo que íbamos a hacer el resto del día, tras lo cual me acerqué a la barra a pagar la cuenta (13 € mi hamburguesa y 14 € cada una de las de mis amigos), puesto que hoy de nuevo iba a ser yo el encargado de los gastos comunes.
Estábamos a apenas un minuto de la Place de la Bourse, donde se encuentra el Miroir d'Eau, el espejo de agua que tanto disfrutamos el día anterior tanto de día como de noche y que yo estaba empeñado en visitar de nuevo para hacer más fotos. Justo cuando llegamos se había llenado de agua por completo, momento que aprovecharon los niños que había por allí para chapotear y refrescarse, y luego poco a poco fue desapareciendo el agua hasta quedar una fina lámina a modo de espejo en el que se reflejaban con gran nitidez los bellos edificios que tiene alrededor. Tras ello, dio comienzo un nuevo ciclo de este espectáculo acuático y visual con la pulverización del agua, creando ese efecto de niebla a ras de suelo tan llamativo que de inmediato se llenó de gente paseando por encima.
Desde allí, avanzamos un poco por la ribera del río hasta la Place des Quinconces, una plaza formada por una enorme explanada que esos días estaba en su gran parte de obras, pero al menos sí se podían visitar los principales monumentos que hay en ella. Frente al río, se erigen dos columnas rostrales idénticas salvo por las estatuas que las coronan y que simbolizan el comercio y la navegación, respectivamente. Por su parte, en el otro extremo de la plaza, tras recorrer una de sus frondosas arboledas laterales, encontramos el Monument aux Girondins, compuesto por una gran columna con la estatua de la libertad en su cima, una base con esculturas como la del gallo francés o las de los triunfos de la República y la Concordia, y sendas fuentes en los laterales decoradas con estatuas de bronce de caballos, caballos-peces, niños y diversas representaciones metafóricas con forma humana de un enorme nivel artístico, de los mejores conjuntos escultóricos de este tipo que he visto hasta ahora.
A continuación, tiramos por la Cours de Tournon, desembocando de este modo en la Place Tourny, llamada así por Louis-Urbain-Aubert de Tourny, cuya estatua está en la rotonda de dicha plaza y que ya habíamos visto antes cuando estábamos buscando sitio para almorzar. Luego, nos adentramos en el conocido como Triángulo de Oro, una zona delimitada por tres avenidas que forman un triángulo y que alberga en su interior numerosas tiendas y restaurantes de lujo fuera de nuestro alcance económico, pero que no estaba de más visitar, puesto que además posee una notable riqueza arquitectónica en sus edificios. En primer lugar, nos acercamos a la Place des Grands Hommes, ocupada en su casi totalidad por un centro comercial de forma circular con el mismo nombre y que destaca por su cúpula acristalada.

16:30
Hicimos un pequeño paréntesis en la ruta que teníamos planeada para acercarnos a la pastelería de los canelés de la Place Gambetta en la que estuvimos por la mañana, ya que Miguel, a sabiendas de que estábamos cerca, se le antojó comprar un par de ellos, para lo cual tuve que dejarle 30 céntimos porque no tenía monedas suficientes y no iba a pagar con un billete por algo que le iba a costar apenas un euro. Retomamos la ruta por la Cours de l'Intendance, concretamente para acercarnos al número 57 de esta vía, donde Goya vivió en sus últimos años de vida, tal y como recuerda una placa con su silueta en la fachada, y que actualmente es la sede del Instituto Cervantes. A continuación, nos adentramos de nuevo en el Triángulo de Oro para acercarnos al Cour Mably, un edificio arquitectónicamente llamativo destinado a exposiciones y cuyo patio a modo de claustro se puede visitar libremente, mientras que junto a su entrada hay precisamente una estatua de bronce de Goya, bastante bien conseguida por cierto.
Pared con pared teníamos la église Notre-Dame, cuya impresionante fachada barroca me recordó inmediatamente a la de la iglesia del Gesù de Roma, y es que de hecho está inspirada en ella. La disposición del interior se salía un poco de la norma, con una nave central no tan alta como otras iglesias y un altar sin retablo que capte la atención del visitante, aunque sí cuenta con varios cuadros con diversos pasajes de la vida de la Virgen María; también conviene destacar su gran órgano, sus vidrieras y algunas de sus capillas. A continuación, cogimos por la rue Martignac para regresar a la Cours de l'Intendance y desembocar en la Place de la Comédie, donde destaca sobremanera el Grand Théâtre, de un claro estilo neoclásico con sus doce columnas corintias, las cuales soportan un frontispicio con otras tantas estatuas.
En esta plaza había otros elementos que nos llamaron poderosamente la atención, y sin duda la que más era una estatua de hierro fundido de siete metros de altura que muestra el rostro de una niña con un más que conseguido efecto visual, obra del catalán Jaume Plensa, como he descubierto recientemente, quien supongo que también será el autor de las estatuas de personas desnudas a tamaño real que vimos repartidas por la ciudad durante nuestra estancia, precisamente una de ellas camuflada entre las del Grand Théâtre. También cabría hablar de un par de farolas bastante altas terminadas en cinco brazos y con un diseño muy peculiar, y que cuentan en su parte baja con cuatro relojes que las rodean. Continuamos nuestro paseo por la ciudad por la infinita rue Sainte-Catherine, que a esa hora ya estaba rebosante de viandantes y tenderetes con motivo del mercadillo que tenía lugar ese fin de semana.
Un poco después de pasar por el edificio de las Galeries Lafayette, nos desviamos por una de las bocacalles para acercarnos a la église Saint-Pierre, la cual no pudimos visitar la tarde anterior porque ya estaba cerrado, pero ahora sí tuvimos más suerte. De un evidente estilo gótico, el interior destaca por su nave central y sus bóvedas ojivales, por sus coloridas y luminosas vidrieras, su gran órgano, el púlpito, así como varias capillas, entre ellas una que tiene una Piedad de madera y otra dedicada a la Virgen María y que cuenta con numerosas placas de mármol con la inscripción 'Merci', tal y como ya habíamos visto en otros templos durante el viaje. Al salir de la iglesia, y teniendo en cuenta que ya eran casi las seis, nos planteamos la posibilidad de merendar algo al ver que allí cerca había una pastelería; tras entrar, al final fue únicamente Jose el que se animó a comprarse un dulce, ya que no había nada que me llamase la atención, y Miguel se conformó con probar un poco del de Jose.
Retornamos a la rue Sainte-Catherine, ya totalmente relajados y sin prisa por ir a ningún sitio en particular porque ya habíamos visto todo lo que teníamos planeado, por lo que paseamos tranquilamente por esta calle disfrutando si me apuráis de su bullicio y del ir y venir de gente de un lado para otro. Al llegar al cruce con la Cours Victor Hugo, abandonamos esta calle tan comercial para volver al apartamento, aunque antes pasamos por delante del Parking Victor Hugo, en cuya fachada se puede observar un coche verde que parece haberse estrellado en el interior del aparcamiento y que está medio suspendido en el aire, vamos, que da la impresión de que en cualquier momento va a caerse, pero que en realidad se trata de una obra de arte y no de un coche accidentado.
A las seis y cuarto ya estábamos en nuestro apartamento, bastante cansados como es lógico después de haber pasado todo el día en la calle desde las diez de la mañana y habiendo recorrido varios kilómetros andando, pero es que es así como se conocen las ciudades cuando uno viaja. Nos sentamos en el sofá del salón a ver un rato la tele y así matar el tiempo antes de volver a la calle con la idea de cenar en Capperi, la mejor pizzería de Bordeaux, según habíamos consultado en TripAdvisor y donde habíamos intentado cenar el día anterior sin éxito porque estaba lleno.

19:30
Tras descansar más de una hora en el apartamento, bajamos a la calle y cogimos por rue des Ayres, place Fernand Lafargue, rue du Pas-Saint-Georges, Cours d'Alsace-et-Lorraine, rue des Bahutiers y rue de la Cour des Aides, hasta llegar a la pizzería Capperi. Como nos temíamos, todas las mesas del local, que apenas son tres o cuatro, estaban ocupadas; por si acaso, pregunté a uno de los camareros cuál era el tiempo de espera y me dijo que cerca de una hora, así que, tras hablarlo con Jose y Miguel, decidimos ir a otro sitio. Empezamos a sondear los alrededores, básicamente por las calles que pertenecen al triángulo delimitado por las plazas de Saint-Pierre, Parlement y Camille Jullian, que es la zona que nos recomendó el casero por ser la de precios más asequibles y más concurridas por la gente de nuestra edad. El problema era que, al igual que la noche anterior, todo estaba lleno, tanto los otros sitios que teníamos anotados en nuestra lista como los que aparentemente parecían opciones interesantes.
Como por allí no sacábamos nada en claro, Miguel propuso ir al Dragon Doré, un camboyano que había buscado por su cuenta. Estaba un poco lejos, a unos quince minutos andando, pero no teníamos más remedio que acercarnos y probar suerte; una vez allí, siendo ya casi las nueve de la noche, echamos un vistazo desde fuera, y, tal y como nos había comentado Miguel, era de tipo buffet, pero no me terminaba de convencer, y eso que la cena de la noche anterior fue en otro camboyano, la primera vez que probaba este tipo de comida, y no salí descontento para lo delicado que soy yo para comer. Total, que dimos media vuelta y regresamos a la zona en la que habíamos empezado, y en esto que pasamos por delante de un italiano, Osteria da Luigi, que tenía buena pinta y tenía algunas mesas libres; no obstante, por si acaso consultamos antes en TripAdvisor, y menos mal que lo hicimos porque justamente dos días antes una española había dejado un comentario diciendo que, si bien mantiene la tradición de servir agua gratis, a los turistas les sirve una botella de 5 euros, por lo que descartamos cenar allí.
Finalmente, teniendo en cuenta que ya eran más de las nueve y media, decidimos no dar más vueltas y volver a Capperi a por unas pizzas para llevar. Nos informaron de que el tiempo de espera sería de 45 minutos, lo cual ya no nos importaba, así que le pedimos las tres pizzas que habíamos elegido: una Parma (13'90 €) para mí, y una Fattoria (12'90 €) y una Capperi (14'90 €) para compartir entre Jose y Miguel. Ya empezaba a refrescar y pasábamos tanto de esperar enfrente de la pizzería sin hacer nada como de dar más vueltas, por lo que nos acercamos a The Charles Dickens, un pub situado a apenas treinta metros de allí, para tomarnos algo de mientras; concretamente, mis amigos se pidieron una cerveza diferente cada uno, y yo, para variar, una Coca-Cola, aunque lo que allí tenían era Pepsi Max, a 3'5 €, bastante más caro que en Málaga. El pub estaba bastante concurrido y con suerte pillamos una mesa libre, y en esto que estábamos charlando nos percatamos de que en otra mesa estaban cenando con comida de fuera, por lo que nos planteamos tomarnos allí las pizzas en vez de llevarlas al apartamento. Por si acaso, preguntamos a uno de los camareros que estaban en la barra si nos daba permiso para ello y nos dijo que no había problema, siempre y cuando después nos llevásemos las cajas de las pizzas, algo que por supuesto pensábamos hacer.
Poco antes de las diez y media, Jose y yo nos acercamos a la pizzería a recoger la cena mientras Miguel se encargaba de esperarnos en el pub para que nadie nos quitase la mesa. Al igual que el almuerzo, yo fui el encargado de pagar las pizzas, 41'70 € en total, y ya luego mis amigos me harían un Bizum para pagarme sus respectivas partes. De vuelta en el pub, pedimos otra ronda de bebidas para acompañar las pizzas: la mía (Parma) era de rúcula, jamón de parma y queso parmesano; la de Jose (Fattoria), de gorgonzola, rúcula y parmesano; y la de Miguel (Capperi), de queso de búfala, rúcula y alcaparras. Estaban bastante buenas, se notaba que eran artesanales y que los ingredientes eran frescos y de calidad, y en cuanto al tamaño, también correcto, aunque para mi gusto estaban un poco subidas de precio (casi 14 € de media cada una), y es que las he comido mejores y no tan caras.
Una vez terminadas, nos quedamos en el pub un rato más antes de emprender el camino de regreso al apartamento, trayecto en el que ya se notaba el fresco de la noche. Jose fue el primero en ducharse; mientras tanto, Miguel y yo esperamos en el salón viendo Los Simpsons en francés, que, por cierto, tiene un doblaje similar al español en lo que respecta a cómo suenan las voces: rasgada la de Marge, tontorrona la de Homer, etc. Yo cogí el relevo en la ducha, y finalmente Miguel antes de que nos acostásemos sobre la una menos cuarto de la madrugada, no sin antes habernos puesto de acuerdo en poner el despertador a las nueve de la mañana, ya que sobre las diez y media vendría el casero, y para esa hora tendríamos que haber hecho las maletas. El viaje estaba a punto de acabar...

domingo, 22 de abril de 2018

Crónica de un descenso anunciado

Ya es oficial desde la noche del pasado jueves: el Málaga desciende a Segunda División. Lo que ya estaba asumido desde hacía ya varias semanas, por no decir meses, se certificó matemáticamente con un gol del Levante en el último minuto, ya sin tiempo de reacción para poder empatar y alargar la agonía una jornada más, aunque mejor así, porque yo prefiero perder la categoría jugando fuera que en tu propio estadio, donde más duele.
Hace apenas cinco años, el Málaga C. F. era noticia por haber sido eliminado en los cuartos de final de la Champions League tras un nefasto arbitraje en Dortmund, y por entonces nadie pensaba que bajaríamos a Segunda en tan poco tiempo. De casi tocar la gloria con los dedos a volver a un infierno del que es muy difícil salir, por lo menos en lo que respecta retornar a Primera División, porque ya no me resultaría descabellado bajar a Segunda B como a punto estuvo de ocurrirnos la penúltima vez que jugamos en la categoría de plata, y eso ya sería la puntilla para un club de una ciudad de casi 600.000 habitantes, la sexta más poblada de España. Basta con echar un vistazo a la lista de equipos que juegan esta temporada en Segunda División, plagada de históricos como el Rayo Vallecano, el Osasuna, el Sporting, el Valladolid o el Zaragoza, para comprobar lo complicado que es regresar a Primera, y en algunos casos hasta mantenerse en Segunda, y si no que se lo digan al Mallorca, ahora en Segunda B y hasta hace no poco compitiendo en Europa, o al Racing de Santander, otro Segunda B que ha jugado 44 temporadas en Primera. Al mismo tiempo, resulta que en Primera encontramos cada vez más equipos de los considerados 'pequeños', con poca o casi nula experiencia en la categoría (Alavés, Leganés, Girona, Getafe, Eibar), y puede que la temporada que viene debute el Huesca. No cabe duda de que el fútbol español ha dado un giro de 180 grados en los últimos 15-20 años.
Nadie se imaginaba esto hace diez años, un período en el que hemos competido de forma consecutiva en Primera División, la racha más larga de la historia del club, la que nos ha regalado numerosos partidos para el recuerdo: una salvación agónica en la última jornada, victorias al Real Madrid y al Barcelona, el partido en el que conseguimos el cuarto puesto en la Liga y la consiguiente clasificación para participar por vez primera en la Champions League, exhibiciones ante campeones de Europa como el Milan y el Oporto, goles antológicos como alguna que otra falta directa de Cazorla o la chilena de Baptista, etc. En esta década hemos llegado a codearnos con los grandes, puntuando e incluso ganando en míticos estadios como el Santiago Bernabeu, San Siro, el Vicente Calderón o el Camp Nou; a contar en nuestra plantilla con jugadores que nunca habríamos imaginado (Van Nistelrooy, Toulalan, Joaquín, Demichelis, Santa Cruz, Saviola...) y a otros a los que hicimos grandes (Willy Caballero, Isco, Rondón, Monreal, Weligton, Camacho...); y hemos disfrutado de un señor de los banquillos, Manuel Pellegrini, que nos llevó a las cotas más altas que jamás hemos alcanzado.
Es de justicia reconocer que gran parte de culpa de casi todo este disfrute que quien sabe si volveremos a vivir es del jeque Abdullah bin Nasser Al Thani, que cogió las riendas del club en el verano de 2010 tras hacerse con la mayoría de las acciones. En su primera temporada, su inversión sirvió solamente para que el Málaga consiguiese la permanencia con cierta holgura, pero el fuerte desembolso del siguiente verano permitió al Málaga clasificarse para la Champions League por primera vez en su historia, y ojalá que no sea la última. A los pocos meses, llegó la injusta sanción de la UEFA, que prohibía al club participar en competiciones europeas en las siguientes cuatro temporadas, como así ocurrió esa misma temporada, en la que acabamos en sexta posición semanas después de ser masacrados por el nefasto arbitraje de Dortmund. Ya en el verano previo el jeque había dado a entender que no iba a invertir tanto en el club como hasta ahora, pero, tras este anuncio por parte del máximo organismo del fútbol europeo, esa decisión se hizo del todo realidad, iniciándose un declive deportivo e institucional que ha desembocado en este descenso.
Porque igual que hemos reconocido y agradecido al jeque que haya sido uno de los grandes artífices de que el Málaga haya competido en la Champions, también el jeque es el primer responsable de que hayamos bajado a Segunda División. Tenemos a un presidente que ni siquiera hace acto de presencia y que solamente se manifiesta a través de su cuenta de Twitter, que siempre nos viene con promesas demagógicas del tipo "Vamos a hacer un Málaga grande" o "Lo mejor está por llegar", y que se atreve a jugar a ser director deportivo recomendando e incluso fichando a jugadores desconocidos y de un nivel muy discutible por unas cantidades desorbitadas para lo que puede permitirse el club desde que él mismo decidió dejar de invertir. La afición ya está harta de este vacío institucional y de la forma en la que el jeque está dirigiendo al Málaga, y es por ello que lleva ya varios meses pidiendo su dimisión, que se vaya y que venda sus acciones a algún malaguista de verdad, de corazón blanquiazul, que sienta los colores, que disfrute con su equipo en las buenas y que le duela el escudo en las malas.
Los otros culpables de que la temporada que viene vayamos a jugar en Segunda son sin duda alguna los jugadores, que al fin y al cabo son los que juegan los partidos. Bien es cierto que el nivel de la plantilla es el que es, el que el propio jeque ha querido tener con jugadores fichados a dedo (Rolón, Cecchini...), sin ritmo competitivo (Lacen, Success, Bueno...) absolutamente desconocidos (Cenk Gönen, Ideye, Lestienne...) o que no han dado el nivel que mostraron en sus anteriores equipos (Adrián, Borja Bastón...). Si a todos ellos les unes a jugadores de la temporada pasada que no se parecen a lo que en su día fueron (Juanpi, Keko, Jony, Luis Hernández, Rosales...) y que el pasado verano tuvimos que vender a los que sostuvieron al equipo hace un año (Kameni, Camacho, Sandro, Fornals...), pues hay lo que hay. Con respecto a esto último también cabe preguntarse cómo es posible que el fútbol español siga presumiendo de tener la mejor liga del mundo cuando el Real Madrid y el Barcelona siguen llevándose buena parte de los derechos televisivos dejando unos míseros restos a los demás clubes, cuando ellos se gastan más millones en el fichaje de un único jugador que todo el presupuesto de prácticamente el resto de equipos de Primera División, o cuando un equipo de nivel medio-bajo de ligas como la inglesa o la alemana puede llevarse a los jugadores que despuntan en equipos similares de la liga española como el Málaga por una cantidad que no podemos igualar. Será la mejor liga por tener a Messi y a Cristiano Ronaldo, pero no por más razones.
En otro escalón de culpabilidad habría que situar al entrenador, o, mejor dicho, entrenadores, puesto que esta temporada se la van a repartir a partes iguales Míchel y José González. El primero de ellos fue el centro de todas las quejas de la afición tras perder los primeros partidos, y eso que meses antes nos había salvado de bajar con varias victorias consecutivas (una de ellas al Barcelona en La Rosaleda) y con un juego medianamente atractivo, pero la memoria en ocasiones es como la de los peces y olvida muy fácilmente. No estoy diciendo que no tuviese parte de culpa por acabar la primera vuelta con 11 puntos y dejando el equipo en el farolillo rojo, que la tendrá, y que conste que no le pité ni una sola vez a pesar de ser un entrenador que no es de mi gusto, algo que pensaba cuando se le fichó hace algo más de un año y sigo opinando ahora, pero claro, es más fácil echar a un entrenador que a toda una plantilla. Lo que sí hay que reconocerle es que tuvo la decencia de quejarse públicamente, de una forma más o menos directa, de la mala gestión del jeque. Su sucesor, José González, pues en nada ha mejorado la situación, e incluso puede que termine con peores números. Hay quien creía que podría sacarnos del hoyo porque ya consiguió algo similar con el Granada hace unos años, pero su escasa experiencia en la máxima categoría no invitaba a pensar en un milagro. Ni que decir tiene que dejará el banquillo una vez termine la temporada.
Por último, también habría que hablar de los árbitros, puesto que, si bien no han sido los principales responsables de que el Málaga haya descendido, sí que nos han perjudicado desde el primer partido de una forma notable con goles encajados en fuera de juego, algún que otro gol anulado, expulsiones muy rigurosas en contra y otras que se han ahorrado a favor, y decisiones que han marcado el devenir de muchos encuentros. Todo ello se ha traducido en una pérdida de 8-10 puntos que, de haberlos tenido en nuestro casillero en su debido tiempo, quizás habría permitido al equipo competir con algo más de ilusión y confianza con vistas a revertir la situación y pelear de una forma digna por la permanencia, y es que no es lo mismo saltar al terreno de juego con la salvación a doce puntos que a cuatro o cinco.
Los guarismos que deja la temporada del Málaga son para echarse a temblar. A falta de cuatro jornadas por disputarse, el equipo sigue colista, posición que ha ocupado buena parte de la temporada, con solamente 20 puntos (una de las puntuaciones más bajas de la historia), unos pírricos 22 goles a favor (se ha quedado sin marcar en 21 partidos), 5 míseras victorias y 24 derrotas (bastantes más de la mitad). Gran parte de éstas han sido por la mínima, en casa, ante equipos de la zona baja y con goles encajados en los últimos diez minutos, y para más desgracia algunos los marcaron ex-jugadores del equipo. Fueron decisivas las derrotas consecutivas ante el Betis en casa y ante el Alavés en Vitoria, cuando habíamos enlazado varios partidos ganando o empatando y parecía verse algo de luz al final del túnel, así como las que se cosecharon en Las Palmas, Bilbao, Leganés y Coruña, por cómo se fraguaron.
Ahora toca terminar la temporada de la manera más digna posible, a ser posible regalando a la afición alguna que otra victoria (como la de esta tarde ante la Real Sociedad) que levante levemente unos ánimos que están por los suelos, aunque valiente afición es la que aplaude y vitorea el gol de un rival por el simple hecho de ser malagueño y haber jugado en el Málaga cuando te estás jugando la permanencia, por muy difícil que estuviera ya por entonces, y es que es justo reconocer que tenemos lo que nos merecemos, miles de aficionados que son más del Real Madrid y del Barcelona que del equipo de su ciudad, todo lo contrario que en Sevilla, por mucho que haya gente que le duela la comparación. Me gustaría saber cuántos de ésos renovarán su abono para animar al Málaga en Segunda División, yo al menos seguro que sí tras ser socio 26 años, que seré de los pocos que han sido fieles de forma ininterrumpida desde que competíamos en Tercera División. En fin, ya veremos si el jeque sigue al frente del club o si alguien se atreve a comprarle las acciones con un proyecto ilusionante que nos devuelva a Primera División lo más pronto posible, que es donde merecemos estar. Todo sea por un escudo y unos colores que solo unos pocos fieles de verdad llevamos en el corazón.

jueves, 12 de abril de 2018

No es mío, pero es interesante (CXI)

Aquí tenemos una nueva entrega de 'No es mío, pero es interesante', una sección en la que os recomiendo las entradas de otros blogs y webs que más me han gustado en las últimas semanas. Como siempre, hay algunos blogs que consiguen colar más de un post, como son los casos de Microsiervos, Ya está el listo que todo lo sabe y Fogonazos, con doce, tres y dos aportaciones, respectivamente. Y lo que tampoco cambia es la variedad de contenidos, pues hay un poco de matemáticas, ciencia, astronomía, curiosidades, vídeos, etc.
Repasemos la lista de recomendaciones de esta entrega:
¿Os han gustado las recomendaciones de esta entrega? Espero que sí y que me lo hagas saber a través de un comentario ;)

jueves, 5 de abril de 2018

Completa, pero con inclemencias meteorológicas

Por segundo año consecutivo, y en tres de los últimos cuatro años, Málaga ha vuelto a vivir una Semana Santa plena de procesiones; eso sí, habría que puntualizar que el Domingo de Ramos la lluvia matutina provocó retrasos en toda la jornada, así como el cambio de itinerario de la Pollinica para no entorpecer el paso de otras cofradías. El agua también hizo acto de presencia, aunque de manera testimonial, cuando el Viernes Santo ya estaba a punto de terminar, lo que llevó a los cortejos que quedaban en la calle a acelerar un poco el paso para evitar males mayores. Por otra parte, la constante a lo largo de toda la semana ha sido sin duda alguna el frío que ha hecho por la noche y, sobre todo, el fuerte viento que ha soplado estos días, dejando apagadas las velas y las candelerías de los tronos en buena parte del recorrido procesional de muchas cofradías. En cualquier caso, salvando el impredecible comportamiento del tiempo, la Semana Santa de 2018 ha dejado un buen sabor de boca, con algún que otro estreno de relevancia y, como siempre, con multitud de momentos para el recuerdo.
El Domingo de Ramos empezó como se preveía el día anterior, es decir, con el cielo nuboso y con leves precipitaciones. Tanto Pollinica como Lágrimas y Favores, las dos cofradías que salen por la mañana, decidieron retrasar su salida una hora para ver si mejoraba el tiempo. La cosa es que cuando la primera de ellas terminó echándose a la calle estaba lloviznando, y apenas media hora después apretó un poco más, pero eso no impidió que inexplicablemente siguiesen con su recorrido, eso sí, con la idea de alargarlo por Císter, Alcazabilla y Plaza de la Merced para no afectar a hermandades como Humildad, Dulce Nombre o Salutación; por su parte, Lágrimas y Favores mantuvo su recorrido con la citada hora de retraso, aunque bien pudo haberlo recortado para no apurar tanto en el cruce en calle Larios con Humildad y Paciencia, que, al igual que el resto de cofradías de la tarde, salió 20 minutos más tarde de la hora programada, tal y como habían pactado en el caso de que el tiempo se comportase como finalmente hizo. De esta última hermandad cabe destacar la restauración, un tanto agresiva, a la que ha sido sometida la Virgen de Dolores y Esperanza, pues ha cambiado bastante su rostro con respecto al que tenía hasta ahora. Humildad se vio sorprendida por un aguacero cuando bajaba por calle Victoria que parecía repetir la estampa de hace dos años, cuando se dieron media vuelta más o menos a esa altura, pero esta vez decidieron seguir y les salió bien la jugada, ya que el resto de la tarde y de la noche la lluvia no hizo acto de presencia. La cofradía del Huerto sigue mejorando su puesta en escena con el paso de los años, en especial su titular cristífero, que parece ya asentado con el acompañamiento de una agrupación musical. La Salud volvió a regalarnos grandes estampas en su recorrido de vuelta, a la que ha incorporado en los últimos años su paso por la estrecha calle Cañón tras su estación de penitencia en la Catedral. Muy bien también Dulce Nombre, en especial al pasar por delante de la casa hermandad de la Sangre, aunque si por algo fue noticia fue por el ataque de unos vándalos que en los días anteriores se dedicaron a tirar piedras y huevos al tinglado donde montan sus tronos. Salutación sacó por segundo año consecutivo a María Santísima del Patrocinio Reina de los Cielos, en cuyo trono ya se han advertido avances con respecto a la pasada Semana Santa. Finalmente, como viene siendo habitual en los últimos años, Prendimiento cerró la jornada modificando su regreso, pues, en vez de subir por Dos Aceras antes de llegar a calle Carrión, lo hizo por Frailes y Refino, de tal manera que, al pasar por delante de las vecinas casas hermandad de Sentencia y Gitanos, el trono del Señor fue levantado a pulso.
El Lunes Santo sí estuvo exento de la intranquilidad que provoca la lluvia, es más, por la tarde hizo cierto calor, aunque ya por la noche se notó el frío que se repetiría el resto de días. Crucifixión abrió la jornada desde el barrio de El Ejido, siendo la segunda vez que procesionaban a su Cristo en poco más de un mes, puesto que fue la imagen elegida para el tradicional Vía Crucis de la Agrupación de Cofradías del primer viernes de Cuaresma. Gitanos aporta ese toque diferente no solamente de este día, sino de toda la semana, tanto por la ausencia de capirotes en su cortejo (los nazarenos van con capillo) como por la presencia del pueblo gitano tras los dos titulares, si bien esto último no me canso de decir que es un gran fallo porque dificulta la buena coordinación entre la mecida del trono y el paso que marcan las marchas de los respectivos acompañamientos musicales, cuyas bandas se quedan bastante alejadas. Dolores del Puente volvió a dejar patente que cuenta con uno de los cortejos más ordenados, compactos y nutridos de toda la Semana Santa; por contra, cabe criticar su notable tardanza en llegar a Santo Domingo para encerrarse. Pasión es otra de esas cofradías que da gusto contemplar en la calle, y qué decir de su entrada en la Catedral, en especial de Nuestro Padre Jesús de la Pasión a los sones de su marcha 'Tras de Ti, Simón', un auténtico deleite. Estudiantes nos trajo la gran novedad del día, bastante acertada, y es que celebró su esperado acto en la Plaza del Obispo por la tarde en vez de por la noche tras abandonar el recorrido oficial para así contar con todo su cortejo nazareno, que sigue destacando por ser con diferencia la más numerosa de la semana, pero la verdad es que para el espectador se hace eterno tener que esperar a que pasen tantos y tantos penitentes. Algo parecido le pasa al Cautivo, como siempre el gran atractivo del día por las masas de gente que se agolpan alrededor del Señor de Málaga. Cabe destacar que tuvo que alargar su recorrido por Casapalma y Álamos para evitar pasar por Tejón y Rodríguez, ya que unos días antes se alertó de que en esta calle hay un enorme socavón en un edificio que se está reformando, lo que llevó a las autoridades a recomendar a las cofradías transitar por recorridos alternativos o, en su defecto, hacerlo sin público, una medida que afectó tanto al Cautivo como a otras diez o doce cofradías.
El Martes Santo ya es habitual comenzarlo viendo pasar a la cofradía del Rocío por la Cruz Verde y Carretería a primera hora de la tarde, este año con la novedad de la reciente restauración del Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario. Hablar de las Penas es hablar de su paso por calle San Agustín, y más en mi caso, puesto que llevo presenciando ese momento desde 2007 de manera ininterrumpida (a excepción de 2011, cuando la hermandad se volvió al poco de iniciar la procesión por culpa de la lluvia). Por algo será que cada año me paso dos horas esperando en esta calle para ver al Cristo de la Agonía con su inseparable Banda de Cornetas y Tambores del Paso y la Esperanza, con mucha diferencia la mejor de la ciudad en su género. Por cierto, que el tradicional manto de flores de María Santísima de las Penas hizo referencia al 150 y 75 aniversario del patronazgo y de la coronación canónica, respectivamente, de la Virgen de la Victoria, un guiño a la patrona que se hizo extensivo en otras cofradías de otras tantas formas. De Nueva Esperanza sigue siendo admirable lo bien que aguanta su cortejo, empezando por los nazarenos y terminando por los hombres de trono, a pesar del extenso recorrido que tiene, siendo la Tribuna de los Pobres uno de los enclaves más reseñables. Lo mismo se puede decir de la Humillación, que si por algo destaca es por los numerosos pulsos que hace en diferentes puntos de su itinerario procesional, en ocasiones de manera excesiva e injustificada; de lo que no cabe duda es de que no se termina de comprender por qué sigue saliendo desde su casa hermandad en vez del interior de la iglesia de Santo Domingo cuando los tronos caben perfectamente por la puerta de la misma. La cofradía del Rescate mejora con los años, sobre todo desde que amplió sus tronos a ocho varales, lo que conlleva que sean mejor llevados y acompasados con la música, y también cabe reseñar su encierro, muy alegre y cuidado, y curiosamente la primera vez que lo presencio a pesar de vivir en la misma calle. Por último, Sentencia volvió a cerrar la jornada con la ya habitual petalada a la Virgen del Rosario en calle Cárcer, otro de esos momentos que intento no perderme cada Martes Santo.
Ya son cuatro los años que el Miércoles Santo es inaugurado por la hermandad de la Mediadora, y dos en los que procesiona con el Redentor del Mundo, una de las imágenes más impactantes de la jornada por representar una escena, la de cuando Jesús recibe la cruz en una postura contraria a la habitual, a la que poco a poco nos vamos acostumbrando. De Salesianos cabe destacar que por primera vez ha salido de su casa hermandad, recientemente terminada a falta de mínimos detalles; eso sí, no dejo de comprender por qué siguen apostando por el género de cornetas y tambores en vez de regresar a la banda de música que acompañaba al trono antaño. Fusionadas sacó a la calle el cortejo más largo de la Semana Santa con cuatro tronos (sin contar los de Lágrimas y Favores el Domingo de Ramos y la Vera Cruz el Jueves Santo), lo cual no quita que se aprecie unidad en las cuatro, aunque la sección que más llama la atención es la de Ánimas de Ciegos, cuyo titular va acompañado por la Brigada Paracaidista. El gran estreno del día, por no decir de toda la semana, fue el nuevo y mastodóntico trono de la Paloma, que, si bien guarda alguna que otra similitud con el antiguo, resulta todavía más vistoso, en parte porque está recién dorado. Este año sí, el Rico, que lucía túnica nueva, pudo liberar al preso cuando y donde corresponde, el Miércoles Santo en la Plaza del Obispo, después de que en 2017 se viese obligado a celebrar dicho acto semanas más tarde por no haber sido aceptada a tiempo ninguna de las propuestas que se hicieron en su momento. La Sangre presentó varias y pequeñas novedades, siendo la más comentada la de la corona de espinas que llevaba el Cristo, una estampa que al menos yo no recuerdo haber visto nunca. Por su parte, la Expiración dio buena muestra de la gran cofradía que es en todos los sentidos, tanto a nivel de patrimonio como de buen procesionar, en especial el trono del Cristo y su exquisita cruceta musical.
Tras mi ausencia del pasado año por estar en tierras jerezanas, volví a disfrutar del Jueves Santo de Málaga. Abrió la tarde Santa Cruz, hermandad discreta donde las haya, y buscando en la medida de lo posible pasar por calles recogidas para realzar la imagen de Nuestra Señora de los Dolores en su Amparo y Misericordia. La Cena se confirma como uno de los grandes reclamos del día, y más desde que el año pasado apostó por alargar su recorrido por Císter, Alcazabilla y Plaza de la Merced, lugares en los que nos regala bellísimas estampas y momentos inolvidables. Viñeros es otro cortejo que, estando enmarcado en una jornada con varias cofradías de gran renombre, aporta cierto recogimiento y seriedad con unos tronos no tan llamativos, como son el de carrete del Señor de Viñeros y el de Nuestra Señora del Traspaso y Soledad, que no lleva palio. Ver Mena se hace cada vez más complicado por el excesivo tirón que tiene la Legión, que por desgracia es para buena parte del público el elemento principal de la procesión en vez del verdadero protagonista, el Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, porque luego la Virgen de la Soledad la verdad es que sí que se puede ver con más tranquilidad. Misericordia presentó como principal novedad el acompañamiento musical de la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús Cautivo para 'El Chiquito', una medida acertada en lo que al género se refiere, aunque desentonan algunas marchas que se le tocaron durante el recorrido. También cabe referirse al apartado musical en el caso de Zamarrilla, concretamente en el Cristo de los Milagros, que lo hizo con una cruceta de banda de música muy apropiada y con cierto parecido al del Cristo de la Expiración, así como algunas mejoras en su trono, que a pesar de todo sigue sin dar la talla. La Esperanza volvió a reinar en la madrugada malagueña desde su imponente trono y bendiciendo a su paso el romero que fueron esparciendo hermanos de la archicofradía desde unos canastos al frente de los dos tramos del cortejo por segundo año consecutivo para quitar el camión que solía ir en cabeza de procesión, una idea plausible, pero por contra el romero que se tira realmente no merece la pena cogerlo porque es todo rama y madera, sin hojas ni flores; por su parte, el Nazareno del Paso, que no faltó a su cita de la bendición al pueblo tanto en la Plaza de la Constitución como en la Tribuna de los Pobres, estrenó una nueva túnica bordada. Por último, Vera Cruz sigue apostando por hacer el recorrido oficial cerrando la jornada, lo cual tiene su parte positiva (tiene más seguimiento que antaño), pero también su lado negativo, ya que ya no hace estación de penitencia en la Catedral y en buena parte del itinerario está contaminada por la música de las cofradías que están cerca de su cortejo, lo que le resta intimidad a una procesión totalmente diferente al resto.
El Viernes Santo también me lo perdí el pasado año por estar en Jerez, así que éste lo disfruté con más ganas si cabe a pesar de ser un día de luto. Dolores de San Juan es una de esas hermandades que cada año que pasa me gusta más: cortejo serio, silencio absoluto solo roto por capillas musicales y un patrimonio que ha dado un salto de calidad en los últimos tiempos con el trono del Cristo de la Redención y el manto bordado de la Virgen de los Dolores. Monte Calvario es otra que llama la atención porque el trono del misterio del Yacente de la Paz y la Unidad avanza en silencio cuando no se le está interpretando una marcha, lo que invita al recogimiento y a una mejor contemplación del grupo escultórico. Al igual que las dos cofradías precedentes, Descendimiento recorrió las naves catedralicias, aunque con los ya tradicionales parones que se generan por acceder al primer templo de manera consecutiva, un problema que no parece tener solución; cabe reseñar que la hermandad lo pasó mal a su paso por Cortina del Muelle y Molina Lario por culpa del fuerte viento que soplaba por la tarde y que a punto estuvo de echar a volar algunos enseres e incluso el manto de la Virgen y los ropajes de algunos de los personajes del trono del Cristo. El Traslado, en lo que se refiere al trono del misterio, sigue pecando de lo mismo año tras año, y es que pide a gritos una banda de música que le acompañe en vez de cornetas y tambores, y sigue llamando poderosamente la atención, para mal, las estridentes vestimentas de los seis personajes que acompañan al Señor. Esta hermandad y las siguientes de la jornada, se vieron sorprendidas a eso de las dos de la madrugada por unas leves lloviznas a pocos metros de sus respectivos encierros, pero por suerte la cosa no fue a mayores. La cofradía del Amor parece cobrar algo más de protagonismo en el Viernes Santo a pesar de que tener un recorrido bastante largo. Por su parte, la Piedad fue haciendo el silencio poco a poco en las calles con esa escena tan impactante de la Virgen con su hijo en sus brazos, un silencio que se hizo del todo absoluto al paso del catafalco del Sepulcro en cualquier calle, pero sobre todo impresionante en su salida con la Alcazaba de fondo con los últimos rayos de sol del día. Por último, Servitas apagó las luces de la ciudad para resaltar la imagen de María Santísima de los Dolores, acompañada únicamente por un tambor ronco y el rezo de los siete dolores, especialmente en calles angostas como la de Pozos Dulces.
El Domingo de Resurrección puso el broche final a una gran semana con la procesión del Resucitado. Como gran novedad, las dos secciones contaron con varias decenas de nazarenos propios, además del ya habitual acompañamiento de todas las cofradías de la Semana Santa con sus respectivos guiones: las del Domingo de Ramos, Lunes Santo y Martes Santo con el Santísimo Cristo Resucitado, que parece que esta vez sí será la última vez que procesione en su actual trono; y las del Miércoles, Jueves y Viernes Santo con María Santísima Reina de los Cielos. Poco a poco parece que esta procesión va cogiendo forma y empaque para atraer cada vez más a un público que se piensa mucho eso de acercarse al centro a ver solamente dos tronos después de unos días tan intensos.
Salvando los fenómenos meteorológicos que han entorpecido puntualmente a determinadas cofradías, especialmente con las precipitaciones del Domingo de Ramos, la Semana Santa de 2018 ha sido bastante exitosa, y también a nivel personal, puesto que he vuelto a disfrutar de toda la semana en Málaga, aunque eso ha implicado necesariamente no asistir ningún día a Jerez de la Frontera como ocurrió el año pasado, pero a buen seguro que volveré a disfrutar de su Semana Santa más pronto que tarde. Los datos que ha deparado esta semana a nivel personal también destacan a nivel positivo, puesto que he pasado algo más de 76 horas en la calle viendo procesiones, más que en los últimos años, y he hecho unas 4.000 fotografías que, como de costumbre, se verán reducidas en número cuando las revise y descarte las que no hayan salido tan bien como pretendía.
Ya toca mirar al año 2019, que quién sabe si será cuando definitivamente cambie el recorrido oficial, que está previsto que se inicie en la Plaza de la Constitución y termine en la Catedral, bien en su interior las que puedan acceder por el tamaño de sus tronos, para lo cual se habla de habilitar también una segunda puerta para evitar parones, o bien pasando por al lado las restantes. En cualquier caso, en menos de dos meses tenemos un gran evento cofrade como es el de la Procesión Magna de la Patrona, en la que las diez imágenes marianas de la ciudad coronadas canónicamente recorrerán las calles del centro histórico para conmemorar el 150 y el 75 aniversario del patronazgo y la coronación canónica de la Virgen de la Victoria; además, tras el verano habrá salidas extraordinarias de las cofradías de la Pollinica, Humildad y Traslado, por lo que la actividad cofrade no ha terminado todavía. Eso sí, para la próxima Semana Santa habrá que esperar algo más de un año, concretamente hasta el 14 de abril de 2019.