domingo, 23 de diciembre de 2018

Viaje a España 2017: día 3

Lunes, 7 de agosto de 2017

8:30
Nos levantamos temprano para aprovechar bien la mañana antes de quedar con Julio y Pilar al mediodía. Una vez duchados, al no tener incluido el desayuno en el alojamiento del hotel, salimos a la calle Mayor Principal para desayunar en Granier, justo al lado del Colegio de Villandrando. Mi madre se pidió un café con un par de napolitanas de diferentes sabores, mientras que yo me pedí una de chocolate y un vaso de leche del tiempo con Cola Cao; en total, 4'45 €. Ya con el estómago lleno, comenzamos la ruta matutina con los Jardinillos de la Estación, un frondoso parque que recibe este nombre por estar situado junto a la estación de trenes de Palencia y en el que vimos un puesto de churros donde desayunaríamos al día siguiente.
Avanzando por la avenida Simón Nieto, llegamos a la rotonda donde se encuentra la colosal estatua al Campesino Ibérico, tras lo cual deshicimos parte de nuestros pasos para continuar por la calle donde tenía el coche aparcado, y así comprobar que todo estaba en orden. Llegamos ahora a la plaza de San Pablo, donde destaca el Monumento a la Primera Universidad de España, compuesta por las estatuas de un profesor y cuatro alumnos que reciben clase. A continuación, entramos en la iglesia de San Pablo, muy llamativa con la gran espadaña de la fachada principal, mientras que ya dentro, poco iluminado quizás por ser temprano y no estar en hora de culto, pudimos visitar varias capillas con tallas de cristos y vírgenes, con especial mención a la capilla de la Piedad y a la capilla mayor, esta última situada bajo una preciosa bóveda de crucería estrellada y que cuenta con un notable retablo de estilo plateresco.
Ya fuera de la iglesia, en el lateral derecho de la misma vimos el Monumento al Cofrade, algo muy presente en muchas ciudades españolas y que tanto echamos en falta en Málaga. Después nos acercamos a la cercana iglesia de Santa Marina, más pequeña que la anterior, aunque con una fachada similar; por su parte, el interior es bastante acogedor, con naves más bien bajas separadas por arcos ojivales bastante anchos. De allí, nos fuimos en dirección a la catedral, en cuyo trayecto pasamos por la plaza de Cervantes, en la cual se halla el Monumento a la Paz, muy simbólico, ya que consta de un cañón de cuya boca mana agua que cae en una pequeña pila de piedra donde beben las palomas, también atraídas por una paloma de metal situada encima del cañón.
Justo enfrente nos topamos con una de las fachadas laterales de la Catedral de San Antolín, también llamada 'La bella desconocida', la cual rodeamos por la calle Mayor Antigua hasta llegar a la plaza de la Inmaculada, en el otro lateral del templo, donde se encuentra el acceso para las visitas turísticas. Tras pagar la entrada (5 € la mía y 3 € la de mi madre por ser desempleada) y recoger las audioguías, rodeamos parte de las galerías del claustro y nos adentramos en la catedral propiamente dicha, mucho más espectacular por dentro que por fuera, en la que destaca por su sencillez y sobriedad. En primer lugar, pasamos por la nave de la epístola, muy llamativa por su arco gótico y por un magnífico retablo plateresco compuesto por nueve estatuas de piedra y un pequeño retablo en madera dorada y policromada.
Avanzamos hacia la Capilla Mayor, frente al coro, con su majestuoso y enorme retablo renacentista en tonos dorados y plagado de pinturas con escenas de la vida de Jesús y de esculturas de santos, entre ellas la de San Antolín, que da nombre al templo. Luego recorrimos las capillas de la girola, todas ellas con coloridas vidrieras, y a continuación visitamos la Capilla del Sagrario, que en realidad es la primitiva capilla mayor de la catedral, y que también destaca por su retablo, pero sobre todo porque en ella se halla un arca con los restos mortales de la reina Urraca. Seguimos por la nave norte, algunas de cuyas capillas estaban ocultas tras lonas y andamios por estar en proceso de restauración, y de esta forma llegamos a los pies de la nave central, desde donde se puede admirar la grandeza de este templo a través de su alargada bóveda de crucería estrellada.
Delante de nosotros teníamos el trascoro, una auténtica obra maestra plateresca con minuciosos relieves de piedra ejecutados hasta el más mínimo detalle, y, enfrente del mismo, la escalinata que da acceso a la cripta de San Antolín. Al bajar por ella, me adentré en una nave con bóveda de cañón de estilo prerrománico en la que hacía bastante fresco, algo lógico, al final de la cual se encuentra la parte visigótica, donde en teoría descansan los restos de San Antolín. De vuelta en la catedral, pasamos ahora al Museo catedralicio, en el que destacan varias obras, entre ellas 'El martirio de San Sebastián' de El Greco, numerosos tapices y un retrato anamórfico de Carlos I que únicamente se puede ver bien a través de un pequeño agujero situado en el lateral del cuadro.

11:30
Tras recorrer lo que quedaba del claustro, dejamos las audioguías en la taquilla y salimos a la calle. Allí en la plaza de la Inmaculada, además de ver la estatua de la Inmaculada Concepción y la del Homenaje al Maestro, pudimos contemplar la torre catedralicia, y, tras hacerme unas fotos, visitamos la parte exterior de la girola, de la que sobresalen varias gárgolas, entre ellas dos muy peculiares, concretamente la del fotógrafo y la del esqueleto. A continuación, tras avisar a Julio y Pilar de que ya habíamos visitado la catedral, nos dirigimos a la Plaza Mayor, donde vimos tanto la Casa Consistorial, simple pero elegante, y el Monumento a Alonso Berruguete; seguidamente, pasamos por el Mercado de Abastos (arquitectónicamente similar al de Málaga, aunque bastante más pequeño), por el edificio de la Diputación Provincial y por el Teatro Principal.
Más adelante, entramos en la iglesia de San Lázaro, reconstruida parcialmente tras sufrir un incendio y un hundimiento a mediados del siglo pasado, tal y como delata su interior, de ejecución moderna pero que intenta imitar el gótico del templo original, y en la que destaca su retablo mayor de estilo plateresco. Después, nos dirigimos al cercano Monasterio de Santa Clara, en cuya entrada nos estaban esperando Julio y Pilar, con quienes visitamos este templo gótico en el que se venera la imagen del Santísimo Cristo de las Claras, una talla yacente de gran devoción en la ciudad que se conserva en una urna de cristal; del resto del templo, cabría resaltar su bóveda de crucería y el retablo de la Capilla Mayor.
A continuación, recorrimos la calle Colón hasta llegar al Parque del Salón de Isabel II, al principio del cual vimos el Homenaje a los Mayores, otra de las numerosas estatuas que hay en Palencia. Dimos un tranquilo paseo por entre sus frondosos árboles, y, al final del mismo, cruzamos a otro parque, el de la Huerta de Guadián, de un estilo más romántico que el anterior y que destaca por los numerosos elementos arquitectónicos que guarda en su interior, entre ellos una reproducción a escala de la provincia de Palencia, la ermita de San Juan Bautista (cerrada en ese momento), un enorme reloj de sol compuesto por una columna central y otras 12 situadas alrededor para marcar las horas, etc.
De allí nos fuimos en busca del coche de Julio y Pilar para ir al Sotillo de los Canónigos, otro de los parques de la ciudad, y es que Palencia puede presumir de ser la que más zonas verdes tiene por habitante de España. Situado en las afueras y a orillas del río Carrión, es mucho más grande que los anteriores, pues cuenta con un parque para perros, una explanada en la que poder jugar al fútbol, una piscina pública y varias extensiones de césped donde descansar o tomar un picnic. Antes de volver al coche, nos acercamos hasta el Puente de Puentecillas, peatonal y de origen romano, y desde el cual se puede ver el Puente Mayor, otro de los puentes principales de la ciudad.
De nuevo en el coche, y siendo ya la una y media, nos dirigimos a la calle donde viven Julio y Pilar, puesto que habíamos quedado allí con Carlos, el hijo de Julio, a quien no veía por lo menos desde hacía cuatro o cinco años. Entramos en La Cervecería, un bar situado en esa misma calle, para tomarnos un refresco (una Coca-Cola Zero en mi caso) junto con la tapa gratis que nos sirvieron, tras lo cual los cinco nos fuimos a comer a Tariego de Cerrato, un pequeño pueblo situado a pocos kilómetros de Palencia, concretamente al Mesón del Cerrato, pues Julio había reservado mesa. El restaurante me llamó la atención nada más entrar por su decoración y su ambiente cálido y acogedor, muy castellano, especialmente en el sótano, donde nos sentamos, llena de fotos de famosos que han ido a comer allí, cuadros muy pintorescos, productos típicos colgados de las paredes y del techo, etc.
Con respecto a la comida, pedimos una tosta caramelizada de boquerones con escalibada para cada uno y un revuelto de morcilla y piñones para compartir; en cuanto al plato principal, yo no tuve ni que mirar la carta, ya que tenía claro que iba a probar el lechazo churro asado sí o sí. La tosta de boquerones no me hizo mucha gracia, más que nada por la escalibada, y se la dejé a mi madre prácticamente entera, mientras que del revuelto sí que piqué bastante, y eso que yo no le tengo mucho aprecio a la morcilla; también habría que mencionar que nos pusieron una cesta de pan que estaba buenísimo, se notaba que era de pueblo.
Poco después llegaron los platos principales, entre ellos el lechazo, servido en una cazuela de barro muy caliente con una pinta espectacular. La ración que me saqué en mi plato me gustó tanto que me supo a poco y repetí, y eso a pesar de que ya estaba bastante lleno, pero a saber cuándo volvería a disfrutar de este manjar. Luego llegó el momento de los postres, a elegir entre los quince que se mostraban en la pizarra que colgaba de la pared. Me decanté por la bomba de chocolate caliente con corazón líquido, que venía muy bien presentada y acompañada de varias fresas cortadas, y la verdad es que no me equivoqué con mi elección.

17:15
Tras reposar durante un buen rato la comida, volvimos a los coches, y allí nos despedimos de Carlos, puesto que nosotros cuatro íbamos ahora a visitar el Cristo del Otero, una portentosa escultura de Jesucristo de unos 20 metros de altura llamado así porque se erige sobre un cerro a las afueras de Palencia. Bajo sus pies se encuentra un pequeño museo dedicado a la obra de Víctor Macho, autor de la escultura, y la ermita de Santa María del Otero, donde descansan los restos del escultor, pero ambos estaban cerrados a esa hora, por lo que nos tuvimos que conformar con asomarnos al mirador y disfrutar de la panorámica de la ciudad desde allí arriba, desde donde podíamos distinguir fácilmente la catedral y la plaza de toros.
Cogimos el coche para volver a la ciudad, esta vez a orillas del río Carrión, concretamente a la altura de la pasarela Isla Dos Aguas, entre medias del Puente Mayor y del Puente de Hierro; a continuación, entramos en la iglesia de San Miguel, que destaca por su llamativa torre, más propia de un castillo que de un templo religioso, y en la cual se cree que se casó el Cid Campeador con Doña Jimena, o al menos eso cuenta la leyenda. Al salir de la iglesia, que a esa hora estaba vacía y casi a oscuras, nos despedimos momentáneamente de Julio y Pilar, quienes se marcharon a su casa a descansar un rato, mientras que mi madre y yo seguimos visitando lo que nos quedaba por ver del centro de Palencia.
Caminando dos o tres minutos llegamos a la cercana iglesia de la Compañía, también conocida como de Nuestra Señora de la Calle porque así se llama la patrona de la ciudad, cuya pequeña talla, de apenas 41 centímetros de altura, se encuentra en el retablo mayor del templo. Del interior del mismo cabría destacar su gran cúpula y las capillas laterales, todas ellas con notables retablos, en especial la que está destinada al culto del Santísimo Cristo de la Misericordia, un crucificado que data del siglo XVI. Seguidamente, nos acercamos a la calle Mayor Principal, la cual recorrimos en dirección norte para ir al hotel, aunque antes, casi al final de la misma, entramos en la iglesia de San Agustín, en la que pudimos contemplar algunas imágenes que se procesionan en la Semana Santa palentina.
Ya de vuelta en el hotel, aprovechamos nosotros también para descansar después de haber pasado todo el día en la calle de un lado para otro. Más tarde, pasadas las ocho, Julio vino en coche a recogernos para reunirnos con Pilar y unos amigos suyos, puesto que los lunes por la noche suelen quedar para tomarse algo; en concreto, nos estaban esperando en el bar People, muy cerca del piso en el que viven. Allí me tomé una Coca-Cola Zero con su correspondiente tapa, tras lo cual, pasado un rato, nos fuimos a La Cervecería, donde mismo habíamos estado al mediodía, y esta vez me pedí un botellín de agua, puesto que no me gusta abusar de la Coca-Cola, e igual hice luego cuando cambiamos de nuevo de sitio, ahora en el bar Menta.
Poco antes de las once de la noche, tras despedirnos de los amigos de Julio y Pilar, volvimos a La Cervecería para cenar; en mi caso, pedí un plato combinado de patatas, huevos fritos y chorizo, y agua para beber. También vino a cenar con nosotros uno de los dos hijos de Pilar, a quien mi madre ya conocía de una visita anterior. Ya cenados, Julio y Pilar nos acercaron en coche al hotel, y allí ya nos despedimos de ellos definitivamente, puesto que a la mañana siguiente mi madre y yo nos iríamos a Santander, aunque nos recomendaron que parásemos en el camino en Frómista, un pueblo situado a pocos kilómetros de Palencia que tiene una iglesia románica muy importante. Teníamos pendiente acercarnos a la catedral para verla iluminada, pero estábamos muy cansados, así que subimos directamente a la habitación a acostarnos, siendo ya la una menos veinte de la madrugada.

domingo, 16 de diciembre de 2018

50 años reinando en la Trinidad

Ayer por la tarde-noche tuvo lugar la procesión extraordinaria de María Santísima de la Trinidad Coronada con motivo del 50 aniversario de la bendición de la imagen.
El cortejo se puso en marcha a las 17:30 desde el interior de la iglesia de San Pablo con la cruz guía al frente, seguida por la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús Cautivo interpretando marchas en cabeza de procesión; a continuación, numerosas parejas de hermanos portando cirios y bastones, el sine labe, el guión de la titular mariana de la cofradía y la habitual presidencia de la corporación. María Santísima de la Trinidad salió en el trono dorado de María Auxiliadora Coronada y lució el manto bordado de terciopelo azul de Nuestra Señora de la Estrella de Jerez de la Frontera, mientras que el acompañamiento musical, como no podía ser de otra forma, corrió a cargo de la Banda Sinfónica Virgen de la Trinidad.
La procesión discurrió por el barrio de la Trinidad, que se engalanó con banderolas y gallardetes para celebrar esta efeméride, y con un público que arropó de forma notable a la Virgen en todo el itinerario: plaza de San Pablo, Zamorano, Empedrada, plaza de Montes, Trinidad, plaza de Jesús Cautivo, Barrera de la Trinidad, plaza de Bailén, Churruca, Carril, plaza de Montes, Sevilla, Ventura Rodríguez, Juan de Herrera, San Quintín, Malasaña, Tiro, Jara y plaza de San Pablo. Durante el recorrido, la Virgen de la Trinidad recibió varias petaladas, como por ejemplo a su paso por la casa hermandad de la propia cofradía, mientras que su regreso a la sede canónica de San Pablo tuvo lugar pasadas las diez y media de la noche.

lunes, 3 de diciembre de 2018

No es mío, pero es interesante (CXX)

Ya tenemos aquí una nueva entrega de 'No es mío, pero es interesante', una sección en la que os recomiendo las entradas de otros blogs y webs que más me han interesado en las últimas semanas. De nuevo, Microsiervos vuelve a dominar casi todas las aportaciones, pues once de los doce posts recomendados son suyos. En cuanto a la variedad de contenidos, lo habitual: matemáticas, ciencia, astronomía, curiosidades, vídeos, etc.
Echémosle un vistazo a las recomendaciones de esta entrega:
¿Qué os han parecido las recomendaciones de esta entrega? Espero que os hayan gustado y que me lo hagáis saber a través de un comentario ;)

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Bohemian Rhapsody

El pasado sábado por la noche fui con mi amigo Jose y su hermano Fran a los cines del centro comercial Rosaleda para ver 'Bohemian Rhapsody', película dirigida por Dexter Fletcher y protagonizada por Rami Malek (Freddie Mercury), Gwilym Lee (Brian May), Ben Hardy (Roger Taylor) y Joseph Mazzello (John Deacon).
Son los años 70, y Farrokh Bulsara, un joven estudiante británico de origen parsi, se ofrece como sustituto del cantante de una banda de rock compuesta por Brian May y Roger Taylor; más tarde, se une a ellos John Deacon, y de esta forma nace Queen, al tiempo que Farrokh decide cambiar su nombre por el de Freddie Mercury. La banda no tarda en hacerse un hueco en las listas de ventas tras publicar su primer disco, pero es en 1975 con el disco "A Night at the Opera" y el sencillo "Bohemian Rhapsody" cuando logran un éxito arrollador y se hacen internacionalmente populares, en especial Freddie, que por entonces empieza a plantearse su orientación sexual y se convierte en el auténtico líder de una banda que pasará a la historia. Ya en los 80, Freddie comienza a distanciarse de sus compañeros por culpa de su relación sentimental con uno de los representantes de la banda e inicia su carrera en solitario; sin embargo, tras dejarle, el grupo vuelve a unirse para participar en el macroconcierto benéfico Live Aid en el estadio de Wembley de Londres, unos años antes de que el propio Freddie muriese como consecuencia de ser portador del SIDA.
Casualidad o no, cuatro de las últimas cinco películas que he visto en el cine han sido biopics de personajes que de una u otra forma han dejado huella en la historia. En todas ellas, la caracterización del protagonista ha sido fantástica, y la de Freddie Mercury, a cargo del actor Rami Malek, ralla la perfección. Para conseguir ese parecido le favorecen, y mucho, sus llamativos rasgos faciales, similares a los de la leyenda del rock, pero no se queda ahí, pues prácticamente calca sus gestos, sus andares, su presencia y sus movimientos en el escenario, su carisma, etc. Vamos, que hay momentos de la película en los que uno realmente llega a creerse que Freddie Mercury ha resucitado. Y voy más allá, puesto que lo de los parecidos no se queda solamente en el líder de Queen, sino también en el resto de sus componentes, muy bien interpretados y caracterizados por sus respectivos actores, quienes quedan eclipsados por momentos por el excepcional papel que hace Rami Malek, para mí, un candidato fijo al Óscar al Mejor Actor, y, con un poco de suerte, el ganador. En cuanto a la película, en líneas generales es entretenida, con diálogos y comentarios a veces muy sutiles y otras que rallan la comedia y te sacan una carcajada, aunque si por algo destaca es, como era de esperar, por la continua presencia de canciones y conciertos de la banda, especialmente el de Live Aid, en el que literalmente se me pusieron los vellos de punta. Antes de ver la película, ya había pensado varias veces en que ojalá hubiese vivido cuando Queen llenaba estadios y triunfaba con sus grandes éxitos; ahora, después de haberla disfrutado, no hago sino confirmar que vaya suerte que tuvieron los que fueron contemporáneos de una banda que marcó un antes y un después en la historia de la música. Así que nada, si tenéis un hueco, acercaos a uno de los cines de vuestra ciudad y pagad una entrada para ver esta película, que seguro que no os decepcionará.

lunes, 5 de noviembre de 2018

No es mío, pero es interesante (CXIX)

Aquí tenemos una nueva entrega de 'No es mío, pero es interesante', una sección en la que os recomiendo las entradas de otros blogs y webs que más me han gustado en las últimas semanas. Esta vez, Microsiervos casi hace pleno, pues todos los posts recomendados, a excepción de uno, vienen de este blog tan interesante. Lo que no cambia es la variedad de contenidos: matemáticas, ciencia, astronomía, curiosidades, vídeos, ilusiones ópticas, etc.
Repasemos la lista de recomendaciones de esta entrega:
¿Qué os han parecido las recomendaciones de esta entrega? Espero que os hayan gustado y que me lo hagáis saber a través de un comentario ;)

Nota: hubo un error a la hora de numerar las entregas de esta sección, puesto que las entregas publicadas en enero y en febrero de 2018 se numeraron igual (CIX). Es ahora cuando me he dado cuenta del error; así pues, teniendo en cuenta que la última publicada fue la entrega número CXVII, no habrá entrega CXVIII, y pasamos directamente a ésta, que es realmente la CXIX.

domingo, 28 de octubre de 2018

First Man (El primer hombre)

Ayer por la tarde fui con mi amigo Jose y su hermano Fran a los cines del Málaga Nostrum para ver 'First Man (El primer hombre)', una película dirigida por Damien Chazelle y protagonizada por Ryan Gosling (Neil Armstrong) y Claire Foy (Janet Armstrong).
La NASA ve cómo los rusos van por delante de ellos en la carrera espacial tras, entre otros logros, haber conseguido enviar al hombre al espacio, concretamente a Yuri Gagarin. Es entonces, a comienzos de la década de los 60, cuando centran todos sus esfuerzos en llevar al hombre a la Luna, tal y como prometió el presidente Kennedy en uno de sus más famosos discursos. Para ello, crea un programa espacial para el que recluta a algunos de los mejores ingenieros y pilotos norteamericanos, entre los cuales está Neil Armstrong. Este padre de familia, casado con una abnegada y sufrida esposa como Janet, verá cómo esta peligrosa misión se encuentra con la oposición de un país que no entiende por qué se invierte tanto dinero en una conquista del espacio que por el camino se irá cobrando las vidas de varios compañeros, pero que al mismo tiempo le encumbrará y le hará protagonizar una de las páginas más gloriosas de la historia de la humanidad.
Conociendo a los americanos (los de EEUU me refiero), su enorme patriotismo y lo espectacular de sus producciones, cualquiera esperaría una película por todo lo alto para narrar una de las mayores gestas del ser humano, conseguida a más inri por ellos. Pues todo lo contrario, porque la película ni es una 'americanada' (más allá de los necesarios y muy bien conseguidos efectos especiales) ni se centra en la histórica llegada del hombre a la Luna, a la que siendo estrictos solamente le dedica los últimos minutos. Nos encontramos más bien con un relato intimista de un Neil Armstrong esposo y padre, que se enfrenta a la pérdida de una hija de apenas dos años, y de un Neil Armstrong piloto y astronauta, que se enfrenta sin saberlo a la gran aventura de su vida. Lo interpreta con acierto Ryan Gosling, que, si bien no lo borda, cumple con creces a la hora de expresar la frialdad de una persona que convive con la muerte de su hija y de otros astronautas sin saber si él será el próximo en dejarse la vida. La película destaca por ese toque antiguo con colores un tanto gastados y una textura granulada que contrasta con la alta definición de las escenas que tienen lugar en el espacio y la Luna, y consigue el mismo efecto con el sonido, que se transforma en silencio cuando Neil se dispone a bajar del módulo lunar. Por contra, se trata de un largometraje que hace honor a su nombre, y es que, debido al carácter biográfico y a la reservada personalidad que caracteriza al personaje principal, se hace lenta y larga, dando la sensación de que se podría haber recortado un poco; tampoco me ha gustado mucho el final, muy simple para lo que cuenta la película. En resumidas cuentas, nos encontramos con una película imprescindible si quieres conocer la intrahistoria y todo lo que ocurrió antes de ese 21 de julio de 1969 cuyo 50 aniversario tendrá lugar el próximo verano (yo al menos he aprendido mucho viéndola), pero que no te atrapa lo suficiente como para salir maravillado de la sala de cine.

jueves, 18 de octubre de 2018

Once años... y los que quedan

Aquí sigo otro año más pululando por la blogosfera, buscando huecos donde no los hay para compartir mis aficiones y mis vivencias con cualquier persona que quiera pasarse por aquí para que este trocito de Internet siga respirando aunque sea con dificultad. Mi blog, 'El mundo de Rafalillo', celebra hoy su undécimo cumpleaños con un período de madurez que alcanzó en épocas pasadas y que ahora está de capa caída, lo cual no quita que siga teniendo cosas que contar, porque hay un buen listado de entradas pendientes por redactar y publicar. Ganas hay de sobra, pero también falta tiempo, y mucho.
Cada año me repito cuando celebro un nuevo aniversario del blog, pero es que no hay mucho más que decir en una entrada como ésta. 'El mundo de Rafalillo' ya no es lo que era, pues ni por asomo publico con la misma periodicidad y variedad que en sus primeros cuatro o cinco años, y tampoco los visitantes son tan numerosos como antaño, lo cual se traduce en unas estadísticas penosas que luego detallaré. En cualquier caso, me cuesta pensar en el día que definitivamente pondré punto y final a esta experiencia, y es por eso que mientras tanto mantengo esto con vida con las pocas secciones que han sobrevivido en los últimos tiempos, a saber: 'No es mío, pero es interesante', mis colaboraciones para el 'Carnaval de Matemáticas', las críticas de los libros que leo, los resúmenes de las procesiones de Semana Santa y extraordinarias a las que voy, y los relatos de los viajes que hago. Ojalá hubiese más diversidad de contenidos, pero ya de por sí me cuesta estar al día con mis viajes, como para hablar de más cosas.
El resumen estadístico de lo que ha sido el blog en los últimos doce meses no puede faltar en esta entrada:
  • 40 entradas publicadas (una menos que el año anterior), lo que depara una media de 3 o 4 entradas al mes.
  • 59 comentarios, un 22 % menos que el año anterior, y que representa apenas un comentario y medio por cada entrada publicada.
  • Unas 9.800 visitas recibidas, o lo que es lo mismo, un 30 % menos que hace un año. Esto supone una media de unas 27 visitas diarias.
  • Las visitas proceden de 70 países diferentes de los cinco continentes. Algo más de la tercera parte de los visitantes son de España, mientras que los demás lo hacen principalmente desde Latinoamérica (México, Colombia, Argentina, Perú, Chile, Ecuador...), Francia y Estados Unidos.
  • La duración media de las visitas sube hasta los 51 segundos, por los 43 del año anterior.
  • El blog ha sido visualizado unas 12.200 veces, un 28 % menos que el año anterior. Son 651 las diferentes páginas que se han visualizado, siendo la de ¿Qué diferencia existe entre un equinoccio y un solsticio? la más visitada, seguida por la principal del blog.
  • El blog tiene 54 suscriptores (un 16 % menos que el año pasado) y 58 seguidores (misma cantidad que hace un año).
Ni que decir tiene que los datos son más o menos los esperados, y la tendencia para los próximos años será incluso más a la baja. Ya me gustaría a mí tener mejores registros para que la celebración del aniversario fuese algo más digna, pero bueno, al menos el blog sigue en pie con lo poquito que logro compartir con vosotros. Como he advertido ya en cumpleaños anteriores, la probabilidad de que 'El mundo de Rafalillo' vuelva por sus fueros es ínfima, prácticamente nula, por lo que toca conformarse con lo que hay, que bien mirado es de cierta calidad. Por cierto, que la idea de un blog de Semana Santa la mantengo guardada por si acaso en el futuro me atrevo a sacar adelante ese proyecto; por su parte, el blog de Flipeando las Matemáticas que empecé hace poco más de un año para utilizarlo en mi labor docente tuve que abandonarlo ante el poco uso que le estaban dando mis alumnos, aunque pretendo retomarlo a corto plazo.
Pues nada más por hoy. Como siempre le doy las gracias a todos los lectores de 'El mundo de Rafalillo' que siguen pasándose por aquí de forma puntual o con cierta continuidad. Tanto vosotros como los nuevos visitantes siempre seréis bien recibidos.
¡Muchas gracias a todos!

domingo, 14 de octubre de 2018

La Soledad de San Pablo procesiona por el centenario de su hermandad

En la tarde-noche de ayer sábado, la imagen de Nuestra Señora de la Soledad salió en procesión extraordinaria con motivo del centenario fundacional de la hermandad del Santo Traslado.
El cortejo se puso en marcha a las seis y media, con la cruz guía de la corporación al frente y seguida por la Banda de Cornetas y Tambores de Nuestro Padre Jesús Cautivo interpretando marchas en cabeza de procesión; a continuación, numerosas parejas de hermanos portando cirios, el guión de la cofradía, una representación de otras hermandades (Salud, Cautivo, Zamarrilla y Piedad) con sus respectivos guiones, la presidencia y los acólitos. Nuestra Señora de la Soledad salió en su trono del Viernes Santo, pero presentó varias novedades estéticas que dotaron a la imagen de un aspecto diferente al que estamos acostumbrados. La imagen estrenó una ráfaga de orfebrería que le aportó más protagonismo, así como la ausencia de la cruz en el trono, que además contaba en sus esquinas con los arbotantes del de la Patrona. Por su parte, la Banda Sinfónica Virgen de la Trinidad fue la encargada de interpretar marchas procesionales tras el trono.
A lo largo del recorrido se vivieron varios momentos emotivos, entre ellos el que tuvo lugar en la ermita de Zamarrilla, donde María Santísima de la Amargura salió al encuentro de la Virgen de la Soledad, tras lo cual la imagen fue despedida con una petalada. También fue recibida con otras petaladas en varios puntos del recorrido, como por ejemplo a su paso por las casas hermandad del Cautivo y de la Salud. La imagen, bastante arropada de público, discurrió por las calles de su barrio, en particular por Trinidad, Carril, Mármoles, Avenida de Barcelona, plaza de Bailén, Trinidad, Sevilla, Regente, Juan de Herrera, San Quintín, Avenida de Fátima, Trinidad y su casa hermandad, donde se recogió poco después de la una de la madrugada con una gran petalada.

martes, 9 de octubre de 2018

No es mío, pero es interesante (CXVII)

Aquí tenemos una nueva entrega de 'No es mío, pero es interesante', una sección en la que os recomiendo las entradas de otros blogs y webs que más me han gustado en las últimas semanas. Como siempre, hay un blog que aporta varios posts, concretamente Microsiervos, con seis aportaciones. Y lo que tampoco falla es la variedad de contenidos: matemáticas, astronomía, curiosidades, vídeos, etc.
Repasemos la lista de recomendaciones de esta entrega:
¿Os han gustado las recomendaciones de esta entrega? Espero que sí y que me lo hagáis saber a través de un comentario ;)

domingo, 30 de septiembre de 2018

La Merced recorre su feligresía por el 800 aniversario de la Orden Mercedaria

En la tarde-noche de ayer sábado, Nuestra Madre y Señora de la Merced procesionó en rosario vespertino extraordinario con motivo del 800 aniversario de la fundación de la Orden Mercedaria.
La procesión dio comienzo a las 19:30, partiendo desde el interior del Real Santuario de Santa María de la Victoria con una cruz parroquial al frente y seguida por dos nutridas filas de hermanos portando velas, el guión de la hermandad y la presidencia de la corporación. A continuación, se situó la Escolanía Pueri Cantores Jesús Nazareno de Almogía para acompañar en el rezo de las estaciones a Nuestra Madre y Señora de la Merced, que procesionó en el trono de María Santísima de los Dolores de Almogía, aunque lo hizo en solitario, es decir, sin la habitual compañía de San Juan Evangelista en la Sacra Conversación de cada Domingo de Ramos. Con motivo de este rosario extraordinario, la Virgen estrenó un escapulario en plata de ley y un broche bordado en oro fino, mientras que en el cortejo iba el nuevo guión mercedario.
La procesión, bien arropada de público, discurrió por la plaza del Santuario y por las calles Fernando el Católico, Ladrón de Guevara, María, Rodrigo de Ulloa, Santa María Micaela, Marcos Gómez, Padre Mariana, Manrique, Puerto Parejo y Párroco Ruiz Furest. En este punto, coincidiendo con el término del rezo de las estaciones, la Escolanía Pueri Cantores abandonó la procesión para ser reemplazada por la Unión Musical Maestro Eloy García, que se situó tras el trono para interpretar marchas procesionales (entre ellas 'Libertadora', estreno para la ocasión) en la segunda mitad del recorrido. Con esta nueva formación, el cortejo continuó por las calles Altozano, Cruz Verde, Frailes, Huerto del Conde, Cobertizo del Conde, Lagunillas, plaza de la Victoria, Altozano, Chaves, plaza Benigno Santiago Peña, plaza de Mendizábal, Cristo de la Epidemia, plaza de la Victoria, Compás de la Victoria, San Patricio, Fernando el Católico, plaza del Santuario y Real Santuario de Santa María de la Victoria, donde tuvo lugar el encierro poco antes de las dos de la madrugada, esto es, casi dos horas y media después de la hora prevista, un retraso más que injustificado.

martes, 25 de septiembre de 2018

La gran novela de las matemáticas

El último libro que he leído este verano ha sido 'La gran novela de las matemáticas', del divulgador matemático francés Mickaël Launay.
El autor hace un recorrido por la historia de las matemáticas a través de esas grandes mentes que, a lo largo de cientos y miles de años, han ido descubriendo diversos conceptos y teoremas que ahora se enseñan en colegios e institutos y que se utilizan de una forma más o menos directa en ámbitos más o menos cotidianos, tales como la geometría que se esconde en un balón de fútbol o la fórmula que explica la fuerza con la que se atraen dos cuerpos, como por ejemplo los planetas. Esta gran historia comenzó hace miles de años, cuando el ser humano aprendió a contar haciendo muescas en un hueso, y actualmente sigue inacabada, pues todavía existen grandes problemas sin resolver. Entre medias, nos encontramos con que las primeras civilizaciones decoraban sus vasijas con motivos geométricos sin saber que estaban clasificando los siete tipos de cenefas posibles, que los símbolos matemáticos (+, -, /, =, etc.) fueron surgiendo a cuenta gotas hace apenas 500 años, o que se puede construir una esfera tan grande como el Sol aparte de una tan pequeña como un guisante, por muy paradójico que nos resulte.
Cuando me topé con este libro en una de mis visitas a las librerías de mi ciudad para encontrar nuevos títulos que añadir a mi larga lista de futuras lecturas, supe casi desde el primer momento que adquirirlo era una apuesta segura, tanto que lo incluí en mi siguiente carta a los Reyes Magos (la de las últimas navidades)... Y me lo trajeron... Y lo he devorado este mismo verano. He de reconocer que en los dos o tres primeros capítulos no me convenció del todo, pero después ha sido un placer ir avanzando en sus páginas y siguientes capítulos para refrescar muchas cosas que ya sabía (es lo que tiene haber leído tanta divulgación matemática) y aprender otras tantas. Me ha gustado mucho cómo plantea el autor cada capítulo, con unos primeros párrafos en los que nos introduce el concepto a tratar partiendo bien de una visita al Louvre para mostrarnos las matemáticas que oculta, bien de los viajes que realizó Fibonacci para aprender los números indoarábigos y descubrir su famosa sucesión, bien de 15 formas más para, entre otras cosas, saber de dónde salen los infinitos decimales del número π, admirar los 17 teselados de la Alhambra o conocer las primeras máquinas de las que posteriormente surgieron las calculadoras y ordenadores que utilizamos a diario. Todo el relato está salpicado de anécdotas, curiosidades, ilustraciones y las fórmulas justas y necesarias para disfrutar de una lectura amena que nos enseña que las matemáticas son el fruto de años y años de evolución y estancamiento, de ideas brillantes e intentos fallidos, de colaboraciones y disputas entre matemáticos, de teoremas demostrados y conjeturas por demostrar. Por ponerle una pega a este libro, la verdad es que no me hubiese importado que fuese más largo (no llega a las 250 páginas), pero está escrito y enfocado al público poco ducho en esta materia para captar su atracción e intentar hacerle ver que las matemáticas y su historia son apasionantes, así que es entendible su extensión. En cualquier caso, se ha ganado un hueco entre mis títulos preferidos de la divulgación matemática, por lo que habrá que estar atentos a futuras obras de Mickaël Launay, seguro que tampoco defraudarán.

Nota: este post forma parte del Carnaval de Matemáticas, que en esta septuagésima novena edición, también denominada 9.3 Vuelta al Cole, está organizado por Juan Francisco Hernández Rodríguez a través de su blog Esto no entra en el examen.

domingo, 16 de septiembre de 2018

El Señor de la Pollinica procesiona en su 75 aniversario

En la mañana y tarde de hoy domingo ha tenido lugar la procesión extraordinaria de Nuestro Padre Jesús a su Entrada en Jerusalén con motivo del 75 aniversario de la bendición de dicha talla.
La procesión estaba prevista que se celebrase ayer sábado por la tarde noche, pero el día anterior se anunció su aplazamiento a la mañana del domingo tras consultar las previsiones meteorológicas, las cuales pronosticaban lluvias de cierta intensidad en las horas en las que la imagen estaría en la calle, como así finalmente ocurrió. El cortejo se puso en marcha a las once y media partiendo de la casa hermandad del Sepulcro, que cedió sus instalaciones a la cofradía de la Pollinica para esta salida extraordinaria; al frente estuvo la cruz parroquial, seguida de numerosos hermanos portando cirios, el guión corporativo, el estandarte del Señor, la presidencia y un cuerpo de doce acólitos, cuatro de la propia cofradía y las restantes de las otras hermandades que procesionan el Domingo de Ramos. Nuestro Padre Jesús a su Entrada en Jerusalén salió unos minutos más tarde a los sones de la 'Marcha Real', interpretada por la Agrupación Musical de la Pasión de Linares, que ha acompañado a la imagen de forma magistral en todo su recorrido.
La imagen del Señor de la Pollinica, recientemente restaurada, ha procesionado sin su grupo escultórico (solamente con el pollino) sobre un monte de claveles rojos en el trono de la Virgen del Traspaso y Soledad de Viñeros y con los faroles del trono de Jesús Nazareno de la Salutación; además, ha estrenado un manteo de color verde y una cinturilla para celebrar esta efeméride. Como si de un Domingo de Ramos se tratase, los cofrades han acudido en masa al centro histórico para acompañar a la procesión, que, tras partir de la casa hermandad del Sepulcro, discurrió por las calles Alcazabilla, Císter, Santa María, Molina Lario, plaza del Obispo, Molina Lario, Sancha de Lara, Martínez, Puerta del Mar, plaza de Félix Sáenz, Nueva, Especería, plaza de la Constitución, Granada, plaza del Carbón, plaza del Siglo, Granada, Echegaray, San Agustín, Císter y Alcazabilla, encerrándose sobre las cinco y media de la tarde en la citada casa hermandad.
No quería terminar sin puntualizar que me parece una decisión equivocada el haber cambiado de día la procesión por culpa del riesgo de lluvia. Haber esperado al momento de salir y, si acaso, retrasar la salida una hora como se suele hacer en Semana Santa, hubiese sido lo correcto. Si llegado el momento las previsiones siguen sin ser halagüeñas, pues se suspende la procesión (extraordinaria en este caso) y listo. El que las cofradías puedan elegir cuándo y por dónde procesionar a su antojo y de esta manera no hace más que darle la razón a los no cofrades que, si bien a veces son exagerados e irrespetuosos con sus manifestaciones, otras muchas opinan con fundamento, como en este caso.

lunes, 10 de septiembre de 2018

Viaje a España 2017: día 2

Domingo, 6 de agosto de 2017

8:00
Nos levantamos en cuanto sonó el despertador, dispuestos a no perder el tiempo y a aprovechar al máximo la mañana, ya que después de comer tendríamos que coger el coche para ir a Palencia. Luego de asearnos y vestirnos, bajamos a la cafetería del hotel a desayunar; en mi caso, me serví un par de tostadas (bastante gruesas, por cierto) con mantequilla, una napolitana de chocolate, un croissant y un vaso de leche con Nesquik, lo cual me sorprendió, puesto que en la mayoría de los sitios solamente hay Cola Cao. Volvimos a la habitación para recoger las maletas y dejarlas en la recepción para recogerlas cuando volviésemos de comer, y a continuación, a eso de las nueve y media, salimos a la calle para empezar a callejear y visitar Segovia.
En primer lugar, nos acercamos a la iglesia de San Lorenzo, situada a pocos metros del hotel; parecida a algunas que habíamos visto la tarde anterior (pequeña y de estilo románico), estaba cerrada en ese momento, así que continuamos con nuestra caminata hasta llegar al Acueducto de Segovia. Fuimos en busca de otras dos iglesias próximas, la de los Santos Justo y Pastor y la del Salvador, pero tanto una como otra también estaban cerradas, lo cual nos extrañó mucho porque en Málaga es raro que una iglesia no esté abierta a partir de las nueve de la mañana, tras lo cual pasamos por delante del IES Mariano Quintanilla, el más antiguo de España, para luego recorrer bordear el acueducto hasta la arquería principal de la plaza del Azoguejo.
Bajando y subiendo cuestas y escalinatas llegamos al Paseo del Salón de Isabel II, un frondoso parque que recorrimos desde su comienzo (el Postigo de la Luna) hasta su final (el Postigo del Sol), dos de las puertas de la muralla de Segovia. Más adelante, nos adentramos de nuevo en la ciudad por la Puerta de San Andrés, más monumental que las anteriores y con una pequeña talla de la Virgen del Socorro por la parte interior, para poder llegar a la Catedral de Santa María, la cual vimos esta vez por el lateral más próximo a su torre, además de la fachada principal. Seguidamente, avanzamos por la calle Daoiz, al final de la cual nos topamos con los Jardines del Alcázar, desde cuyos miradores se puede disfrutar de grandes panorámicas y que si por algo destaca es por el Monumento a los Héroes del 2 de Mayo situado en el centro de los jardines.
Las entradas del Alcázar de Segovia las compramos en un edificio próximo a este conocido monumento (5'5 € la mía y 3'5 € la de mi madre por ser desempleada), tras lo cual comenzamos la visita de las diversas salas que la componen: la Sala del Palacio Viejo, con numerosas armaduras; la Sala del Trono, reconocible gracias a que en ella se encuentran los tronos de los Reyes Católicos con su escudo y su famosa divisa ("Tanto monta"), así como sendos retratos de éstos; la Sala de la Galera, con un impresionante artesonado y una pintura sobre uno de los muros en la que se representa la coronación de Isabel la Católica; la Sala de los Reyes, llamada así porque en ella hay pequeñas estatuas de todos los reyes de Asturias, León y Castilla; etc.
Tras pasar unos minutos en un patio exterior del Alcázar, desde el cual se pueden admirar tanto sus llamativas torres y un jardín con una forma geométrica muy curiosa, volvimos al interior, concretamente a la Sala de Armas, engalanada con banderas y salpicada de armaduras, escudos, armas y cañones. Después, atravesamos el Patio de Armas para continuar con el Museo del Real Colegio de Artillería, en el que se exponen cuadros, uniformes militares de gala y numerosos libros antiguos de diversas disciplinas (artillería, matemáticas, astronomía, física, química...). A las doce del mediodía estábamos saliendo ya del Alcázar por la reconocible Torre de Juan II, dando por terminada de esta forma la visita.

12:05
Soportando un calor un tanto sofocante, retomamos el paseo por Segovia bordeando el lateral norte de la muralla, pasando concretamente por la Puerta de Santiago, la Puerta de San Cebrián y la iglesia de San Juan de los Caballeros, que, en efecto, estaba cerrada. Luego, nos adentramos de nuevo en la ciudad, y por el camino pasamos por delante de varios edificios notables, tales como el de la Diputación Provincial, la Casa de los Marqueses de Lozoya o la Casa de las Cadenas. Por cierto, que una cosa que me gustó mucho de la ciudad fue el esgrafiado con el que están embellecidos los muros de muchos de sus edificios, casi todos con dibujos geométricos muy elaborados y vistosos.
Al final de este paseo llegamos al Postigo del Consuelo, en la parte alta del Acueducto de Segovia, desde donde hice algunas fotos antes de ir a la iglesia de la Compañía de Jesús, que (¡milagro!) sí estaba abierta al público, por lo que aprovechamos para entrar en ella y admirar el maravilloso retablo de su altar mayor. De allí nos fuimos a El Sitio a tomarnos un refresco con su correspondiente tapa gratis (una caña y una tapa de paella mi madre, y yo una Coca-Cola Zero con una tapa de choricitos con patatas), y seguidamente al restaurante Jose María, donde teníamos una mesa reservada gracias a la recepcionista de nuestro hotel, y menos mal, porque era poco más de la una y media y ya estaba casi lleno.
Obviamente, no podíamos irnos de Segovia sin probar su famoso cochinillo asado, pero también pedimos una ración de croquetas de jamón ibérico y una ensalada mixta con bonito, además de agua para beber. ¡Qué fallo el nuestro al pedir dos platos previos al cochinillo! Las croquetas estaban espectaculares, de las mejores que he probado, pero la ensalada era enorme, como para compartir entre cuatro personas, y además nos pusieron un entrante cortesía de la casa consistente en una pequeña ensalada con queso. Con todo esto ya estábamos más que comidos, y faltaba el cochinillo, que por cierto iban saliendo cada dos por tres de la cocina para presentarlo y trincharlo en varios trozos a los comensales.
Al final, pedimos solamente un trozo para a su vez dividirlo en dos, uno para cada uno. Me costó la vida comerme el mío, pues ya estaba lleno, pero había que hacer un esfuerzo para no dejar ni una muestra de este manjar. Estaba delicioso, con la piel dorada y crujiente y la carne jugosa. Tras reposar un buen rato el almuerzo y pagar la cuenta (55'79 € en total), salimos en busca del hotel, pero en cuanto llegamos a la Plaza Mayor tuve que sentarme en un banco a la sombra porque tenía que esperar a que me bajase un poco más la comida. Pasados unos minutos, retomamos el camino, parando entre medias en el Convento del Corpus Christi, aprovechando que estaba abierto, y, cómo no, en el Acueducto de Segovia, pues no pude resistirme a hacerle más fotos de las que ya le había hecho.
Recogimos las maletas en el hotel y a las cuatro y veinte de la tarde nos pusimos en marcha rumbo a Palencia. Solos por la autovía, hicimos un pequeño descanso por Aldeamayor de San Martín para estirar las piernas, y allí aprovechamos para avisar a Julio y Pilar (el primo de mi padre y su mujer, que viven en Palencia) de que en breve llegaríamos a Baños de Cerrato, un pequeño pueblo palentino en el que se encuentra la iglesia en pie más antigua de España, y que allí nos veríamos con ellos. En efecto, los dos nos estaban esperando cuando llegamos a las seis y cuarto, y con ellos pasaríamos lo que quedaba de este día y el siguiente, pues parte del motivo de este largo viaje era rendirles visita.
Frente a mí tenía la iglesia de San Juan de Baños, la que salía en algunas fotos de mis libros de Historia en los temas de los visigodos, y yo obviamente le hice mis propias fotos. Tuvimos que pagar 2 € por persona por la entrada, pero incluía una visita guiada que empezaba a las seis y media, de la cual se encargó una joven que nos contó la historia del templo (mandado construir por el rey Recesvinto en el siglo VII), las reformas que ha experimentado, su estilo arquitectónico, los objetos que conserva (la corona de Recesvinto, una baldosa con la huella de la mano de dicho rey...), etc. Al salir de la iglesia, nos acercamos a la cercana Fuente de San Juan, cuyas aguas, según cuenta la leyenda, devolvieron la salud al rey visigodo.

19:00
Ya en nuestros respectivos coches, seguimos al de Julio y Pilar para llegar al Hotel Alda Centro Palencia, donde mi madre se bajó para ir registrándose mientras yo buscaba aparcamiento por los alrededores; una vez que me dejaron en el hotel, quedamos en vernos más tarde después de que descansásemos un rato. A todo esto, mi madre todavía estaba liada con el registro de la habitación, la 210, y resultó que la recepcionista, al igual que la que nos atendió en Segovia, también guardaba cierta relación con Málaga, pues casualmente era de Antequera. Tras hacer el pago de las dos noches que nos íbamos a quedar (57'62 € en total, un precio espectacular), subimos a la habitación, con bañera en vez de ducha.
Sobre las ocho y veinte nos pusimos en marcha para recorrer la calle Mayor Principal de principio a fin, puesto que el hotel estaba situado en un extremo y habíamos quedado con Julio y Pilar al final de dicha calle. Lo que más me llamó la atención de ella fueron dos cosas: la primera, que una de sus aceras cuenta con soportales en casi toda su longitud, lo cual es típico de esta zona para poder refugiarse de la habitual lluvia; y la segunda, que está salpicada por varias estatuas de bronce, entre ellas la del escultor Victorio Macho tallando el Cristo del Otero, la de la Aguadora, la de la Niña de la comba, la de la Castañera, la estatua a Jerónimo Arroyo, la estatua a la Mujer Palentina, etc. También cabría resaltar el edificio del Colegio de Villandrando, que capta la atención de los viandantes con su colorido friso cerámico, y el cruce de los Cuatro Cantones, donde esta vía es atravesada por las calles Don Sancho y la Cestilla.
Más adelante, a eso de las nueve de la noche, nos reencontramos con Julio y Pilar. Después de dar un paseo por el Parque del Salón de Isabel II, entramos en la pizzería la Competencia para tomarnos un refresco, con su correspondiente tapa de pizza gratis, y seguidamente fuimos a Stella a cenar. Allí nos pedimos una ración de ensaladilla rusa, una de queso y un par de chapatas (una de jamón y otra de ternera, creo recordar), además de las bebidas. Todo muy correcto, tanto la comida como el servicio, y con el detalle de que al terminar nos trajeron unos pequeños bombones helados. Al salir de allí, Julio nos llevó a la vecina calle Colón para enseñarnos el edificio en el que habían vivido su padre y sus hermanos (entre ellos, mi abuela paterna) cuando eran niños, tras lo cual nos despedimos con la idea de vernos de nuevo al día siguiente al mediodía.
De camino al hotel, pasamos por el Palacio de la Diputación Provincial de Palencia, de estilo modernista y cuya iluminación nocturna resalta la elegancia de su fachada; luego, nos acercamos a la Plaza Mayor, con el Ayuntamiento presidiéndola, para continuar por la calle Mayor Principal desde el Colegio de Villandrando, mucho más vistoso de noche. Me hubiese gustado ir también a ver la Catedral iluminada, pero mi madre estaba ya cansada y no le apetecía andar más, así que lo dejamos para el siguiente día y nos fuimos directos al hotel. Al final, entre una cosa y otra, nos acostamos a las doce y media de la madrugada.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

No es mío, pero es interesante (CXVI)

Ya tenemos aquí una entrega más de 'No es mío, pero es interesante', una sección en la que os recomiendo las entradas de otros blogs y webs que más me han gustado en las últimas semanas. Para no perder la costumbre, Microsiervos copa casi todas las recomendaciones con doce posts. En cuanto a la variedad, esta vez hay muchas matemáticas, pero también ciencia, astronomía, curiosidades, vídeos, etc.
Repasemos la lista de recomendaciones de esta entrega:
¿Qué os han parecido las recomendaciones de esta entrega? Espero que sí y que me lo hagáis saber a través de un comentario ;)

jueves, 30 de agosto de 2018

El último Catón

El cuarto libro que he leído este verano ha sido 'El último Catón', de la escritora española Matilde Asensi.
La hermana Ottavia Salina, una prestigiosa paleógrafa que trabaja en el Archivo Secreto de la Ciudad del Vaticano, es requerida para descifrar las escarificaciones encontradas en el cadáver de un etíope, concretamente siete letras griegas y siete cruces. Para ello contará con la ayuda de Kaspar Glauser-Röist, capitán de la Guardia Suiza, y posteriormente se unirá a ellos Farag Boswell, arqueólogo y profesor del Museo Grecorromano de Alejandría; al mismo tiempo, numerosas iglesias cristianas de todo el mundo están sufriendo el robo de las reliquias de la Vera Cruz, la cruz en la que supuestamente murió Jesucristo. Pronto descubrirán que en el Purgatorio de 'La Divina Comedia' de Dante Alighieri se encuentra la clave para resolver este misterio que les llevará a siete importantes ciudades (Roma, Rávena, Jerusalén, Atenas, Constantinopla, Alejandría y Antioquía), en las cuales tendrán que superar otras tantas pruebas basadas en los siete pecados capitales (soberbia, envidia, ira, pereza, avaricia, gula y lujuria).
Me hice con este libro hace unos años con la esperanza de que, tras su lectura, se convirtiera en una de mis novelas favoritas, como en su día lo consiguieron La sombra del viento o Los pilares de la Tierra, por poner un par de ejemplos. Nada más lejos de la realidad, pues me ha supuesto una notable decepción en todos los sentidos, y eso a pesar de que su argumento prometía bastante, muy en la línea de esa moda literaria que surgió a principios de siglo que mezcla historia, religión y aventuras, y cuyo mayor exponente es 'El código Da Vinci'. Sé que para muchos será un sacrilegio lo que voy a decir, pero en mi opinión Dan Brown (sobre todo con 'Ángeles y demonios') le da mil vueltas a 'El último Catón' de Matilde Asensi. Cuando empiezas a leerlo, te esperas que tarde o temprano te mantenga enganchado, pero poco a poco se va haciendo lento y cansino, y no ves que llegue ese momento en el que no puedes parar de leer. Es indiscutible que la autora, tal y como explica en el prólogo, parte de una documentación y un rigor histórico profundos, tanto que a lo largo del libro abusa de nombres y datos que entorpecen un poco. Precisamente ese rigor y esa supuesta realidad es lo que más desentona en el desarrollo de la historia, puesto que en su conjunto me parece bastante inverosímil, fantasiosa, poco creíble, lo cual se refleja principalmente en las pruebas que tienen que superar los tres personajes (surrealistas y enrevesadas) y en el final, muy soso, simplón y, en la línea del libro, decepcionante. Por otra parte, tampoco me ha gustado que la autora se adentre en los problemas personales y pasados de sus tres protagonistas y no termine de desarrollarlos y explicarlos del todo; bajo mi punto de vista, quedan expuestos de una manera superficial y con poca o nula trascendencia en la trama, por lo que se lo podría haber ahorrado. En definitiva, lo único que se me ocurre concluir es que es un libro prescindible, y lo digo con pena porque las expectativas eran muy altas a tenor de las excelentes críticas que tiene, pero en mi caso decir lo contrario sería mentir.

miércoles, 22 de agosto de 2018

Viaje a España 2017: día 1

Sábado, 5 de agosto de 2017

7:00
A esta hora me levanté para disponerme a emprender un largo viaje que me llevaría a recorrer en coche y con mi madre parte de la geografía española hasta el otro lado de la península. Segovia, Palencia, Cantabria, Burgos y Toledo serían los destinos que visitaría en los próximos nueve días, todos desconocidos para mí, pues hasta entonces me había dedicado a conocer más el extranjero que mi propio país, quizás por eso que se suele decir de que no sabemos apreciar lo que tenemos, y la verdad es que no tenemos nada que envidiar al resto del mundo, algo que ya sabía antes de hacer este viaje, pero con más motivo tras acabarlo. Tras mi habitual desayuno de un mollete con aceite y un vaso de leche fría con Nesquik, terminé de hacer mi maleta con lo poco que quedaba por meter, tras lo cual mi madre y yo bajamos al garaje no sin antes despedirnos de nuestra perra Lola, que se quedaría al cuidado de mi hermana.
Nos pusimos en marcha a las ocho y media de la mañana, más o menos a la hora que había previsto, con la idea de comer en alguna venta antes de llegar a Madrid y llegar a Segovia sobre las cinco o las seis de la tarde. Por el camino hicimos varias paradas para estirar las piernas, aproximadamente cada hora y media, puesto que a mí me cansa bastante conducir; concretamente, paramos en Cijuela (en el mismo sitio que cuando fui a examinarme de las Oposiciones a Jaén el año anterior), en Mengíbar y, ya pasado Despeñaperros, y en Almuradiel (donde aproveché para repostar 15 € de diésel). A partir de aquí me sorprendió mucho el cambio de paisaje, pues cambiamos casi de golpe y porrazo las montañas y olivares de Jaén por la llanura de Castilla-La Mancha, salpicada eso sí por molinos de viento.
Sobre las dos de la tarde ya estábamos cerca de Madrid, por lo que nos desviamos un par de veces para buscar un sitio para comer, pero no tuvimos suerte, pues o bien la venta estaba cerrada o bien no nos parecía adecuada, así que seguimos buscando. El problema fue que nos perdimos, y eso que había impreso la ruta que debíamos seguir, pero entre que a mi madre se le pasó avisarme del desvío que teníamos que tomar, que no veíamos la manera de dar la vuelta y que ningún panel indicaba Segovia (algo incomprensible siendo una capital tan cercana a Madrid), estuvimos cerca de una hora sin rumbo por las diversas autovías y rondas que rodean la capital. Finalmente nos ubicamos y supimos cómo enfilar de nuevo el camino hacia Segovia tras preguntar en una gasolinera, donde nos indicaron cómo llegar a la A-6, que era la autovía que debíamos tomar.
A las cuatro menos cuarto hicimos un último intento por almorzar en carretera, unos kilómetros antes del Valle de los Caídos, pero el área de servicio en el que paramos era excesivamente cara, pues por un bocadillo de jamón muy simple te cobraban 8-9 €. Ante esta situación, y teniendo en cuenta que estábamos a apenas una hora de nuestro destino, decidimos continuar e ir directos a Segovia, para lo cual nos incorporamos a la autopista (8'25 € por unos pocos kilómetros, un robo) con el fin de evitar la carretera de montaña. Nada más entrar en Segovia, reposté otros 30 € de diésel, y ya a las 16:40 aparcamos finalmente el coche a pocos metros de The Factory Residence Hall, el hotel en el que nos alojaríamos esa noche por 68 €, desayuno incluido.

16:45
En la recepción nos atendió una chica muy simpática de la que, tras decirle que veníamos de Málaga, supimos que se había alojado unos días en nuestra calle el año anterior cuando fue a la Feria, y en unos días haría lo propio pero alojándose en el Rincón de la Victoria, donde nosotros solemos veranear, así que fijaos qué dos coincidencias. Nos asignó la habitación 222, la cual estaba equipada con un baño con ducha y no con bañera, lo cual agradecí porque para mí es mucho más cómodo, y, una vez que dejamos las maletas, salimos a la calle para empezar con la visita a la ciudad a eso de las cinco y veinte. Bajamos por la avenida Vía Roma hasta toparnos con la Loba Capitolina, una réplica de la de Roma, situada a pocos metros del Acueducto de Segovia, el cual ya habíamos visto a cierta distancia desde el coche cuando nos dirigíamos al hotel, pero es mucho más imponente estar de pie a su lado, y más sabiendo que se mantiene en pie desde hace casi dos mil años sin argamasa entre sus piedras.
Avanzamos por la avenida Acueducto para hacer un pequeño receso en Tradicionarius, una panadería-cafetería donde me pedí un croissant de chocolate y un batido de chocolate para merendar, ya que tenía hambre después de no haber almorzado, mientras que mi madre se tomó una Coca-Cola Zero, en total 5'25 €. En esa misma calle nos acercamos a dos iglesias, la de San Millán y la de San Clemente, ambas cerradas en ese momento, por lo que seguimos por la calle Cervantes para ir hasta la Casa de los Picos y luego detenernos unos minutos en la plaza de Medina del Campo, donde destacan el Monumento a Juan Bravo, el Torreón de Lozoya y la iglesia de San Martín, que tampoco estaba abierta.
Sí pudimos entrar en la iglesia de San Miguel, en cuyo atrio Isabel la Católica fue proclamada reina de Castilla. De allí nos fuimos a la Plaza Mayor, siendo la Casa Consistorial y el Teatro Juan Bravo los edificios más importantes que hay en ella, aunque ya desde allí se puede ver parte de la Catedral de Santa María, concretamente su imponente ábside. Para visitarla, como suele ocurrir en las catedrales de España, hay que pagar, pero aprovechamos que en breve se iba a celebrar una boda en ella para entrar gratuitamente. A pesar de que no permanecimos mucho tiempo para no interferir en la celebración, pudimos admirar el arte que conserva en su interior en sus más variadas manifestaciones: capillas, retablos, esculturas, órganos, pinturas, bóvedas estrelladas, la sillería del coro, vidrieras, cúpulas, etc.
Para no ser una de las catedrales de más renombre de España, la verdad es que me gustó bastante, y el exterior tampoco me defraudó. Si antes habíamos visto la parte trasera, al salir nos acercamos a la fachada principal, bastante simple pero con marcados rasgos góticos y una gran torre campanario. Más adelante, nos topamos con la plaza de la Merced, donde se encuentra el hito que marca el kilómetro cero de Segovia y también la iglesia de San Andrés, más bien pequeña y con relucientes paredes blancas en su interior. A continuación, paseamos un rato por unas calles que parecían más de un pueblo que de una ciudad, concretamente por donde se encuentran la iglesia de San Esteban, el Palacio Episcopal, la Casa-Museo de Antonio Machado, la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, la iglesia de la Trinidad y la Torre de Hércules.

20:15
Tocaba reponer fuerzas, y para ello nos fuimos a El Sitio a tomarnos en la barra dos rondas de refrescos (un par de cañas mi madre, un par de Coca-Colas Zero por mi parte) con sus correspondientes tapas gratis; en mi caso, me decanté por una de croquetas y otra de patatas con alioli, mientras que mi madre optó las dos veces por un salpicón de marisco. Muy bueno, muy buen servicio y a un precio casi inmejorable: 7 € en total. Tenía este 'sitio' apuntado en mi lista y la recepcionista del hotel también nos lo había recomendado, y eso suele ser buena señal, como así fue; de hecho, repetiríamos al día siguiente. La cena propiamente dicha la hicimos en El Redebal, donde, además de una botella de agua, compartimos un par de tostas, una de jamón ibérico y otra de presa ibérica, ambas de un tamaño considerable, que junto con las tapas de antes nos dejó más que satisfechos. También bastante bueno, aunque un pelín caro bajo mi punto de vista (26'90 €).
Ya cenados, y teniendo en cuenta que iba a ser la única noche que pasaríamos en Segovia, era obligado ver iluminados los principales monumentos de la ciudad. Descartamos ir hasta el Alcázar porque nos pillaba un poco lejos, así que volvimos a la Catedral, que lucía mucho más majestuosa si cabe ahora que a la luz del día, y desde allí emprendimos el camino de vuelta hacia el hotel. Empezamos por la Plaza Mayor para luego continuar por las calles Isabel la Católica y Juan Bravo, pasando entre medias por la plaza de Medina del Campo. Al final, desembocamos en la plaza del Azoguejo, donde se erige el Acueducto de Segovia, a cuyo mirador, al lado del Postigo del Consuelo, subimos para tener una perspectiva diferente de esta maravilla de la arquitectura romana. Desde allí arriba hice varias fotos, a un lado y otro del acueducto, y luego también nos hicimos fotos nosotros, tras lo cual volvimos definitivamente a nuestro alojamiento.
En la puerta del hotel nos encontramos a la recepcionista, Virginia para más señas, que estaba fumándose un cigarro, y nos quedamos un rato hablando con ella después de que se interesase por saber qué habíamos visitado. En esto, le dijimos que al día siguiente iríamos a comer al restaurante Jose María, a lo que nos preguntó si habíamos reservado mesa, y le respondimos que no. Nos dijo que era arriesgado ir sin reservar un domingo, pero que eso lo arreglaba ella rápidamente con una llamada, pues casualmente es familiar del dueño, y eso hizo, llamó desde su móvil al restaurante y nos reservó una mesa para la una y media. Le agradecimos el favor que nos hizo y seguidamente subimos a nuestra habitación a dormir, que falta nos hacía después de un largo viaje en coche y haber estado toda la tarde-noche andando de un lado para otro.