¡Qué poquito ha faltado!
La Semana Santa de este año iba para perfecta y se ha quedado a unas pocas horas de serlo por completo. La culpa, quién si no, de la lluvia, que
ayer por la mañana hizo acto de presencia para deslucir el cortejo del Resucitado al poco de salir a la calle, y todo eso después de una semana con un tiempo espectacular, a veces con un calor considerable para las fechas en la que nos encontramos, y es que casi no hizo ni frío por la noche. Bien es cierto que casi todos los cofrades estamos de acuerdo en que si algún día tiene que llover en Semana Santa pues que sea el Domingo de Resurrección, aunque la verdad es que quizás sea el momento de la vida de Jesús más importante de todos y el que da sentido a lo que acabamos de celebrar. De no haber resucitado, seguramente no existiría esta semana, así que nada, otro año que no cerramos como Dios manda.
El
Domingo de Ramos amaneció con un cielo azul y soleado para recibir a la
Pollinica, la cantera cofrade de nuestra ciudad por la gran cantidad de niños que acompañan a sus titulares desde bien temprano. Apenas una hora más tarde, a las once de la mañana, se puso en marcha desde la iglesia de San Juan el cortejo de
Lágrimas y Favores, que cada vez cobra más importancia en esta maratoniana jornada a pesar del horario tan extraño que tiene.
Humildad repitió por segundo año consecutivo como la primera cofradía de la tarde-noche del Domingo de Ramos en pasar por el recorrido oficial con el fin de evitar un encierro tan tardío; en cuanto a los estrenos, muy destacable el cambio de imagen del Cristo, que vistió una clámide en vez de una túnica para dar más realismo a la escena representada. El
Huerto mejoró en varios aspectos después de varios años de haber perdido la importancia que tenía décadas atrás. El
Dulce Nombre nos brindó uno de los estrenos más llamativos de la semana, el gallo que remata el misterio de Nuestro Padre Jesús de la Soledad; ahora le toca a la cofradía dotar a la Virgen de un manto en condiciones, que ya va siendo hora.
Salutación, por su parte, presentó a su Nazareno con una túnica lisa y sigue a la espera de poder procesionar a María Santísima del Patrocinio. La
Salud va adquiriendo más caché con el paso de los años, en parte gracias al tramo de Liborio García y Nueva, ya de vuelta a su casa hermandad, donde nos regala uno de los momentos más notables de la semana. Por último, el
Prendimiento se confirma como la grande del Domingo de Ramos, tanto por ser la última del recorrido oficial como por esas subidas por Dos Aceras y Carrión que van en contra de las leyes de la física.
Hablar del
Lunes Santo parece destinado a centrarse casi por completo en el Cautivo, pero no, hay mucho más.
Crucifixión abrió la jornada, sin duda alguna el cortejo más discreto de este día, pero lo compensan con un buen procesionar y una cierta seriedad.
Gitanos supone el contrapunto a ésta con la alegría del pueblo calé; por cierto, espectacular el trono de Nuestro Padre Jesús de la Columna hacia delante y hacia atrás en Casapalma a los sones de 'Malagueña'.
Dolores del Puente sigue demostrando que una cofradía con una impronta seria y un estilo muy característico puede aglutinar a mucho público a su alrededor. Prácticamente podemos decir lo mismo de la
Pasión, que brilla con luz propia en la Catedral (tanto en el interior como a la entrada y a la salida) y también en calle Nueva.
Estudiantes destaca como de costumbre por la enorme cantidad de penitentes que saca a la calle y, cómo no, por el abarrotado acto de la plaza del Obispo. El
Cautivo volvió a cerrar la jornada ¿por última vez? Es posible que el año que viene estemos hablando de esta cofradía como la que abra el Lunes Santo, aunque yo apostaría a que finalmente no ocurrirá, y es que después de varios intentos fallidos todo parece indicar que no habrá cambios.
Ya nos hemos acostumbrado a que el
Martes Santo lo inaugure el
Rocío, que volvió a lucirse en la Tribuna de los Pobres y que pone sus miras en la coronación canónica de su Virgen para septiembre de 2015. No es del todo objetivo que yo hable de las
Penas, especialmente del Cristo, pero algo hay que decir, y casi siempre es lo mismo. Sí, el Cristo de la Agonía volvió a lucirse a su paso por calle San Agustín (dos horas y media estuve esperando) acompañado de la Banda de Cornetas y Tambores del Paso y la Esperanza, con la cual conforma una simbiosis perfecta, eso sí, he de reconocer que las marchas escogidas en años anteriores me gustaron más. Otra cosa que no tiene explicación es lo de
Nueva Esperanza, y es que llegan casi como nuevos a su barrio después de catorce horas en la calle con momentos muy destacables, a los que se ha sumado este año el paso por el barrio de la Trinidad. La
Humillación presentó como principal novedad el cambio musical del Cristo, que ha cambiado las cornetas y tambores por una banda de música, que para mi gusto no es del todo acertado. El
Rescate ganó con la ampliación a ocho varales del trono del Cristo, y ambos titulares brillaron a su regreso al barrio de la Victoria. Finalmente, la
Sentencia parece haber encontrado su momento culmen con la impresionante petalada con la que es recibida la Virgen del Rosario en calle Cárcer minutos antes del encierro con los ya típicos pulsos, pero los justos y necesarios.
El
Miércoles Santo comenzó en el entorno de Capuchinos con el cortejo de
Salesianos, que en su único trono mantiene su apuesta por el género de cornetas y tambores, que chirría un poco puesto que una banda de música le iría mejor.
Fusionadas se resarció del chaparrón que le cayó el año pasado en mitad del recorrido; por fin pudo mostrar a toda Málaga los nuevos personajes secundarios del trono de Azotes y Columna, y cabe destacar también la presencia de la Brigada Paracaidista, que acompañando al Cristo de Ánimas de Ciegos no tiene nada que envidiar a la Legión. La
Paloma fue otra de las gratas noticias del día con su salida tras la infructuosa de hace un año, y es que de nuevo pudimos ver posarse varias palomas sobre la dulce mirada de la Virgen de los ojos verdes. La cofradía de
El Rico volvió a regalarnos bellas estampas a los pies de la Alcazaba, y, como manda la tradición, el Nazareno liberó a un preso de su condena en un acto celebrado en la plaza del Obispo. La
Sangre fue una de las que se quedó sin poder procesionar en la pasada Semana Santa, por lo que las ganas de salir a la calle eran inmensas; eso sí, el final sobró con ese trono del Cristo recorriendo de espaldas la calle Álamos para dirigirse al encierro. La
Expiración puso el broche final, y como siempre tuvo una puesta en escena en todo su recorrido de las que dan ejemplo. Fabuloso su encierro, serio y elegante.
No cabe duda de que el
Jueves Santo es el día grande, y para atestiguarlo basta salir a la calle y comprobar que la gente se multiplica en comparación con el resto de días.
Santa Cruz, dada su sobriedad, se escapa de tanto tumulto, lo cual le sienta bien, así como su recoleto itinerario. La
Cena copa cada vez más protagonismo en una jornada en la que todavía no es veterana gracias al buen hacer de sus hombres de trono, que llevan a sus titulares como pocos saben hacerlo, mezclando suaves mecidas con arreones imposibles.
Viñeros es la otra de las cofradías del Jueves Santo que pasa casi sin hacer ruido entre tanto gigante, pero que merece la pena ver en lugares tan recomendables como calle Nueva o la Catedral. Y ahora
Mena, o más bien habría que decir la Legión, y es que me sigue dando la impresión de que tanto los malagueños como los turistas que nos visitan únicamente se fijan en los legionarios que acompañan y cantan al Cristo de la Buena Muerte y Ánimas; que no digo que sobre la Legión, qué va, pero a muchos habría que enseñarles que se están perdiendo a un crucificado de una categoría inmensa y a una Soledad de Mena de la que pocos se acuerdan después de haber escuchado 'El novio de la muerte'.
Misericordia se encargó de tomar el testigo desde el Perchel y estrenó recorrido de regreso por el ahora denominado Soho, donde parece ser que lucieron, y bien, 'El Chiquito' y Nuestra Señora del Gran Poder. Ambas imágenes se cruzaron en la Alameda Principal con los titulares de
Zamarrilla, motivo por el cual todos los tronos fueron levantados a pulso por sus portadores para algarabía de los allí presentes; por cierto, el Cristo de los Milagros procesionó sin los dos faroles que lo flanqueaban desde que estrenó trono hace unos años, lo cual parece todo un acierto. La
Esperanza volvió a centrar todas las miradas por su belleza, por su impresionante trono, por el romero que bendice cuando camina sobre esa alfombra verde, y qué decir del Nazareno del Paso, quien también da su bendición en las dos tribunas (la oficial y la de los Pobres) al pueblo de Málaga. Con respecto al encierro, excepcional la banda de cornetas y tambores de la archicofradía, al que se le cedió casi todo el protagonismo después de haber abierto el cortejo en la cabeza de procesión, y también la de música, que interpretó el 'Himno de Coronación de la Esperanza' en el salón de tronos mientras ambos titulares eran mecidos. El punto y final lo puso la
Vera Cruz, que a punto ha estado este año de cambiar de trono, de acompañamiento musical, de itinerario y de horario, modificaciones que seguramente sí que tendrán lugar el año próximo, aunque quizás no todos deban llevarse a cabo.
El
Viernes Santo es el día de luto, y una de las que mejor lo ejemplifica es la archicofradía de los
Dolores de San Juan, que de nuevo nos deleitó con el excepcional y alegórico trono del Cristo que estrenó el pasado año. El
Descendimiento buscó el recorrido oficial por el idílico entorno del Parque de Málaga pidiendo la venia en el Ayuntamiento. Más tarde haría estación de penitencia en la Catedral, al igual que hizo la anterior cofradía y la siguiente, la del
Monte Calvario, que presentó una nueva disposición en el trono del Cristo, que ahora descansa sobre un catafalco, desapareciendo de esta forma la cruz con el sudario que iba en la parte trasera. El
Traslado ha ido a peor en los últimos años, especialmente en la sección del Cristo, al que sigue costando ver en su trono entre tanto actor secundario vestido con unos ropajes poco idóneos, y además está la cuestión musical, puesto que no terminan de encajar las cornetas y tambores para la escena representada, sobre todo con el repertorio elegido. El
Amor dio síntomas de buena salud por la importante cantidad de nazarenos que saca a la calle y por las cuidadas crucetas de ambos tronos. La
Piedad volvió a impactarnos con su hijo muerto entre sus brazos y sin derramar una sola lágrima. Por su parte, el
Sepulcro hizo lo propio, callando a su paso con los sones de la 'Marcha Fúnebre' de Chopin.
Servitas también apagó las voces del público y de las calles para realzar la mirada implorante de María Santísima de los Dolores durante el rezo de la Corona Dolorosa.
Como ya hemos comentado al principio, todo parecía perfecto hasta que llegó el
Domingo de Resurrección, que en los últimos años se está gafando, y resulta extraño para el día y el momento que representa.
El cortejo del Resucitado discurría por Cisneros cuando fue sorprendido por un chaparrón que obligó a buscar el camino más corto posible para regresar a la iglesia de San Julián (tiraron por Especería, plaza de la Constitución, Granada, Santa Lucía, Comedias y Nosquera) y a cubrir el Cristo y el manto de la Virgen con plásticos. Acertada decisión, puesto que durante el resto de la mañana no cesó la lluvia, a veces con cierta intensidad.
La semana grande estuvo a punto de terminar así, a lo grande, pero faltó esa pizca de suerte meteorológica que casi siempre falla. Este año
se ha estrenado en la Semana Santa mi nueva cámara réflex, puesto que os recuerdo que en la
última Semana Santa se me rompió la que antes tenía, pero la pena es que,
después de seis años ininterrumpidos, me denegaron la acreditación de fotógrafo, motivo por el cual no he podido hacer fotos en el recorrido oficial, y lo he echado un poco de menos sobre todo porque tenía especial interés en fotografiar a algunas cofradías en la Alameda. Y hablando de fotos,
este año he hecho unas 5.500 fotografías, menos que en otros años en las que también salieron todas, pero era algo que me esperaba y que pretendía, y luego serán menos, que ahora toca eliminar las que han salido mal. En cuanto al tiempo que
he pasado en la calle viendo procesiones, al final han sido
unas 76 horas, también algo menos que en años anteriores, pero también de forma consciente.
Pues nada, una Semana Santa más o una Semana Santa menos, según se mire. Balance muy positivo con esa pequeña mancha final, pero muy satisfecho por los momentos vividos. Triste porque ahora tocan meses de espera, algo menos de un año, ya que
en 2015 la Semana Santa dará comienzo el 29 de marzo, así que nada, que comience la cuenta atrás.