La afirmación que da título a esta entrada, que "
los profesores trabajamos poco", es probablemente la más repetida por la gran mayoría de la sociedad cuando tiene que decir algo acerca del colectivo de trabajadores al cual pertenezco. Bueno, la de que "
los profesores tenemos muchas vacaciones" podría competir de tú a tú con la del título, así que digamos que hay un empate técnico entre ambas. Tanto una como la otra las llevo escuchando desde mucho antes de que hace algo más de cuatro años empezase a ejercer la docencia en un colegio concertado. Yo soy profesor porque me gusta, porque es mi vocación desde que tengo uso de razón, pero claro, cuando un servidor escuchaba este tipo de comentarios se preguntaba
cuánto había de verdad y de mentira en ellos.
Después de tres cursos completos en un colegio concertado y lo que llevo de éste en un instituto público, previo año de estudio para poder aprobar con plaza las Oposiciones,
no puedo estar más en desacuerdo con ambas afirmaciones. Quizás habría que matizar una cosa antes de entrar en el meollo de este post, y es que es totalmente cierto eso de que los profesores disfrutamos de más vacaciones que los demás trabajadores (no sé a ciencia cierta si realmente más que ninguna otra profesión), puesto que tenemos las de Navidad, Semana Blanca, Semana Santa, los meses de julio y agosto (lo de julio me contaron hace poco que era a cambio de cobrar menos, pero no vamos a entrar en ese detalle), y a veces algún que otro puente. Dejadme que yo añada otro matiz más, porque, basándome en mi todavía corta experiencia, buena parte de esas vacaciones tan largas y exclusivas las he pasado trabajando en casa, por lo que a lo mejor no son tan espléndidas como se cuenta en la calle.
Cansado ya de escuchar tantos comentarios gratuitos acerca de nuestra labor docente, que según parece se ciñe única y exclusivamente a pasar unas 20 horas a la semana explicando delante de una pizarra y alguna que otra por la tarde corrigiendo exámenes,
decidí hace unos días que ahora me tocaba hablar a mí. Pensé que una buena manera de demostrar lo 'poco' que trabajamos los profesores era registrando las horas que yo le dedicaba
durante una semana cualquiera a mi profesión y qué tareas hacía en cada una de esas horas. Y eso fue lo que hice la semana pasada. Desde el lunes 28 de noviembre hasta el domingo 4 de diciembre
he ido anotando todos los intervalos horarios en los que he estado ejerciendo mi trabajo, bien fuese en el instituto, en mi casa o en el Centro de Profesorado al que tuve que ir una tarde para asistir a un curso presencial por ser funcionario en prácticas.
He aquí el desglose de cada día:
- Lunes (9 horas y 30 minutos): 8:00-11:30, 11:40-11:55, 12:00-13:15, 16:00-16:45, 17:00-19:35, 20:00-21:10.
- Martes (12 horas y 15 minutos): 8:00-11:30, 11:45-15:00, 16:30-20:30, 22:30-0:00.
- Miércoles (11 horas y 55 minutos): 8:00-11:30, 11:45-14:15, 16:10-19:40, 20:20-21:15, 23:00-0:30.
- Jueves (12 horas y 55 minutos): 8:00-15:00, 17:00-21:45, 23:10-0:20.
- Viernes (9 horas y 5 minutos): 8:00-11:30, 11:45-14:40, 17:20-19:30, 20:30-21:00.
- Sábado (10 horas y 30 minutos): 7:45-11:30, 11:45-14:45, 18:45-21:00, 23:00-0:30.
- Domingo (5 horas y 40 minutos): 11:45-14:25, 17:45-20:45.
- TOTAL: 71 horas y 50 minutos.
Me vais a perdonar que no haya especificado qué he hecho concretamente en cada intervalo horario, pero lo he hecho así para no dar pistas de ciertos asuntos que afectan directamente al alumnado y a su privacidad. De todas formas, antes de analizar algunos detalles del desglose horario anterior, os enumero algunas de las
tareas que realicé durante esa semana para que os hagáis una idea de la gran variedad de cosas que tiene que hacer un profesor más allá de dar clase y corregir exámenes (cosas de la vida, esa semana no tuve que corregir ningún examen, ya me tocará a partir de mañana):
- Clases de Matemáticas en dos grupos de 1º ESO (bilingües), en dos grupos de 2º ESO (bilingües) y en un grupo de 3º ESO.
- Visita del inspector en una de esas clases.
- Clase de Tutoría.
- Horas de guardia.
- Hora de tutoría personalizada.
- Reunión de departamento.
- Reunión del Equipo de Bilingüismo.
- Reunión con el Director para tratar diversos asuntos de mi tutoría.
- Reuniones varias con la Jefa de Estudios para tratar diversos asuntos de mi tutoría.
- Reunión con el Secretario para tratar diversos asuntos de mi tutoría.
- Registrar partes y expulsiones, e informar a los padres vía Séneca o por teléfono.
- Elaborar informes de tutoría de alumnos de mi tutoría.
- Entrevistas con madres de mi tutoría.
- Comentar con otros profesores información de alumnos de mi tutoría.
- Informar a los alumnos de mi tutoría del Plan de Acompañamiento y apuntar a una alumna más a última hora.
- Informar del seguimiento de alumnos repetidores a una tutora.
- Rellenar varios informes de tutoría de alumnos de otros grupos.
- Revisar correo electrónico: mensajes del instituto, del curso virtual para funcionarios en prácticas, etc.
- Preparar clases de la semana.
- Diseñar exámenes para cada grupo.
- Corregir ficha de refuerzo para un alumno con Adaptación Curricular No Significativa.
- Corregir trabajos voluntarios.
- Registrar notas de clase (tareas de casa, actitud, trabajos...) en mis cuadernos de notas.
- Registrar ausencias y retrasos en Séneca.
- Curso de formación en el instituto.
- Curso de formación para funcionarios en prácticas.
- Curso virtual para funcionarios en prácticas.
- Proyecto de Trabajo para funcionarios en prácticas.
- Hablar con un par de alumnos de 4º ESO para una actividad que tienen que explicar en mi hora de Tutoría.
- Charlar con una alumna que piensa que va a suspender Matemáticas.
- Atender a una alumna que ha sufrido un desmayo.
- Hacer fotocopias.
- Recortar y plastificar fichas de dominó de números enteros.
- Registrar una avería de un ordenador en la Intranet del instituto para que lo arreglen.
¡Vaya! ¡Qué de cosas que hace un profesor! Y supongo que también os habrá sorprendido el tiempo que destina a todo ello. Aún así, todavía habrá quien busque un resquicio y diga que he escogido una semana muy cargada de trabajo y por eso salen tantas horas. Pues bien, resulta que tanto esta semana como la que viene se presentan tanto o más cargadas, ya que nos esperan largas horas corrigiendo exámenes y largas tardes de sesiones de evaluación que se sabe cuándo empiezan, pero no cuándo acaban, lo mismo a las ocho de la tarde que a las nueve y media de la noche.
Quien busque excusas para seguir restando importancia a nuestra labor, que las busque, que seguirá faltándole mucha razón, y si no, aquí van más datos. Resulta que mi horario semanal de clases empieza todos los días a las 8:30, excepto los lunes que empiezo a las 9:30, y termina a las 13:00 los lunes, a las 14:00 los miércoles y los viernes, y a las 15:00 los martes y los jueves, con un recreo de 11:30 a 12:00. ¿No os choca que haya estado en el instituto cada día a partir de las 8:00? ¿O que el viernes haya salido 40 minutos más tarde? ¿O que el jueves no haya podido ni tan siquiera descansar cinco minutos en el recreo para desayunar y no parar durante siete horas seguidas?
A estas alturas, todavía habrá a quien le siga pareciendo poco que un profesor dedique semanalmente a su trabajo 72 horas (me vais a perdonar también que redondee esas 71 horas y 50 minutos), es decir, el equivalente a tres días completos de siete que tiene una semana. A estas personas les respondo que el sábado y el domingo recibí la visita de mi madre y me permití el lujo de cenar el sábado y desayunar el domingo con ella en la calle, y que además el domingo me desperté resfriado y con dolor de garganta, lo que me obligó a buscar una farmacia de guardia bajo la intensa lluvia que caía ese día y a descansar más de lo que tenía previsto. Esto quiere decir que, en condiciones normales, el sábado podría haber dedicado un par de horas más a trabajar, y el domingo unas cinco o seis más, lo que me hubiese llevado a prácticamente 80 horas de trabajo en una semana, es decir, el doble de las 40 horas semanales estipuladas para cualquier trabajador. Así pues, ese privilegio de tener 'tantas' vacaciones quizás no sea tanto privilegio, sino más bien más que merecido, y, repito, dedicando bastantes de esos días de vacaciones también a trabajar.
No me quiero alargar más, que tengo muchas cosas pendientes por hacer. Creo que los datos hablan por sí solos, les guste a la gente o no. Seguramente muchos se preguntarán que, si tanto me quejo, por qué no me busco otro trabajo. Yo les respondo que me gusta mi trabajo, que soy profesor porque siempre he querido serlo, aunque reconozco que actualmente nos asignan una carga mayor de la que nos corresponde y podemos llevar adelante, y que no habrá nada ni nadie que me quite las ganas de ser profesor el día de mañana, con sus buenos y sus malos momentos. Y termino diciéndole a estas personas que tanto menosprecian y desprestigian nuestra labor: "¿Tienes DNI? ¿Sí? ¿Tienes una carrera? ¿Sí? Pues estudia, consigue una plaza de profesor y disfruta de las 'pocas' horas que trabajamos y de las 'muchas' vacaciones que tenemos".