Se acabó la Semana Santa de 2009. Ahora mismo, se entremezclan la alegría y la tristeza. Alegría por la gran semana que hemos dejado atrás, en la que, tras tres años en los que la lluvia había 'aguado' al menos una de las jornadas, pudimos disfrutar de los desfiles procesionales de todas las cofradías agrupadas. Tristeza porque las tardes y las noches se nos empiezan a hacer muy largas sin estar en la calle viendo a nuestros titulares en sus respectivos tronos, y sólo de pensar que hay que esperar un año más, pues este sentimiento es aún mayor.
El Domingo de Ramos nos dio un susto inicial, ya que el día amaneció nublado, por lo que los cofrades empezamos a temer que la Pollinica, la primera en efectuar su salida, no iba a hacerlo, pero ese temor se disipó cuando las puertas de la casa hermandad de calle Parras se abrieron para que Nuestro Padre Jesús a su Entrada en Jerusalén y María Santísima del Amparo inauguraran la larga jornada dominical. Brillante el paso de la Virgen por la casa hermandad de la Sangre, a la que saludó con su característico paso 'pollinico', y el encierro, en el que los dos tronos fueron mecidos a los sones de la marcha 'Malagueña'. Lágrimas y Favores volvió a demostrar que, a pesar de llevar pocos años saliendo en el recorrido oficial y del horario poco favorecedor que tiene que seguir, tiene mucho tirón entre el público; la complicada maniobra para que el trono pueda pasar por la estrecha calle San Juan se está convirtiendo en uno de los momentos imprescindibles del Domingo de Ramos. El Huerto volvió a brillar en la Alameda y la vuelta por Carretería; por su parte, Dulce Nombre, también una de las últimas cofradías en incorporarse, se va haciendo un hueco importante, más todavía desde el pasado año, cuando por primera vez salió la Virgen, sin duda, una de las imágenes más bellas que se procesionan. La Salutación y la Salud ofrecieron grandes momentos en los que hay que estar presentes cada año, como en San Agustín y entrando en la Catedral, respectivamente. Por su parte, el Prendimiento congregó a muchos cofrades en su encierro, en donde los tronos fueron levantados a pulso varias veces después de subir las empinadas cuestas de Dos Aceras y Carrión, y Humildad destacó por el tramo estrecho de calle Granada; además, me gustó mucho el acompañamiento musical que llevaba el Ecce-Homo (imagen inferior), que ha cambiado la banda de música por las cornetas y tambores.
El Lunes Santo comenzó casi terminando de almorzar con la salida de la cofradía de la Crucifixión desde el tinglao que montan enfrente de su parroquia. El pasado año se estrenó el plateado del trono de María Santísima del Mayor Dolor en su Soledad y cada vez queda menos para que el grupo escultórico que acompañará al Cristo se termine, lo que, sin duda, mejorará el patrimonio artístico de esta humilde hermandad. A pocos metros, y apenas una hora más tarde, empezaron a desfilar los nazarenos de los Gitanos, con sus características faraonas. Las imágenes de Nuestro Padre Jesús de la Columna y la Virgen de la O volvieron a estar acompañadas de la muchedumbre gitana, que no dejó de cantar y poner la nota floclórica de esta semana. Dolores del Puente (imagen de la izquierda) y Pasión impusieron ese marcado carácter de seriedad que les distingue y que tan bien les sienta, y a destacar de ellas la entrada a Carretería desde la estrechez del final de calle Nosquera y la salida de la Catedral, respectivamente. Estudiantes volvió a abarrotar calle Alcazabilla en su encierro, en el que los tronos fueron levantados a pulso una vez se pusieron frente a frente; además, ya dentro de la casa hermandad, fueron mecidos bastante tiempo mientras los hombres de trono entonaban el 'Gaudeamus Igitur'. Por último, el Cautivo 'caminó' por las calles de Málaga seguido por las miles de promesas que cada año van detrás de su trono; me encantó el paso del Cristo por el Puente de la Aurora, que lo atravesó de una sola vez acompañado por el único sonido de las cajas chinas de los tambores de la banda del Puerto de la Torre. También hay que decir que la Virgen de la Trinidad sigue quedándose descolgada del cortejo por la gran cantidad de promesas que lleva el Cautivo, lo que desluce bastante, además de cansar al que se queda sentado viendo las procesiones, que tiene que esperar muchos minutos para que pase la interminable muchedumbre; una posible solución podría ser que primero desfilase la Virgen, aunque sé que es una medida poco propensa a llevarse a cabo.
El Martes Santo presentó una pequeña modificación en el orden de paso de las cofradías, ya que las Penas abrió la jornada, en vez de Nueva Esperanza, como venía sucediendo en los últimos años. El Oratorio de Pozos Dulces se estrenó para la primera salida procesional desde su interior del Santísimo Cristo de la Agonía y de María Santísima de las Penas, con su característico manto de flores. Una vez más, el paso del crucificado por San Agustín hizo que mereciera la pena haber esperado más de una hora para coger un buen sitio; la entrada en la parte más estrecha de la calle con la marcha 'Costalero del Soberano', interpretada por la Banda de Cornetas y Tambores de la Esperanza, fue mucho más que espectacular. Nueva Esperanza (en la imagen) también vivió una jornada de estrenos, principalmente dos: el dorado del trono del Nazareno del Perdón y el retorno por calle Carretería y Tribuna de los Pobres, donde los dos tronos fueron levantados a pulso varias veces. Por su parte, Humillación salió por primera vez desde su recientemente inaugurada casa hermandad, en la Plaza Jorge Lamothe, muy cerca de la Iglesia de Santo Domingo, donde reciben culto las imágenes. Nuestro Padre Jesús del Rescate, como cada año, esperó en la Plaza de la Merced a su madre, la Virgen de Gracia, para subir juntos calle Victoria de camino a su casa hermandad de calle Agua. La Sentencia volvió a lucirse en su encierro con los dos tronos de frente, con las campanas casi tocándose, y levantados a pulso. La última cofradía del Martes Santo, el Rocío, de nuevo hizo que la Tribuna de los Pobres se abarrotara para ver levantados a pulso los tronos del Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario y de la 'Novia de Málaga'; impresionante también la subida de Peña y Mariblanca del Nazareno a los sones de 'La Saeta'.
El Miércoles Santo se resarció de la lluvia que cayó el pasado año, en la que únicamente pudo desfilar Salesianos, aunque tuvo que refugiarse en las naves catedralicias al poco de salir. Dicha hermandad, como de costumbre, inició la jornada con su habitual seriedad; en calle San Agustín, el Cristo de las Penas, junto a su nutrido grupo escultórico, nos dejó una bella estampa a los sones de la marcha dedicada a su imagen. Fusionadas puso la variedad con sus cuatro tronos, los de Azotes y Columna, Exaltación, Ánimas de Ciegos y Mayor Dolor; además, ha recuperado su paso por la estrecha calle San Juan para dirigirse al recorrido oficial tras varios años sin hacerlo, lo que, sin duda, es una gran noticia. La Paloma nos enamoró con sus ojazos verdes e hizo que las calles se ensancharan para que pudiera pasar su enorme trono, al que acudieron varias palomas en busca de su compañera de plata; delante de ella, Jesús de la Puente del Cedrón acompañado de 'El Berruguita', que, seguro, asustó a más de un chavalín con su fea cara. El Rico liberó un año más a un preso, aunque el escenario de este singular acto tuvo lugar en la Plaza del Obispo, al contrario que en los últimos años, que se llevaba a cabo en la Plaza de la Aduana; María Santísima del Amor tampoco quiso perderse ese momento a los pies de la Catedral. La cofradía de la Sangre pudo sacar a la calle el nuevo trono, aún sin dorar, de su titular mariana, la Virgen de Consolación y Lágrimas, tras haberlo impedido el aguacero del Miércoles Santo del pasado año. El encierro estuvo marcado por la desafortunada intervención de una mujer que, con varias copas de más, no dejó de importunar a pesar de los intentos de los presentes para que se callara. No hay palabras para la Expiración (en la imagen inferior). Es increíble el respeto que infunde esta archicofradía cuando el crucificado de Benlliure recorre las calles de Málaga sobre su majestuoso y alegórico trono. La Guardia Civil, vestida de gala para la ocasión, acompaña a su Santo Protector, que se encuentra a un paso de la muerte mientras la Virgen de los Dolores llora sin consuelo.
Al Jueves Santo, también le tocaba rendir cuentas con la lluvia, que hace un año sólo permitió completar su recorrido a las hermandades de la Santa Cruz y la Cena. La primera de ellas aprovechó las pequeñas dimensiones del trono de Nuestra Señora de los Dolores en su Amparo y Misericordia para pasar por calles estrechas, donde es más recomendable ver este tipo de cofradías. Por su parte, la Cena se lució en la Alameda, especialmente el Cristo, cuyo trono fue bailado hacia delante y hacia atrás con fuertes tirones al son de las marchas que interpretaba la agrupación musical que lo acompañaba. Viñeros estrenó el trono de la Virgen del Traspaso y Soledad tras el fallido intento del año anterior; la curva de entrada a la Alameda del 'Señor de Carretería' al tiempo que sonaba 'La Saeta' fue digna de ver. La Legión no faltó a su cita con el Cristo de la Buena Muerte tras la polémica surgida a principios de año, cuando se anunció que Mena no podría contar con la presencia de este cuerpo militar en su desfile procesional; en la Alameda, de regreso a la explanada de Santo Domingo, el crucificado de Palma y la Virgen de la Soledad se cruzaron con los titulares de la Esperanza, que enfilaban su entrada en calle Larios. Por su parte, la cofradía de la Misericordia nos volvió a ofrecer una de las mejores estampas que podemos contemplar el Jueves Santo, como es el paso del 'Chiquito' y de Nuestra Señora del Gran Poder por la fachada principal de la Catedral. Zamarrilla (en la imagen) brilló como pocas en la Alameda con el Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura, con su característica rosa roja clavada en el pecho y su mirada perdida al cielo. La cofradía de la Esperanza cambió su itinerario habitual para que el Nazareno del Paso, acompañado de su madre, la 'Reina de Málaga', diera en la Plaza del Obispo la bendición al pueblo de Málaga 400 años después de hacerlo por primera vez; la Virgen de la Esperanza, en la 'catedral andante' que es su trono, nos volvió a cautivar con su infinita belleza.
El Viernes Santo completó, si exceptuamos el Domingo de Resurrección, la Semana de Pasión con la procesión de ocho cofradías de carácter, en su mayoría, fúnebre. La primera de ellas, Dolores de San Juan, posiblemente la más humilde de todas, prescindió este año de la capilla musical que solía acompañar al Cristo de la Redención, destinando el dinero que iban a gastar en contratar dicha capilla musical a Cáritas; sin duda, un ejemplo a seguir en estos tiempos de crisis. Descendimiento varió su ruta de regreso al tinglao del Hospital Noble, ya que, tras hacer estación de penitencia en la Catedral, tiró por Molina Lario en vez de cortar por Císter y la Plaza de la Aduana; el cambio, en mi opinión, ha sido muy acertado, ya que, aunque alarga un poco su itinerario, la cofradía gana en vistosidad tanto en la Plaza del Obispo como al recorrer el Parque en su totalidad. Monte Calvario llenó de misticismo calle San Agustín con el paso del misterio del Cristo Yacente de la Paz y la Unidad, seguido de la Virgen del Monte Calvario y San Juan. El Traslado (en la imagen inferior) estrenó el dorado del trono del Cristo; la Virgen de la Soledad, sola ante la cruz en actitud suplicante, conmovió a los presentes cuando cruzaba el Puente de la Aurora camino del barrio de la Trinidad y con la Luna llena de fondo. La cofradía del Amor también tuvo la ocasión de sacar a la calle el trono de la Virgen de la Caridad ya terminado, tras el dorado que se le ha aplicado en el último año; las dos imágenes brillaron especialmente al bajar calle Victoria al poco tiempo de salir de su casa hermandad, y, al igual que el Descendimiento, ha cambiado su itinerario de regreso, aunque en este caso para cortar camino tirando por el Altozano y la Cruz Verde. Tras la restauración a la que fue sometida el año pasado, la Piedad volvió a conmovernos con la tristeza serena de su cara al tener el cuerpo inerte de su hijo entre sus brazos. El catafalco del Cristo del Santo Sepulcro impuso el silencio a su paso por las calles de Málaga, sólo roto por las notas de la 'Marcha Fúnebre' de Chopin; el encierro de la cofradía oficial de la ciudad fue un ejemplo de solemnidad en toda la extensión de la palabra. Por último, Servitas se encargó de apagar las luces al paso del trono de María Santísima de los Dolores. No me gustó nada que, por segundo año consecutivo, haya llegado puntual al encierro de esta procesión y me encontrase las puertas de la Iglesia de San Felipe Neri cerradas porque ya se había recogido; los horarios están para cumplirlos, digo yo.
El Domingo de Resurrección puso el colofón a la Semana Santa con la procesión del Resucitado (en la imagen) y la Virgen Reina de los Cielos, quienes fueron acompañados por representaciones de nazarenos de todas las cofradías que desfilaron a lo largo de la última semana por las calles de Málaga.
Sin duda alguna, ésta ha sido la mejor Semana Santa que he vivido, sobre todo porque ninguna cofradía se quedó sin salir por culpa de la lluvia que tanta falta hace, excepto durante unos días al año. Por otra parte, he tenido la suerte de presenciar momentos que siempre recordaré por lo que sentí estando allí en ese preciso instante, todos ellos quedando inmortalizados en las cerca de 7300 fotografías que he tomado (serán muchas menos cuando elimine aquéllas que no salieron como uno quisiera). Y claro está, para poder estar presente en tantos sitios hay que hacer un gran esfuerzo. Nada menos que 85 horas estuve en la calle dando vueltas sin parar para no perderme nada de lo que tenía planificado ver, como, por ejemplo, 8 salidas y 12 encierros completos (también estuve en el encierro de la Virgen de los Dolores del Puente); además, en los días previos, acudí a 20 traslados, que fueron el mejor entrenamiento para una semana que me dejó totalmente agotado... pero ha merecido la pena.
Como han podido procesionar todas las cofradías, el año que viene tengo pensado pasar una mitad de la Semana Santa aquí en Málaga y la otra en Jerez, ya que allí tengo familia y hace ya mucho tiempo que no voy a ver las procesiones de esta ciudad gaditana, que nada tiene que envidiarle a la nuestra. Así que lo dicho, hay que esperar hasta el próximo 28 de marzo de 2010 para volver a salir a la calle y que nuestros sagrados titulares nos hagan pasar momentos inolvidables.
El Lunes Santo comenzó casi terminando de almorzar con la salida de la cofradía de la Crucifixión desde el tinglao que montan enfrente de su parroquia. El pasado año se estrenó el plateado del trono de María Santísima del Mayor Dolor en su Soledad y cada vez queda menos para que el grupo escultórico que acompañará al Cristo se termine, lo que, sin duda, mejorará el patrimonio artístico de esta humilde hermandad. A pocos metros, y apenas una hora más tarde, empezaron a desfilar los nazarenos de los Gitanos, con sus características faraonas. Las imágenes de Nuestro Padre Jesús de la Columna y la Virgen de la O volvieron a estar acompañadas de la muchedumbre gitana, que no dejó de cantar y poner la nota floclórica de esta semana. Dolores del Puente (imagen de la izquierda) y Pasión impusieron ese marcado carácter de seriedad que les distingue y que tan bien les sienta, y a destacar de ellas la entrada a Carretería desde la estrechez del final de calle Nosquera y la salida de la Catedral, respectivamente. Estudiantes volvió a abarrotar calle Alcazabilla en su encierro, en el que los tronos fueron levantados a pulso una vez se pusieron frente a frente; además, ya dentro de la casa hermandad, fueron mecidos bastante tiempo mientras los hombres de trono entonaban el 'Gaudeamus Igitur'. Por último, el Cautivo 'caminó' por las calles de Málaga seguido por las miles de promesas que cada año van detrás de su trono; me encantó el paso del Cristo por el Puente de la Aurora, que lo atravesó de una sola vez acompañado por el único sonido de las cajas chinas de los tambores de la banda del Puerto de la Torre. También hay que decir que la Virgen de la Trinidad sigue quedándose descolgada del cortejo por la gran cantidad de promesas que lleva el Cautivo, lo que desluce bastante, además de cansar al que se queda sentado viendo las procesiones, que tiene que esperar muchos minutos para que pase la interminable muchedumbre; una posible solución podría ser que primero desfilase la Virgen, aunque sé que es una medida poco propensa a llevarse a cabo.
El Martes Santo presentó una pequeña modificación en el orden de paso de las cofradías, ya que las Penas abrió la jornada, en vez de Nueva Esperanza, como venía sucediendo en los últimos años. El Oratorio de Pozos Dulces se estrenó para la primera salida procesional desde su interior del Santísimo Cristo de la Agonía y de María Santísima de las Penas, con su característico manto de flores. Una vez más, el paso del crucificado por San Agustín hizo que mereciera la pena haber esperado más de una hora para coger un buen sitio; la entrada en la parte más estrecha de la calle con la marcha 'Costalero del Soberano', interpretada por la Banda de Cornetas y Tambores de la Esperanza, fue mucho más que espectacular. Nueva Esperanza (en la imagen) también vivió una jornada de estrenos, principalmente dos: el dorado del trono del Nazareno del Perdón y el retorno por calle Carretería y Tribuna de los Pobres, donde los dos tronos fueron levantados a pulso varias veces. Por su parte, Humillación salió por primera vez desde su recientemente inaugurada casa hermandad, en la Plaza Jorge Lamothe, muy cerca de la Iglesia de Santo Domingo, donde reciben culto las imágenes. Nuestro Padre Jesús del Rescate, como cada año, esperó en la Plaza de la Merced a su madre, la Virgen de Gracia, para subir juntos calle Victoria de camino a su casa hermandad de calle Agua. La Sentencia volvió a lucirse en su encierro con los dos tronos de frente, con las campanas casi tocándose, y levantados a pulso. La última cofradía del Martes Santo, el Rocío, de nuevo hizo que la Tribuna de los Pobres se abarrotara para ver levantados a pulso los tronos del Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario y de la 'Novia de Málaga'; impresionante también la subida de Peña y Mariblanca del Nazareno a los sones de 'La Saeta'.
El Miércoles Santo se resarció de la lluvia que cayó el pasado año, en la que únicamente pudo desfilar Salesianos, aunque tuvo que refugiarse en las naves catedralicias al poco de salir. Dicha hermandad, como de costumbre, inició la jornada con su habitual seriedad; en calle San Agustín, el Cristo de las Penas, junto a su nutrido grupo escultórico, nos dejó una bella estampa a los sones de la marcha dedicada a su imagen. Fusionadas puso la variedad con sus cuatro tronos, los de Azotes y Columna, Exaltación, Ánimas de Ciegos y Mayor Dolor; además, ha recuperado su paso por la estrecha calle San Juan para dirigirse al recorrido oficial tras varios años sin hacerlo, lo que, sin duda, es una gran noticia. La Paloma nos enamoró con sus ojazos verdes e hizo que las calles se ensancharan para que pudiera pasar su enorme trono, al que acudieron varias palomas en busca de su compañera de plata; delante de ella, Jesús de la Puente del Cedrón acompañado de 'El Berruguita', que, seguro, asustó a más de un chavalín con su fea cara. El Rico liberó un año más a un preso, aunque el escenario de este singular acto tuvo lugar en la Plaza del Obispo, al contrario que en los últimos años, que se llevaba a cabo en la Plaza de la Aduana; María Santísima del Amor tampoco quiso perderse ese momento a los pies de la Catedral. La cofradía de la Sangre pudo sacar a la calle el nuevo trono, aún sin dorar, de su titular mariana, la Virgen de Consolación y Lágrimas, tras haberlo impedido el aguacero del Miércoles Santo del pasado año. El encierro estuvo marcado por la desafortunada intervención de una mujer que, con varias copas de más, no dejó de importunar a pesar de los intentos de los presentes para que se callara. No hay palabras para la Expiración (en la imagen inferior). Es increíble el respeto que infunde esta archicofradía cuando el crucificado de Benlliure recorre las calles de Málaga sobre su majestuoso y alegórico trono. La Guardia Civil, vestida de gala para la ocasión, acompaña a su Santo Protector, que se encuentra a un paso de la muerte mientras la Virgen de los Dolores llora sin consuelo.
Al Jueves Santo, también le tocaba rendir cuentas con la lluvia, que hace un año sólo permitió completar su recorrido a las hermandades de la Santa Cruz y la Cena. La primera de ellas aprovechó las pequeñas dimensiones del trono de Nuestra Señora de los Dolores en su Amparo y Misericordia para pasar por calles estrechas, donde es más recomendable ver este tipo de cofradías. Por su parte, la Cena se lució en la Alameda, especialmente el Cristo, cuyo trono fue bailado hacia delante y hacia atrás con fuertes tirones al son de las marchas que interpretaba la agrupación musical que lo acompañaba. Viñeros estrenó el trono de la Virgen del Traspaso y Soledad tras el fallido intento del año anterior; la curva de entrada a la Alameda del 'Señor de Carretería' al tiempo que sonaba 'La Saeta' fue digna de ver. La Legión no faltó a su cita con el Cristo de la Buena Muerte tras la polémica surgida a principios de año, cuando se anunció que Mena no podría contar con la presencia de este cuerpo militar en su desfile procesional; en la Alameda, de regreso a la explanada de Santo Domingo, el crucificado de Palma y la Virgen de la Soledad se cruzaron con los titulares de la Esperanza, que enfilaban su entrada en calle Larios. Por su parte, la cofradía de la Misericordia nos volvió a ofrecer una de las mejores estampas que podemos contemplar el Jueves Santo, como es el paso del 'Chiquito' y de Nuestra Señora del Gran Poder por la fachada principal de la Catedral. Zamarrilla (en la imagen) brilló como pocas en la Alameda con el Santísimo Cristo de los Milagros y María Santísima de la Amargura, con su característica rosa roja clavada en el pecho y su mirada perdida al cielo. La cofradía de la Esperanza cambió su itinerario habitual para que el Nazareno del Paso, acompañado de su madre, la 'Reina de Málaga', diera en la Plaza del Obispo la bendición al pueblo de Málaga 400 años después de hacerlo por primera vez; la Virgen de la Esperanza, en la 'catedral andante' que es su trono, nos volvió a cautivar con su infinita belleza.
El Viernes Santo completó, si exceptuamos el Domingo de Resurrección, la Semana de Pasión con la procesión de ocho cofradías de carácter, en su mayoría, fúnebre. La primera de ellas, Dolores de San Juan, posiblemente la más humilde de todas, prescindió este año de la capilla musical que solía acompañar al Cristo de la Redención, destinando el dinero que iban a gastar en contratar dicha capilla musical a Cáritas; sin duda, un ejemplo a seguir en estos tiempos de crisis. Descendimiento varió su ruta de regreso al tinglao del Hospital Noble, ya que, tras hacer estación de penitencia en la Catedral, tiró por Molina Lario en vez de cortar por Císter y la Plaza de la Aduana; el cambio, en mi opinión, ha sido muy acertado, ya que, aunque alarga un poco su itinerario, la cofradía gana en vistosidad tanto en la Plaza del Obispo como al recorrer el Parque en su totalidad. Monte Calvario llenó de misticismo calle San Agustín con el paso del misterio del Cristo Yacente de la Paz y la Unidad, seguido de la Virgen del Monte Calvario y San Juan. El Traslado (en la imagen inferior) estrenó el dorado del trono del Cristo; la Virgen de la Soledad, sola ante la cruz en actitud suplicante, conmovió a los presentes cuando cruzaba el Puente de la Aurora camino del barrio de la Trinidad y con la Luna llena de fondo. La cofradía del Amor también tuvo la ocasión de sacar a la calle el trono de la Virgen de la Caridad ya terminado, tras el dorado que se le ha aplicado en el último año; las dos imágenes brillaron especialmente al bajar calle Victoria al poco tiempo de salir de su casa hermandad, y, al igual que el Descendimiento, ha cambiado su itinerario de regreso, aunque en este caso para cortar camino tirando por el Altozano y la Cruz Verde. Tras la restauración a la que fue sometida el año pasado, la Piedad volvió a conmovernos con la tristeza serena de su cara al tener el cuerpo inerte de su hijo entre sus brazos. El catafalco del Cristo del Santo Sepulcro impuso el silencio a su paso por las calles de Málaga, sólo roto por las notas de la 'Marcha Fúnebre' de Chopin; el encierro de la cofradía oficial de la ciudad fue un ejemplo de solemnidad en toda la extensión de la palabra. Por último, Servitas se encargó de apagar las luces al paso del trono de María Santísima de los Dolores. No me gustó nada que, por segundo año consecutivo, haya llegado puntual al encierro de esta procesión y me encontrase las puertas de la Iglesia de San Felipe Neri cerradas porque ya se había recogido; los horarios están para cumplirlos, digo yo.
El Domingo de Resurrección puso el colofón a la Semana Santa con la procesión del Resucitado (en la imagen) y la Virgen Reina de los Cielos, quienes fueron acompañados por representaciones de nazarenos de todas las cofradías que desfilaron a lo largo de la última semana por las calles de Málaga.
Sin duda alguna, ésta ha sido la mejor Semana Santa que he vivido, sobre todo porque ninguna cofradía se quedó sin salir por culpa de la lluvia que tanta falta hace, excepto durante unos días al año. Por otra parte, he tenido la suerte de presenciar momentos que siempre recordaré por lo que sentí estando allí en ese preciso instante, todos ellos quedando inmortalizados en las cerca de 7300 fotografías que he tomado (serán muchas menos cuando elimine aquéllas que no salieron como uno quisiera). Y claro está, para poder estar presente en tantos sitios hay que hacer un gran esfuerzo. Nada menos que 85 horas estuve en la calle dando vueltas sin parar para no perderme nada de lo que tenía planificado ver, como, por ejemplo, 8 salidas y 12 encierros completos (también estuve en el encierro de la Virgen de los Dolores del Puente); además, en los días previos, acudí a 20 traslados, que fueron el mejor entrenamiento para una semana que me dejó totalmente agotado... pero ha merecido la pena.
Como han podido procesionar todas las cofradías, el año que viene tengo pensado pasar una mitad de la Semana Santa aquí en Málaga y la otra en Jerez, ya que allí tengo familia y hace ya mucho tiempo que no voy a ver las procesiones de esta ciudad gaditana, que nada tiene que envidiarle a la nuestra. Así que lo dicho, hay que esperar hasta el próximo 28 de marzo de 2010 para volver a salir a la calle y que nuestros sagrados titulares nos hagan pasar momentos inolvidables.
2 comentarios:
Tío, sólo por la peaso entrada que te has currado te mereces que te comente.
La verdad es que unos amigos, Manoli y yo seguimos algunos de los consejos que ofrecías para ver bien la Semana Santa y gracias a éstos la hemos visto genial.
De parte de todos, gracias :D
Muchas gracias, por lo menos a alguien le han servido mis recomendaciones. Éso hace que haya valido la pena escribir aquellas entradas.
Y si yo me merezco tu comentario por la "peaso de entrada" que me he currado, ¿te la has leído tú entera? En ese caso, tú también te lo habrías currado ;)
Hasta luego ;)
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