El pasado sábado por la mañana fui con Miguel al Centro de Ciencia Principia para asistir a la primera charla divulgativa de este curso, la cual tenía por título '¿Puede un ordenador ser creativo? Del cálculo a la composición musical' y por ponente a Francisco J. Vico Vela, catedrático del departamento de Lenguajes y Ciencias de la Computación de la Universidad de Málaga.
Para no perder la costumbre, llegamos con la suficiente antelación como para darnos antes una vuelta por la Sala Tomás Hormigo y hacer tiempo hasta que se abrieran las puertas de la Sala Faraday, donde tendría lugar la charla, que también, para no perder la costumbre, empezó con unos diez minutos de retraso. Tras una breve y concisa presentación del ponente por parte de uno de los responsables de Principia, Francisco J. Vico comenzó su exposición explicando la idea general acerca de la cual iba a hablar, en concreto de la creatividad computacional, de la creatividad de un ordenador, que pretende emular la inteligencia humana a través de algoritmos, procesos y sistemas. En otras palabras, se pretende y se busca que, al igual que el ser humano, un ordenador sea capaz de crear, de producir algo nuevo pero que al mismo tiempo sea relevante. Si Miguel Ángel creó el 'David' y una de las diseñadoras de IKEA ha hecho lo propio con unos objetos decorativos, ¿por qué un ordenador no va a ser capaz de conseguir algo parecido? El problema es que es muy difícil conseguir que se comporte como el cerebro de una persona, puesto que éste de por sí ya es sumamente complejo, y por otra parte bastante inaccesible, al estar protegido por el cráneo. Así pues, si descifrar el comportamiento y el funcionamiento del cerebro presenta serias complicaciones, pretender que un ordenador simule serlo lo es todavía más.
Una posible solución resulta ser la de copiar procesos naturales, y es que la naturaleza ha demostrado que a través de la evolución han surgido nuevas especies que presentan nuevas funcionalidades que ha mantenido en el caso de ser útiles y que ha descartado cuando no lo son. Tenemos numerosos ejemplos en los que el ser humano ha copiado las características de otros seres vivos para aplicarlos en la vida cotidiana o en ciertos ámbitos más específicos: el velcro está basado en los cardos; el Bionic Car de la casa Mercedes, en el pez cofre; el Stickybot, en la salamanquesa; el Lotusan, en la hoja de loto; etc. Francisco J. Vico recalcó a este respecto que estas características que hemos adoptado de la naturaleza también nos han servido para crear lo que se llaman agentes autónomos, algunos de los cuales consisten por ejemplo en robots que aprenden a andar solos y adaptándose al terreno en el que se encuentre, otros que generan copias de sí mismos, etc. Otro claro caso de copia de la naturaleza es uno que yo ya conocía y que se conoce como optimización con colonias de hormigas, ya que éstas, cuando recorren un camino, dejan un rastro de feromonas que permite al resto de la colonia saber cuál es el mejor trayecto para llegar a un destino, y precisamente en esto consiste el famoso problema del viajante del que tanto escuché hablar en mis tiempos universitarios. En resumidas cuentas, lo que se aplica en este caso es la inteligencia colectiva de todas las hormigas, puesto que con una sola no se consiguen resultados significativos.
El ponente también habló de las gramáticas en desarrollo de plantas, que, para que todo el mundo lo entienda, guarda relación con los fractales, ya que se compone de un patrón y una serie de reglas con las cuales también podemos crear. Antes de cambiar el rumbo de la exposición, puso unos cuantos vídeos de simulaciones de vida artificial, en concreto de aterrizadores y de seguidores, especialmente curiosos e interesantes estos últimos, ya que presentó cuatro modelos que bajo unas condiciones favorables se comportan adecuadamente, pero conforme se dificultan dichas condiciones al final resulta que solamente uno de ellos es realmente robusto, o al menos mucho más que los otros.
Como decía, la charla contó con una segunda parte que terminó por deleitar al público asistente, que por cierto llenó la sala. Francisco J. Vico pasó a explicar uno de los proyectos en los que se encuentra trabajando, en concreto el Mozart Machine, que, a grosso modo, podemos decir que es un compositor de música virtual con la particularidad de que no copia a ningún compositor, esto es, diseña desde cero con un estilo propio. Ya existe un primer disco llamado 'Iamus', cuyas composiciones han sido creadas 100% con ordenador, y hasta han sido ya interpretadas por varias orquestas, como por ejemplo la de Londres. Como anécdota llamativa, el ponente contó que le hicieron llegar una de las obras a un experimentado crítico de música para que diera su opinión sin hacerle saber quién era el autor. Pues bien, resulta que dicho crítico afirmó que era de bastante nivel y que le gustaría conocer al compositor para felicitarle, a lo que le respondieron que tendría que decírselo a un ordenador, y esto, como comprenderéis, le dejo boquiabierto.
Nosotros también nos quedamos estupefactos. Cierto es que, bajo mi punto de vista musical, las composiciones que escuchamos del disco en cuestión no me parecían gran cosa, pero sí otras que no han sido publicadas todavía y que tocan varios géneros, tales como indie, new age, disco, etc. Los ejemplos que escuchamos de este último género seguro que pasarían desapercibidos en cualquier discoteca, en el sentido de que cualquiera diría que ha sido un dj el que ha compuesto esa canción. Otra de las posibilidades que mencionó Francisco acerca del Mozart Machine es que es capaz de encontrar el 'genoma' de cualquier canción aplicando ingeniería inversa, lo cual puede ser utilizado para crear versiones a partir de los 'genes' de dichas composiciones. Puso como ejemplos el 'Nokia Tune' y el 'Final Countdown', y ciertamente las versiones generadas, que no pueden considerarse plagios sino evoluciones, recordaban bastante a las creaciones originales. Ingeniería genética aplicada a la música. Ahí queda. En relación con lo anterior, el ponente precisó que el futuro de la música tenderá a una colaboración cada vez más estrecha entre los ordenadores y los compositores para seguir creando nuevas canciones, aunque en realidad seremos los seres humanos los que decidamos qué está bien y qué está mal para enseñar al ordenador a mejorar sus creaciones, que a todo esto tendrían un coste prácticamente cero.
Ya para terminar, Francisco J. Vico cerró su exposición con un alegato ecologista en que pedía que cuidásemos y administrásemos nuestro ordenador terrestre, La Tierra, el ordenador más potente y complejo que jamás podríamos diseñar. Tras unos más que merecidos aplausos por la excepcional charla con la que nos había deleitado, absolutamente brutal tanto en sus contenidos como en la forma de transmitirlos, el ponente estuvo unos veinte minutos respondiendo a las dudas y cuestiones que le plantearon algunos de los asistentes. Como siempre, al término de dicha ronda de preguntas, Francisco J. Vico fue obsequiado con el ya famoso rodillo antigravitatorio en miniatura de Principia. Si el resto de charlas a las que asista de aquí en adelante son la mitad de interesantes que ésta, no me queda duda de que habré aprovechado y bien esas mañanas de sábado que están por llegar.
Para no perder la costumbre, llegamos con la suficiente antelación como para darnos antes una vuelta por la Sala Tomás Hormigo y hacer tiempo hasta que se abrieran las puertas de la Sala Faraday, donde tendría lugar la charla, que también, para no perder la costumbre, empezó con unos diez minutos de retraso. Tras una breve y concisa presentación del ponente por parte de uno de los responsables de Principia, Francisco J. Vico comenzó su exposición explicando la idea general acerca de la cual iba a hablar, en concreto de la creatividad computacional, de la creatividad de un ordenador, que pretende emular la inteligencia humana a través de algoritmos, procesos y sistemas. En otras palabras, se pretende y se busca que, al igual que el ser humano, un ordenador sea capaz de crear, de producir algo nuevo pero que al mismo tiempo sea relevante. Si Miguel Ángel creó el 'David' y una de las diseñadoras de IKEA ha hecho lo propio con unos objetos decorativos, ¿por qué un ordenador no va a ser capaz de conseguir algo parecido? El problema es que es muy difícil conseguir que se comporte como el cerebro de una persona, puesto que éste de por sí ya es sumamente complejo, y por otra parte bastante inaccesible, al estar protegido por el cráneo. Así pues, si descifrar el comportamiento y el funcionamiento del cerebro presenta serias complicaciones, pretender que un ordenador simule serlo lo es todavía más.
Una posible solución resulta ser la de copiar procesos naturales, y es que la naturaleza ha demostrado que a través de la evolución han surgido nuevas especies que presentan nuevas funcionalidades que ha mantenido en el caso de ser útiles y que ha descartado cuando no lo son. Tenemos numerosos ejemplos en los que el ser humano ha copiado las características de otros seres vivos para aplicarlos en la vida cotidiana o en ciertos ámbitos más específicos: el velcro está basado en los cardos; el Bionic Car de la casa Mercedes, en el pez cofre; el Stickybot, en la salamanquesa; el Lotusan, en la hoja de loto; etc. Francisco J. Vico recalcó a este respecto que estas características que hemos adoptado de la naturaleza también nos han servido para crear lo que se llaman agentes autónomos, algunos de los cuales consisten por ejemplo en robots que aprenden a andar solos y adaptándose al terreno en el que se encuentre, otros que generan copias de sí mismos, etc. Otro claro caso de copia de la naturaleza es uno que yo ya conocía y que se conoce como optimización con colonias de hormigas, ya que éstas, cuando recorren un camino, dejan un rastro de feromonas que permite al resto de la colonia saber cuál es el mejor trayecto para llegar a un destino, y precisamente en esto consiste el famoso problema del viajante del que tanto escuché hablar en mis tiempos universitarios. En resumidas cuentas, lo que se aplica en este caso es la inteligencia colectiva de todas las hormigas, puesto que con una sola no se consiguen resultados significativos.
El ponente también habló de las gramáticas en desarrollo de plantas, que, para que todo el mundo lo entienda, guarda relación con los fractales, ya que se compone de un patrón y una serie de reglas con las cuales también podemos crear. Antes de cambiar el rumbo de la exposición, puso unos cuantos vídeos de simulaciones de vida artificial, en concreto de aterrizadores y de seguidores, especialmente curiosos e interesantes estos últimos, ya que presentó cuatro modelos que bajo unas condiciones favorables se comportan adecuadamente, pero conforme se dificultan dichas condiciones al final resulta que solamente uno de ellos es realmente robusto, o al menos mucho más que los otros.
Como decía, la charla contó con una segunda parte que terminó por deleitar al público asistente, que por cierto llenó la sala. Francisco J. Vico pasó a explicar uno de los proyectos en los que se encuentra trabajando, en concreto el Mozart Machine, que, a grosso modo, podemos decir que es un compositor de música virtual con la particularidad de que no copia a ningún compositor, esto es, diseña desde cero con un estilo propio. Ya existe un primer disco llamado 'Iamus', cuyas composiciones han sido creadas 100% con ordenador, y hasta han sido ya interpretadas por varias orquestas, como por ejemplo la de Londres. Como anécdota llamativa, el ponente contó que le hicieron llegar una de las obras a un experimentado crítico de música para que diera su opinión sin hacerle saber quién era el autor. Pues bien, resulta que dicho crítico afirmó que era de bastante nivel y que le gustaría conocer al compositor para felicitarle, a lo que le respondieron que tendría que decírselo a un ordenador, y esto, como comprenderéis, le dejo boquiabierto.
Nosotros también nos quedamos estupefactos. Cierto es que, bajo mi punto de vista musical, las composiciones que escuchamos del disco en cuestión no me parecían gran cosa, pero sí otras que no han sido publicadas todavía y que tocan varios géneros, tales como indie, new age, disco, etc. Los ejemplos que escuchamos de este último género seguro que pasarían desapercibidos en cualquier discoteca, en el sentido de que cualquiera diría que ha sido un dj el que ha compuesto esa canción. Otra de las posibilidades que mencionó Francisco acerca del Mozart Machine es que es capaz de encontrar el 'genoma' de cualquier canción aplicando ingeniería inversa, lo cual puede ser utilizado para crear versiones a partir de los 'genes' de dichas composiciones. Puso como ejemplos el 'Nokia Tune' y el 'Final Countdown', y ciertamente las versiones generadas, que no pueden considerarse plagios sino evoluciones, recordaban bastante a las creaciones originales. Ingeniería genética aplicada a la música. Ahí queda. En relación con lo anterior, el ponente precisó que el futuro de la música tenderá a una colaboración cada vez más estrecha entre los ordenadores y los compositores para seguir creando nuevas canciones, aunque en realidad seremos los seres humanos los que decidamos qué está bien y qué está mal para enseñar al ordenador a mejorar sus creaciones, que a todo esto tendrían un coste prácticamente cero.
Ya para terminar, Francisco J. Vico cerró su exposición con un alegato ecologista en que pedía que cuidásemos y administrásemos nuestro ordenador terrestre, La Tierra, el ordenador más potente y complejo que jamás podríamos diseñar. Tras unos más que merecidos aplausos por la excepcional charla con la que nos había deleitado, absolutamente brutal tanto en sus contenidos como en la forma de transmitirlos, el ponente estuvo unos veinte minutos respondiendo a las dudas y cuestiones que le plantearon algunos de los asistentes. Como siempre, al término de dicha ronda de preguntas, Francisco J. Vico fue obsequiado con el ya famoso rodillo antigravitatorio en miniatura de Principia. Si el resto de charlas a las que asista de aquí en adelante son la mitad de interesantes que ésta, no me queda duda de que habré aprovechado y bien esas mañanas de sábado que están por llegar.
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