Hace justo un año, concretamente el día previo al Domingo de Ramos de 2020, publiqué una entrada sobre la Semana Santa que no iba a ser. Hoy, 365 días más tarde, Domingo de Resurrección de 2021, toca publicar otra entrada sobre la Semana Santa que confiábamos en que sí iba ser y que al final solamente ha sido algo. El año pasado nos encontramos de golpe y porrazo con que las procesiones se suspendían como consecuencia del estado de alarma en el que se vio inmerso todo el país por culpa de la pandemia del coronavirus, que sin duda alguna nos cambió la vida a todos, confinados en nuestras casas, sin poder salir a la calle más que para sacar la basura, ir al supermercado y para ya de contar. Este año tampoco ha habido procesiones, pero, al contrario que hace doce meses, al menos sí que hemos podido acercarnos a ver a los sagrados titulares de nuestras cofradías a sus templos y casas hermandad.
Hace un año pasamos del todo a la nada, ahora hemos pasado de la nada a un poquito. Que sí, que la Semana Santa de 2021 nos ha sabido a mucho, a muchísimo, teniendo en cuenta que todavía hoy estamos en estado de alarma y que las cifras de contagiados y muertos por el dichoso virus siguen aumentando día tras día en todos los rincones del mundo, pero al mismo tiempo, comparado con lo que estamos acostumbrados a vivir y sentir a lo largo de estos siete días, nos ha sabido a más bien poco, y es que la Semana Santa no es posible entenderla sin procesiones en la calle, sin el bullicio del público a cada paso que das, sin la música que se escucha a lo lejos y que te orienta para encontrar un cortejo, y sin esa explosión de religiosidad y arte que se despliega en toda la ciudad. Los cofrades necesitamos esa medicina cada año para curarnos, ahora bien, una cosa no quita a la otra, y es que entendemos perfectamente que tanto en 2020 como en 2021 no ha sido viable celebrar la Semana Santa tal y como la concebimos y conocemos porque la causa que lo ha impedido es algo que está por encima de cualquier otro motivo, y si hay que quedarse sin procesiones otros dos años, pues habrá que hacer de tripas corazón y esperar a que todo vuelva a la normalidad para que la Semana Santa sea eso, normal, que más nos fastidia, o al menos a mí, que no haya tronos en la calle por culpa de la lluvia.
Como decía, la buena noticia de la Semana Santa de 2021 es que, a falta de poder sacarlos a la calle, los cofrades hemos podido ir a visitar a nuestros sagrados titulares. Las cofradías y hermandades de Málaga han querido rellenar parte de ese vacío que se nos ha quedado montando en su mayoría novedosos altares en las iglesias y capillas en las que se veneran a nuestros cristos y vírgenes, unas pocas incluso en los propios tronos de procesión, algunas de ellas también con las puertas de sus casas hermandad abiertas para dar a conocer su patrimonio, incluso algunas se han atrevido a organizar pequeños conciertos para poner un poco de música a todas estas visitas, eso sí, cumpliendo rigurosamente con las medidas de seguridad e higiene necesarias para evitar aglomeraciones y posibles contagios. ¡Y qué diferencia con respecto al año pasado! Hace doce meses, los aledaños de los templos y casas hermandad estaban desérticos, como toda la ciudad, mientras que en esta Semana Santa la imagen que más se ha repetido ha sido la de las largas colas de cofrades esperando para poder ver a su Cristo y a su Virgen: en el Santuario de la Victoria, en Santiago, en Santo Domingo, en San Juan, etc. En mi caso, y aunque al principio no tenía en mente hacerlo, no he podido resistirme y me he acercado un par de tardes a ver a los titulares de las cofradías de la Humildad, Pasión, Penas, Rescate, Sentencia, Rico, Esperanza y Amor. He ido más que nada para quitarme un poco de ese mono de no poder ver procesiones en la calle, pero lo dicho, no ha sido nada comparable a ver un trono en la calle meciéndose a los sones de una marcha.
¿Y qué pasará en 2022? Hace un año decía que, si en 2021 todo volvía a la normalidad, tanto las procesiones de Semana Santa como la procesión magna con motivo del primer centenario de la Agrupación de Cofradías nos ayudarían a dejar atrás esa semana en blanco que nos dejó el 2020, pero resulta que ni ha vuelto la normalidad ni ha habido procesiones este año. Quién sabe si antes de que acabe el 2021 se podrá celebrar esa procesión magna tan deseada por todos los cofrades malagueños, aunque sinceramente lo veo muy complicado, o si para volver a ver un trono en la calle tendremos que armarnos de paciencia y esperar a la Semana Santa del año que viene, o incluso a la siguiente... Lo que sí está claro es que, sea cuando sea esa primera procesión, no va a ser exactamente igual a lo que ya conocemos, pues dudo mucho que se vayan a poder concentrar tantas personas en la calle sin ningún tipo de medida o control de un día para otro y recién salidos (eso esperamos) o casi saliendo de una pandemia que sigue condicionando nuestras vidas en todas sus vertientes.
Ya queda menos para que la Pollinica inaugure una nueva Semana Santa, para que el Señor de Málaga arrastre a miles de fieles tras de sí, para que los legionarios le canten 'El novio de la muerte' a su santo protector y para que el Resucitado ponga punto y final a siete días de procesiones en las que rememoraremos la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo por las calles de Málaga. Ojalá que sea muy pronto y que sea lo más normal posible.
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