Ayer por la noche fui a los cines del Málaga Nostrum con mis amigos Javi y Carmen para ver 'The Imitation Game (Descifrando Enigma)', una película dirigida por el noruego Morten Tyldum y protagonizada por Benedict Cumberbatch (Alan Turing) y Keira Knightley (Joan Clarke).
Estalla la Segunda Guerra Mundial. Los Aliados buscan la manera de frenar el avance nazi, y, para ello, el Reino Unido contrata al matemático Alan Turing para que descifre Enigma, la máquina que utilizan los alemanes con el fin de enviarse mensajes secretos entre ellos. Alan comienza a trabajar en Bletchley Park en el diseño de otra máquina capaz de desencriptar dichos mensajes y, por consiguiente, permitir a los Aliados adelantarse a los ataques nazis y ganar la guerra. Contará Alan con la colaboración de un equipo de lingüistas y criptoanalistas entre los que se encuentra Joan Clarke, con quien Turing entablará una estrecha relación. La historia da varios saltos en el tiempo, tanto a la adolescencia de Alan como a la posguerra, cuando es arrestado por un delito que supondría el ocaso de su vida.
Os comenté hace un par de meses las enormes ganas que tenía de ver esta película, y que al mismo tiempo esto podría suponerme una decepción si finalmente no me gustase tanto como esperaba. Pues bien, las altas expectativas que tenía se han visto superadas, y en gran parte se debe a la soberbia interpretación que de Alan Turing hace el actor Benedict Cumberbatch, quien eclipsa casi por completo al resto durante todo el largometraje. No era tarea fácil dar vida a un personaje tan enigmático y desconocido para el común de los mortales como Turing, y sin embargo resulta que Cumberbatch no solo lo ha conseguido, sino que su actuación supone, al menos en mi opinión, un más que merecido homenaje al hombre que puso la primera piedra de lo que hoy conocemos como informática. Destaca principalmente la forma en la que lo retrata (excéntrico, seco, tartamudo, un tanto asocial...), y lo hace de maravilla, muy natural, absolutamente creíble; precisamente la más que particular personalidad del personaje es la que permite sacar más de un sonrisa al espectador con varios diálogos brillantes, especialmente en los que Turing demuestra ser muy rígido respecto a las afirmaciones y preguntas que se le plantean. También nos llega a sobrecoger en diversas escenas de los tres momentos temporales que se entremezclan en la película (su adolescencia, su trabajo en Bletchley Park y su posterior condena, aunque en ningún momento llega a ser lioso), especialmente al final, cuando es capaz de que a más de un espectador se le escape alguna lágrima. Yo he estado muy cerca, y eso que es muy difícil que una película me llegue a emocionar en este sentido. Por lo demás, la película cuenta con un papel de semiprotagonista de Keira Knightley, mejor de lo que esperaba, y un buen elenco de secundarios bastante convincentes, así como la banda sonora, que, sin ser espectacular, encaja muy bien con la trama y, sobre todo, con el protagonista principal. La única pega que podría ponerse a la película es que al espectador que desconoce la figura de Turing le puede parecer un pelín lenta, pero a mí en particular no me ha resultado así. La verdad es que me alegro mucho por la película, pues ya iba siendo hora de que a través de la gran pantalla se diera a conocer una página de la historia que apenas ha sido contada a pesar de lo decisiva que fue, puesto que a Alan Turing no solamente le debemos que formase parte de ese grupo de personas que creó lo que podría considerarse como el primer ordenador, sino que también gracias a él se pudieron salvar millones de vidas durante la Segunda Guerra Mundial. Como último apunte que añadir, destacar que la película acaba de recibir ocho nominaciones a los Premios Oscar, en mi opinión muy merecidas, así que otro motivo más para recomendaros ir a verla, que hacía tiempo que no invertía tan bien unos cuantos euros en una sala de cine.
Estalla la Segunda Guerra Mundial. Los Aliados buscan la manera de frenar el avance nazi, y, para ello, el Reino Unido contrata al matemático Alan Turing para que descifre Enigma, la máquina que utilizan los alemanes con el fin de enviarse mensajes secretos entre ellos. Alan comienza a trabajar en Bletchley Park en el diseño de otra máquina capaz de desencriptar dichos mensajes y, por consiguiente, permitir a los Aliados adelantarse a los ataques nazis y ganar la guerra. Contará Alan con la colaboración de un equipo de lingüistas y criptoanalistas entre los que se encuentra Joan Clarke, con quien Turing entablará una estrecha relación. La historia da varios saltos en el tiempo, tanto a la adolescencia de Alan como a la posguerra, cuando es arrestado por un delito que supondría el ocaso de su vida.
Os comenté hace un par de meses las enormes ganas que tenía de ver esta película, y que al mismo tiempo esto podría suponerme una decepción si finalmente no me gustase tanto como esperaba. Pues bien, las altas expectativas que tenía se han visto superadas, y en gran parte se debe a la soberbia interpretación que de Alan Turing hace el actor Benedict Cumberbatch, quien eclipsa casi por completo al resto durante todo el largometraje. No era tarea fácil dar vida a un personaje tan enigmático y desconocido para el común de los mortales como Turing, y sin embargo resulta que Cumberbatch no solo lo ha conseguido, sino que su actuación supone, al menos en mi opinión, un más que merecido homenaje al hombre que puso la primera piedra de lo que hoy conocemos como informática. Destaca principalmente la forma en la que lo retrata (excéntrico, seco, tartamudo, un tanto asocial...), y lo hace de maravilla, muy natural, absolutamente creíble; precisamente la más que particular personalidad del personaje es la que permite sacar más de un sonrisa al espectador con varios diálogos brillantes, especialmente en los que Turing demuestra ser muy rígido respecto a las afirmaciones y preguntas que se le plantean. También nos llega a sobrecoger en diversas escenas de los tres momentos temporales que se entremezclan en la película (su adolescencia, su trabajo en Bletchley Park y su posterior condena, aunque en ningún momento llega a ser lioso), especialmente al final, cuando es capaz de que a más de un espectador se le escape alguna lágrima. Yo he estado muy cerca, y eso que es muy difícil que una película me llegue a emocionar en este sentido. Por lo demás, la película cuenta con un papel de semiprotagonista de Keira Knightley, mejor de lo que esperaba, y un buen elenco de secundarios bastante convincentes, así como la banda sonora, que, sin ser espectacular, encaja muy bien con la trama y, sobre todo, con el protagonista principal. La única pega que podría ponerse a la película es que al espectador que desconoce la figura de Turing le puede parecer un pelín lenta, pero a mí en particular no me ha resultado así. La verdad es que me alegro mucho por la película, pues ya iba siendo hora de que a través de la gran pantalla se diera a conocer una página de la historia que apenas ha sido contada a pesar de lo decisiva que fue, puesto que a Alan Turing no solamente le debemos que formase parte de ese grupo de personas que creó lo que podría considerarse como el primer ordenador, sino que también gracias a él se pudieron salvar millones de vidas durante la Segunda Guerra Mundial. Como último apunte que añadir, destacar que la película acaba de recibir ocho nominaciones a los Premios Oscar, en mi opinión muy merecidas, así que otro motivo más para recomendaros ir a verla, que hacía tiempo que no invertía tan bien unos cuantos euros en una sala de cine.
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