jueves, 19 de marzo de 2020

Viaje a España 2018: día 1

Martes, 10 de julio de 2018

7:00
Mi madre y yo nos levantamos bien pronto para emprender en coche un nuevo viaje por España de ocho días para visitar las ciudades de Salamanca, León, Ávila y Cáceres. A las nueve menos veinte nos pusimos en carretera, haciendo paradas intermedias en Osuna, El Ronquillo y Alcuéscar para estirar las piernas, mientras que, pasadas las tres de la tarde, paramos en la Venta El Caldero (provincia de Cáceres) para almorzar, un menú completo en el caso de mi madre, y unos filetes de cerdo con un huevo frito y patatas fritas para mí.

16:10
De nuevo en el coche, hicimos el trayecto que quedaba hasta Salamanca del tirón, adonde llegamos minutos antes de las seis de la tarde. Tras repostar diésel al entrar en la ciudad, aparcamos cerca del Hotel San Polo, donde nos alojaríamos dos noches por 90 € en total. Subimos a nuestra habitación, la 307, para dejar las maletas y descansar unos minutos después de tantas horas en el coche antes de salir a la calle.

Lo primero que vimos fue el Monumento a San Juan de la Cruz, situado a muy pocos metros del hotel, para luego acercarnos a la plaza de San Esteban y admirar la excepcional fachada plateresca del Convento de San Esteban.

A continuación, nos dirigimos al Colegio de Calatrava, actual sede de la Casa de la Iglesia de la Diócesis de Salamanca, y a la iglesia de Santo Tomás Cantuariense, en la que no pudimos entrar por estar cerrada. Después, pasamos por delante del Convento de Santa Clara y por la plaza de San Román, en uno de cuyos laterales pudimos contemplar la arquería del Palacio del Conde de Francos.

Luego, tras toparnos con el Monumento a Luis de Góngora, entramos en la iglesia de San Pablo, de estilo barroco y en cuyo interior se venera la imagen de Jesús Rescatado. Al salir de allí, justo enfrente teníamos la Torre de los Anaya y el Palacio de Orellana, mientras que en la plaza de Colón en la que nos encontrábamos pudimos ver el Monumento a Cristóbal Colón.

Unos metros más adelante, contemplamos la fachada del Palacio de la Salina, mientras que en una de las esquinas de la plaza hicimos lo propio con la peculiar Torre del Clavero.

Nuestro paseo nos llevó hasta la iglesia de San Martín de Tours, que en ese momento estaba cerrada, y, por fin, a la plaza Mayor, el principal reclamo turístico de Salamanca, caracterizada por su estilo barroco, sus soportales y sus arcos de medio punto, entre los cuales se observan medallones que representan a diversos personajes históricos españoles, tales como reyes, conquistadores, militares o escritores, entre otros.

19:35
A continuación, callejeamos por los alrededores del Mercado Central y de la iglesia de San Julián y Santa Basilisa, también cerrada, para luego volver a la plaza Mayor, atravesar el Ayuntamiento y continuar por la calle Zamora, donde se encuentra el Palacio de Rodríguez de Figueroa, hasta llegar a la plaza de los Bandos, en la cual destaca el edificio del Banco de España.

Siendo ya las ocho de la tarde, fuimos en busca de un sitio para tomarnos un refresco, y acabamos en el Mesón Las Conchas; tanto mi madre como yo nos tomamos una Coca-Cola Zero, y yo además me pedí una tapa de queso de cabra. Para cenar nos fuimos al Café Real, en plena plaza Mayor, donde nos pedimos media ración de patatas bravas y dos tapas, una de pinchito moruno y otra de montadito de jamón, además de las bebidas.

Una vez cenados, y tras haber podido ver en los televisores de los bares de la plaza el Francia-Bélgica de las semifinales del Mundial de Rusia, paseamos en dirección al río Tormes, junto al cual se encuentran el Monumento al Lazarillo de Tormes, la iglesia de Santiago del Arrabal y el Verraco del Puente Romano.

Seguidamente, recorrimos el Puente Romano por completo hasta llegar a la otra orilla del río, desde donde se podía divisar la catedral iluminada sobresaliendo por entre los edificios de la ciudad e incluso reflejada en las aguas del Tormes, por lo que aproveché para hacer numerosas fotos de esta bella estampa.

Para regresar al hotel, cruzamos de nuevo el río, esta vez por el Puente de Enrique Estevan, también conocido como Puente Nuevo. Ya en la habitación, lo primero que hice fue asomarme a la ventana para tomar varias instantáneas de las maravillosas vistas que teníamos de la catedral.

Finalmente, tras programar las alarmas de nuestros móviles para que sonasen a las ocho de la mañana, nos acostamos minutos antes de la medianoche para poder descansar después de un largo primer día de viaje.

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