Viernes, 13 de julio de 2018
8:10
Nos levantamos temprano como de costumbre para aprovechar el día al máximo. Después de ducharnos y vestirnos, salimos del hotel para buscar un sitio en el que desayunar. Fuimos a la cafetería Albany, pero resulta que cuando llegamos todavía no había pan a pesar de que eran las nueve y pico, y por los alrededores nos encontramos lo mismo. Tras hacer tiempo volvimos a la cafetería para finalmente desayunar pan con aceite, un croissant de chocolate y un vaso de leche con Cola Cao, aunque hay que reseñar que tardaron en servirnos y el trato dejó bastante que desear.
Comenzamos nuestra ruta por León en la plaza Puerta Castillo, donde pudimos contemplar el Arco de la Cárcel, el edificio del Archivo Histórico Provincial de León y un par de esculturas muy peculiares: El Unicornio, que cuelga de una grúa; y La Mosca, situada sobre la fachada del Archivo.
A continuación, visitamos la Basílica de San Isidoro, uno de los conjuntos arquitectónicos de estilo románico más importantes del país. En primer lugar, entramos en el templo, en el que destacan la Capilla Mayor y su retablo, bajo el cual se encuentra la urna que contiene los restos de San Isidoro de Sevilla.
Al salir nos acercamos al Museo Panteón de San Isidoro, pero la siguiente visita no empezaba hasta las 11:30, así que compramos las entradas (5 € cada uno) e hicimos tiempo por el entorno de la plaza; en concreto, vimos la Torre del Gallo, parte de la muralla romana de León, la Columna Trajana y la Fuente de San Isidoro, además de aprovechar para hacernos unas fotos delante de la basílica.
Regresamos al museo poco antes de que diese comienzo la visita guiada, la cual incluía el Panteón Real, con frescos y pinturas murales dignos de mención; el claustro, rodeada por una galería con numerosas capillas, en una de las cuales se expone el gallo-veleta original del siglo VII de la Torre del Gallo que vimos antes; la Biblioteca, donde se conservan libros y archivos antiguos de gran valor; y el Museo, en el que se exhiben objetos religiosos, entre ellos el Cáliz de doña Urraca, que según algunos historiadores podría ser el Santo Grial.
Terminada la visita guiada, reanudamos el paseo por el Parque del Cid, y de allí nos fuimos a la iglesia de San Marcelo, que esta vez sí la pillamos abierta. Continuamos nuestro camino por la plaza de Santo Domingo, con una gran fuente en su centro y la estatua de bronce de La Vieja Negrilla en una de sus aceras, para recorrer la Gran Vía de San Marcos, pasando entre medias por la plaza de la Inmaculada.
Desembocamos en la plaza de San Marcos, denominada así porque en ella se encuentra la Iglesia y Parador Hostal de San Marcos, que si por algo llama la atención es por su imponente y alargada fachada plateresca. El templo destaca por su estilo gótico y por sus numerosas capillas laterales, pero desde el interior también se puede acceder a un museo gratuito en el que exponen varias obras y restos relacionados con la iglesia, así como al claustro y a la sacristía, bellamente ornamentada.
13:20
A continuación, visitamos la Basílica de San Isidoro, uno de los conjuntos arquitectónicos de estilo románico más importantes del país. En primer lugar, entramos en el templo, en el que destacan la Capilla Mayor y su retablo, bajo el cual se encuentra la urna que contiene los restos de San Isidoro de Sevilla.
Al salir nos acercamos al Museo Panteón de San Isidoro, pero la siguiente visita no empezaba hasta las 11:30, así que compramos las entradas (5 € cada uno) e hicimos tiempo por el entorno de la plaza; en concreto, vimos la Torre del Gallo, parte de la muralla romana de León, la Columna Trajana y la Fuente de San Isidoro, además de aprovechar para hacernos unas fotos delante de la basílica.
Regresamos al museo poco antes de que diese comienzo la visita guiada, la cual incluía el Panteón Real, con frescos y pinturas murales dignos de mención; el claustro, rodeada por una galería con numerosas capillas, en una de las cuales se expone el gallo-veleta original del siglo VII de la Torre del Gallo que vimos antes; la Biblioteca, donde se conservan libros y archivos antiguos de gran valor; y el Museo, en el que se exhiben objetos religiosos, entre ellos el Cáliz de doña Urraca, que según algunos historiadores podría ser el Santo Grial.
Terminada la visita guiada, reanudamos el paseo por el Parque del Cid, y de allí nos fuimos a la iglesia de San Marcelo, que esta vez sí la pillamos abierta. Continuamos nuestro camino por la plaza de Santo Domingo, con una gran fuente en su centro y la estatua de bronce de La Vieja Negrilla en una de sus aceras, para recorrer la Gran Vía de San Marcos, pasando entre medias por la plaza de la Inmaculada.
Desembocamos en la plaza de San Marcos, denominada así porque en ella se encuentra la Iglesia y Parador Hostal de San Marcos, que si por algo llama la atención es por su imponente y alargada fachada plateresca. El templo destaca por su estilo gótico y por sus numerosas capillas laterales, pero desde el interior también se puede acceder a un museo gratuito en el que exponen varias obras y restos relacionados con la iglesia, así como al claustro y a la sacristía, bellamente ornamentada.
13:20
Al salir de allí, pasamos por delante del Monumento al Peregrino, tras lo cual cruzamos el río Bernesga por el Puente de San Marcos para acercarnos al Parque de Quevedo, el cual cuenta con numerosas especies arbóreas y en el que conviven aves como pavos reales, patos, gansos, gallinas, etc.
Después, retornamos al río para recorrer el Paseo de la Condesa, un parque arbolado que discurre en paralelo al río y que termina en el Puente de los Leones, en uno de cuyos extremos se encuentra el Monumento a los Reyes de León, concretamente el que da a la plaza de Guzmán el Bueno.
Pasadas las dos de la tarde estábamos de nuevo en la plaza de Santo Domingo, así que decidimos tapear algo para comer. Primero repetimos en El Altar, donde el día anterior quedamos con el primo Julio y su mujer, para tomarnos un refresco con la correspondiente tapa; luego merodeamos por el Barrio Romántico para ir a Camarote Madrid, donde nos pusieron una tapa de paella con la bebida (agua en mi caso), y además pedimos una ración de croquetas de jamón. Lo de ambos sitios salió por unos 20 € en total, bastante bien de precio.
Una vez almorzados, nos acercamos al restaurante Ezequiel para comprar un par de tripas de salchichón y otra de chorizo, tras lo cual fuimos a visitar el principal reclamo de la ciudad: la Catedral de Santa María de Regla, también conocida como la 'Pulchra leonina'.
Pagamos la entrada (6 € cada uno) y entramos en el templo, que si por algo nos dejó embobados a las primeras de cambio fue por sus numerosas y coloridas vidrieras, que a esa hora relucían con todo su esplendor, tal y como me había recomendado un compañero de trabajo nacido en León.
Como buen ejemplo del gótico, las naves estaban cubiertas por bóvedas de crucería. Recorrimos la catedral siguiendo las indicaciones de la audioguía que nos dieron al entrar, empezando por el trascoro y siguiendo por las capillas de la girola, entre ellas la de la Virgen Blanca, eso sí, sin perder de vista las maravillosas vidrieras que levantaban sobre ellas.
Continuamos con el altar mayor y su retablo neogótico, y luego con el coro, del cual destacan tanto su sillería como los órganos, tras lo cual visitamos las capillas situadas junto a la fachada principal, de la cual se podía distinguir su rosetón.
Al salir de allí, casi una hora después, nos dieron a cada uno una revista sobre la Catedral de León que estaba incluida en el precio de la entrada, tras lo cual nos fuimos al hotel a descansar.
18:30
Aburrido de estar en la habitación, me fui solo al Museo Catedralicio, cuya entrada me costó solamente 3 € por haber visitado antes la catedral. En las diversas salas que lo componen, pude contemplar numerosas obras de diferentes épocas y siglos, como por ejemplo cuadros, retablos, crucificados, calvarios, biblias, etc.
Luego accedí al claustro, alrededor del cual se encuentran las estatuas de santos y reyes que originalmente estaban ubicadas en las hornacinas del triple pórtico de acceso a la catedral, y desde allí también pude ver la Puerta de Nuestra Señora del Dado, que es la puerta que la comunica con el templo, y la fachada norte de la catedral.
De nuevo en la calle, y con un leve chispeo, bordeé la Catedral de León por la fachada sur y por el ábside para dejarme cautivar por todos sus detalles y por su elegancia, así como para hacerle varias fotos, tras lo cual volví al hotel para reunirme con mi madre.
A las nueve de la noche nos echamos a la calle para tapear en varios sitios. Primero fuimos a El Rebote, un bar cuyas únicas tapas son croquetas, pero bastante grandes y con una gran variedad de sabores: bacon con cheddar, queso, chorizo, pollo guisado, cecina, pizza, etc. La consumición venía acompañada de una croqueta, pero también pedimos media ración aparte para probar varios tipos. Todas estaban bastante buenas, y todo por menos de 10 €.
Seguimos en el Barrio Húmedo, ahora en El Flechazo, cuya única tapa que ofrecen es un plato de patatas fritas en rodajas recién hechas con o sin pimentón; a pesar de que inicialmente dudamos, al final nos decantamos por las picantes y nos gustaron. Por último, nos acercamos al Barrio Romántico, concretamente al Bar Correo, donde mi madre se pidió una tapa de tortilla de patatas y yo un burrito de jamón y cuatro quesos.
Ya cenados, dimos una vuelta por el casco histórico. Al igual que la noche anterior, aproveché que los principales monumentos de la ciudad estaban iluminados para fotografiarlos, entre ellos la Basílica de San Isidoro, la Casa Botines, el Palacio de los Guzmanes, el Ayuntamiento y, cómo no, la catedral.
De regreso en el hotel, dejamos las maletas medio preparadas porque a la mañana siguiente tocaba coger el coche para continuar con nuestro viaje. Pusimos las alarmas de nuestros móviles para levantarnos temprano, siendo ya las doce de la medianoche cuando nos acostamos definitivamente.
Después, retornamos al río para recorrer el Paseo de la Condesa, un parque arbolado que discurre en paralelo al río y que termina en el Puente de los Leones, en uno de cuyos extremos se encuentra el Monumento a los Reyes de León, concretamente el que da a la plaza de Guzmán el Bueno.
Pasadas las dos de la tarde estábamos de nuevo en la plaza de Santo Domingo, así que decidimos tapear algo para comer. Primero repetimos en El Altar, donde el día anterior quedamos con el primo Julio y su mujer, para tomarnos un refresco con la correspondiente tapa; luego merodeamos por el Barrio Romántico para ir a Camarote Madrid, donde nos pusieron una tapa de paella con la bebida (agua en mi caso), y además pedimos una ración de croquetas de jamón. Lo de ambos sitios salió por unos 20 € en total, bastante bien de precio.
Una vez almorzados, nos acercamos al restaurante Ezequiel para comprar un par de tripas de salchichón y otra de chorizo, tras lo cual fuimos a visitar el principal reclamo de la ciudad: la Catedral de Santa María de Regla, también conocida como la 'Pulchra leonina'.
Pagamos la entrada (6 € cada uno) y entramos en el templo, que si por algo nos dejó embobados a las primeras de cambio fue por sus numerosas y coloridas vidrieras, que a esa hora relucían con todo su esplendor, tal y como me había recomendado un compañero de trabajo nacido en León.
Como buen ejemplo del gótico, las naves estaban cubiertas por bóvedas de crucería. Recorrimos la catedral siguiendo las indicaciones de la audioguía que nos dieron al entrar, empezando por el trascoro y siguiendo por las capillas de la girola, entre ellas la de la Virgen Blanca, eso sí, sin perder de vista las maravillosas vidrieras que levantaban sobre ellas.
Continuamos con el altar mayor y su retablo neogótico, y luego con el coro, del cual destacan tanto su sillería como los órganos, tras lo cual visitamos las capillas situadas junto a la fachada principal, de la cual se podía distinguir su rosetón.
Al salir de allí, casi una hora después, nos dieron a cada uno una revista sobre la Catedral de León que estaba incluida en el precio de la entrada, tras lo cual nos fuimos al hotel a descansar.
18:30
Aburrido de estar en la habitación, me fui solo al Museo Catedralicio, cuya entrada me costó solamente 3 € por haber visitado antes la catedral. En las diversas salas que lo componen, pude contemplar numerosas obras de diferentes épocas y siglos, como por ejemplo cuadros, retablos, crucificados, calvarios, biblias, etc.
Luego accedí al claustro, alrededor del cual se encuentran las estatuas de santos y reyes que originalmente estaban ubicadas en las hornacinas del triple pórtico de acceso a la catedral, y desde allí también pude ver la Puerta de Nuestra Señora del Dado, que es la puerta que la comunica con el templo, y la fachada norte de la catedral.
De nuevo en la calle, y con un leve chispeo, bordeé la Catedral de León por la fachada sur y por el ábside para dejarme cautivar por todos sus detalles y por su elegancia, así como para hacerle varias fotos, tras lo cual volví al hotel para reunirme con mi madre.
A las nueve de la noche nos echamos a la calle para tapear en varios sitios. Primero fuimos a El Rebote, un bar cuyas únicas tapas son croquetas, pero bastante grandes y con una gran variedad de sabores: bacon con cheddar, queso, chorizo, pollo guisado, cecina, pizza, etc. La consumición venía acompañada de una croqueta, pero también pedimos media ración aparte para probar varios tipos. Todas estaban bastante buenas, y todo por menos de 10 €.
Seguimos en el Barrio Húmedo, ahora en El Flechazo, cuya única tapa que ofrecen es un plato de patatas fritas en rodajas recién hechas con o sin pimentón; a pesar de que inicialmente dudamos, al final nos decantamos por las picantes y nos gustaron. Por último, nos acercamos al Barrio Romántico, concretamente al Bar Correo, donde mi madre se pidió una tapa de tortilla de patatas y yo un burrito de jamón y cuatro quesos.
Ya cenados, dimos una vuelta por el casco histórico. Al igual que la noche anterior, aproveché que los principales monumentos de la ciudad estaban iluminados para fotografiarlos, entre ellos la Basílica de San Isidoro, la Casa Botines, el Palacio de los Guzmanes, el Ayuntamiento y, cómo no, la catedral.
De regreso en el hotel, dejamos las maletas medio preparadas porque a la mañana siguiente tocaba coger el coche para continuar con nuestro viaje. Pusimos las alarmas de nuestros móviles para levantarnos temprano, siendo ya las doce de la medianoche cuando nos acostamos definitivamente.
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