viernes, 21 de agosto de 2020

Viaje a España 2018: día 6

Domingo, 15 de julio de 2018

8:00
Como de costumbre, nos levantamos bien temprano para aprovechar el día al máximo. Tras ducharnos y vestirnos, nos dirigimos al centro de la ciudad para buscar un sitio en el que desayunar; al final nos decantamos por Lis&Com, una cafetería situada justo después de atravesar la Puerta del Alcázar en la que me tomé una tostada con aceite, un croissant y un vaso de leche con Cola Cao. Calidad normalita y además nos intentaron cobrar de más.

Al salir de la cafetería, nos topamos con la estatua de Adolfo Suárez en la plaza que lleva su nombre, donde también se encuentra el Verraco de las Cogotas. Al otro lado de la muralla, junto a la Torre del Homenaje, vimos el Monumento a Santa Teresa de Jesús, que se compone de dos partes unidas por una estela de piedra, tras lo cual nos hicimos unas fotos delante de la Puerta del Alcázar.

Pasaban ya unos minutos de las diez cuando accedimos a la muralla de Ávila para recorrer el tramo de adarve que nos quedaba, para lo cual presentamos la entrada que adquirimos el día anterior. Desde allí arriba pudimos ver de cerca la fachada sur de la catedral, la plaza de Santa Teresa de Jesús, la plaza de Adolfo Suárez y la iglesia de Santiago, entre otros puntos de interés.

Cuando bajamos de la muralla, nos acercamos precisamente a esta iglesia, pero estaba cerrada, así que continuamos nuestro camino bordeando el sur de la muralla por el Paseo del Rastro desde la Puerta de la Estrella hasta la Puerta de la Santa, por la que accedimos para entrar en la iglesia-convento de Santa Teresa, de estilo barroco y una de cuyas capillas se sitúa en el lugar en el que nació Santa Teresa de Jesús.

Luego, callejeamos hasta el Arco del Carmen para hacernos unas fotos en el exterior de la muralla, tras lo cual nos dirigimos a la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza y a la iglesia de San Martín, pero ambas estaban cerradas, por lo que volvimos al casco histórico de la ciudad, esta vez por el Arco del Mariscal.

A continuación, dando un donativo de 1 €, entramos en la capilla de Mosén Rubí, un pequeño templo de estilo gótico tardío que cuenta con la particularidad de que su planta es de cruz griega. Después, callejeamos hasta la iglesia de San Pedro, la cual también pudimos visitar por dentro, ésta sí con la habitual planta de cruz latina y de estilo románico.


12:20
Como ya era mediodía, decidimos tomarnos un tentempié en el restaurante La Santa, en mi caso una Coca-Cola Zero con una tapa de choricitos con patatas, tras lo cual nos acercamos a una pastelería para que mi madre comprase cuatro cajas de yemas de Santa Teresa.

Nuestro destino ahora era la Catedral de Cristo Salvador, cuya entrada nos costó 6 € por cabeza. Nada más entrar, percibimos claramente el estilo gótico del templo, tal y como se deduce de su bóveda de crucería, de sus arcos apuntados y de sus vidrieras. Siguiendo las indicaciones de la audioguía, una de las primeras cosas que vimos fue su magnífico trascoro de piedra caliza, y luego algunas de sus capillas dedicadas a diversas devociones, como San Antolín, Santa Teresa o la Virgen de la Caridad.

Después, recorrimos el deambulatorio, donde se encuentran el suntuoso sepulcro de Alonso Fernández de Madrigal y otras capillas de gran valor artístico, para seguidamente visitar el altar mayor con su gran retablo y el coro con sus dos órganos situados sobre la sillería.

Continuamos la visita con el Museo, en el que pudimos ver una maqueta de la catedral, una custodia y diversas obras pictóricas y escultóricas de temática religiosa. Luego, accedimos al claustro, aunque solamente era posible recorrer las galerías, en una de las cuales reposan los restos del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez junto con los de su esposa.

Al salir de la catedral, pasadas ya las dos de la tarde, nos acercamos a la pequeña ermita de Nuestra Señora de las Nieves, tras lo cual nos fuimos a almorzar al restaurante El Rincón de Jabugo, situado justo enfrente del cimorro de la catedral. Nos decantamos por el menú de 15 € del fin de semana, y en mi caso elegí paella de primero, solomillitos de cerdo ibérico con patatas de segundo y natillas de postre.

Cuando terminamos de comer, volvimos al hotel para descansar, aunque yo además aproveché para poner la tele y ver el Francia-Croacia de la final del Mundial de Rusia, que acabó 4-2 para los galos, y la posterior ceremonia de entrega de las medallas y del trofeo.

20:00
De nuevo en la calle, dimos un paseo tranquilo hasta llegar a la muralla, concretamente a la altura de la Puerta de San Vicente, y luego nos sentamos en la terraza del bar La Bodeguita de San Segundo, donde nos tomamos un refresco que venía acompañado de una tapa de patatas revolconas con torreznos.

Luego, fuimos a cenar algo más contundente al restaurante La Santa, que ya era la tercera vez que íbamos allí; en concreto, además de la tapa que nos pusieron con la bebida, nos pedimos una ración de tortilla de patatas y otra de croquetas. Ya cenados, fuimos en busca del coche porque ahora nos tocaba visitar un lugar situado en las afueras de la ciudad.

Eran las diez y cuarto de la noche cuando, tras cruzar el río Adaja y subir por una empinada cuesta, llegamos al humilladero de Los Cuatro Postes, un monumento religioso erigido sobre una colina y compuesto por cuatro columnas unidas por un dintel que rodean a una cruz de granito ubicada en el centro del conjunto.

Lo más notable de ese lugar no era precisamente el monumento en sí, sino que se ubica en un mirador desde el cual es posible contemplar la ciudad de Ávila, especialmente gran parte de la muralla, que a esa hora resaltaba aún más gracias a la iluminación artificial, por lo que no dudé en hacer varias fotos de esta fantástica panorámica que teníamos ante nosotros.

Cogimos de nuevo el coche para aparcar frente a la pequeña ladera situada al norte de la muralla, a la altura del Arco del Carmen, y de esta forma poder ver la muralla iluminada más cerca, además de obviamente tomar varias instantáneas del monumento más representativo de la ciudad.

Volvimos definitivamente a la habitación del hotel pasadas las once de la noche. Antes de acostarnos, nos dedicamos a hacer las maletas, puesto que al día siguiente teníamos que dejar el hotel para continuar con nuestro viaje, por lo que, para variar, activamos las alarmas de nuestros móviles para despertarnos pronto. Al final, entre una cosa y otra, ya era medianoche cuando nos metimos en la cama a dormir.

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