Sábado, 14 de julio de 2018
8:00
Nos levantamos a la hora de casi siempre para asearnos y terminar de hacer las maletas, tras lo cual salimos a desayunar al Café Los Cubos, donde me tomé una tostada bien grande con aceite, una napolitana de chocolate y un vaso de leche con Cola Cao; mucho mejor que el desayuno del día anterior, tanto en calidad como en servicio, e incluso más barato.
Volvimos al hotel para recoger el equipaje y dejar en recepción la llave de la habitación, de tal manera que cuando nos montamos en el coche para ir a Ávila ya eran las diez de la mañana. Cogimos la A-66 y enlazamos con la A-6 a la altura de Benavente, hasta llegar al mediodía a Medina del Campo, donde hicimos una parada para visitar el Castillo de la Mota.
Descartamos la visita guiada porque teníamos que esperar bastante tiempo y no queríamos entretenernos demasiado, así que hicimos solamente la visita libre y gratuita por una zona reducida del interior del castillo, en concreto el patio de armas, la capilla y la sala de Juan de la Cosa, en la que se expone una copia del famoso mapa de este navegante y cartógrafo; además, también pudimos recorrer parte de la muralla y ver por fuera la Torre del Homenaje.
Nos pusimos de nuevo en carretera para ir definitivamente a Ávila, adonde llegamos poco antes de las dos de la tarde. Nos alojamos en el Hotel Mirador de Santa Ana por dos noches a 84'88 € en total, muy buen precio; tras subir a la habitación que nos habían asignado (la 304), dejamos las maletas y salimos para empezar a visitar la ciudad y buscar un sitio para almorzar.
Nada más salir del hotel nos topamos con la pequeña ermita del Cristo de la Luz y con el Real Monasterio de Santa Ana. De camino al centro de la ciudad, pasamos por delante del Convento de San José y de la iglesia de San Pedro, hasta que llegamos a la plaza de Santa Teresa de Jesús, en la cual se erige el monumento a dicha santa.
En el otro extremo de la plaza se divisaba ya la muralla de Ávila, concretamente la imponente Puerta del Alcázar o del Mercado Grande con sus dos grandes torreones, de tal manera que a continuación bordeamos la muralla en dirección norte hasta llegar a la capilla de San Segundo, la cual se encuentra adosada al cimorro de la catedral.
Ya iba siendo hora de almorzar, así que tanteamos un poco la zona hasta que nos decidimos por el menú de 12 € del restaurante Alavirulé; en mi caso, además de agua para beber, me pedí espaguetis carbonara de primero, filetes de ternera con patatas fritas de segundo y mousse de limón de postre. Bastante correcto en relación calidad-precio.
16:00
Retomamos la visita a la ciudad adentrándonos en el casco antiguo por la Puerta de la Catedral, que, como su propio nombre indica, es la que se encuentra junto a la Catedral de Cristo Salvador, la cual conoceríamos al día siguiente.
Seguidamente, recorrimos la calle Reyes Católicos hasta desembocar en la plaza del Mercado Chico, que viene a ser la plaza mayor de Ávila y en la cual se localizan el Ayuntamiento y la iglesia de San Juan Bautista, cerrada en ese momento, y luego callejeando llegamos a la capilla de Mosén Rubí, que tampoco estaba abierta pero que visitaríamos al día siguiente.
Tras pasar por delante del Palacio de Bracamonte, atravesamos la muralla por el Arco del Mariscal para poder contemplar y bordear la larga hilera de torreones que sobresalen de ella hasta llegar a la Basílica de San Vicente, en la cual entramos previo pago de la entrada, que costaba 2'30 €.
La visita a este templo románico resultó ser todo un acierto, empezando por la portada principal, que guarda cierta similitud con el Pórtico de la Gloria. Ya en el interior, cabría mencionar la bóveda de crucería de la nave central, el altar mayor con su gran retablo, dos capillas dedicadas a sendos santos y, sobre todo, el enorme cenotafio de los Santos Hermanos Mártires y el baldaquino que lo recubre; finalmente, bajamos a la cripta de la Soterraña, en la cual se venera a la patrona de la ciudad.
Al salir de la basílica, nos topamos enfrente con la Puerta de San Vicente, muy similar a la del Alcázar que vimos antes de comer, y continuamos nuestro paseo por la ermita del Humilladero, la Casa de los Deanes (sede del Museo de Ávila) y la iglesia de Santo Tomé el Viejo, que en realidad se trata del almacén visitable de dicho museo.
Ya eran más de las cinco y media y hacía bastante calor, por lo que decidimos hacer un pequeño receso para tomarnos algo que nos refrescara. Al final, acabamos en la plaza de Santa Teresa de Jesús, concretamente en La Palomilla, adonde nos pedimos una horchata mi madre y un granizado de limón en mi caso, y además pudiendo ver parte del partido Bélgica-Inglaterra del tercer y cuarto puesto del Mundial de Rusia.
18:30
Descartamos la visita guiada porque teníamos que esperar bastante tiempo y no queríamos entretenernos demasiado, así que hicimos solamente la visita libre y gratuita por una zona reducida del interior del castillo, en concreto el patio de armas, la capilla y la sala de Juan de la Cosa, en la que se expone una copia del famoso mapa de este navegante y cartógrafo; además, también pudimos recorrer parte de la muralla y ver por fuera la Torre del Homenaje.
Nos pusimos de nuevo en carretera para ir definitivamente a Ávila, adonde llegamos poco antes de las dos de la tarde. Nos alojamos en el Hotel Mirador de Santa Ana por dos noches a 84'88 € en total, muy buen precio; tras subir a la habitación que nos habían asignado (la 304), dejamos las maletas y salimos para empezar a visitar la ciudad y buscar un sitio para almorzar.
Nada más salir del hotel nos topamos con la pequeña ermita del Cristo de la Luz y con el Real Monasterio de Santa Ana. De camino al centro de la ciudad, pasamos por delante del Convento de San José y de la iglesia de San Pedro, hasta que llegamos a la plaza de Santa Teresa de Jesús, en la cual se erige el monumento a dicha santa.
En el otro extremo de la plaza se divisaba ya la muralla de Ávila, concretamente la imponente Puerta del Alcázar o del Mercado Grande con sus dos grandes torreones, de tal manera que a continuación bordeamos la muralla en dirección norte hasta llegar a la capilla de San Segundo, la cual se encuentra adosada al cimorro de la catedral.
Ya iba siendo hora de almorzar, así que tanteamos un poco la zona hasta que nos decidimos por el menú de 12 € del restaurante Alavirulé; en mi caso, además de agua para beber, me pedí espaguetis carbonara de primero, filetes de ternera con patatas fritas de segundo y mousse de limón de postre. Bastante correcto en relación calidad-precio.
16:00
Retomamos la visita a la ciudad adentrándonos en el casco antiguo por la Puerta de la Catedral, que, como su propio nombre indica, es la que se encuentra junto a la Catedral de Cristo Salvador, la cual conoceríamos al día siguiente.
Seguidamente, recorrimos la calle Reyes Católicos hasta desembocar en la plaza del Mercado Chico, que viene a ser la plaza mayor de Ávila y en la cual se localizan el Ayuntamiento y la iglesia de San Juan Bautista, cerrada en ese momento, y luego callejeando llegamos a la capilla de Mosén Rubí, que tampoco estaba abierta pero que visitaríamos al día siguiente.
Tras pasar por delante del Palacio de Bracamonte, atravesamos la muralla por el Arco del Mariscal para poder contemplar y bordear la larga hilera de torreones que sobresalen de ella hasta llegar a la Basílica de San Vicente, en la cual entramos previo pago de la entrada, que costaba 2'30 €.
La visita a este templo románico resultó ser todo un acierto, empezando por la portada principal, que guarda cierta similitud con el Pórtico de la Gloria. Ya en el interior, cabría mencionar la bóveda de crucería de la nave central, el altar mayor con su gran retablo, dos capillas dedicadas a sendos santos y, sobre todo, el enorme cenotafio de los Santos Hermanos Mártires y el baldaquino que lo recubre; finalmente, bajamos a la cripta de la Soterraña, en la cual se venera a la patrona de la ciudad.
Al salir de la basílica, nos topamos enfrente con la Puerta de San Vicente, muy similar a la del Alcázar que vimos antes de comer, y continuamos nuestro paseo por la ermita del Humilladero, la Casa de los Deanes (sede del Museo de Ávila) y la iglesia de Santo Tomé el Viejo, que en realidad se trata del almacén visitable de dicho museo.
Ya eran más de las cinco y media y hacía bastante calor, por lo que decidimos hacer un pequeño receso para tomarnos algo que nos refrescara. Al final, acabamos en la plaza de Santa Teresa de Jesús, concretamente en La Palomilla, adonde nos pedimos una horchata mi madre y un granizado de limón en mi caso, y además pudiendo ver parte del partido Bélgica-Inglaterra del tercer y cuarto puesto del Mundial de Rusia.
18:30
Nos dirigimos a la Casa de las Carnicerías, situada junto a la Puerta de la Catedral y sede de la Oficina Municipal de Turismo, ya que allí se halla uno de los puntos de acceso a la muralla de Ávila (5 € costaba la entrada, válida durante 48 horas), y en cuyo interior también se encuentra una maqueta de la misma muy conseguida.
Subimos a la muralla para recorrer su adarve desde el cimborrio de la catedral. Avanzamos hasta la Puerta de San Vicente, desde cuya altura se ven perfectamente tanto la basílica homónima como la fachada norte de la catedral.
Subimos a la muralla para recorrer su adarve desde el cimborrio de la catedral. Avanzamos hasta la Puerta de San Vicente, desde cuya altura se ven perfectamente tanto la basílica homónima como la fachada norte de la catedral.
Más adelante, en la esquina noreste de la muralla, ya se podían divisar los extramuros de la ciudad, especialmente desde el Arco del Carmen. Entre otros sitios relevantes, pudimos distinguir el Convento de la Encarnación, la iglesia de San Martín, la ermita de Nuestra Señora de la Cabeza y el Centro de Exposiciones y Congresos Lienzo Norte.
También era posible ver perfectamente la propia muralla desde lo alto de los torreones a los que se podía subir, tanto la parte exterior como casi todo el perímetro. Al llegar a la Puerta del Puente, situada junto al Puente Romano, nos sentamos unos minutos a descansar antes de continuar visitando la ciudad, pero ya habiendo bajado de la muralla.
Callejeando por los intramuros vimos el Palacio de Polentinos, la portada del antiguo hospital de Santa Escolástica, la iglesia-convento de Santa Teresa, el Palacio del Virrey Blasco Núñez Vela, la Puerta de la Santa, el Palacio de los Superunda, el Torreón de los Guzmanes, el Monumento a San Juan de la Cruz y el Palacio de los Dávila.
Después, entramos en la iglesia de San Juan Bautista, en la cual pudimos ver varias imágenes de cristos y vírgenes, así como la pila en la que fue bautizada Santa Teresa. Cuando salimos de allí ya eran las nueve de la noche, así que decidimos tomarnos un refresco con su correspondiente tapa incluida en el restaurante Reyes Católicos.
Luego nos tomamos otra tapa en el restaurante La Santa, una pulga de chorizo ibérico en mi caso, pero nos quedamos con hambre, por lo que fuimos a buscar un sitio para cenar. A esa hora ya estaba anocheciendo, por lo que de camino pudimos ver los principales monumentos ya con su iluminación nocturna, entre ellos la muralla y la catedral.
Al final nos decantamos por Revolutum, un restaurante situado junto al Mercado de Abastos y en el que cené una hamburguesa. Después nos acercamos a la plaza del Mercado Chico para hacer un par de fotos de la plaza ya iluminada, tras lo cual emprendimos el camino de regreso al hotel, adonde llegamos pasadas las once y media. Finalmente, tras ver un poco la tele, nos acostamos poco antes de las doce y media de la madrugada.
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