domingo, 17 de febrero de 2008

Vergüenza

En la tarde-noche de ayer estuve en la presentación del cartel que anuncia la salida procesional de este año 2008 de la Ilustre y Venerable Hermandad de la Orden de Santo Domingo de Guzmán, de Nuestro Padre Jesús de la Humillación y Perdón y María Santísima de la Estrella. El acto, además, incluía el hermanamiento de dos jóvenes bandas de cornetas y tambores de la ciudad: la de la propia cofradía y la de Nuestra Señora del Carmen. Pues bien, en las cerca de dos horas que duró el acto, yo sentí vergüenza de estar allí presente.
Les comento con el mayor detalle posible lo que aconteció ayer. Llegué a la iglesia de Santo Domingo a las ocho de la tarde, ya que, según algunas fuentes, a esa hora daría comienzo el acto; sin embargo, también hubo otras que afirmaban que todo empezaría a las ocho y media, como finalmente sucedió, por lo que durante unos minutos me dediqué a contemplar las imágenes que tienen en esta iglesia su sede canónica, como son las de las cofradías de Dolores del Puente, Humillación y Mena, amén de otras tallas y pinturas. Al cuarto de hora, me senté en un banco más o menos en medio de la iglesia, ya que la gente ya estaba empezando a coger sitio. Mientras tanto, varios responsables de la cofradía iban preparando el acto. La iglesia estaba bastante llena: los bancos estaban repletos y, tanto en los laterales como al fondo, la gente se agolpaba para poder presenciar la presentación del cartel y el pequeño concierto que las dos bandas anteriormente citadas iban a ofrecer.
Pocos minutos después de las ocho y media, las puertas de Santo Domingo se abrieron para recibir a la Banda de CC. y TT. de la Estrella, que, una vez que se situó en el altar, interpretó un par de marchas procesionales. Y fue a partir de aquí cuando comenzaron los sucesos que he venido a denunciar. Uno de los hermanos de la cofradía de la Humillación tomó la palabra para dar comienzo al acto de la presentación del cartel anunciador. Tras comentar brevemente el programa del acto, cedió la palabra al pregonero del cartel del año anterior. Ya en estos primeros minutos, por la parte de atrás se empezaba a escuchar a la gente allí reunida hablar a un tono considerable, lo cual molestó al que está escribiendo esto. Una vez terminado su discurso, el pregonero del pasado año presentó al de éste, que creo que era un cargo de la Polícia Local de Málaga, hermano mayor honorario de la cofradía dominica. A lo largo de los cerca de veinte minutos que duró el pregón de este caballero, la gente que anteriormente cité seguía a lo suyo; les daba igual que hubiera una persona rememorando tiempos pasados y recreando los momentos y sentimientos que le había regalado cada Martes Santo los titulares de la cofradía. Yo, de vez en cuando, me daba la vuelta para ver la cara de los maleducados que no tenían otra cosa que hacer que charlar con el de al lado o, asómbrense, escuchar la radio o hablar por el móvil. Vamos a ver: si lo que quieres es saber cómo está perdiendo el Real Madrid o llamar a un amigo por teléfono, quédate en tu casa y no molestes a aquéllos que intentan escuchar las palabras del pregonero, que, por cierto, en algunos momentos tuvo que contar algo ciertamente emotivo o bonito, ya que fueron varias las veces en los que éste tuvo que pausar su discurso debido a los aplausos de los allí presentes; yo, por instinto, también aplaudía, pero sin saber realmente por qué. He de decir que no era el único que se sintió avergonzado de estar allí: era raro el momento en el que no hubiera nadie intentando mandar a callar a los charlatanes, los cuales parece que iban tomando posiciones en la iglesia, porque en los laterales también se empezaba a crear el continuo murmullo que invadía el templo. Además, a la gente también le daba por pasearse por allí en medio, como Pedro por su casa; otra falta de respeto más hacia el pregonero, que, no sé si por casualidad o no, por momentos aumentó el volumen de su voz, quizás en un intento de decir: "Un poco de silencio, por favor".
Una vez finalizado el pregón, y tras los correspondientes aplausos, llegó el momento de descubrir la pintura que servirá para anunciar la salida procesional del Martes Santo. Este año, el cartel está protagonizado por la Virgen de la Estrella. A continuación, se siguió con el hermanamiento de las dos bandas de cornetas y tambores. En primer lugar, la banda de la cofradía volvió a tocar varias marchas, y, cómo no, al mismo tiempo también tuvimos la 'suerte' de escuchar otras marchas, como 'La derrota del Madrid' o 'Lo que le conté a mi amigo mientras daba la lata'. Acto seguido, la Banda de CC. y TT. de Nuestra Señora del Carmen hizo su aparición en el templo. Tras interpretar otras composiciones, otro de los hermanos de la cofradía del Martes Santo explicó la corta pero intensa historia de esta última banda, que sólo cuenta dos años de vida. Destacó lo mucho que tuvo que esforzarse la banda para poder crearla, los duros inicios, etc. Y también detalló el número de integrantes en sus respectivos instrumentos; perdonen si me equivoco con las cifras, pero dijo que eran nueve tambores, aunque allí sólo había ocho personas que portaran ese instrumento; el noveno tambor está en el cielo, ya que el integrante que lo tocaba falleció hace unos meses. Lógicamente, todo el mundo interrumpió con sus aplausos, pero, durante las emotivas palabras que anteriormente he intentado emular, los de siempre siguieron con su cháchara. Indignante.
El acto concluyó con el intercambio de presentes entre las dos bandas y la interpretación de la 'Marcha Real'. Era entonces cuando el que quisiera, al salir de la iglesia, podía recoger un cartel. Como era de esperar, los del fondo se echaron encima de los dos hombres que había repartiendo para llevarse el mayor número de carteles posible. En ese momento, llegué a la siguiente conclusión: los que habían estado durante todo el acto hablando y comportándose maleducadamente sólo habían ido para conseguir el cartel de la cofradía. Y digo yo: si lo que realmente quieres es el cartel y te aburre escuchar a una persona dar un pregón o un discurso, ¿por qué no te das una vuelta por los alrededores haciendo tiempo para que termine el acto y después te acercas para recogerlo? Y si te encuentras la iglesia ya cerrada, ¿por qué no vas otro día? Y si vas al acto, ¿por qué no te quedas calladito, respetando a los allí presentes y comportándote como es debido?
Y para finalizar, otra gran pregunta que yo me hago: ¿por qué nadie de la cofradía invitó a esta gentuza a abandonar la iglesia, que, se supone, es un lugar de recogimiento?

3 comentarios:

Pepe Soldado dijo...

Hay gente que tiene más cara que espalda. La única solución, y lo sabes, es no dar los carteles después de ese acto sino que se puedan recoger, yo que sé, al día siguiente.

Un saludo.

P.D: el 20 llego a Málaga. Ya te llamaré. See you

Rafalillo dijo...

Esa podría ser una solución, aunque quizás no la más acertada. Los que se comportan debidamente no deben pagar por los cafres de siempre. Si yo llego a ser un hermano de la cofradía y estuviera en la situación que se produjo, me habría acercado al atril para interrumpir el pregón y anunciar que hasta que la gente no se callara o los que estuvieran hablando no abandonaran la iglesia no se seguía con el acto en cuestión.
Volviendo a lo del cartel, lo mejor es que, como he dicho, lo den allí al finalizar el acto, porque así ya no tienes que perder otro día en ir a la iglesia o a la casa hermandad.

Israelem dijo...

La verdad es que es una vergüenza y esto ocurre en muchos actos, pero esa es la falta de respeto que vivimos hoy día.

Un sa ludo, nos vemos mañana ;)