Muchas veces las miramos y no nos paramos a pensar en su origen. ¿Por qué están ahí? ¿Cómo se crearon? Me refiero a esos miles de puntitos de luz que brillan por la noche: las estrellas. Parece que han estado encendidas desde el principio de los tiempos y que nunca se apagarán, y no es así, porque la luz que vemos ahora mismo fue emitida hace ya varios años, por lo que es probable que algunas de ellas ya no existan como tal. A continuación, os voy a explicar de la forma más amena posible el nacimiento de estos astros y os daréis cuenta de que dicho proceso no es nada sencillo.
Las estrellas nacen cuando una nube interestelar, formada por gases (principalmente hidrógeno) y polvo, se contrae por efecto de inestabilidades de fuerzas gravitatorias; estas fuerzas pueden haber sido provocadas por la explosión de otra estrella más vieja (una supernova), que ha generado una onda de choque lo suficientemente intensa como para precipitar el fenómeno del adensamiento de la nube.
Cuando una nebulosa colapsa, la masa que va concentrándose (principalmente, más en el centro que en la periferia) aumenta con el tiempo porque atrae materia de las zonas circundantes. Después de cientos de miles de años, gracias a dicho incremento, aumentan también la temperatura, la presión y la densidad de la materia, lo que da lugar a la formación de un núcleo en contracción muy caliente. El astro, que emite energía en forma de calor, brilla con un color rojo oscuro: se ha transformado en una protoestrella. Por fin, cuando la temperatura alcanza los diez millones de grados centígrados, se produce la fusión de hidrógeno y la protoestrella se convierte en una estrella que brilla con luz propia.
Cuando una nebulosa colapsa, la masa que va concentrándose (principalmente, más en el centro que en la periferia) aumenta con el tiempo porque atrae materia de las zonas circundantes. Después de cientos de miles de años, gracias a dicho incremento, aumentan también la temperatura, la presión y la densidad de la materia, lo que da lugar a la formación de un núcleo en contracción muy caliente. El astro, que emite energía en forma de calor, brilla con un color rojo oscuro: se ha transformado en una protoestrella. Por fin, cuando la temperatura alcanza los diez millones de grados centígrados, se produce la fusión de hidrógeno y la protoestrella se convierte en una estrella que brilla con luz propia.
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