365 días han pasado ya desde aquel 11 de julio de 2010, el día en el que España subió al cielo, el día en el que todos los españoles fuimos felices, el día en el que nuestras calles vibraron y se llenaron de banderas rojigualdas, el día en el que la selección española de fútbol se proclamó Campeona del Mundo.
Parecía un sueño imposible, una utopía, un quiero y no puedo que nos iba a perseguir hasta la eternidad, pero por fin ese día España escribió con letras de oro una página del libro del Mundial de fútbol, un libro que cuenta con la firma de centenares de jugadores que alcanzaron la gloria en anteriores ediciones y que pueden presumir de haber llegado a lo más alto. Si Nasazzi, Giuseppe Meazza, Bobby Moore, Beckenbauer, Passarella, Dino Zoff, Maradona, Matthäus, Dunga, Deschamps, Cafú o Cannavaro habían levantado la Copa del Mundo, ¿por qué no lo iba a hacer Casillas? Pelé, Bobby Charlton, Gerd Müller, Kempes, Paolo Rossi, Klinsmann, Romario, Zidane, Ronaldo o Del Piero ganaron en su día el Mundial. ¿Por qué no lo iban a conseguir Xavi, Villa, Puyol o Iniesta?
España se merecía ese honor, sobre todo después de todas las calamidades e injusticias que sufrió antaño: el fallo a puerta vacía de Cardeñosa frente a Brasil en 1978, la decepción en el Mundial organizado en nuestro propio país en 1982, el gol fantasma de Míchel contra Brasil que sí entró en México 86, la nariz ensangrentada de Luis Enrique tras el codazo del italiano Tassotti en los cuartos de final del Mundial de 1994, el fracaso en Francia 98, el nefasto arbitraje de Al-Ghandour frente a Corea del Sur en 2002. Tuvo que ser Andrés Iniesta el encargado de vengar a los que defendieron la elástica española hasta caer derrotados por fallar un gol cantado o por la mala actuación de un trencilla. Eran casi las once de la noche y corría el minuto 115:55 cuando Iniesta recibió dentro del área rival para enganchar una volea que empujaron desde el campo Vicente, Iker, Raúl, Gerard, Carlos, Carles, Andrés, David, Xavier, Fernando, Francesc, Joan, Víctor, Juan, Xabier, Sergio, Sergio, Álvaro, Pedro, Fernando, Javier, David, Jesús y Jose Manuel, y más de 48 millones de españoles a 8.000 kilómetros de distancia.
¿Quién lo iba a decir después del primer partido? Nadie se esperaba un pinchazo contra Suiza, y menos todavía una derrota, pero en un Mundial todo podía pasar, y pasó. Un nuevo traspiés nos condenaba y nos haría hacer las maletas mucho antes de lo previsto, pero ante Honduras y Chile no se falló, es más, se logró un primer puesto en la fase de grupos que nos permitió evitar a la temible Brasil en el cruce de octavos, donde nos enfrentaríamos finalmente a la Portugal de Cristiano Ronaldo. Nuestros vecinos opusieron resistencia hasta que Villa marcó el único gol del encuentro. Llegaron los cuartos de final, el infranqueable muro que nunca habíamos superado, y Paraguay fue exactamente eso, un muro que parecía imposible de derribar. Casillas tuvo que parar un penalty, a renglón seguido fallamos otro porque el árbitro mandó repetir el que habíamos materializado, y no fue hasta que faltaban diez minutos para el final cuando de nuevo Villa consiguió el tanto de la victoria en una jugada en la que el esférico golpeó en la madera hasta en tres ocasiones. En semifinales nos encontramos a Alemania, la que fuera nuestra rival en la final de la Eurocopa de 2008 y que además venía de golear a dos favoritas como Inglaterra y Argentina. Los alemanes querían vengarse de la derrota de Viena, pero enfrente tuvieron a una selección española que probablemente completó su mejor partido del Mundial y que alcanzó la gran final con un prodigioso remate de cabeza de Puyol, que se elevó por encima de las torres teutonas.
Y llegó el gran día, el 11 de julio de 2010. Por primera vez en su historia, España disputaría la final de un Campeonato del Mundo, y lo haría en un estadio de cuyo nombre siempre nos acordaremos: el Soccer City de Johannesburgo. El último escollo era Holanda, que sólo conocía la victoria en los otros seis partidos del Mundial, pero vaya escollo. En vez de 'La Naranja Mecánica' parecían 'La Naranja Asesina'. Van Persie, Heitinga y, especialmente, Van Bommel y De Jong mostraron al mundo sus malas artes y se dedicaron a cometer continuamente faltas que rozaban y hasta superaban los límites del reglamento, como aquella patada en el pecho que recibió Xabi Alonso de De Jong y que era más propia del kárate que del deporte balompédico. Y quien permitió todo esto fue el árbitro inglés Howard Webb, que solamente se atrevió a expulsar a uno de los jugadores holandeses en la segunda parte de la prórroga. El resto ya es más que conocido. El gol de Iniesta hizo justicia futbolística y provocó que todos saliéramos a la calle para celebrar un éxito histórico, el mayor que ha conocido este país en su faceta deportiva, el único que ha conseguido que todos los españoles se unieran bajo un mismo sentimiento, el único que por unas horas hizo que nos olvidásemos de la crisis y del paro.
El Mundial de Sudáfrica será recordado por muchos motivos, empezando por la canción oficial interpretada por Shakira, el famoso y pegadizo 'Waka Waka (Esto es África)', o 'Waka Waka (This Time For Africa)' en su versión inglesa, que hizo bailar y cantar a millones de personas en todo el mundo. El Jabulani, el balón con el que se disputaron todos los encuentros de la competición, fue objeto de numerosas críticas, procedentes en su mayor parte de los jugadores participantes y muy especialmente de los porteros, que se quejaban de los extraños que hacía la pelota y la dificultad que tenían para atraparla cuando les llegaba a gran velocidad; de hecho, algunos de los goles estuvieron originados por cantadas de los guardametas (los de Inglaterra y Argelia no olvidarán esos minutos en los que pasaron un poquito de vergüenza). Por último, creo que las grandes protagonistas fueron las vuvuzelas, esas larguiruchas trompetas de plástico que hacían sonar especialmente los aficionados sudafricanos y que generaban un sonido ensordecedor que incluso impedía que las retransmisiones televisivas y radiofónicas se pudieran escuchar en condiciones. El Mundial también nos dejó muchas imágenes para el recuerdo, no sólo de la selección española (la visita de la Reina Sofía al vestuario tras el partido contra Alemania, la celebración del gol de Iniesta recordando al malogrado Jarque, el beso de Iker Casillas y Sara Carbonero después de la final...), sino también del resto de la competición: los estrepitosos fracasos de los dos últimos finalistas, Italia y Francia; el gol fantasma de Inglaterra que entró medio metro en la portería de Alemania en octavos de final; el penalty fallado por el ghanés Gyan en el último minuto de la prórroga frente a Uruguay en cuartos de final...
Y os pregunto yo ahora: ¿dónde estabas el 11 de julio de 2010? ¿Cómo viviste el partido más importante de la historia del fútbol español? Hay días de los que uno se acuerda prácticamente de todo lo que hizo, y éste es uno de ellos. En mi caso, recuerdo que fui a casa de mi amigo Jose para ver la final del Mundial. A falta de tener una camiseta de la selección, me puse una camiseta roja con la silueta de un toro que me compré cuando fui a Madrid a visitar a mi amigo Pepe, mientras que los pantalones eran unos de color gris verdoso que tengo desde hace unos años y los zapatos, pues unos náuticos que me compré unas semanas antes. Recuerdo que sufrí cuando vi a Robben en el mano a mano con Casillas y que grité ¡gol! hasta la saciedad cuando Iniesta batió a Stekelenburg. Recuerdo que entre el calor que hacía y la emoción que me corría por el cuerpo me tuve que quitar la camiseta porque estaba chorreando de sudor. Recuerdo que, tras ver cómo Casillas alzaba la Copa del Mundo, Jose, sus hermanos y yo salimos a la calle para reunirnos con mis amigos Pepe y Miguel para celebrar la gesta, que en la Plaza de la Constitución había gente que se subía al mástil de la bandera que allí ondea para tocarla. Recuerdo que esa noche llegué a mi casa a las cinco o las seis de la mañana, que me senté en el sofá para ver las noticias, que estuvieron continuamente poniendo imágenes del partido y de las celebraciones en toda España. Recuerdo que a las nueve y media salí de casa para ir a El Corte Inglés y reservar la camiseta con la estrella de Campeones del Mundo, pero me dijeron que no se podía hacer ninguna reserva (al final, la acabé comprando en septiembre y en otro establecimiento). Recuerdo que después cogí el autobús para ir a mi apartamento de Rincón de la Victoria y que estuve todo el día sin dormir para poder escribir el post que se merecía tal histórico momento mientras veía en la tele la llegada en avión de la selección y el posterior y multitudinario recibimiento en las calles de Madrid.
365 días han pasado ya desde aquel 11 de julio de 2010. Hemos cumplido un año en la cima del mundo, en el Everest del fútbol mundial. Ésta ha sido mi particular visión de lo que sucedió hace un año en Sudáfrica, pero mucho mejor es la visión que tuvieron los propios protagonistas. Os dejo con el reportaje que el programa 'Informe Robinson' le dedicó hace unos meses a la selección española de fútbol. Merece la pena verlo.
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parecía un sueño imposible, una utopía, un quiero y no puedo que nos iba a perseguir hasta la eternidad, pero por fin ese día España escribió con letras de oro una página del libro del Mundial de fútbol, un libro que cuenta con la firma de centenares de jugadores que alcanzaron la gloria en anteriores ediciones y que pueden presumir de haber llegado a lo más alto. Si Nasazzi, Giuseppe Meazza, Bobby Moore, Beckenbauer, Passarella, Dino Zoff, Maradona, Matthäus, Dunga, Deschamps, Cafú o Cannavaro habían levantado la Copa del Mundo, ¿por qué no lo iba a hacer Casillas? Pelé, Bobby Charlton, Gerd Müller, Kempes, Paolo Rossi, Klinsmann, Romario, Zidane, Ronaldo o Del Piero ganaron en su día el Mundial. ¿Por qué no lo iban a conseguir Xavi, Villa, Puyol o Iniesta?
España se merecía ese honor, sobre todo después de todas las calamidades e injusticias que sufrió antaño: el fallo a puerta vacía de Cardeñosa frente a Brasil en 1978, la decepción en el Mundial organizado en nuestro propio país en 1982, el gol fantasma de Míchel contra Brasil que sí entró en México 86, la nariz ensangrentada de Luis Enrique tras el codazo del italiano Tassotti en los cuartos de final del Mundial de 1994, el fracaso en Francia 98, el nefasto arbitraje de Al-Ghandour frente a Corea del Sur en 2002. Tuvo que ser Andrés Iniesta el encargado de vengar a los que defendieron la elástica española hasta caer derrotados por fallar un gol cantado o por la mala actuación de un trencilla. Eran casi las once de la noche y corría el minuto 115:55 cuando Iniesta recibió dentro del área rival para enganchar una volea que empujaron desde el campo Vicente, Iker, Raúl, Gerard, Carlos, Carles, Andrés, David, Xavier, Fernando, Francesc, Joan, Víctor, Juan, Xabier, Sergio, Sergio, Álvaro, Pedro, Fernando, Javier, David, Jesús y Jose Manuel, y más de 48 millones de españoles a 8.000 kilómetros de distancia.
¿Quién lo iba a decir después del primer partido? Nadie se esperaba un pinchazo contra Suiza, y menos todavía una derrota, pero en un Mundial todo podía pasar, y pasó. Un nuevo traspiés nos condenaba y nos haría hacer las maletas mucho antes de lo previsto, pero ante Honduras y Chile no se falló, es más, se logró un primer puesto en la fase de grupos que nos permitió evitar a la temible Brasil en el cruce de octavos, donde nos enfrentaríamos finalmente a la Portugal de Cristiano Ronaldo. Nuestros vecinos opusieron resistencia hasta que Villa marcó el único gol del encuentro. Llegaron los cuartos de final, el infranqueable muro que nunca habíamos superado, y Paraguay fue exactamente eso, un muro que parecía imposible de derribar. Casillas tuvo que parar un penalty, a renglón seguido fallamos otro porque el árbitro mandó repetir el que habíamos materializado, y no fue hasta que faltaban diez minutos para el final cuando de nuevo Villa consiguió el tanto de la victoria en una jugada en la que el esférico golpeó en la madera hasta en tres ocasiones. En semifinales nos encontramos a Alemania, la que fuera nuestra rival en la final de la Eurocopa de 2008 y que además venía de golear a dos favoritas como Inglaterra y Argentina. Los alemanes querían vengarse de la derrota de Viena, pero enfrente tuvieron a una selección española que probablemente completó su mejor partido del Mundial y que alcanzó la gran final con un prodigioso remate de cabeza de Puyol, que se elevó por encima de las torres teutonas.
Y llegó el gran día, el 11 de julio de 2010. Por primera vez en su historia, España disputaría la final de un Campeonato del Mundo, y lo haría en un estadio de cuyo nombre siempre nos acordaremos: el Soccer City de Johannesburgo. El último escollo era Holanda, que sólo conocía la victoria en los otros seis partidos del Mundial, pero vaya escollo. En vez de 'La Naranja Mecánica' parecían 'La Naranja Asesina'. Van Persie, Heitinga y, especialmente, Van Bommel y De Jong mostraron al mundo sus malas artes y se dedicaron a cometer continuamente faltas que rozaban y hasta superaban los límites del reglamento, como aquella patada en el pecho que recibió Xabi Alonso de De Jong y que era más propia del kárate que del deporte balompédico. Y quien permitió todo esto fue el árbitro inglés Howard Webb, que solamente se atrevió a expulsar a uno de los jugadores holandeses en la segunda parte de la prórroga. El resto ya es más que conocido. El gol de Iniesta hizo justicia futbolística y provocó que todos saliéramos a la calle para celebrar un éxito histórico, el mayor que ha conocido este país en su faceta deportiva, el único que ha conseguido que todos los españoles se unieran bajo un mismo sentimiento, el único que por unas horas hizo que nos olvidásemos de la crisis y del paro.
El Mundial de Sudáfrica será recordado por muchos motivos, empezando por la canción oficial interpretada por Shakira, el famoso y pegadizo 'Waka Waka (Esto es África)', o 'Waka Waka (This Time For Africa)' en su versión inglesa, que hizo bailar y cantar a millones de personas en todo el mundo. El Jabulani, el balón con el que se disputaron todos los encuentros de la competición, fue objeto de numerosas críticas, procedentes en su mayor parte de los jugadores participantes y muy especialmente de los porteros, que se quejaban de los extraños que hacía la pelota y la dificultad que tenían para atraparla cuando les llegaba a gran velocidad; de hecho, algunos de los goles estuvieron originados por cantadas de los guardametas (los de Inglaterra y Argelia no olvidarán esos minutos en los que pasaron un poquito de vergüenza). Por último, creo que las grandes protagonistas fueron las vuvuzelas, esas larguiruchas trompetas de plástico que hacían sonar especialmente los aficionados sudafricanos y que generaban un sonido ensordecedor que incluso impedía que las retransmisiones televisivas y radiofónicas se pudieran escuchar en condiciones. El Mundial también nos dejó muchas imágenes para el recuerdo, no sólo de la selección española (la visita de la Reina Sofía al vestuario tras el partido contra Alemania, la celebración del gol de Iniesta recordando al malogrado Jarque, el beso de Iker Casillas y Sara Carbonero después de la final...), sino también del resto de la competición: los estrepitosos fracasos de los dos últimos finalistas, Italia y Francia; el gol fantasma de Inglaterra que entró medio metro en la portería de Alemania en octavos de final; el penalty fallado por el ghanés Gyan en el último minuto de la prórroga frente a Uruguay en cuartos de final...
Y os pregunto yo ahora: ¿dónde estabas el 11 de julio de 2010? ¿Cómo viviste el partido más importante de la historia del fútbol español? Hay días de los que uno se acuerda prácticamente de todo lo que hizo, y éste es uno de ellos. En mi caso, recuerdo que fui a casa de mi amigo Jose para ver la final del Mundial. A falta de tener una camiseta de la selección, me puse una camiseta roja con la silueta de un toro que me compré cuando fui a Madrid a visitar a mi amigo Pepe, mientras que los pantalones eran unos de color gris verdoso que tengo desde hace unos años y los zapatos, pues unos náuticos que me compré unas semanas antes. Recuerdo que sufrí cuando vi a Robben en el mano a mano con Casillas y que grité ¡gol! hasta la saciedad cuando Iniesta batió a Stekelenburg. Recuerdo que entre el calor que hacía y la emoción que me corría por el cuerpo me tuve que quitar la camiseta porque estaba chorreando de sudor. Recuerdo que, tras ver cómo Casillas alzaba la Copa del Mundo, Jose, sus hermanos y yo salimos a la calle para reunirnos con mis amigos Pepe y Miguel para celebrar la gesta, que en la Plaza de la Constitución había gente que se subía al mástil de la bandera que allí ondea para tocarla. Recuerdo que esa noche llegué a mi casa a las cinco o las seis de la mañana, que me senté en el sofá para ver las noticias, que estuvieron continuamente poniendo imágenes del partido y de las celebraciones en toda España. Recuerdo que a las nueve y media salí de casa para ir a El Corte Inglés y reservar la camiseta con la estrella de Campeones del Mundo, pero me dijeron que no se podía hacer ninguna reserva (al final, la acabé comprando en septiembre y en otro establecimiento). Recuerdo que después cogí el autobús para ir a mi apartamento de Rincón de la Victoria y que estuve todo el día sin dormir para poder escribir el post que se merecía tal histórico momento mientras veía en la tele la llegada en avión de la selección y el posterior y multitudinario recibimiento en las calles de Madrid.
365 días han pasado ya desde aquel 11 de julio de 2010. Hemos cumplido un año en la cima del mundo, en el Everest del fútbol mundial. Ésta ha sido mi particular visión de lo que sucedió hace un año en Sudáfrica, pero mucho mejor es la visión que tuvieron los propios protagonistas. Os dejo con el reportaje que el programa 'Informe Robinson' le dedicó hace unos meses a la selección española de fútbol. Merece la pena verlo.
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
3 comentarios:
Creo que faltan pocas cosas por decir, pero quiero aprovechar esta ocasión para decir algo.
Ni por asomo, los de mi generación podíamos creernos que esto podía pasar, y esto sería más largo de explicar, pero bueno, ha pasado, somos campeones del mundo.
Aún después de un año cuesta asimilarlo (sigo hablando de la generación que hemos visto a nuestra selección hacer el ridículo tantas veces), y por eso, nuestra alegría es tan inmensa, que casi que lo recordamos como si fuera un sueño, incluso hay momentos que nos parece estar soñando... y nos despertamos, y el sueño es auténtico.
Somos campeones del mundo, aunque suene a Ciencia-Ficción.
Somos los mejores, le pese a quien le pese.
Y pase lo que pase, esto ya no tiene vuelta atrás, hemos ganado un título mundial, a pesar de todas las trampas que nos pusieron por el camino, a pesar de los árbitros, y a pesar de algunos innombrables (Villar, Laporta...etc).
Somos los mejores del mundo, y eso es una realidad, aunque nos parezca mentira.
Y dicho todo esto, aunque no me gusta el fútbol, el año pasado a estas horas era uno de esos cuarenta y tantos millones de personas que éramos los más felices del mundo.
Saludos.
Dentro de todas las anécdotas del Mundial te ha faltado poner al archi-conocido pulpo Paul, nuestra mascota talismán...
Yo tuve la gran suerte de vivirlo en pleno centro de Madrid, junto a la Cibeles y rodeado de miles de compatriotas. Al dia siguiente tenia un examen final de carrera...que suspendí. Aún se me pone la carne de gallina recordando cada momento relativo a ese día, el mas feliz de nuestras vidas. Como me abracé a cualquiera que me rodeaba aunque no lo conociera de nada cuando marcó Iniesta y como cuando instantes después de acabar el partido y casi sin darme cuenta empecé a llorar como un niño.
Era un sueño cumplido. Podrán venir mas Mundiales, pero nunca como el primero
Lo que has puesto de Informe Robinson merece muchísimo la pena. Yo lo recomendé también en mi blog. Dura más de una hora pero nadie deberia perderselo. El mejor documental que se puede ver sobre todo lo que ocurrió en las entrañas de la selección durante aquel mes inolvidable...
Gracias por volver a recordarlo.
Un saludo a todos
Rojo Merlin: para tu generación ha tenido que ser más intenso que para nosotros, que somos más jóvenes y tenemos más tiempo para disfrutar de nuevos éxitos que ojalá lleguen pronto.
Yo con mi edad también he visto ya varios ridículos (el Mundial del 98, la Eurocopa de Portugal...), y tampoco me imaginaba que algún día seríamos los mejores.
Ahora toca vivir el feliz momento que estamos viviendo y seguir animando para que seamos tan habituales en las últimas rondas como lo son Brasil, Alemania, Italia...
Migue: del pulpo Paul ya hablaré dentro de unos días en el blog.
Vivir la final en Madrid tuvo que ser algo genial, con tanta gente y con la celebración cuando llegaron los jugadores al día siguiente. Creo que te importó poco suspender el examen :D
El reportaje de 'Informe Robinson' es genial. Transmite los sentimientos de los jugadores de tal forma que te sientes parte de sus experiencias. Ya lo vi en tu blog cuando los 6 meses, aunque ya antes de eso tenía pensado añadirlo en este post.
Gracias por vuestros comentarios ;)
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