¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ficción,
una sombra, una ilusión,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
La ilusión dio comienzo hace poco menos de un año, cuando un carrusel de rutilantes fichajes desembarcó en La Rosaleda gracias a la jugosa inversión del jeque Abdullah ben Nasser Al Thani, pero es en las últimas semanas cuando realmente se ha manifestado públicamente ese sueño, esa historia de ficción que se ha convertido en realidad. Los cimientos, o sea, los jugadores, ya estaban preparados en agosto para construir el mayor monumento futbolístico que jamás haya visto esta ciudad, entrar en Europa a lo grande, pero ahora quedaba lo más difícil: conseguirlo.
¡Lo que ha costado! Se empezó muy bien; de hecho, el equipo alcanzó la tercera posición en las primeras jornadas, pero una nefasta racha de varios partidos sin ganar le condenó a abandonar los puestos europeos al término de la primera vuelta. A partir de entonces, el crecimiento ha sido casi imparable, y lo habría sido sin el casi si no llega a ser por los palos: los de las lesiones, que nos han acribillado desde el primer partido hasta el último; los de madera, pues probablemente hayamos sido el equipo que más se ha estrellado en ellos; y los arbitrales, ya que los hombres de negro nos han quitado mucho puntos, tantos que ya nos podríamos haber ahorrado el sufrimiento del último partido e incluso haber asegurado la tercera posición, que da acceso directo a la Champions, hace ya varias jornadas. El fútbol es así, muy injusto, pero al menos al final se ha hecho algo de justicia.
Ayer no iba a ser menos. Ambiente de gala, el estadio lleno hasta la bandera, todos los malaguistas enfundados en sus camisetas blanquiazules, la afición animando sin descanso desde antes de que empezara el encuentro que todos esperábamos. Lo dicho, que todo parecía que se iba a poner en nuestra contra: Eliseu parecía que se lesionaba nada más empezar, pero sólo fue un susto; el árbitro que no atinaba a mostrar las tarjetas amarillas que se merecía el Sporting de Gijón; remates y más remates a puerta, incluido un cabezazo al poste, para variar... Al poco de iniciarse la segunda parte, llegó el momento: córner botado por Santi Cazorla y Rondón que cabecea el esférico al fondo de las mallas. La Rosaleda se vino abajo. Yo me levanté y grité como nunca, pero me senté de inmediato, que todavía quedaba partido.
El Málaga dependía de sí mismo. Le bastaba ganar, pero el empate y hasta caer derrotado podría servir si los demás resultados acompañaban. A poco del final, el Atlético se ponía por delante el Villarreal, y eso significaba que si el Sporting empataba nos quedaríamos con la miel en los labios. Y encima va el árbitro y expulsa a Isco. ¡Qué cinco minutos de infarto! Yo no sabía si mirar, si ponerme en pie, si... Total, que sufrir se sufrió hasta que el trencilla puso punto y final a una temporada histórica, inimaginable hasta hace poco menos de un año, cuando celebramos una permanencia que parecía imposible. Ya era oficial: el Málaga estaba en Champions.
Lo reconozco: yo lloré. Lloré de emoción, y no por lo que habíamos conseguido, sino porque a mi lado no estaba el que siempre está. Bueno, lo estaba de corazón, esperándome en casa, pero no, no es lo mismo sin él, sin el que siempre me tira del brazo cuando me levanto a decirle de casi todo al árbitro, sin el que siempre se muerde las uñas cuando se ponía nervioso, sin esa persona que probablemente sea la más malaguista de todas, y que gracias a él yo también lo soy. ¡Gracias, papá! Gracias porque ayer tú también lo viviste, a unos pocos kilómetros de distancia, pero lo viviste, porque el ruido de las bocinas toda la noche sí que lo has sentido en tus carnes.
Y bueno, el equipo volvió del vestuario al césped para agradecer el apoyo de la afición, que se quedó allí, en su asiento esperando a sus héroes. No faltó ninguno: los que jugaron, los que se quedaron en el banquillo sin jugar, los que se quedaron fuera de la convocatoria, los sancionados y los lesionados. Y vuelta de honor al terreno de juego, y capotazos de Joaquín, y volteretas de Kameni, y los hijos de los jugadores correteando entre ellos, y la afición vitoreando y cantando sin cesar... ¡Qué día! ¡Qué noche! ¡Qué 13 de mayo de 2012! Porque la noche siguió, y, aunque yo no la viví, bien sé que la gente la disfrutó por todas las calles de Málaga, que por fin celebró una gesta con la que venía soñando años y años.
Ahora queda lo más difícil, y no es otra cosa que rematar la faena. A finales de agosto tendremos una nueva cita con la historia, tendremos que jugárnosla a todo o casi todo en una eliminatoria, a disputar la Champions League de verdad o a conformarnos con la Europa League. Factible es, puesto que la entidad de los equipos con los que nos podríamos cruzar en dicha eliminatoria invita al optimismo, y se supone que el jeque hará una inversión todavía más fuerte este verano para reforzar la actual plantilla con nuevos jugadores que nos ofrezcan ese salto de calidad que necesitamos. Caballero, Demichelis, Toulalan (¡Tou, Tou, Toulalan!, que ya lo decía yo en verano en esta entrada, que sin él no estaríamos aquí), Cazorla, Isco, Baptista, Rondón son grandes nombres, pero hace falta más si queremos ser mejores.
Ilusión no falta, sobra. Ganas de seguir haciendo historia, lo mismo. Seguir soñando, ¿por qué no? Porque la vida está hecha de sueños, y los sueños, sueños son, y sí, a veces se convierten en realidad.
Ayer no iba a ser menos. Ambiente de gala, el estadio lleno hasta la bandera, todos los malaguistas enfundados en sus camisetas blanquiazules, la afición animando sin descanso desde antes de que empezara el encuentro que todos esperábamos. Lo dicho, que todo parecía que se iba a poner en nuestra contra: Eliseu parecía que se lesionaba nada más empezar, pero sólo fue un susto; el árbitro que no atinaba a mostrar las tarjetas amarillas que se merecía el Sporting de Gijón; remates y más remates a puerta, incluido un cabezazo al poste, para variar... Al poco de iniciarse la segunda parte, llegó el momento: córner botado por Santi Cazorla y Rondón que cabecea el esférico al fondo de las mallas. La Rosaleda se vino abajo. Yo me levanté y grité como nunca, pero me senté de inmediato, que todavía quedaba partido.
El Málaga dependía de sí mismo. Le bastaba ganar, pero el empate y hasta caer derrotado podría servir si los demás resultados acompañaban. A poco del final, el Atlético se ponía por delante el Villarreal, y eso significaba que si el Sporting empataba nos quedaríamos con la miel en los labios. Y encima va el árbitro y expulsa a Isco. ¡Qué cinco minutos de infarto! Yo no sabía si mirar, si ponerme en pie, si... Total, que sufrir se sufrió hasta que el trencilla puso punto y final a una temporada histórica, inimaginable hasta hace poco menos de un año, cuando celebramos una permanencia que parecía imposible. Ya era oficial: el Málaga estaba en Champions.
Lo reconozco: yo lloré. Lloré de emoción, y no por lo que habíamos conseguido, sino porque a mi lado no estaba el que siempre está. Bueno, lo estaba de corazón, esperándome en casa, pero no, no es lo mismo sin él, sin el que siempre me tira del brazo cuando me levanto a decirle de casi todo al árbitro, sin el que siempre se muerde las uñas cuando se ponía nervioso, sin esa persona que probablemente sea la más malaguista de todas, y que gracias a él yo también lo soy. ¡Gracias, papá! Gracias porque ayer tú también lo viviste, a unos pocos kilómetros de distancia, pero lo viviste, porque el ruido de las bocinas toda la noche sí que lo has sentido en tus carnes.
Y bueno, el equipo volvió del vestuario al césped para agradecer el apoyo de la afición, que se quedó allí, en su asiento esperando a sus héroes. No faltó ninguno: los que jugaron, los que se quedaron en el banquillo sin jugar, los que se quedaron fuera de la convocatoria, los sancionados y los lesionados. Y vuelta de honor al terreno de juego, y capotazos de Joaquín, y volteretas de Kameni, y los hijos de los jugadores correteando entre ellos, y la afición vitoreando y cantando sin cesar... ¡Qué día! ¡Qué noche! ¡Qué 13 de mayo de 2012! Porque la noche siguió, y, aunque yo no la viví, bien sé que la gente la disfrutó por todas las calles de Málaga, que por fin celebró una gesta con la que venía soñando años y años.
Ahora queda lo más difícil, y no es otra cosa que rematar la faena. A finales de agosto tendremos una nueva cita con la historia, tendremos que jugárnosla a todo o casi todo en una eliminatoria, a disputar la Champions League de verdad o a conformarnos con la Europa League. Factible es, puesto que la entidad de los equipos con los que nos podríamos cruzar en dicha eliminatoria invita al optimismo, y se supone que el jeque hará una inversión todavía más fuerte este verano para reforzar la actual plantilla con nuevos jugadores que nos ofrezcan ese salto de calidad que necesitamos. Caballero, Demichelis, Toulalan (¡Tou, Tou, Toulalan!, que ya lo decía yo en verano en esta entrada, que sin él no estaríamos aquí), Cazorla, Isco, Baptista, Rondón son grandes nombres, pero hace falta más si queremos ser mejores.
Ilusión no falta, sobra. Ganas de seguir haciendo historia, lo mismo. Seguir soñando, ¿por qué no? Porque la vida está hecha de sueños, y los sueños, sueños son, y sí, a veces se convierten en realidad.
4 comentarios:
Muy bonito este post ;) El año que viene a por todas, que la liga se la robamos a los de arriba :P!!
Esta vez si que voy a comentar en el fútbol.
Como tu ya sabes, esto no es lo mío, pero por supuesto que no puedo permanecer indiferente ante lo que está pasando, estamos viviendo momentos históricos, en esta que se llama la liga de los records.
Aparte de los records de los grandes, que por supuesto también son increibles (50 goles de uno, 100 puntos de otro....) el Málaga ha llegado a un puesto que ni los más viejos podían imaginar, y en tiempo record, teniendo en cuenta lo joven que es este equipo (aclaro esto: antes había otro Málaga, pero desapareció, este es nuevo).
Si pasa la elimitoria previa, aquí podremos ver a equipos europeos que antes sólo era posible verlos en los torneos veraniegos. Ahora vendrán a jugar partidos de verdad.
Casi que me estoy planteando, a estas alturas, hacerme socio de este Málaga, y volver al campo, como ya hacía con el anterior, te lo dice un granaino del Betis.
Enhorabuena a todos los malagueños y a todos los malaguistas.
Ha sido muy emocionante, porque hemos tenido que esperar hasta el último partido, pero al final se ha conseguido.
Viva el Málaga!!!!
Y por fin se consiguió!!! Pedazo de año rematado con la mejor de las gestas, jugar la Champions. Es el torneo más prestigioso del mundo y esto dará mucho nombre al Málaga CF y a la ciudad.
La eliminatoria hay que jugarla, y habrá que esperar al rival, pero yo creo que con unos cuantos refuerzos se pasa y podremos escuchar esa musiquilla tan familiar en La Rosaleda, ¿quien lo iba a decir?
En momentos como estos uno se siente orgulloso de ser malagueño.
Destaco también la emotiva mención a tu padre, espero que todo vaya a mejor...
Y nada, a disfrutarlo y esperamos todos tus futuras crónicas del Málaga-Milán o Málaga-Manchester United por poner algunos ejemplos
Letuchi: la Liga va a ser muy difícil ganarla. Yo lucharía por el tercer puesto, por llegar mínimo a semis en la Copa del Rey y por hacer un papel digno en la Champions.
Rojo Merlin: tienes razón, el Málaga actual no tiene ni veinte años.
La verdad es que tengo unas ganas enormes de ver en La Rosaleda al Milan, al Manchester United, al Bayern de Munich... :D
Lo de hacerte socio lo vas a tener complicado, porque este año apenas han quedado dos mil asientos libres para poder sacarlas a la venta en los partidos. O vas montando ya la tienda de campaña junto a la taquilla o te despides de hacerte socio :P
Migue: pues eso, que tengo ya muchas ganas de pasar esa eliminatoria y jugar contra históricos equipos europeos.
Lo de mi padre no va mejor, sino todo lo contrario. En las últimas semanas se ha complicado bastante la cosa y a partir de ahora puede pasar de todo...
Gracias a todos por vuestros comentarios ;)
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