5:00
Suena el despertador y es muy temprano. Me habré despertado a esta hora en mi vida... una vez, cuando el año pasado, si no a esa hora un poquito más tarde, salté de mi cama dispuesto a irme a Barcelona con mis amigos Jose y Miguel. Este año, el viaje tiene como destino Valencia, y se une a la expedición Pepe.
Como todas las mañanas, en este caso, madrugadas, hago una visita al baño para despertarme del todo, o, al menos, eso pretendo, porque mis ojos, aunque ya están abiertos, pesan mucho y piden un poco más de cama. A continuación, el desayuno de cada día: pan tostado con aceite y un vaso de leche fría con Nesquik. Me asomo a la terraza y todo está tranquilo: no hay coches, el mar rompe en la orilla, la luna brilla en la oscuridad...
Me cambio de ropa y me aseguro de que no me dejo nada importante para el viaje, aunque la noche anterior ya lo dejé todo preparado. No falta nada: la maleta, la bandolera y una bolsa con comida para otro desayuno y el almuerzo. Ya es hora de irse a la estación de tren.
6:40
Soy el primero en llegar, como casi siempre. A los pocos minutos, llegan Jose, Pepe y, por último, Miguel. Con los billetes todavía calentitos de la máquina de donde los hemos sacado, nos dirigimos a las vías previo chequeo del equipaje. Buscamos nuestros vagones, que son dos, porque no había cuatro asientos juntos, sino uno en un vagón y tres separados en otro. Soltamos las maletas y nos sentamos en nuestros correspondientes sitios, aunque después intentaríamos estar lo más juntos posible.
A las 7:10, el tren sale puntual con destino Valencia. Por delante queda lo peor: doce horitas de viaje con un montón de paradas en pueblos que uno escucha por primera vez, o que, de sonarte, se duda de a qué provincia pertenece.
10:00
Después de tres horas sentado escuchando música, me voy a la cafetería del tren con Pepe para desayunar por segunda vez. En la bolsa con comida ya traía galletas y un par de croissants con Nutella, así que sólo me pedí un vaso de leche con Colacao. Aprovechamos para echarle un vistazo a la prensa del día y, de paso, ver qué tiempo iba a hacer en Valencia, porque la semana anterior llovió varias veces, y no queríamos que se nos aguara, nunca mejor dicho, nuestra estancia en la ciudad levantina. Por suerte, las previsiones auguraban cielos despejados y unas altas temperaturas que en los días siguientes tuvimos que soportar.
Después de desayunar, nos vamos a ver a Jose y Miguel, que han podido sentarse juntos. Nos quedamos un rato charlando hasta que pusieron en las televisiones del tren una película, 'Peter Pan, la gran aventura'. Un bodrio desde el primer momento, así que volví a ponerme los cascos para escuchar música.
12:30
Una vez terminada la película, me dirijo al vagón de Pepe, que, al igual que yo, decidió aprovechar el tiempo, en su caso, leyendo un libro. De vuelta a mi vagón, me quedo de pie junto a Jose y Miguel, porque sentarse, entre que no hay mucho hueco (y menos para mí) y que cansa mucho, era una opción que descarté para el resto del viaje. Quedaba todavía la mitad del trayecto, pero prefería estar cada dos por tres paseándome por el tren que dejarme el trasero en el asiento.
15:00
Hora de comer. De nuevo, Pepe me acompaña a la cafetería. Un bocata de salchichón y una botella de agua con vistas a la aburrida y desértica llanura manchega. Paradas en Valdepeñas, Alcázar de San Juan (donde estuvimos un buen rato parados), Socuéllamos, Villarobledo... Además, según nuestros cálculos y los comentarios del resto de viajeros, el tren ya había acumulado media hora de retraso. Malas noticias, aunque si el retraso superaba la hora teníamos derecho a reclamar la mitad del importe del billete.
17:20
Finalmente, tras más de diez horas encerrados en el tren, sumados los treinta minutos de retraso previstos, llegamos a la estación de tren de Valencia.
Lo primero que teníamos que hacer era buscar una parada de metro para llegar al hotel en el que nos alojaríamos, que estaba en las afueras de la ciudad. Casualmente, nada más salir de la estación, nos encontramos con una boca de metro. Compramos un bono de diez viajes cada uno para movernos estos días y, tras un transbordo, nos bajamos en la parada más cercana a nuestro hotel.
18:30
Lo primero que hacemos cuando entramos en nuestras habitaciones es tumbarnos en la cama. ¡Qué cansancio! Pero tampoco nos podíamos relajar demasiado, porque había que volver al centro para ubicarnos y buscar un sitio para cenar. Después de deshacer la maleta y pensar más o menos el plan para lo que restaba de la tarde, y tras haber cogido un plano de la ciudad en la recepción del hotel, volvimos a montarnos en el metro con destino al centro.
20:00
Nos bajamos cerca de la estación de trenes y nos dirigimos a ella para situarnos correctamente. Allí aprovechamos para hacer las primeras fotos del viaje, ya que la estación, tanto por fuera como por dentro, es una maravilla, de estilo antiguo, al contrario de la de Málaga, que es moderna. En la acera de enfrente, se encuentra la plaza de toros, donde se estaba celebrando una corrida, a tenor del vocerío que se escuchaba.
Andando un par de minutos, llegamos a la Plaza del Ayuntamiento, donde también se encuentra Correos y Telégrafos. Ambos edificios me recordaban a los que había visto en Barcelona el verano pasado, del estilo de principios de siglo XX.A continuación, nos dirigimos a la Plaza de la Reina, desde donde se puede ver la Torre de Santa Catalina y una de las fachadas de la Catedral junto con su campanario, la Torre del Miguelete (Torre del Micalet para los valencianos), uno de los símbolos de Valencia. Al lado de la entrada de la Catedral, se encontraba una versión en miniatura de la misma, y aprovechamos para hacernos una fotito.
21:00
La visita a la ciudad del lunes ya no daba para más, sobre todo porque todavía había que cenar y el último metro que paraba en el centro y llegaba hasta el hotel pasa a las 22:20, así que no podíamos perder mucho y tiempo y nos fuimos a cenar al Pans&Company.
Con media hora por delante, nos fuimos tranquilamente paseando hasta la parada de metro, en cuyo trayecto pudimos ver externamente la iglesia de San Agustín, que estaba de reformas, y el MUVIM (Museo Valenciano de la Ilustración y Modernidad).
Ya en el hotel, a eso de las 22:40, cada uno se fue a su habitación, en mi caso con Pepe. Antes de dormir, me puse a planificar lo que íbamos a hacer el día siguiente: que si la Catedral, la Ciudad de las Artes y las Ciencias... Pero todo eso os lo contaré en la próxima entrada. Zzzzzzzzzzzz.
2 comentarios:
Madre míaaaaaaaaaaa Rafaaaaaa, que entradoteee jeje. Lo he leído todo y está muy bien descrito todo el viaje. A partir de esta semana voy a empezar a actualizar mi blog, con mis vivencias erasmus, así que ya informaré vale? bacci da Milano e ci vediamo!!!! :P
La verdad es que has contado todo tal y como paso aquel dia, al menos en la parte en la que aparezco yo xD. Espero la nueva entrada... que buenos recuerdos.
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