martes, 27 de enero de 2015

Jugando con el 2015

Ya es tradición que al principio de cada año os proponga el siguiente acertijo, y eso a pesar de que cada vez menos gente participa en él, pero bueno. Recuerdo antes de nada que para poder participar hay que respetar dos normas muy sencillas: no se puede consultar ninguna posible solución en ningún sitio (libro, página web, etc.), y mientras que la fecha límite para poder dar respuestas expira el próximo martes 3 de febrero a las 23:59h.
Pues bien, aquí tenéis el enunciado del acertijo de cada año: tenéis que obtener el número 2015 de todas las formas posibles utilizando únicamente las diez cifras decimales (0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8 y 9) a lo sumo una vez cada una de ellas y las operaciones matemáticas más conocidas (la suma, la resta, la multiplicación, la división, la raíz cuadrada, la potencia y el factorial) sin límite alguno. Se podrán proponer diez soluciones como máximo en cada comentario, y dicha persona no podrá volver a comentar hasta que otro participante haya propuesto más soluciones o hasta que hayan pasado 24 horas desde su último comentario. En caso de incumplir esta norma, no se considerarán como válidas las soluciones dadas ilegalmente, aunque los demás sí que podrían apropiarse de ellas.
Si os surge alguna duda acerca de este acertijo la podéis preguntar en un comentario, al cual responderé en cuanto pueda. Obviamente, la persona que aporte más soluciones correctas será la ganadora del acertijo. Os dejo ya para que empecéis a hacer cuentas con el 2015.
¡Suerte!

Nota: este post forma parte del Carnaval de Matemáticas, que en esta quincuagésima edición, también denominada 5.X Sofia Kovalévskaya, está organizado por Marta Macho Stadler a través de su blog ZTFNews.

jueves, 22 de enero de 2015

No es mío, pero es interesante (LXXV)

Primera entrega del año de 'No es mío, pero es interesante', una sección en la que os recomiendo las entradas de otros blogs y webs que más me han interesado en las últimas semanas. Algunos de ellos han conseguido colar más de una entrada, como son los casos de Microsiervos, WTF Microsiervos, Ya está el listo que todo lo sabe y Fogonazos, con dieciséis, tres, tres y dos aportaciones, respectivamente. Muy variada esta entrega, como casi todas, pues hay un poco de todo: matemáticas, ciencia, astronomía, curiosidades, vídeos, etc.
Repasemos la lista de enlaces de esta entrega:
¿Qué os han parecido las recomendaciones de esta entrega? Espero que os hayan gustado y que me lo hagáis saber a través de un comentario ;)

domingo, 18 de enero de 2015

The Imitation Game (Descifrando Enigma)

Ayer por la noche fui a los cines del Málaga Nostrum con mis amigos Javi y Carmen para ver 'The Imitation Game (Descifrando Enigma)', una película dirigida por el noruego Morten Tyldum y protagonizada por Benedict Cumberbatch (Alan Turing) y Keira Knightley (Joan Clarke).
Estalla la Segunda Guerra Mundial. Los Aliados buscan la manera de frenar el avance nazi, y, para ello, el Reino Unido contrata al matemático Alan Turing para que descifre Enigma, la máquina que utilizan los alemanes con el fin de enviarse mensajes secretos entre ellos. Alan comienza a trabajar en Bletchley Park en el diseño de otra máquina capaz de desencriptar dichos mensajes y, por consiguiente, permitir a los Aliados adelantarse a los ataques nazis y ganar la guerra. Contará Alan con la colaboración de un equipo de lingüistas y criptoanalistas entre los que se encuentra Joan Clarke, con quien Turing entablará una estrecha relación. La historia da varios saltos en el tiempo, tanto a la adolescencia de Alan como a la posguerra, cuando es arrestado por un delito que supondría el ocaso de su vida.
Os comenté hace un par de meses las enormes ganas que tenía de ver esta película, y que al mismo tiempo esto podría suponerme una decepción si finalmente no me gustase tanto como esperaba. Pues bien, las altas expectativas que tenía se han visto superadas, y en gran parte se debe a la soberbia interpretación que de Alan Turing hace el actor Benedict Cumberbatch, quien eclipsa casi por completo al resto durante todo el largometraje. No era tarea fácil dar vida a un personaje tan enigmático y desconocido para el común de los mortales como Turing, y sin embargo resulta que Cumberbatch no solo lo ha conseguido, sino que su actuación supone, al menos en mi opinión, un más que merecido homenaje al hombre que puso la primera piedra de lo que hoy conocemos como informática. Destaca principalmente la forma en la que lo retrata (excéntrico, seco, tartamudo, un tanto asocial...), y lo hace de maravilla, muy natural, absolutamente creíble; precisamente la más que particular personalidad del personaje es la que permite sacar más de un sonrisa al espectador con varios diálogos brillantes, especialmente en los que Turing demuestra ser muy rígido respecto a las afirmaciones y preguntas que se le plantean. También nos llega a sobrecoger en diversas escenas de los tres momentos temporales que se entremezclan en la película (su adolescencia, su trabajo en Bletchley Park y su posterior condena, aunque en ningún momento llega a ser lioso), especialmente al final, cuando es capaz de que a más de un espectador se le escape alguna lágrima. Yo he estado muy cerca, y eso que es muy difícil que una película me llegue a emocionar en este sentido. Por lo demás, la película cuenta con un papel de semiprotagonista de Keira Knightley, mejor de lo que esperaba, y un buen elenco de secundarios bastante convincentes, así como la banda sonora, que, sin ser espectacular, encaja muy bien con la trama y, sobre todo, con el protagonista principal. La única pega que podría ponerse a la película es que al espectador que desconoce la figura de Turing le puede parecer un pelín lenta, pero a mí en particular no me ha resultado así. La verdad es que me alegro mucho por la película, pues ya iba siendo hora de que a través de la gran pantalla se diera a conocer una página de la historia que apenas ha sido contada a pesar de lo decisiva que fue, puesto que a Alan Turing no solamente le debemos que formase parte de ese grupo de personas que creó lo que podría considerarse como el primer ordenador, sino que también gracias a él se pudieron salvar millones de vidas durante la Segunda Guerra Mundial. Como último apunte que añadir, destacar que la película acaba de recibir ocho nominaciones a los Premios Oscar, en mi opinión muy merecidas, así que otro motivo más para recomendaros ir a verla, que hacía tiempo que no invertía tan bien unos cuantos euros en una sala de cine.

lunes, 12 de enero de 2015

La necesidad de un smartphone

Vivimos en un mundo de constante cambio en el que la tecnología lidera una evolución imparable con numerosos hitos, de tal forma que cada uno de ellos supera al anterior cuando parece imposible que así pueda ser. La sociedad se ha convertido en la usuaria y beneficiaria de tan importantes avances que, salvo en casos puntuales, nos hacen la vida más fácil. ¿Quién pensaba hace un par de siglos que podríamos tener una máquina motorizada que nos llevase de un sitio a otro? ¿A quién se le pasó por la cabeza hace menos de cien años que en nuestras casas tendríamos un aparato para gestionar documentos y realizar miles de operaciones por segundo? ¿Quién se podía imaginar a comienzos de este siglo que bastaría con meter nuestra mano en el bolsillo para consultar cualquier tipo de información? ¿Qué diantres podremos hacer en el futuro que no podamos hacer ahora?
Cualquier adulto del mundo occidental tiene un coche, un ordenador y un móvil smartphone, y dentro de unos años a saber qué más tendrá. A la espera de que pase ese tiempo, resulta casi impensable que alguien carezca de una de estas tres máquinas mágicas, porque a mí que me dejen de rollos, pero a mí todavía me resulta inexplicable que pisando un pedal podamos desplazarnos a 100 km/h, que podamos almacenar miles y miles de archivos de todo tipo en una cajita llena de chips o que podamos hablar con cualquier persona se encuentre a la distancia que se encuentre. Yo, hasta hace unos días, era de los que tenía coche y ordenador, pero no un smartphone, sino un móvil, como bien se intuye en esa tachadura.
Muchas presiones y muchas 'burlas' he tenido que soportar en los últimos años procedentes de mi casa, de mis amigos, de mis compañeros de trabajo... en una palabra, de la sociedad, a cuenta del dichoso smartphone. Que si "¡Rafa, modernízate ya!", que si "¡Cámbiate ya de móvil!", que si "¡Tío, que eres ingeniero informático!", que si "Trae tu móvil antiguo y llévate este smartphone por 25 €/mes". ¿Por qué? ¿Por qué tengo que ceder a lo que digan los demás cuando digan ellos? ¿Por qué tengo que estar a la última si no quiero estar a la última? ¿Por qué he de pagar un alto precio para ser como todo el mundo? ¿Por qué no puedo ser como yo quiero ser?
Mi móvil los últimos siete años (sí, 7 , os lo pongo también con números arábigos por si no os lo creéis) ha sido el aparatito de aquí arriba, un Nokia 2630, que en aquellos tiempos tenía como público objetivo a esos usuarios de 50 años en adelante que necesitaban un móvil sencillo y práctico; de hecho, en la caja aparecía la foto de una pareja con más o menos esa edad y rezaba el siguiente eslogan: "Un móvil moderno y fácil de utilizar. Con acceso rápido a llamadas y mensajes". ¿Para qué quería más? Porque para eso se inventó el teléfono móvil, ¿no? Para llamar a la persona con la que necesitas hablar o, en su defecto, dejarle un mensaje. Para esto no hacía falta tener un móvil de los que se abrían o se deslizaban, de los que tenían una espectacular cámara de fotos integrada (el mío también tenía cámara, pero solamente la usé cinco o seis veces) o de los que ya permitían navegar por Internet, a pesar de que las velocidades que se ofrecían eran ridículas.
A los pocos meses de adquirir el móvil (realmente fue un regalo de un familiar, incluso inicialmente me opuse a cambiar de móvil) fue cuando surgió el boom de los smartphones con la salida al mercado del iPhone, y posteriormente los modelos de las demás marcas, que vieron en este aparato el filón definitivo para apresar a los usuarios y convencerles de lo necesario que era tener uno y, ya de paso, hacerles ver que para ser valorado por la sociedad también tendrían que actualizarse casi cada año con uno nuevo para no quedarse anticuado. En resumen, que si no tenías un smartphone te iban a mirar raro, como me ha pasado a mí, y la verdad, me ha importado tres pepinos, por no decir otra expresión salida de tono que hace referencia a la transpiración de mi miembro viril.
Estos últimos años, con los smartphones ya más que asentados, he aguantado pacientemente casi cada día que una persona u otra me animase a hacerme uno de ellos. La mayoría se ha escudado casi siempre en las ventajas y las nuevas posibilidades que brindan: hacer fotos con una calidad muy decente, navegar por Internet, tener llamadas y mensajes ilimitados contratando una tarifa plana, chatear por el WhatsApp, tuitear, etc. ¿Realmente necesitamos todo esto y más? ¿Era imprescindible que yo guardase en un cajón mi Nokia 2630 para cambiarlo por un teléfono inteligente? ¿Es que para poder sobrevivir en esta sociedad tan consumista estaba obligado a dar el salto, a 'modernizarme'? ¡NO!
Hace unas semanas finalmente di ese salto al comprar un smartphone. No es porque realmente quisiera y lo necesitara imperiosamente, sino porque a mi móvil ya se le estaban despegando las teclas, que de momento sobreviven con la ayuda de un poco de cinta adhesiva, y porque los Reyes Magos de 2014 me dejaron un vale por un móvil que por una mera cuestión de educación tenía que gastar más tarde o más temprano. Ya no tenía excusas para pasarme al mundo de los smartphones, pero lo que tenía muy pero que muy claro es que no me iba a gastar una burrada sabiendo el uso que le iba a dar. Tras consultarlo con unos amigos y comparar las prestaciones y precios de varios modelos de diferentes marcas, finalmente me decanté por el Motorola Moto G de segunda generación, que me ha costado 179 €, a los que habría que sumarle 13 € por un cargador universal (en la caja solamente viene con el cable), 3 € por una funda y 2 € por un protector de pantalla. Redondeando, unos 200 €, que era lo máximo que estaba dispuesto a desembolsar.
Ahora ya dispongo de todas esas ventajas y posibilidades que todos me mencionaban, pero ¿cuánto las necesito? Las cámaras de fotos, tanto la trasera como la frontal, las utilizaré con relativa frecuencia, para casos excepcionales. Navegar por Internet, pues más o menos lo mismo, únicamente para consultar noticias puntuales y cuando esté en la calle, puesto que me resulta mucho más cómodo hacerlo desde un ordenador, sobre todo en lo que se refiere al correo electrónico. Twitter lo utilizo con moderación, incluso me atrevería a decir que cada vez menos de forma activa, es decir, tuiteando, por lo que dudo que vaya a estar enganchado. WhatsApp puede que sea la única herramienta nueva que vaya a usar a diario, pero con moderación y para situaciones útiles, nada de conversaciones vacías y chorradas varias como hace mucha gente; de momento, salgo a una media de 25 mensajes enviados por día, y me parece que dicha media no va a subir demasiado.
Lo de las llamadas y los mensajes ilimitados merece un par de párrafos aparte. Está claro que los mensajes tradicionales ya casi que no tienen sentido estando WhatsApp, por lo que me centro en las llamadas. ¿Me compensa disponer de llamadas ilimitadas? Si analizamos la cantidad de veces que he usado mi móvil antiguo para este fin, resulta que no. Unas semanas antes de comprar el smartphone me llamó un comercial de Vodafone para preguntarme por cuánto gastaba al mes con el móvil. Cuando le respondí que "Pues 1 € ó 1'5 €", se quedó un momento en silencio y me dijo literalmente "Tío, ¿tú cómo coño lo haces?". Muy fácil: al mes yo solía mandar 4 ó 5 mensajes de texto y, con suerte, hacía una o dos llamadas que rara vez llegaban al minuto de conversación cuando necesitaba hablar con alguien estando yo en la calle, porque si me encontraba en casa utilizaba el fijo, que para algo está.
Así pues, además de comprar un smartphone, también tuve que ponerme a mirar las tarifas de todos los operadores para ver cuál satisfacía mis necesidades al mejor precio, ya que no estaba dispuesto a que mi gasto de teléfono se disparara exponencialmente, sabiendo que obviamente tendría que pagar más para poder usar Internet. De nuevo, tras consultar a unos amigos y comparar todas las opciones, la mejor propuesta que encontré fue una de MÁSMÓVIL, un operador virtual del que desconocía totalmente su existencia y que tiene bastante buena pinta, sobre todo teniendo en cuenta para lo que lo voy a necesitar: realizar alguna que otra llamada y un consumo moderado de tarifa de datos. Cada mes voy a tener que pagar entre 5 y 6 €, lo cual resulta ser cuatro o cinco veces más de lo que gastaba antes, pero es mucho menos de lo que creía que iba a tener que desembolsar cuando empecé a mirar las tarifas de los operadores más conocidos: Movistar, Vodafone, Orange, etc. El tiempo dirá si he tomado una buena decisión.
Ahora bien, muchos me dirán "¿Ves como necesitabas un smartphone?" o "Te quejabas mucho del WhatsApp y bien que lo usas ahora". También estoy preparado para aguantar comentarios de este tipo, y de hecho ya los estoy escuchando, pero pregunto yo: ¿realmente necesitamos un smartphone? Pues sí, pero sí porque hemos hecho que sea necesario, porque la sociedad, en contra de la cual voy en muchos aspectos, ha creado la necesidad imperiosa de tener un smartphone sí o sí. Cuidado que no estoy diciendo que no sea útil, sino que en cierta medida no es ni tan útil ni tan indispensable, porque lo único realmente necesario de este aparato es la posibilidad de ponerse en contacto con los demás, es decir, lo que era en su origen: un teléfono móvil. Las restantes aplicaciones que podemos encontrar en un smartphone son meros complementos que en parte, solamente en parte, se han convertido en necesarias aprovechando que todas ellas se han podido agrupar en un pequeño artilugio que, todo hay que reconocerlo, entra por los ojos y resulta muy atractivo por todas esas posibilidades que nos brinda.
Voy a ir terminando que veo que esto se ha alargado más de la cuenta. Lo dicho, ya tengo mi smartphone. Ahora muchas bocas quedarán cerradas, aunque supongo que no por mucho tiempo, que dentro de un año o dos ya tendré detrás de mi oreja la monserga de "Rafa, ya va siendo hora de que jubiles tu smartphone y te compres un X (ya veremos qué nombre le pondrán al futuro invento)", y yo volveré a decir "Tururú". Salvo necesidad (¿cuántas veces ha salido ya esta palabra en esta entrada?) imperiosa, tengo muy claro que no voy a comprar un nuevo smartphone o un X hasta que el que ahora tengo se me rompa o deje de funcionar como es debido. Me temo que no me va a durar siete años como mi antiguo móvil (del cual por cierto no me voy a desprender, ya que lo voy a usar como despertador) debido a la conocida como obsolescencia programada que viene de serie en cada aparato electrónico, pero lo voy a apurar hasta el último día, sea cual sea, mientras cumpla con su cometido. Ni lo que dicten las modas ni el aparentar por aparentar me harán cambiar de opinión, que cada uno es como es y tampoco hay motivos para eso, para aparentar. Punto y final.

martes, 6 de enero de 2015

Melchor, Gaspar y Baltasar mantienen viva la ilusión

No fallan. Como cada año, la noche del 6 de enero se ha envuelto de magia con los regalos que los Reyes Magos han dejado en nuestras casas. Melchor, Gaspar y Baltasar han trabajado muy duro esta madrugada ayudados por sus camellos y sus pajes para hacer felices a los miles y miles de niños, y no tan niños, que escribieron su carta con una larga lista de regalos que ahora estarán disfrutando.
Este año parece que me he portado bastante bien, ya que los Reyes Magos me han traído los siguientes regalos:
  • 'El asesinato de Pitágoras', de Marcos Chicot.
  • 'El símbolo perdido', de Dan Brown.
  • 'Los Simpson y las matemáticas', de Simon Singh.
  • 'Sé lo que estás pensando', de John Verdon.
  • Una camisa de manga larga.
  • Una camiseta de manga larga.
  • Un pijama.
  • Dinero.
  • Bombones y chucherías.
No tengo quejas ninguna, puesto que únicamente me había pedido cuatro libros y han caído algunos regalos más. ¿Qué tal se han portado los Reyes Magos con vosotros? ¿Regalos o carbón? Seguro que mucho de lo primero y nada de lo segundo ;)

viernes, 2 de enero de 2015

Los posts más leídos de 'El mundo de Rafalillo' en 2014

Como en cada comienzo de año, la primera entrada la dedico a repasar según diversos criterios los posts publicados en este blog en los últimos doce meses. Empezamos con las diez entradas que han recibido más comentarios en el año 2014, eso sí, sin tener en cuenta las que estaban relacionadas con juegos:
  1. Abdicación mundial: 8 comentarios.
  2. No es mío, pero es interesante (LXX): 4 comentarios.
  3. Arcos de Málaga: romano o de medio punto: 3 comentarios.
  4. Respuestas de alumnos 'matemáticos' (II): 3 comentarios.
  5. Los Reyes Magos vuelven a obrar el milagro: 3 comentarios.
  6. Turing y Hawking: dos historias de película: 2 comentarios.
  7. Siete años en la blogosfera: 2 comentarios.
  8. Alex en el país de los números: 2 comentarios.
  9. El otro mundo o los Estados e Imperios de la Luna: 2 comentarios.
  10. Viaje a Escocia: día 3: 2 comentarios.
Pasamos al segundo criterio que vamos a tener en cuenta: el número de visitas. A continuación tenemos las diez entradas más visitadas el último año:
  1. ¿Qué diferencia existe entre un equinoccio y un solsticio?: 9.084 visitas.
  2. XXX Olimpiada Matemática Thales: 1.511 visitas.
  3. ¿Por qué el vidrio es transparente?: 1.338 visitas.
  4. ¿Por qué las tarjetas de crédito tienen esa forma?: 1.299 visitas.
  5. La paradoja del cumpleaños siempre se cumple: 1.172 visitas.
  6. No reconozco mi camiseta: 1.153 visitas.
  7. Literatura matemática: 562 visitas.
  8. ¿Números cerca del infinito?: 458 visitas.
  9. ¿Qué diferencia hay entre Inglaterra, Gran Bretaña y Reino Unido?: 409 visitas.
  10. El dólar tetraédrico: 361 visitas.
Otro aspecto a tener en cuenta es el tiempo que los visitantes del blog pasan leyendo un determinado post. Así pues, os dejo con las diez entradas que han tenido un mejor promedio de tiempo de visita en 2014:
  1. Séptimo: 27 minutos y 44 segundos.
  2. La guerra de la tele: 23 minutos y 15 segundos.
  3. El ángel perdido: 21 minutos y 43 segundos.
  4. No es mío, pero es interesante (XIV): 18 minutos y 14 segundos.
  5. Un punto azul pálido: 15 minutos y 20 segundos.
  6. Viaje a Escocia: día 4: 13 minutos y 57 segundos.
  7. Nuevo segundo puesto en el O'Donnell's: 13 minutos y 2 segundos.
  8. El reloj que se paraba: 12 minutos y 33 segundos.
  9. Viaje a Madrid: día 3: 12 minutos y 15 segundos.
  10. ¿A qué velocidad se mueve La Tierra?: 11 minutos y 44 segundos.
Ya por último voy a recomendaros las diez entradas publicadas en 2014 que más me ha gustado escribir. Lo tengo muy difícil para elegir, puesto que he publicado apenas 42 posts y muchos de ellos son juegos o simples recopilaciones de enlaces de otros blogs. No ha sido un gran año en cuanto a la calidad de las entradas, pero esto es lo que hay:
  1. XXX Olimpiada Matemática Thales: acompañar a un nutrido grupo de mis alumnos a esta prueba fue una gran experiencia para mí. Lo mejor de todo es que dos de ellos quedaron entre los 25 mejores de Málaga.
  2. Dortmund: un año: a los malaguistas todavía nos duele lo que ocurrió aquella noche de abril de 2013. No olvidamos y no perdonamos el sueño que nos arrebataron.
  3. Una semana casi sublime: únicamente llovió el Domingo de Resurrección. Una pena, porque esta Semana Santa nos volvió a dejar grandes momentos.
  4. Respuestas de alumnos 'matemáticos' (II): otra vez mis alumnos, ahora en los exámenes, que dejan alguna que otra perla que no tiene desperdicio.
  5. Abdicación mundial: el fracaso de España en el Mundial de Brasil fue sonado y estrepitoso. Ojalá volvamos pronto a reinar como en los últimos años.
  6. Alex en el país de los números: el mejor de los cinco libros que he leído este verano. Una auténtica maravilla de la divulgación matemática.
  7. Viaje a Escocia: día 5: el final de un viaje que he tardado más de un año en narrar. En 2014 no hice ninguno, así que este año debería resarcirme con un par de ellos.
  8. Siete años en la blogosfera: se dice pronto, pero he pasado un cuarto de mi vida administrando un blog.
  9. Turing y Hawking: dos historias de película: desde que supe de la existencia de estas dos películas no dejo de pensar en el día que las veré. Espero que las expectativas se superen con creces.
  10. Arcos de Málaga: romano o de medio punto: el primero de una larga serie de entradas para recorrer mi ciudad observando las matemáticas que esconden sus arcos.
Mi trabajo ya está hecho. Ahora me gustaría saber cuáles han sido para vosotros las mejores entradas de 'El mundo de Rafalillo' en 2014. ¡Feliz año!