lunes, 29 de diciembre de 2014

No es mío, pero es interesante (LXXIV)

Terminamos el año 2014 con una nueva entrega de 'No es mío, pero es interesante', una sección en la que os recomiendo las entradas de otros blogs y webs que más me han interesado en las últimas semanas. Algunos de estos blogs han conseguido colar más de un post, como son los casos de Microsiervos y Fogonazos, con doce y dos aportaciones, respectivamente. La variedad sigue siendo la protagonista de esta sección, puesto que encontraréis un poco de todo: matemáticas, ciencia, astronomía, vídeos, curiosidades, etc.
Echémosle un vistazo a los enlaces de esta entrega:
¿Qué os han parecido las recomendaciones de esta entrega? Espero que hayan sido de vuestro interés y que me lo hagáis saber a través de un comentario ;)

domingo, 21 de diciembre de 2014

Arcos de Málaga: rebajado

Ya tenemos aquí la segunda entrega del serial 'Arcos de Málaga' que comencé hace un mes con el arco romano o de medio punto, que por cierto ha tenido cierta aceptación, puesto que dicha entrada ha sido la quinta más votada en la pasada Edición 5.8 Betty Scott del Carnaval de Matemáticas.
Hoy os presento un nuevo arco que está directamente relacionado con el romano y que, por lo tanto, también es bastante sencillo de construir. Os estoy hablando del arco rebajado, cuya presencia en edificios y monumentos de nuestras ciudades es muy evidente como comprobaréis más tarde, pero primero vamos a ver qué pasos hay que seguir para construirlo:
  1. Elegimos dos puntos A y B para determinar el segmento a que une ambos puntos.
  2. Trazamos la mediatriz b del segmento anterior, de tal forma que obtenemos un punto de corte C.
  3. Elegimos un vértice V sobre la mediatriz b, obteniendo así el segmento c que une dicho punto con el A.
  4. Al segmento anterior le trazamos la mediatriz d, que se corta con la mediatriz b en el punto D.
  5. Con centro en D trazamos un arco de circunferencia e de radio el segmento DA con inicio en el punto A y fin en el punto B, y que obviamente también pasará por el vértice V. De esta forma, obtenemos el arco rebajado.
Sencillo, ¿verdad? Si os dais una vuelta por la ciudad en la que vivís, estoy seguro de que os toparéis con más de un arco rebajado en casi cada calle por la que paséis. En el caso de mi ciudad, Málaga, hay bastantes y variados ejemplos, algunos de los cuales os muestro a continuación.
Calle San Agustín (detalle de un portal)

Casa Hermandad de la cofradía de El Rico

Jardines de Pedro Luis Alonso

Palacio Episcopal

Esquina de las calles San Agustín y Duque de la Victoria

Pues nada más por hoy. Únicamente me queda invitaros a participar en esta entrada dando a conocer los arcos rebajados de los sitios en los que vivís, y ya de paso aprovecho para desearos una Feliz Navidad y un Próspero Año Nuevo 2015.

Nota: este post forma parte del Carnaval de Matemáticas, que en esta cuadragésima novena edición, también denominada 5.9 Emma Castelnuovo, está organizado por Elisa Benítez a través de su blog Que no te aburran las M@TES.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Adivina dónde estoy (XVI)

Nueva entrega de la sección 'Adivina dónde estoy', un juego en el que tendréis que adivinar cuál es la ciudad o punto de interés (calle, monumento...) que se esconde tras las pistas que os voy proporcionando poco a poco. Os recuerdo las normas que tenéis que respetar para poder participar:
  • Sólo se puede dar una respuesta por cada pista que se proporcione (las dos primeras pistas cuentan como si fueran una sola), es decir, no vale decir el nombre de dos o más lugares entre la pista 'X' y la 'X + 1'. Si alguien incumple esta norma, no se tendrán en cuenta sus posteriores intentos en dicha prueba, pero sí podrá participar en las posteriores.
  • Si queréis una nueva pista, basta con que dejéis un comentario en el que intentéis adivinar el lugar, es decir, tendríais que decir algo como 'Creo que es la Plaza de la Constitución'.
  • Sólo proporcionaré una pista por día, por lo que si hoy dos personas propusiesen dos soluciones posibles, hoy os daría una pista y mañana otra.
  • No se puede participar identificándose como 'Anónimo'. Toda respuesta que se dé con dicha identificación no será tenida en cuenta bajo ningún concepto.
  • En el caso de que se lleguen a dar diez pistas, el plazo para responder terminará a las 23:59h del día siguiente al que se publicó la décima pista. Si nadie lo adivina, os daré la solución y la explicación de todas las pistas.
Y ahora sí, vamos con las pistas:
  1. Ciudad.
  2. Femenina.
  3. Se abre con una de oro.
  4. Se defiende con tres de plata.
  5. Allí se respira aire puro.
  6. Insular.
¡Suerte!

miércoles, 3 de diciembre de 2014

No es mío, pero es interesante (LXXIII)

Una entrega más de 'No es mío, pero es interesante', una sección en la que os recomiendo las entradas de otros blogs y webs que más me han gustado en las últimas semanas. Algunos de ellos aportan más de una entrada, como son los casos de Microsiervos, WTF Microsiervos y ALT1040, con nueve, tres y dos aportes, respectivamente. Como siempre, la variedad es la principal característica de esta sección, pues encontraréis matemáticas, ciencia, astronomía, curiosidades, magia, vídeos, etc.
Repasemos la lista de esta entrega:
¿Qué os han parecido los enlaces de esta entrega? Espero que os hayan gustado y que me lo hagáis saber a través de un comentario ;)

lunes, 24 de noviembre de 2014

Arcos de Málaga: romano o de medio punto

Hace unos dos años y medio me encontraba yo terminando el Máster de Profesorado, ese gran timo que únicamente me sirvió para pagar por poder ser profesor y no para que me enseñasen a ser profesor. Al mismo tiempo tenía varios alumnos a los que daba clases particulares de Matemáticas por las tardes, a excepción de uno de ellos, Miguel, ya que a él realmente no le daba clases para ayudarle con la asignatura, sino que le explicaba contenidos de cursos superiores, así como curiosidades, acertijos, problemas, historias, conceptos y técnicas que no se aprenden en las aulas de un colegio.
En esas fechas encontré un documento en el que se explicaban los diferentes tipos de arcos que se pueden construir, y lo aproveché para trabajarlo juntos en una de estas clases, pero nos supo a poco, así que se me ocurrió trasladar la clase fuera de su habitación y recorrer las calles de Málaga para encontrar esos trazos curvos en los edificios de nuestra ciudad. Planeamos hacerlo en la segunda quincena del mes de junio, toda vez que él estuviese liberado de los exámenes de final de curso, pero las circunstancias personales que muchos ya conocéis impidieron que ese paseo matemático se realizase, por lo que tuvo que aplazarse sine die.
Pues bien, hace unas semanas retomamos la idea y por fin, casi dos años y medio después, la llevamos a cabo. Quedamos una tarde de domingo cerca de su casa y desde allí nos pateamos el centro de punta a punta durante un par de horas largas, yo fotografiando cada arco con el que nos topábamos y él anotando el número de la foto con la calle o edificio correspondiente, ya que uno de los objetivos que tenía era aprovechar ese paseo para hacerme con un material con el que poder participar en unas cuantas ediciones del Carnaval de Matemáticas. Y aquí estamos, con la primera entrada de este serial que en un alarde de imaginación he llamado 'Arcos de Málaga'.
Un arco es un elemento arquitectónico que durante siglos se ha utilizado para construir puentes y túneles, pero sobre todo lo encontramos en edificios y monumentos, principalmente para crear accesos mediante puertas, ventanas, pasadizos, etc. También se ha usado como un elemento decorativo en diversas construcciones o como un monumento por sí solo (véase el Arco de Triunfo de París o el Arco de Constantino de Roma, por decir algunos de los más famosos). En cualquier caso, un arco esconde un poco mucho de matemáticas en su interior, en concreto geometría, y que luego se estudia y se aplica en la arquitectura, la física y la ingeniería.
Yo me voy a centrar en explicaros paso a paso cómo se construyen los arcos más conocidos y típicos, y para ello me apoyaré en dos tipos de imágenes: la primera siempre será una captura de GeoGebra en la que se mostrará el resultado de esos pasos hasta llegar al arco en cuestión, y las restantes serán fotografías propias tomadas en ese paseo matemático de hace unas semanas en las que aparecerán varios ejemplos de su presencia en los edificios y monumentos más notables de Málaga. Una buena forma de hacerle ver a los alumnos que las matemáticas no son solamente números, ecuaciones y problemas, sino que también están presentes día a día en nuestras calles, ¿no os parece?
Empezamos hoy con el arco más sencillo y que a todos se nos viene a la cabeza cuando nos preguntan por uno de ellos: el arco romano o arco de medio punto. Como he dicho, su construcción es muy simple, y se consigue siguiendo estos pasos:
  1. Elegimos dos puntos A y B para determinar el segmento a que une ambos puntos.
  2. Trazamos la mediatriz b del segmento anterior, de tal forma que obtenemos un punto de corte C.
  3. Con centro en C trazamos una semicircunferencia c de radio el segmento CA, y de esta forma obtenemos el arco romano o arco de medio punto.
La presencia de este tipo de arco en cualquier ciudad es masiva; de hecho, se me antoja complicado encontrar una calle medianamente importante que carezca de edificios con algún arco romano en su fachada. En el caso de Málaga, hay muchísimos ejemplos donde elegir. A continuación, os dejo con algunos de los más conocidos y destacados.
Palacio de la Aduana

Alcazaba de Málaga

Casa Consistorial de Málaga (edificio del Ayuntamiento)

Santa Iglesia Catedral Basílica de la Encarnación

Iglesia de Santa María del Sagrario

Pasaje Chinitas (entrada por la Plaza de la Constitución)

Plaza de la Merced (detalle de la fachada norte)

Por mi parte es todo por hoy, aunque antes de terminar me gustaría animaros a que a través de los comentarios nos digáis y mostréis qué ejemplos de arcos romanos o de medio punto hay en las ciudades y pueblos en los que vivís, que seguramente algunos serán dignos de mención.

Nota: este post forma parte del Carnaval de Matemáticas, que en esta cuadragésima octava edición, también denominada 5.8 Betty Scott, está organizado por José Ángel Murcia a través de su blog Tocamates.

martes, 18 de noviembre de 2014

Turing y Hawking: dos historias de película

Siempre que voy al cine para ver una película, al día siguiente publico en este blog un post para contar de qué va y exponer mi crítica personal de la misma, pero esta vez me atrevo a hablar de dos que todavía están por estrenar en las grandes pantallas y de las que únicamente puedo opinar a partir de sus respectivos tráilers. Dichas películas son 'The Imitation Game (Descifrando Enigma)' y 'La teoría del todo'.
No recuerdo la última vez que sentí la necesidad imperiosa de querer ir al cine, sobre todo teniendo en cuenta mi pobre estadística con el séptimo arte, ya que en los últimos dos años solamente he pisado tres salas, y resulta que ahora iré dos veces en apenas un mes. Quizás el motivo sea que ambos largometrajes relatan parte de la vida de dos personajes que de una forma u otra me han marcado, Alan Turing y Stephen Hawking, dos científicos con historias de eso, de película.
Alan Turing es el protagonista de 'The Imitation Game (Descifrando Enigma)', cuyo estreno en España tendrá lugar el próximo 1 de enero de 2015 (qué buena manera de empezar un nuevo año, ¿verdad?). Creo que no me equivoco al afirmar que la mayoría de la población mundial no conoce a este señor, y he de reconocer que hasta hace unos diez años yo tampoco sabía nada de él. Suerte la mía que decidí estudiar Ingeniería Informática, pues gracias a una de las asignaturas de esta carrera pude ser consciente de la influencia que el tal Turing tuvo en uno de los grandes acontecimientos de la historia de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial.
Todo el mundo sabe que empezó en 1939, que Hitler era el malo, que hubo un bombardeo en Pearl Harbor, que hubo un desembarco en Normandía y que todo acabó con las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Esto es lo que cuentan los libros de Historia, pero no he visto ninguno que mencione que en el bando de los Aliados hubo un grupo de personas que permitió que esta guerra acabase antes de tiempo. Liderados por Turing, crearon una especie de ordenador capaz de descifrar los códigos de la máquina Enigma que usaban los nazis para enviarse mensajes secretos durante la guerra, lo cual constituye el argumento principal de la película que os recomiendo ir a ver.
Turing es a la Informática como Newton a la Física o Pitágoras a las Matemáticas. Sin él, probablemente hoy no disfrutaríamos de todos esos dispositivos que usamos a diario (ordenadores, teléfonos móviles, tablets...) y que hacen la vida un poco más fácil, aunque también es verdad que él no ha tenido todo el reconocimiento que realmente se merece, ni antes ni ahora. No lo tuvo antes porque, al poco de terminar la Segunda Guerra Mundial, se le condenó por homosexualidad como si fuera un delincuente, lo cual le llevó a acabar con su propia vida de forma prematura Ahora tampoco lo tiene por lo que he comentado antes: nadie sabe quién es. Ojalá que gracias a esta película la gente se dé cuenta de que Alan Turing jugó un papel decisivo en nuestra historia.
En 'La teoría del todo' es Stephen Hawking el que se lleva el papel principal de la película, que se estrenará el próximo 16 de enero de 2015. Al contrario que ocurre con Turing, todo el mundo conoce a Hawking: ese físico que está en silla de ruedas y que habla a través de una máquina. Probablemente nos encontremos ante una de las mentes más brillantes de la historia, y eso que sufre una terrible enfermedad que prácticamente no le permite moverse y ya casi tampoco comunicarse con los demás.
Si antes decíamos que Alan Turing es como el Newton de la Informática, de Hawking podemos decir literalmente que es sucesor de ese físico inglés al que según la leyenda le cayó una manzana en la cabeza, puesto que ambos han sido titulares de la Cátedra Lucasiana, un cargo de la Universidad de Cambridge que no le otorga a cualquiera que cruza por la calle. Sus trabajos y teorías acerca del origen del Universo quizás no hayan tenido tanta influencia en nuestro día a día, aunque sí que es cierto que como divulgador científico ha sido un referente, sobre todo gracias a su obra 'Historia del tiempo. Del Big Bang a los agujeros negros', un auténtico best-seller que tuve la ocasión de leer hace un par de años y que solamente os recomiendo si controláis un poco del tema.
La película se ocupa principalmente de la enfermedad que le ha dejado postrado en una silla desde su juventud. Fue en Oxford, durante su etapa universitaria, cuando con 21 años se le diagnosticó la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad degenerativa que le paralizó progresivamente todo el cuerpo. Le dieron una esperanza de vida de tan solo dos años, pero ha logrado sobrevivir más de cincuenta, lo cual es un auténtico milagro. Las complicaciones derivadas de esta enfermedad obligaron a que se le practicase una traqueotomía que le dejó sin habla, motivo por el cual se comunica a través de un sintetizador de voz sin el cual es imposible imaginarse a Stephen Hawking, quien sin duda representa un ejemplo de superación y de lucha por seguir adelante.
Son muchas y grandes las expectativas que me he creado con estas dos películas, lo cual es un peligro porque a veces uno acaba decepcionado; sin embargo, estoy casi seguro de que eso no va a ocurrir, pues las críticas que se han vertido hasta ahora son muy positivas, incluso se habla de que los actores que dan vida a Alan Turing y Stephen Hawking son firmes candidatos a ganar el Óscar por sus interpretaciones, y la verdad que tras ver los tráilers no me extraña. El tiempo dirá si me da o me quita la razón, pero yo os recomiendo que marquéis en rojo en vuestra agenda las fechas de estreno de estas dos películas. Yo al menos estoy deseando que lleguen esos días cuanto antes.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Adivina quién soy (XXV)

Bodas de plata para la sección 'Adivina quién soy', un juego en el que tenéis que adivinar quién es el famoso personaje que se esconde tras las pistas que os iré proporcionando cada día. Hay una serie de normas que respetar para poder participar, y son las siguientes:
  • Sólo se puede dar una respuesta por cada pista que se proporcione (las tres primeras pistas cuentan como si fueran una sola), es decir, no vale decir el nombre de dos o más personajes entre la pista 'X' y la 'X + 1'. Si alguien incumple esta norma, no se tendrán en cuenta sus posteriores intentos en dicha prueba, pero sí podrá participar en las posteriores.
  • Si queréis una nueva pista, basta con que dejéis un comentario en el que intentéis adivinar el personaje, es decir, tendríais que decir algo como 'Creo que es Pepito Pérez'.
  • Sólo proporcionaré una pista por día, por lo que si hoy dos personas propusiesen dos soluciones posibles, hoy os daría una pista y mañana otra.
  • No se puede participar identificándose como 'Anónimo'. Toda respuesta que se dé con dicha identificación no será tenida en cuenta bajo ningún concepto.
  • En el caso de que se lleguen a dar diez pistas, el plazo para responder terminará a las 23:59h del día siguiente al que se publicó la décima pista. Si nadie lo adivina, os daré la solución y la explicación de todas las pistas.
Vayamos pues con las pistas:
  1. Hombre.
  2. Vivo.
  3. Mago.
  4. Imperio.
  5. Teléfono.
  6. Mandíbulas.
¡Suerte!

martes, 28 de octubre de 2014

No es mío, pero es interesante (LXXII)

Una entrega más de 'No es mío, pero es interesante', una sección en la que os recomiendo las entradas de otros blogs y webs que más me han interesado en las últimas semanas. Algunos de estos blogs han conseguido colar más de un post, como son los casos de Microsiervos, El espejo lúdico y WTF Microsiervos, con nueve, tres y dos aportaciones, respectivamente. Como siempre, la temática es variada, pues encontraréis matemáticas, ciencia, astronomía, curiosidades, vídeos, etc.
Repasemos la lista de la presente entrega:
¿Os han gustado las recomendaciones de esta entrega? Espero que sí y que me lo hagáis saber a través de un comentario ;)

sábado, 18 de octubre de 2014

Siete años en la blogosfera

Un año más, y ya van siete, de 'El mundo de Rafalillo'. Lejos queda ya aquella mañana en la que decidí crear este blog personal que en sus primeros años de vida tenía eso, mucha vida, pero que con el paso del tiempo ha ido menguando su actividad hasta encontrar una rutina un tanto monótona y carente de la variedad de sus comienzos.
Es ley de vida que las personas vayamos perdiendo vitalidad conforme crecemos, y al blog parece que le está ocurriendo lo mismo. Las circunstancias son las que son, y qué alegría que lo sean, porque el principal culpable de que este cachito de Internet sea la sombra de lo que fue es el trabajo que ocupa al que escribe estas palabras, lo cual a día de hoy se ha convertido casi en un privilegio más que en un derecho. Al contrario que en cada aniversario, esta vez no voy a hacer un resumen de lo publicado en los últimos doce meses porque no encarta, porque prácticamente tendría que citar todas las entradas que he redactado, que han sido pocas, pero sí que voy a mantener el resumen estadístico para conocer la evolución que ha experimentado 'El mundo de Rafalillo' en este tiempo:
  • 42 entradas publicadas (casi un 20% menos que el año anterior), lo cual se traduce en una media de menos de una entrada por semana.
  • 148 comentarios, algo más de la mitad de los que recibí el año anterior, y que se traduce en tres comentarios y medio por entrada publicada.
  • Algo más de 28.500 visitas recibidas, prácticamente lo mismo que hace un año. Esto supone una media de 78 visitas diarias.
  • Las visitas proceden de 91 países diferentes de los cinco continentes. Uno de cada tres visitantes lo hace desde nuestro país, mientras que los demás lo hacen principalmente desde Latinoamérica (México, Argentina, Colombia, Perú, Venezuela, Chile...) y Estados Unidos.
  • La duración media de las visitas baja hasta los 44 segundos (algo más de un 10% menos que el pasado año).
  • El blog ha sido visualizado casi 34.500 veces, un 10% menos que el año anterior. Son 874 las diferentes páginas que se han visualizado, siendo la de ¿Qué diferencia existe entre un equinoccio y un solsticio? la más visitada, seguida por la principal del blog.
  • El blog tiene 75 suscriptores (un 13% menos que el año pasado) y 62 seguidores (uno más que hace un año).
  • Y por último, el blog mantiene un PageRank de 3 sobre 10.
De nuevo, me encuentro con un bajón generalizado en casi todos los datos que he medido. Totalmente esperado y totalmente comprensible. No hay que ser muy listo para darse cuenta de que si se publica menos, sin tanta variedad y con peor calidad, los resultados irán en picado. Hay que asumirlo, pero no pierdo la esperanza de que en un futuro que se me antoja un tanto lejano el blog renazca de sus cenizas y vuelva a ser el de antes, o al menos que se parezca lo máximo posible al del tercer y cuarto años, que fue cuando alcanzó su madurez y estabilidad en todos los sentidos.
Ya lo dejé caer en el último aniversario, y es que tengo que reconocer que varias veces me ha rondado por la cabeza la posibilidad de ponerle punto y final a este proyecto, a este hijo que he criado durante siete años, por los motivos que ya he explicado; sin embargo, pretendo retrasar ese momento hasta que ya no me quede otra alternativa, e incluso también os puedo adelantar que tengo pensado parir otro blog, que no sería de tipo personal como éste, sino temático. De momento no voy a comentar mucho más acerca de esto por si acaso después no fructifica, pero mi intención es que vea la luz antes del octavo aniversario de 'El mundo de Rafalillo', que en cualquier caso seguiría activo independientemente de la existencia de su hermano.
Así que ya veis, que mientras que el cuerpo aguante voy a estar rondando por este mundillo virtual, con un blog por ahora y seguramente con dos en el futuro. Muchos dirán que los blogs ya no tienen nada que hacer frente a las redes sociales y demás servicios que van surgiendo poco a poco, pero yo creo que todavía tienen que dar mucho que hablar, mucho más de lo que se habla en un tweet o un comentario de Facebook, y es que yo no me imagino Internet sin la gran cantidad de interesantes blogs de los que a duras penas soy asiduo seguidor, y por supuesto tampoco me lo imagino sin el mío. Pues nada, espero que de forma activa o silenciosa sigáis al tanto de todo lo que publico en 'El mundo de Rafalillo' un añito más, que ya serán ocho.
¡Muchas gracias a todos!

jueves, 9 de octubre de 2014

Adivina dónde estoy (XV)

Vamos con la decimoquinta entrega de la sección 'Adivina dónde estoy', un juego en el que os iré dando pistas diariamente para que podáis descubrir cuál es la ciudad o el punto de interés (parque, monumento, calle...) que se esconde tras ellas. Os recuerdo las normas que hay que respetar para poder participar:
  • Sólo se puede dar una respuesta por cada pista que se proporcione (las dos primeras pistas cuentan como si fueran una sola), es decir, no vale decir el nombre de dos o más lugares entre la pista 'X' y la 'X + 1'. Si alguien incumple esta norma, no se tendrán en cuenta sus posteriores intentos en dicha prueba, pero sí podrá participar en las posteriores.
  • Si queréis una nueva pista, basta con que dejéis un comentario en el que intentéis adivinar el lugar, es decir, tendríais que decir algo como 'Creo que es la Plaza de la Constitución'.
  • Sólo proporcionaré una pista por día, por lo que si hoy dos personas propusiesen dos soluciones posibles, hoy os daría una pista y mañana otra.
  • No se puede participar identificándose como 'Anónimo'. Toda respuesta que se dé con dicha identificación no será tenida en cuenta bajo ningún concepto.
  • En el caso de que se lleguen a dar diez pistas, el plazo para responder terminará a las 23:59h del día siguiente al que se publicó la décima pista. Si nadie lo adivina, os daré la solución y la explicación de todas las pistas.
Y éstas son las pistas:
  1. Punto de interés.
  2. Su predecesor era de otro planeta.
  3. Se llama como un jugador del Málaga.
¡Mucha suerte!

martes, 30 de septiembre de 2014

Viaje a Escocia: día 5


Miércoles, 17 de julio de 2013

8:15
Las alarmas de nuestros móviles sonaron a la hora prevista, pero no nos levantamos de inmediato. Yo tardé diez minutos en ponerme en pie, mientras que Jose y Miguel remolonearon en la cama hasta las nueve menos veinticinco. Después de asearnos, hicimos las maletas, en mi caso probando que cupiera la mochila de la cámara de fotos en su interior, lo cual iba a resultar un tanto complicado sabiendo que la ropa sin planchar ocupa un poquito más y que además todavía quedaba por guardar lo que iba a comprar a lo largo de la mañana. En ese instante tenía hueco suficiente, otra cosa sería horas más tarde. Tal y como acordamos la noche anterior, desayunaríamos en uno de los J D Wetherspoon, aunque yo, que me gusta comer algo en cuanto me levanto, me comí uno de los muffins de trocitos de chocolate. Mis amigos no se tomaron nada, pero me pidieron que guardara en uno de los bolsillos laterales de mi pantalón la bolsa de tortas por si acaso se les antojaba por el camino, así como la bolsa de chucherías que se compraron en Glasgow.
Poco antes de las nueve media ya teníamos todo listo y recogido, pero no salimos de la habitación sin antes hacer un repaso general por si acaso se nos olvidara algo, pues ya no podríamos volver allí. Todo parecía correcto, así que bajamos con nuestras maletas a recepción para hacer el check-out, qué básicamente consistió en devolver las tarjetas de la habitación que nos dio a cada uno, y pedir la del luggage room para dejar allí nuestro equipaje y así no tener que cargar con él todo el día; de esta forma, volveríamos al hostal después de almorzar para recoger las maletas y seguidamente dirigirnos a la parada del autobús que lleva al aeropuerto. Subimos por Blackfriars Street hasta High Street y luego giramos a la derecha por North Bridge, desde donde de nuevo pude contemplar las hermosas vistas de la ciudad con el Edinburgh Castle a mi izquierda y Calton Hill a mi derecha como principales atractivos para los ojos de cualquier turista.
Al llegar al hotel The Balmoral, continuamos por Princes Street por la acera de los jardines hasta la altura del Scott Monument, donde cruzamos a la acera de enfrente. Precisamente paseando por allí vi un par de tiendas de souvenirs que tenían muy buena pinta y que luego visitaría de nuevo para comprar definitivamente las camisetas. Nos desviamos a la derecha por Hanover Street en busca de George Street, y en la esquina de estas dos calles vimos a un mendigo pidiendo, pero lo que nos sorprendió fue que tenía ¡¡¡un iPhone!!! Curioso y paradójico, ¿verdad? Llegamos a The Standing Order, el restaurante J D Wetherspoon donde pretendíamos desayunar, pero la puerta estaba cerrada, lo cual nos extrañó, así que llamamos al timbre. No contestaba nadie, por lo que nos fuimos a Rose Street para ver si la entrada trasera estaba abierta, y sí, lo estaba, pero nada más entrar nos dijeron que no iban a abrir hasta las once y media.
Esto no era lo esperado, aunque no nos trastocaba demasiado porque cerca de allí teníamos el The Alexander Graham Bell. Volvimos a George Street y en apenas tres minutos estábamos sentados en la misma mesa que el día anterior, ya que no había casi nadie. Le echamos un vistazo a la carta de los desayunos a pesar de que prácticamente teníamos decidido lo que pediríamos: yo, unas tostadas con mantequilla y un zumo de naranja; Jose y Miguel, el desayuno escocés y caffé latte. Me levanté de la mesa para hacer el pedido en la barra cuando de repente un cartel colgado de una de las columnas del local me hizo parar, puesto que informaba a los clientes de que parte de la cocina está rota, en concreto la parrilla, y que no se podrían servir algunos platos. Volví a la mesa para comentárselo a mis amigos porque no podrían tomar el desayuno escocés, así que decidimos irnos a otro sitio a desayunar.
Si lo del Standing Order fue inesperado, esto tampoco entraba en nuestros planes, ya que ahora tendríamos que buscar un sitio desconocido para desayunar y a una hora complicada, las diez y veinte. Recorrimos George Street en dirección este para echarle un vistazo a los restaurantes que allí hay, pero eran demasiado caros para lo que nos pretendíamos gastar, así que la única opción segura que nos quedaba era ir al otro restaurante J D Wetherspoon que vimos en el Omni Centre la tarde anterior y rezar para que no surgiera un tercer e improbable imprevisto. Por el camino, en la esquina de George Street con Saint Andrew Square, nos topamos con dos de esas típicas cabinas de teléfono rojas que tanto abundan en el Reino Unido y que curiosamente fueron las primeras que vimos en todo el viaje, lo cual nos resultó un tanto extraño, sobre todo teniendo en cuenta que habíamos visitado las dos ciudades más importantes de Escocia.
Atravesamos la plaza y continuamos por Multrees Walk, una pequeña calle peatonal en la que se encuentran los grandes almacenes Harvey Nichols y varias tiendas de lujo y reconocidas marcas, tales como Louis Vuitton, Burberry, Hugo Boss o Tommy Hilfiger, entre otras. Giramos a la izquierda por Elder Street, dejando a nuestros lados el St James Shopping Centre y el Edinburgh Bus Station, donde nos dejó el autobús que nos trajo desde Glasgow. A continuación tiramos por York Place, una larga avenida que estaba atravesada por raíles para el tranvía que sería inaugurado en 2014. Al final de esta calle vimos a nuestra izquierda el Saint Paul's and Saint George's Church, un templo de la Iglesia de Escocia, y luego, tras seguir por Cathedral Lane, la Saint Mary's Roman Catholic Cathedral, la catedral católica de Edimburgo. Una vez allí, nos bastó cruzar a la acera de enfrente para llegar por fin al Omni Centre y entrar en The Playfair, donde parecía que todo estaba en orden.

10:50
Nos sentamos en la mesa 28 y obviamente no miramos ni la carta porque ya teníamos muy claro lo que nos íbamos a pedir, así que me fui directamente a la barra para pagar nuestro pedido. A los pocos minutos nos trajeron las bebidas (un zumo de naranja sin hielo para mí y dos caffé latte, uno para cada uno de mis amigos), y a las once y cinco vinieron nuestros desayunos. A Jose y Miguel les sirvieron a cada uno un Scottish Large Breakfast que se componía de un huevo frito, bacon, salchichas, judías al horno, dos rebanadas de patata empanada (sigo sin encontrar una traducción decente de hash brown), un champiñón frito, medio tomate al horno y dos tostadas; en cuanto a mí, me sirvieron un par de tostadas con mantequilla para untar. Las tostadas eran bastante grandes, y ni yo ni mis amigos íbamos a tener suficiente con la mantequilla que venía en los platos, por lo que fui en busca de más tarrinas a la barra, donde también pedí azúcar para los cafés de Jose y Miguel.
Ellos se pusieron las botas con lo contundente que es el desayuno escocés en comparación con el que yo me pedí, pero para nada me quedé insatisfecho, sino todo lo contrario. A pesar de ser solamente dos tostadas, además de grandes como he comentado antes también eran notablemente gruesas, y encima las habían tostado justamente en el punto que me gusta. En resumen, que para ser un desayuno muy simple estaba muy bueno, así como el zumo de naranja, que mejoró, y mucho, el que me tomé en el desayuno del día anterior, lo cual no era complicado. Y todo por un razonable precio de 2'39 libras, mientras que el de mis amigos salía por 5'95, más barato también que el del Garfunkel's. Mientras disfrutábamos de nuestro desayuno, llegó una familia que se sentó en una mesa situada a pocos metros, y nos llamó la atención que, cuando minutos más tarde les trajeron lo que habían pedido, dedujimos por lo que estaban comiendo que estaban almorzando, y todavía no eran ni las doce del mediodía.
Yo terminé de desayunar antes que ellos, lo cual era lógico, y, cuando mis amigos hicieron lo propio, decidimos descansar unos minutos antes de volver al centro de la ciudad. A las doce menos cuarto nos pusimos en pie, pero antes de irnos pedimos un vaso de agua en la barra, y ellos también aprovecharon para ir al baño; mientras tanto, yo les esperé junto a la puerta del restaurante, donde había una pequeña mesa con un montón de trípticos con la carta de los J D Wetherspoon. No me resistí a coger tres de ellos de recuerdo, uno para cada uno de nosotros, teniendo en cuenta que los habíamos visitado todos los días del viaje, y todavía quedaba una más. Ya juntos de nuevo y en la calle, cogimos por Leith Street para luego continuar por Princes Street para comprar definitivamente las camisetas que siempre me llevo en cada viaje.
Entramos en la primera de las dos tiendas por las que pasamos por la mañana para ver los diferentes modelos que tenían, así como sus precios, y luego hice lo propio en la situada unos metros más adelante para comparar; la primera fue la que más me convenció, por lo que volvimos para revisar de nuevo todas las opciones, y es que si no las observo detenidamente no me quedo contento. Iba a aprovechar una oferta de dos camisetas por 16 libras, y una de ellas ya estaba totalmente decidida, una de color azul marino con la bandera escocesa en medio, pero no me terminaba de decidir por la segunda. Tenía varias candidatas y finalmente me decanté por una gris con el clásico EDINBURGH SCOTLAND. Cogí la talla XXL de cada camiseta para probármelas, porque ya me ha pasado otras veces que he comprado una camiseta de recuerdo en algún viaje y luego resulta que me quedaba pequeña o muy ajustada. Me quedaban bien, así que me acerqué a uno de los dependientes para que las doblara y las volviera a guardar en sus fundas de plástico y pagarle las 16 libras correspondientes.
Después de allí, hicimos un alto para ir al supermercado del Marks & Spencer que está en esa misma calle, ya que Miguel necesitaba ir al baño y no se nos ocurría otro sitio al que ir; mientras tanto, Jose y yo nos quedamos junto a la refrescante zona de refrigerados, lo cual se agradecía, pues el día era un poco caluroso. Aprovechamos que allí la conexión wifi era libre para ponernos al día con las últimas noticias del Málaga, y para nuestra sorpresa leímos que cuatro jugadores habían denunciado al club por impagos, mientras que Flávio Ferreira, uno de los recientes fichajes, iba a causar baja varias semanas por una lesión en la espalda. Quizás hubiera sido mejor no haber leído nada. De nuevo Miguel con nosotros, nos quedamos los tres en la escalinata de subida a la calle del supermercado para seguir viendo noticias a través de Twitter unos minutos antes de volver a la otra tienda de souvenirs en la que habíamos estado antes. Echamos un vistazo a todo lo que había y finalmente nos decantamos por un pack de tres imanes con una foto de Edimburgo por 5 libras, y además yo me llevé un llavero con el perro del Greyfriars Bobby por 1'99.
A continuación, nos dirigimos al Sainsbury's en el que estuvimos el día anterior, ya que, además de las camisetas, quería llevarme a Málaga una de esas bolsas de tortas que tanto me habían gustado, aunque finalmente compré dos por otras tantas libras porque me percaté de que, además de las de trocitos de chocolate blanco, también las había con trocitos de chocolate con leche, así que ni me lo pensé. Mis amigos me esperaron fuera, y cuando salí fueron ellos los que entraron para comprar una botella de agua y un paquete de chicles. Era la una y cuarto y todavía era pronto para comer, no para los escoceses pero sí para nosotros, especialmente para Jose y Miguel, cuyo desayuno bien se podía considerar un almuerzo, por lo que nos fuimos a hacer tiempo junto al Scott Monument.
Hacía muy buen día, y sobre todo se notaba porque había mucha gente en los Princes Street Gardens, ya fuese paseando, tumbada o haciendo picnic en sus numerosas extensiones de césped. Nosotros nos adueñamos de uno de esos bancos de Edimburgo que tienen dueño, valga la redundancia, para descansar un rato y disfrutar de las vistas, que ganas de pasear ya no teníamos muchas. Lo que sí hice antes de sentarme fue hacer unas cuantas fotos: a los antiguos edificios de la Old Town que se asomaban por encima de los árboles de los Princes Street Gardens, a los propios jardines, al edificio de los grandes almacenes Jenners y al Scott Monument.
Le pedí a Jose que me fotografiara con la Ciudad Vieja a mis espaldas, y, tras devolverme la cámara, me entretuve con algunas de las muchas gaviotas que rondaban por allí esperando que se quedaran quietas el tiempo suficiente como para hacerles una foto; precisamente cuando se la iba a hacer a una de ellas resultó atacada por otra como si fuese a comérsela. Al final conseguí unas fotos bastante decentes. Me senté con Jose y Miguel, ahora sí a relajarme durante unos minutos antes de reanudar la marcha, y de eso fue de lo que nos pusimos a hablar. Resulta que yo pretendía almorzar, pero mis amigos no tenían hambre, lo cual no era de extrañar porque hace apenas dos horas se metieron entre pecho y espalda un contundente desayuno escocés. Aunque yo no tenía un hambre voraz, no quería quedarme sin almuerzo, así que pensé en ir a uno de los J D Wetherspoon y que ellos se tomasen mientras tanto una cerveza, o que se pidieran un plato a medias por si les apetecía picar algo.

13:50
A las dos menos diez nos pusimos en pie porque no podíamos apurar mucho más, puesto que después de almorzar tendríamos que volver al hostal a por las maletas y luego ir hasta la parada del autobús del aeropuerto para cogerlo antes de las cuatro de la tarde. Pues eso, cruzamos a la acera de enfrente de Princes Street, y seguidamente continuamos por Hanover Street y Rose Street hasta llegar a la puerta trasera del The Standing Order; apenas había mesas libres, pero por suerte pillamos una cerca de la entrada principal del restaurante. Tras echarle un vistazo rápido a la carta, me decanté por una de las ofertas del día, un Wiltshire cured ham & cheese panini y una Pepsi por 4'19 libras; por su parte, Miguel se pediría una cerveza Erdinger, y Jose, una Baltika. Fue él quien me acompañó a la barra para pagar el pedido de nuestra mesa, la 37, y ayudarme con todas las bebidas, puesto que la cerveza de Miguel venía acompañada de un vaso que era incluso más grande que la propia botella.
Pasados unos diez minutos, vino uno de los camareros hasta nuestra mesa para servirme mi plato. El panini tenía muy buena pinta a pesar de su simpleza, lo cual quedó corroborado seguidamente al probarlo, pues estaba muy bueno y jugoso, al igual que las patatas, a las que le eché un poco de mayonesa de las bolsitas que cogí tras pagar en la barra. Hacía bastante calor, y comiendo se notaba más todavía, pero suerte que la Pepsi que me había pedido estaba bien fresquita para compensar, aunque solamente en parte. Me quedé bastante saciado al terminarme el panini, tras lo cual decidí reposar un poco la comida. Cuando nos íbamos a marchar, le dije a mis amigos que esperasen un momento porque necesitaba ir al baño, pero qué sorpresa cuando comprobé que estaban bastante sucios, y algunos hasta con vómitos, por lo que me di media vuelta y decidí esperar a llegar al hostal.
A las tres y cinco estábamos saliendo del restaurante por su puerta trasera de Rose Street para cortar camino y luego tirar por Hanover Street, Princes Street, North Bridge, High Street y Blackfriars Street hasta llegar hasta nuestro hostal unos quince minutos más tarde. Una vez allí, pedimos la tarjeta de la luggage room para recoger nuestro equipaje. Ya con nuestras maletas, Jose y Miguel entraron al baño situado justo enfrente de la puerta del luggage room mientras yo les esperaba fuera; cuando salieron, entré yo también para refrescarme al tiempo que uno de ellos subió a la recepción para devolver la tarjeta. Abandonamos el hostal por la salida del bar, y a continuación subimos por Blackfriars Street; ya en High Street, avanzamos unos metros en dirección al castillo para desviarnos por Cockburn Street y finalmente llegar a Waverley Bridge.
El autobús que teníamos que coger estaba allí a punto de salir, pero, como estaba casi lleno e íbamos bien de tiempo, preferimos no subirnos y esperar al siguiente, que casualmente estaba detrás de éste. Al montarnos en el autobús, me quedé pagando al conductor las 10'50 libras correspondientes a nuestros tres billetes mientras Jose y Miguel se subían al piso superior para coger los sitios delanteros y así poder disfrutar de las vistas de camino al aeropuerto, aunque lo malo era que tendríamos que soportar un calor considerable y que no teníamos demasiado espacio para las maletas. A las cuatro menos cinco arrancó el autobús, y la pantalla situada justo encima de nosotros comenzó a mostrar las diferentes paradas por la íbamos a pasar en el trayecto hasta el aeropuerto.
El autobús se incorporó a Princes Street, desde donde me pude despedir de los Princes Street Gardens y, sobre todo, del Edinburgh Castle, al que le hice unas últimas fotos a través del cristal de la ventana situada a mi izquierda. Continuó por Shandwick Place y Atholl Place para luego seguir por West Coates y Roseburn Terrace, unas calles que me sonaban, puesto que por allí pasamos en el sentido contrario cuando llegamos a Edimburgo procedentes de Glasgow; de hecho, lo confirmé unos metros más adelante, ya en Corstorphine Road, cuando a mi izquiera divisé el Murrayfield Rugby Stadium y, más adelante, la entrada principal del Edinburgh Zoo. Con el paso de los minutos los edificios se iban cambiando por casas más bajas y urbanizaciones rodeadas de grandes jardines, lo cual significaba que estábamos cerca de abandonar la ciudad.
Ya en las afueras, y tras sorteas varias rotondas, llegamos al Edinburgh Airport media hora después de haber salido desde el centro de Edimburgo. Bajamos del autobús con nuestras respectivas maletas y entramos en la terminal del aeropuerto para buscar la zona del control de equipajes; para ello, seguimos las indicaciones y subimos por unas escaleras mecánicas, al final de las cuales se encontraba dicho control. Antes de unirnos a la cola de pasajeros, cogí el forro donde tenía guardados los billetes de avión para que cada uno tuviéramos el nuestro cuando nos lo pidiesen. Ya en la cola, procedí a deshacerme de cualquier objeto que pudiera provocar que pitase el arco de seguridad cuando pasase por él y los deposité en una de las bandejas que había allí apiladas, pero el intento fue en vano.
Sí, el arco pitó, y, sin darme la oportunidad de intentarlo por segunda vez, uno de los guardias de seguridad se me acercó para cachearme de pies a cabeza y con todo detalle. Me pidió que me pusiera como el Hombre de Vitruvio, con los brazos y piernas abiertos, para registrar cualquier centímetro cuadrado de mi cuerpo, incluyendo las partes nobles y pidiendo que sacara todo lo que tenía en los bolsillos del pantalón, que por cierto se me estaba empezando a escurrir porque dejé el cinturón en la bandeja con las demás cosas. Obviamente no encontró nada peligroso, así que me dejó libre para poder recuperar mis pertenencias y recoger mi maleta de la cinta del control. Ya con Jose y Miguel, que tuvieron más suerte que yo en este trance, vi en la pantalla de información que el embarque de nuestro vuelo se anunciaría a las cinco, por lo que tendríamos que esperar todavía unos veinte minutos; además, también indicaba a qué distancia en minutos se encontraba cada una de las puertas de embarque, lo cual nos pareció bastante útil, sobre todo si vas con prisas.
En esos minutos de espera, Jose aprovechó para llamar a su madre y decirle que nos recogieran en Málaga a la hora prevista de llegada del avión, a las diez y cuarto de la noche hora española; por mi parte, apagué por completo mi teléfono móvil, que por cierto me aguantó todo el viaje sin necesitar cargarlo ni un solo día. Nos sentamos enfrente del Caffè Nero, y pensé que allí podríamos gastar las algo más de cuatro libras en monedas que nos quedaban, que era lo que pretendíamos porque en España únicamente podríamos cambiar a euros los billetes. Los croissants costaban 1'35 libras, que era más o menos la tercera parte de lo que nos restaba, pero ni Jose ni Miguel querían tomarse nada, por lo que me puse en la cola y mientras le eché un vistazo a las demás opciones que había. Finalmente, cuando llegó mi turno, me pedí un frappé de chocolate que costaba 3 libras.

17:00
Al poco de reunirme con mis amigos se anunció la puerta de embarque de nuestro vuelo, que sería la 1A, precisamente una de las que más lejos estaba. De camino hacia allí, pasamos por una tienda en la que Jose decidió entrar para gastar las monedas que nos quedaban; concretamente, compró una chocolatina por 0'89 libras para los tres, tras lo cual nos restaban 40 peniques que finalmente no gastaríamos. En este tiempo me tomé el frappé de chocolate, el cual estaba bastante bueno, y lo terminé justo antes de llegar por fin a nuestra puerta de embarque, donde ya se habían formado dos filas. Una de ellas se correspondía con la de los pasajeros que habían pagado la prioridad de embarque, así pues nos unimos a la otra cola, junto a los ventanales que dan al aparcamiento del aeropuerto.
Aproveché la espera para guardar la mochila de la cámara en la maleta con el fin de evitar que me dijesen algo a la hora de embarcar, y la verdad es que me costó bastante, puesto que tuve que sacar la chamarreta para poder hacerle hueco, e incluso así temí que cupiera, pero tuve suerte y pude cerrarla sin demasiados problemas. Al poco tiempo advertimos que una azafata de Ryanair estaba revisando el billete y el DNI de los pasajeros que nos encontrábamos en la cola para agilizar el embarque posterior, y también llevaba una caja de cartón con las medidas reglamentarios para las maletas que empleaba para comprobar que nadie intentase colar una maleta no permitida, y fue entonces cuando temí que la mía no cumpliera con las medidas, ya que estaba bastante abultada. Por suerte, cuando revisó mi documentación le bastó con un echarle un vistazo a mi maleta para considerar que era válida.
El embarque dio comienzo a las cinco y veinte con los pasajeros que tenían prioridad, que eran más de lo que me esperaba; luego, continuó con los restantes, entre los que nos encontrábamos nosotros tres, aunque tuvimos que esperar cerca de un cuarto de hora porque teníamos a mucha gente delante. Cuando llegó mi turno, le mostré a la azafata mi carnet de identidad y el billete, del cual rasgó el trozo que tienen que quedarse, y tras ello pasé a una cabina en la que había que bajar por unas escaleras que desembocaban en un túnel acristalado a pie de pista. Fue allí donde saqué de la maleta la mochila de la cámara de fotos para tenerla a mano durante el vuelo, ya que más tarde sería más complicado cogerla.
Tuvimos que esperar unos minutos para subirnos a nuestro avión, que ya se encontraba allí cuando llegamos, y lo hicimos en pequeños grupos, supongo que por motivos de seguridad al hacerlo directamente por la pista. Nosotros subimos por la puerta trasera, ya que casi todos lo hacían por la delantera, y, tras ser recibido por un azafato español, me acerqué lo más rápido posible a los asientos de emergencia para poder ir más cómodo durante el vuelo. Algunos estaban ocupados, pero no había tres asientos libres juntos para nosotros, así que, resignado, me tuve que conformar con sentarme dos o tres filas más atrás junto al ala izquierda del avión. Además de estar incómodo, encajonado totalmente en mi asiento y sin poder moverme, resulta que allí hacía un calor terrible, tanto que llegué a agobiarme y no tener otra opción que abanicarme con mi chamarreta como buenamente pude, aunque no sirvió de mucho.
El calor menguó cuando el avión se puso en marcha a las seis y diez, pues fue entonces cuando comenzó a salir aire fresco de la parte superior, y menos mal, porque no sé si hubiera aguantado muchos minutos más allí con tanto calor. Mientras el avión buscaba pista, las azafatas empezaron con su coreografía de seguridad (que si el chaleco, que si las salidas de emergencia...), y ya a las y veinte dimos el acelerón necesario para despegar y poner rumbo a Málaga. Tardamos cerca de un cuarto de hora en coger altura y estabilizarnos, atravesando previamente una espesa capa de nubes que no dejaba ver nada, y, cómo no, yo estuve con mi cámara colgada al cuello haciendo fotos cada dos por tres. Cuando ya nos pudimos desabrochar los cinturones y liberarnos un poco, solamente un poco, aprovechamos para que me devolviesen los billetes de libras que les habían sobrado, ya que yo sería el encargado de cambiarlos a euros cuando estuviésemos de vuelta, y también anotamos los gastos del día para hacer las cuentas definitivas y saber lo que se había gastado cada uno durante el viaje, aproximadamente unas 115 libras por cabeza.
Mientras comíamos de la bolsa de chuches que mis amigos compraron en Glasgow y que yo tenía guardada en uno de los bolsillos laterales de mi pantalón, miraba por la ventanilla para intentar distinguir algo desde allí arriba y hacer alguna que otra foto cuando la visibilidad era buena. A las siete ya estábamos sobrevolando Cardiff, la capital de Gales, de la cual se distinguía claramente su estadio de fútbol y su puerto, para a continuación pasar por encima del suroeste de Inglaterra y atravesar el Canal de la Mancha. De esta forma, a punto de llegar a tierras continentales, decidí cambiar la hora tanto de mi reloj como la de la cámara de fotos.

20:15
Con unas dos horas de vuelo todavía por delante, saqué mi reproductor mp3 para seguir con las marchas de procesionales que escuché en el vuelo de ida. Pasadas cinco o seis canciones, Jose me pidió escuchar 'Costalero del Soberano', prácticamente la única marcha de cornetas y tambores que él sabe tararear, así que le dejé los cascos, aunque al final le dejó uno de ellos a Miguel, que misteriosamente también le dio por escuchar la marcha. Después la puse de nuevo para escucharla yo, ya que precisamente es la marcha que más me gusta, y luego continué con las siguientes de la lista de reproducción. Al llegar a 'El novio de la muerte', le dejé los cascos a Miguel porque quería escucharla. Si es que al final la Semana Santa gusta a todos...
Entre tanto, me comí uno de los muffins de chocolate que compramos la noche anterior a modo de merienda, que, a excepción del frappé que compré en el aeropuerto, no me había tomado nada consistente desde el almuerzo, y todavía me quedarían unas tres horas para cenar en mi casa; además, nos repartimos la chocolatina que compró Jose justo antes de embarcar. Hacía ya unos minutos que estábamos sobre territorio francés, concretamente por el pico que tiene al noroeste, el cual atravesamos en menos de un cuarto de hora para de nuevo sobrevolar el océano. Ahora que no tenía nada ver abajo, me centré un poco más en la música que estaba escuchando mientras mis amigos aprovechaban para descansar un rato, aunque también miraba cada dos por tres por la ventana para ver las enormes nubes de tipo cumulonimbos que íbamos dejando a nuestro lado, y luego la espesa y extensa capa que teníamos bajo nosotros. Todo hacía indicar que en Francia no estaban disfrutando de buen tiempo precisamente. En España también tenía pinta de estar nublado, puesto que apenas vi tierra hasta poco antes de llegar a nuestro destino.
Desde allí arriba, el atardecer comenzó a hacerse patente pasadas las nueve y media cuando el avión comenzó a descender gradualmente, lo cual quería decir que ya quedaba poco para llegar a Málaga. A las diez y cinco se apagaron las luces del interior del avión, y ya con noche prácticamente cerrada aterrizamos en el aeropuerto cinco minutos antes de la hora prevista; como de costumbre, cuando el avión se detuvo por completo, sonó por la megafonía la melodía trompetera de Ryanair seguida por los aplausos de los pasajeros. Cuando buenamente pudimos, abandonamos nuestros asientos, lo cual para mí fue un auténtico alivio y una sensación de libertad absoluta después de tres horas aprisionado. Guardé mi cámara en la mochila y, tras bajar la maleta del compartimento superior, me dispuse a avanzar por el pasillo del avión, pero me detuve porque me encontré un libro en inglés bajo un asiento que ya estaba vacío, por lo que lo cogí y se lo di a los azafatos al salir del avión por el tunelillo que lo conectaba con la terminal.
Ahora tocaba esperar para pasar por el control de la Policía Nacional; en primer lugar dejaron pasar a la tripulación, a los que les bastaba con mostrar la identificación de la compañía que llevaban colgada al cuello, y luego comenzó el goteo de los pasajeros, que sería un poco más lento. Pasados unos minutos en los que tuvimos tiempo incluso de hablar con la pareja de escoceses y sus hijos que estaban delante de nosotros, enseñamos nuestros carnets de identidad a los agentes y accedimos definitivamente a la terminal propiamente dicha, concretamente la antigua, la cual tuvimos que recorrer entera. En el camino aproveché para activar mi teléfono móvil, y al final llegamos a un recibidor que me sonaba muchísimo de haberlo visto por la tele; inmediatamente caí en que era el sitio donde el Málaga fue recibido por sus aficionados después de haber sido eliminado de la Champions League por el Borussia de Dortmund.
Subimos a la planta superior, y ya allí vimos a Fran, uno de los hermanos de Jose, que había venido al aeropuerto para recogernos y llevarnos a nuestros respectivos domicilios. Tras dejar el equipaje en el maletero, me senté con Jose detrás, mientras que Miguel hizo de copiloto. En el camino le fuimos contando a Fran lo que habíamos visitado, las anécdotas y demas, como por ejemplo que todos los días fuimos a uno de los restaurantes de la cadena J D Wetherspoon, la cual Miguel había rebautizado como 'Money Bank'. Jose se acordó entonces de que los imanes que él y Miguel habían comprado por la mañana en Edimburgo los habían guardado en mi maleta, así que ya se los devolvería la próxima vez que nos viésemos, así como el cambio de los billetes de libras que nos habían sobrado. A las once de la noche llegué definitivamente a mi casa, y de esta forma acabó este viaje, otro más para el recuerdo.

Nota: al final siempre pasa lo mismo, pero no puedo ponerle remedio. El relato de mis viajes se convierte cada vez en una nueva historia interminable, y no es porque yo quiera, porque ya me gustaría a mí que no se prolongase más de cuatro o cinco meses, pero las circunstancias son incontrolables, y entre ellas están las obligaciones. Contaros cómo son mis viajes no lo son, aunque para mí lo supone en el sentido de que quiero dejar constancia de ello en mi blog con todo lujo de detalles para en el futuro poder recordar lo mejor posible dónde estuve, qué vi y qué hice. De nuevo os tengo que pedir disculpas por haber prolongado este viaje a Escocia durante más de un año.

martes, 23 de septiembre de 2014

No es mío, pero es interesante (LXXI)

Vamos con una nueva entrega de 'No es mío, pero es interesante', una sección en la que os recomiendo las entradas de otros blogs y webs que más me han gustado en las últimas semanas. Hay algunos blogs que han conseguido colar más de una entrada, como son los casos de Microsiervos y Ya está el listo que todo lo sabe, con doce y dos aportaciones, respectivamente. La variedad sigue siendo la principal característica de esta sección, puesto que encontraréis matemáticas, ciencia, astronomía, curiosidades, humor, vídeos, etc.
Echémosle un vistazo a la lista de hoy:
¿Os han gustado las recomendaciones de esta entrega? Espero que sí y que me lo hagáis saber a través un comentario ;)

lunes, 15 de septiembre de 2014

Alex en el país de los números

Como viene siendo costumbre en los años precedentes, el quinto y último libro que he leído este verano está relacionado con las matemáticas; concretamente ha sido 'Alex en el país de los números', del escritor y periodista inglés Alex Bellos.
En esta obra de divulgación, el propio Alex Bellos nos relata los diferentes viajes que ha emprendido para visitar a personas afines al mundo de las matemáticas, y son estas visitas y las conversaciones que mantiene con dichas personas las que le sirven de excusa para plantear un único viaje por todos los campos de una materia que empezó hace miles de años y que va evolucionando al compás de las necesidades de nuestra sociedad, desde cómo contar las ovejas de nuestro rebaño hasta determinar si nos están timando cuando compramos una barra de pan. Todo ello nos lo transmite a través de once capítulos en los que se entremezclan anécdotas, curiosidades, juegos, historias y leyendas protagonizadas por los números y los conceptos matemáticos que más han intrigado y sorprendido al ser humano.
Fue como un amor a primera vista. Lo vi en una librería hace dos o tres años atraído por su vistoso color azul y supe desde el primer momento que entre este libro y yo habría una química especial. No me he equivocado, y es que las expectativas que me había creado diría que incluso se han superado, por lo que no podría estar más satisfecho con su adquisición y, obviamente, con su lectura. Como todas las obras de divulgación matemática, este libro se vende y está dirigido al público que teme a esta asignatura tan repudiada para hacerles ver que no es tan fea como la pintan; sin embargo, pienso que esta obra en concreto la disfrutarán mucho más los que sabemos admirar la belleza (por cierto, al autor le viene de perlas apellidarse Bellos) de las matemáticas, y no es porque sea difícil de leer, puesto que es accesible a cualquier persona que tenga unos conocimientos mínimos, sino porque somos nosotros los que podemos reconocer en todo su esplendor el verdadero sentido y la magia que se esconde tras un número. Tal y como he comentado antes, el libro se reparte en once capítulos que, como bien avisa el autor en la introducción, pueden ser leídos de forma independiente, aunque yo soy partidario de hacerlo en el orden propuesto, ya que en realidad cada capítulo supone un pasito más del viaje a través de la historia de las matemáticas que se iniciaron con los primeros poblados, con los primeros números, y que avanza poco a poco con la propia evolución de éstos hacia conceptos cada vez más complejos. De esta manera, Alex nos demuestra que nuestro mundo no tendría sentido sin las matemáticas, pues subyacen en prácticamente todo lo que nos rodea; quizás sea por esto por lo que Alex viaja por el "país de los números". Casi todos los libros de divulgación cuentan con un factor común, y es que es raro que no te hablen de los números primos, de pi, de la razón áurea, de la serie de Fibonacci, de la paradoja del cumpleaños o del infinito, y este libro no iba a ser menos, pero es diferente a los demás porque te enseña, te descubre y te fascina más que ningún otro, al menos de los que yo he leído hasta ahora, así que no me queda más remedio que afirmar que 'Alex en el país de los números' es un título obligado para aquéllos que quieran darle una segunda oportunidad a las matemáticas y, muy especialmente, para quienes estamos enamorados de ellas. En cualquier caso, tal y como reza el subtítulo del libro, emprenderéis "un viaje al maravilloso mundo de las matemáticas".

Nota: este post forma parte del Carnaval de Matemáticas, que en esta cuadragésima sexta edición, también denominada 5.6 Paul Erdős, está organizado por David Orden a través de su blog Cifras y teclas.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Adivina quién soy (XXIV)

Tras el parón veraniego vuelve 'Adivina quién soy', un juego en el que tenéis que adivinar quién es el conocido personaje que se oculta tras las pistas que os iré proporcionando poco a poco. Para poder participar debéis respetar las siguientes normas:
  • Sólo se puede dar una respuesta por cada pista que se proporcione (las tres primeras pistas cuentan como si fueran una sola), es decir, no vale decir el nombre de dos o más personajes entre la pista 'X' y la 'X + 1'. Si alguien incumple esta norma, no se tendrán en cuenta sus posteriores intentos en dicha prueba, pero sí podrá participar en las posteriores.
  • Si queréis una nueva pista, basta con que dejéis un comentario en el que intentéis adivinar el personaje, es decir, tendríais que decir algo como 'Creo que es Pepito Pérez'.
  • Sólo proporcionaré una pista por día, por lo que si hoy dos personas propusiesen dos soluciones posibles, hoy os daría una pista y mañana otra.
  • No se puede participar identificándose como 'Anónimo'. Toda respuesta que se dé con dicha identificación no será tenida en cuenta bajo ningún concepto.
  • En el caso de que se lleguen a dar diez pistas, el plazo para responder terminará a las 23:59h del día siguiente al que se publicó la décima pista. Si nadie lo adivina, os daré la solución y la explicación de todas las pistas.
Y éstas son las pistas:
  1. Mujer.
  2. Muerta.
  3. Cuarzo.
  4. Viajó mucho por Asia.
¡Mucha suerte!