Ayer sábado por la mañana acudí al Centro de Ciencia Principia con Miguel, hermano de mi amigo Pepe y uno de mis alumnos de las clases
particulares, para asistir a la charla divulgativa titulada 'Curiosa-mente', la cual sería impartida por Manuel Fernández Tapia, profesor de Física y colaborador de este mismo centro.
Llegamos poco antes de las once y media, justo a tiempo para aprovechar la sesión de planetario que iba a dar comienzo en apenas unos minutos. La chica encargada de dicha sesión empezó hablando del camino que sigue el sol desde que sale hasta que se pone en el horizonte para luego dar paso a un viaje por el cielo nocturno. En primer lugar, buscamos la Osa Mayor para encontrar más fácilmente la Estrella Polar, que siempre señala al norte; a continuación, identificamos algunas de las constelaciones más famosas, como Orión y Casiopea, así como las que dan nombre a los signos del zodíaco, las cuales se encuentran en la eclíptica. Seguidamente, viajamos hasta Júpiter y ya por último a la galaxia de Leo, que comparte varias similitudes con la nuestra, la Vía Láctea. Una vez que terminó la sesión de planetario, como todavía quedaban unos minutos para las doce, entramos en la sala de módulos para mostrarle a Miguel algunos de los juegos matemáticos que allí se exhiben, como el del cuadrado de un binomio o la famosa torre de Hanoi.
La chica que nos guió en el planetario nos avisó de que la charla iba a empezar ya, así que nos dirigimos rápidamente a la Sala Faraday para coger sitio lo antes posible, y menos mal, porque se llenó casi inmediatamente. Una de las responsables de Principia presentó al ponente, que casualmente es el que normalmente se encarga de ello con las personas que suelen dar las charlas, y dio una breve reseña biográfica en la cual recalcó tanto su faceta docente en varios centros educativos como su faceta divulgadora como autor de varios libros así como uno de los fundadores de este centro de ciencia. Manuel nos dijo que su charla se iba a basar en un repaso de los fenómenos que tienen lugar cada día en la vida de una persona para explicar la ciencia que hay tras ellos, comenzando por el baño, en el que solemos estar mojados con el peligro que conlleva utilizar aparatos eléctricos, pero tampoco es para alarmarse, pues en caso de haya un cortocircuito suele salta casi de inmediato el diferencial para que se corte la corriente. Luego en la cocina solemos calentar la leche en el microondas, pero ¿por qué hay una bandeja giratoria en este electrodoméstico? Pues para que todo se caliente por igual.
De camino al trabajo, es muy habitual toparse con un atasco, el cual se suele crear por varios conductores que frenan y hacen frenar a los demás generando un efecto acordeón que se aprecia mucho mejor a vista de pájaro. En los días de calor, el asfalto suele coger mucha temperatura, de tal forma que en ocasiones da la impresión de que a lo lejos hay charcos en la calzada cuando en realidad es un espejismo creado por el propio calor. Y haga el día que haga, ¿quién no se ha dado cuenta alguna vez de que el sonido de la sirena de una ambulancia se escucha diferente cuando se acerca y cuando se aleja? Pues la culpa es del efecto Doppler, el cual recreó el ponente ayudándose de un diapasón. Ya en casa por la tarde, es probable que podamos ver un arcoiris desde nuestra ventana, y Manuel nos dejó a todos sorprendidos (sobre todo a los niños) cuando virtió el agua de la lluvia que él mismo recogió uno de esos días en varios vasos que mágicamente adquirió los colores del arcoiris, aunque la cosa tenía truco químico. Donde no hubo trampa fue a la hora de poner boca abajo un tubo lleno de agua tapado únicamente por una carta.
Los últimos experimentos de la charla estuvieron relacionados con algunos efectos ópticos muy curiosos, aunque yo ya los conocía de antes, y ya para terminar uno en el que se explicaba que los objetos menos densos salen a flote por encima de los más densos, como probó al remover una urna llena de lentejas de la cual surgió una bola de plástico. Los aplausos pusieron punto y final a algo más de una hora de ciencia divulgativa en la que se escucharon varios "¡Oooh!", "¡Vaya!" y "¡Miraaa!" por parte de los más jóvenes. Como siempre, y a pesar de que el ponente trabaja en Principia, el personal del centro le regaló a Manuel un rodillo antigravitatorio en miniatura, además de un regalo adicional. Habrá que esperar al mes que viene para poder asistir a una nueva charla y a las que quedan hasta el mes de junio, pues varias de ellas prometen ser muy interesantes.
Llegamos poco antes de las once y media, justo a tiempo para aprovechar la sesión de planetario que iba a dar comienzo en apenas unos minutos. La chica encargada de dicha sesión empezó hablando del camino que sigue el sol desde que sale hasta que se pone en el horizonte para luego dar paso a un viaje por el cielo nocturno. En primer lugar, buscamos la Osa Mayor para encontrar más fácilmente la Estrella Polar, que siempre señala al norte; a continuación, identificamos algunas de las constelaciones más famosas, como Orión y Casiopea, así como las que dan nombre a los signos del zodíaco, las cuales se encuentran en la eclíptica. Seguidamente, viajamos hasta Júpiter y ya por último a la galaxia de Leo, que comparte varias similitudes con la nuestra, la Vía Láctea. Una vez que terminó la sesión de planetario, como todavía quedaban unos minutos para las doce, entramos en la sala de módulos para mostrarle a Miguel algunos de los juegos matemáticos que allí se exhiben, como el del cuadrado de un binomio o la famosa torre de Hanoi.
La chica que nos guió en el planetario nos avisó de que la charla iba a empezar ya, así que nos dirigimos rápidamente a la Sala Faraday para coger sitio lo antes posible, y menos mal, porque se llenó casi inmediatamente. Una de las responsables de Principia presentó al ponente, que casualmente es el que normalmente se encarga de ello con las personas que suelen dar las charlas, y dio una breve reseña biográfica en la cual recalcó tanto su faceta docente en varios centros educativos como su faceta divulgadora como autor de varios libros así como uno de los fundadores de este centro de ciencia. Manuel nos dijo que su charla se iba a basar en un repaso de los fenómenos que tienen lugar cada día en la vida de una persona para explicar la ciencia que hay tras ellos, comenzando por el baño, en el que solemos estar mojados con el peligro que conlleva utilizar aparatos eléctricos, pero tampoco es para alarmarse, pues en caso de haya un cortocircuito suele salta casi de inmediato el diferencial para que se corte la corriente. Luego en la cocina solemos calentar la leche en el microondas, pero ¿por qué hay una bandeja giratoria en este electrodoméstico? Pues para que todo se caliente por igual.
De camino al trabajo, es muy habitual toparse con un atasco, el cual se suele crear por varios conductores que frenan y hacen frenar a los demás generando un efecto acordeón que se aprecia mucho mejor a vista de pájaro. En los días de calor, el asfalto suele coger mucha temperatura, de tal forma que en ocasiones da la impresión de que a lo lejos hay charcos en la calzada cuando en realidad es un espejismo creado por el propio calor. Y haga el día que haga, ¿quién no se ha dado cuenta alguna vez de que el sonido de la sirena de una ambulancia se escucha diferente cuando se acerca y cuando se aleja? Pues la culpa es del efecto Doppler, el cual recreó el ponente ayudándose de un diapasón. Ya en casa por la tarde, es probable que podamos ver un arcoiris desde nuestra ventana, y Manuel nos dejó a todos sorprendidos (sobre todo a los niños) cuando virtió el agua de la lluvia que él mismo recogió uno de esos días en varios vasos que mágicamente adquirió los colores del arcoiris, aunque la cosa tenía truco químico. Donde no hubo trampa fue a la hora de poner boca abajo un tubo lleno de agua tapado únicamente por una carta.
Los últimos experimentos de la charla estuvieron relacionados con algunos efectos ópticos muy curiosos, aunque yo ya los conocía de antes, y ya para terminar uno en el que se explicaba que los objetos menos densos salen a flote por encima de los más densos, como probó al remover una urna llena de lentejas de la cual surgió una bola de plástico. Los aplausos pusieron punto y final a algo más de una hora de ciencia divulgativa en la que se escucharon varios "¡Oooh!", "¡Vaya!" y "¡Miraaa!" por parte de los más jóvenes. Como siempre, y a pesar de que el ponente trabaja en Principia, el personal del centro le regaló a Manuel un rodillo antigravitatorio en miniatura, además de un regalo adicional. Habrá que esperar al mes que viene para poder asistir a una nueva charla y a las que quedan hasta el mes de junio, pues varias de ellas prometen ser muy interesantes.
2 comentarios:
Lo cierto es que estuvo muy interesante, y espero con ganas la siguiente. Es curioso (aprovechando el título :P) la cantidad de veces que nos topamos con algo muy relacionado con las matemáticas y muy lógico y que ni siquiera nos demos cuenta. Lo que más me gustó, la prueba de la longitud de una onda microondas (lo de los tranchetes) y lo del acordeón de una autovía (sería muy curioso verlo en vivo)
Saludos!!
Pues a la siguiente charla no sé si iré, pero las de marzo y mayo, salvo imprevisto de última hora, no me las quiero perder.
Las situaciones explicadas en la charla no eran sólo de matemáticas; más bien estaban más relacionadas con la física y la química. En fin, de todas formas, qué sería de estas ciencias sin la ciencia madre...
Saludos ;)
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