Ayer fui al Centro de Ciencia Principia para asistir a una de las charlas del ciclo de conferencias de los sábados que organiza este centro cada curso; concretamente, la charla tenía por título 'El cielo de los más pequeños', y su ponente fue Juan Carlos Rodríguez Pérez, maestro de Primaria y profesor en el Aula de Astronomía de Fuenlabrada.
Como suele ser habitual en mí, llegué con tiempo de sobra y coger buen sitio, ya que estas charlas suelen tener bastante público, incluso a veces se han ocupado las cien plazas de la Sala Faraday, que es donde tienen lugar. Pasados cinco minutos de las doce, uno de los responsables de Principia presentó a Juan Carlos Rodríguez, quien empezó comentando por encima que buena parte de las actividades y clases que organizan en el Aula de Astronomía de Fuenlabrada en el que trabaja está dirigida a niños de 3 a 7 años, como algunos de los allí presentes, para explicarles en qué consiste el día y la noche y las nociones más básicas de astronomía, como son el Sol, la Luna y las estrellas. En primer lugar, cogió un globo terráqueo para buscar dos localizaciones al norte y al sur de Málaga, en concreto las Islas Feroe y la República de Malí, y propuso al público como ejercicio, indicando previamente hacia dónde se encuentra el norte y el sur de la sala, que indicásemos con el dedo una línea recta que uniera a Málaga con estos dos lugares. Como era de esperar, todos señalamos hacia adelante o detrás cuando en realidad tendríamos que haberlo hecho hacia el suelo en dichas direcciones, puesto que, al ser la Tierra esférica, no tiene sentido hacerlo sobre el horizonte, sino atravesando el suelo.
A continuación, nos contó una de las actividades que llevan a cabo para obtener información a partir de las sombras que describen los objetos. En una sala a oscuras, le enseñan a los niños con la única ayuda de una linterna que si iluminamos un objeto desde el lado izquierdo, entonces su sombra aparece a la derecha, y viceversa; por otra parte, si la linterna se sitúa por encima, entonces la sombra es pequeña, mientras que si la situamos más abajo la sombra se alarga. Una vez comprendido este experimento, llevan a los niños al patio para dibujar sus sombras en los diferentes momentos del día desde un mismo sitio, y de esta forma explicarles que según el tamaño de dichas sombras se puede saber si el sol está más alto o más bajo, y también si está por el este, por el sur o por el oeste según la dirección que tome. La conclusión que sacan de aquí es que el sol se mueve, que sale por el este y que se pone por el oeste.
De nuevo los asistentes seríamos partícipes de una de las actividades que también realiza Juan Carlos en el Aula de Astronomía de Fuenlabrada. Para ello, nos repartió a cada uno una cartulina negra, que haría el papel de un trozo del cielo, y una almohadilla y un punzón para poder hacer pequeños agujeros sobre dicha cartulina, de tal manera que simulasen ser estrellas, tal y como las vemos cada noche, cuando a simple vista se pueden ver casi 6.000 de ellas. Seguidamente, nos dio un lápiz blanco para rodear las cinco estrellas que mejor se veían en nuestra cartulina y luego unirlas libremente con líneas para crear nuestra propia constelación. De hecho, también nos pidió que, partiendo de las líneas que hubiésemos trazado, dibujáramos sobre ellas algo que tuviese la forma obtenida, tal y como ocurre con las constelaciones reales, algunas de las cuales parecen animales, objetos o personajes mitológicos, tal y como nos mostró con el programa Stellarium.
Para la última actividad que propuso repartió entre el público varios palos con una bola de corcho blanco en uno de los extremos que haría la función de Luna. A continuación, y con la sala completamente a oscuras, cogieron un tubo de luz fluorescente azul para representar la luz solar, mientras que nosotros nos pusimos de espaldas a dicha luz y con el palo levantado para ver que en ese momento podíamos ver una cara de la Luna totalmente iluminada, es decir, llena; sin embargo, cuando girábamos hacia la izquierda comprobábamos que iba menguando gradualmente hasta quedarse a oscuras, esto es, nueva, y si continuábamos con el giro de nuevo comenzaba a estar iluminada hasta volver a la fase lunar por la que habíamos empezado.
Finalmente, Juan Carlos concluyó diciendo que el objetivo de las actividades que plantean en su centro de trabajo es cómo se puede abordar la astronomía para los más pequeños, aunque tienen más actividades tanto para los de las edades mencionadas como para los que son un poco mayores. Tras recibir el aplauso del público asistente, hubo un turno de preguntas, algunas de ellas procedentes de niños, y, como suele ser habitual, Juan Carlos fue obsequiado con el clásico rodillo antigravitatorio en miniatura de Principia.
A continuación, nos contó una de las actividades que llevan a cabo para obtener información a partir de las sombras que describen los objetos. En una sala a oscuras, le enseñan a los niños con la única ayuda de una linterna que si iluminamos un objeto desde el lado izquierdo, entonces su sombra aparece a la derecha, y viceversa; por otra parte, si la linterna se sitúa por encima, entonces la sombra es pequeña, mientras que si la situamos más abajo la sombra se alarga. Una vez comprendido este experimento, llevan a los niños al patio para dibujar sus sombras en los diferentes momentos del día desde un mismo sitio, y de esta forma explicarles que según el tamaño de dichas sombras se puede saber si el sol está más alto o más bajo, y también si está por el este, por el sur o por el oeste según la dirección que tome. La conclusión que sacan de aquí es que el sol se mueve, que sale por el este y que se pone por el oeste.
De nuevo los asistentes seríamos partícipes de una de las actividades que también realiza Juan Carlos en el Aula de Astronomía de Fuenlabrada. Para ello, nos repartió a cada uno una cartulina negra, que haría el papel de un trozo del cielo, y una almohadilla y un punzón para poder hacer pequeños agujeros sobre dicha cartulina, de tal manera que simulasen ser estrellas, tal y como las vemos cada noche, cuando a simple vista se pueden ver casi 6.000 de ellas. Seguidamente, nos dio un lápiz blanco para rodear las cinco estrellas que mejor se veían en nuestra cartulina y luego unirlas libremente con líneas para crear nuestra propia constelación. De hecho, también nos pidió que, partiendo de las líneas que hubiésemos trazado, dibujáramos sobre ellas algo que tuviese la forma obtenida, tal y como ocurre con las constelaciones reales, algunas de las cuales parecen animales, objetos o personajes mitológicos, tal y como nos mostró con el programa Stellarium.
Para la última actividad que propuso repartió entre el público varios palos con una bola de corcho blanco en uno de los extremos que haría la función de Luna. A continuación, y con la sala completamente a oscuras, cogieron un tubo de luz fluorescente azul para representar la luz solar, mientras que nosotros nos pusimos de espaldas a dicha luz y con el palo levantado para ver que en ese momento podíamos ver una cara de la Luna totalmente iluminada, es decir, llena; sin embargo, cuando girábamos hacia la izquierda comprobábamos que iba menguando gradualmente hasta quedarse a oscuras, esto es, nueva, y si continuábamos con el giro de nuevo comenzaba a estar iluminada hasta volver a la fase lunar por la que habíamos empezado.
Finalmente, Juan Carlos concluyó diciendo que el objetivo de las actividades que plantean en su centro de trabajo es cómo se puede abordar la astronomía para los más pequeños, aunque tienen más actividades tanto para los de las edades mencionadas como para los que son un poco mayores. Tras recibir el aplauso del público asistente, hubo un turno de preguntas, algunas de ellas procedentes de niños, y, como suele ser habitual, Juan Carlos fue obsequiado con el clásico rodillo antigravitatorio en miniatura de Principia.
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