Esta misma mañana he terminado con la primera de mis lecturas veraniegas, concretamente 'El misterioso caso de Styles', de la escritora británica Agatha Christie.
La señora Emily Inglethorp muere repentinamente por la noche en la mansión Styles. Allí lleva varios días de acogida el señor Hastings, quien no duda en acudir al detective belga Hércules Poirot cuando se sospecha que no ha fallecido por causas naturales, sino por haber sido envenenada con estricnina. Todos los huéspedes de la mansión (los dos hijastros de Emily, la esposa de uno de ellos, su segundo marido, una amiga...) son potenciales sospechosos del asesinato, puesto que existe una cuantiosa fortuna que alguien tiene que heredar. La investigación del detective Poirot, acompañado de su inseparable amigo Hastings, saca a la luz numerosas pistas que acaban dando con el verdadero asesino y desentrañando cómo se cometió realmente el crimen.
He tardado siete años en volver a leer a Agatha Christie, y eso que me encantó mi primer encuentro con su genial personaje, el detective Hércules Poirot, en el famoso 'Asesinato en el Orient Express', pero por aquel entonces me propuse empezar con la saga desde el principio, y no fue hasta las pasadas navidades cuando me regalaron el primer libro en el que aparece Poirot. Las comparaciones con esa otra lectura son inevitables, y he de decir que este relato no me ha gustado ni me ha enganchado tanto como el otro, lo cual no quiere decir que no lo haya disfrutado. En realidad es normal que así sea, puesto que la lógica dicta que un escritor va puliendo su narración y los argumentos de sus obras con el paso de los años, y estamos hablando de dos libros publicados con catorce años de diferencia. En cualquier caso, se observan muchas similitudes que deduzco que se mantendrán en todos los relatos protagonizados por Hércules Poirot, entre ellas la sagacidad y la intuición del detective, la profunda admiración que el señor Hastings profesa por Poirot, la exposición y descripción de los personajes y del lugar de los hechos, los continuos giros de la trama o el no saber hasta casi el último momento cómo se resuelve el caso. Aquí es donde yo veo que cojea un poco esta obra, puesto que algunas de las deducciones que el detective hace a lo largo del suceso, si bien tienen sentido y encajan con lo que se ha descrito anteriormente, parecen como sacadas de la nada, aunque en parte la autora lo hace así para dificultar la investigación que el lector hace de forma paralela y que no consiga encontrar al asesino antes que el propio Poirot. En fin, una lectura corta y agradable para quien quiera iniciarse en un género, la novela policíaca, que va a seguir protagonizando buena parte de mis lecturas, y a buen seguro que los relatos de Hércules Poirot estarán entre ellas. Espero no tardar tanto con el siguiente.
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