Domingo, 23 de febrero de 2020
8:00
Como de costumbre, nos levantamos temprano para asearnos y hacer las maletas, puesto que tocaba regresar a casa, aunque al viaje todavía le quedaba una parada importante. Bajamos a la cafetería del hotel para tomar el desayuno, en mi caso pan tostado con aceite de oliva y un vaso de leche con Cola Cao, así como unos churros y media magdalena.
Subimos a la habitación para recoger el equipaje, de tal manera que dejamos el hotel a las diez menos veinte para ir en busca del coche. Nos despedíamos de Úbeda, pero no del viaje, ya que pusimos rumbo a Baeza, donde pasaríamos la mañana y adonde llegamos en apenas quince minutos.
10:15
En primer lugar visitamos la iglesia de San Andrés, de estilo más bien gótico, y en la que cabe destacar su retablo mayor y las numerosas capillas laterales donde reciben culto las imágenes de hasta cinco cofradías de la Semana Santa de Baeza: El Rescate, El Resucitado, La Oración en el Huerto, La Sangre y la Fervorosa.
Nos dirigimos a continuación al convento de la Encarnación y a la iglesia de El Salvador, pero tanto uno como otro estaban cerrados. Un poco más adelante, nos topamos con la Casa de Antonio Machado, quien vivió en Baeza justo enfrente del Ayuntamiento, edificio llamativo por su fachada plateresca. Al final de la calle, entramos en la iglesia de la Purísima Concepción, pequeña y de una sola nave, mientras que al lado vimos el Mercado de Abastos, que obviamente estaba cerrado al ser domingo.
En la cercana plaza de San Francisco pudimos ver el Monumento a Andrés de Vandelvira, así como las ruinas de la Capilla de los Benavides, de la cual todavía se mantienen en pie parte de la fachada y varias hornacinas, nichos y capillas, mientras que unos grandes arcos de acero simulan lo que en su día fue su gran bóveda.
A continuación, desembocamos en la plaza de España, frente por frente a la Torre de los Aliatares, tras lo cual nos adentramos en la plaza de la Constitución, en la cual se halla la Fuente de la Estrella. Más adelante, en la plaza del Pópulo, pudimos contemplar la Fuente de los Leones, la Puerta de Jaén, el Arco de Villalar y la Casa del Pópulo, que actualmente es la sede de la Oficina de Turismo.
Ya en el Paseo de Antonio Machado, nos topamos con el Monumento a Fernando III el Santo, así como con una maqueta de bronce a escala de Baeza, para después continuar por la calle Conde Romanones, donde se encuentra el Arco de las Escuelas y la Antigua Universidad de Baeza, cuyo interior pudimos visitar y así ver estancia como, por ejemplo, el claustro, el Paraninfo o el aula donde dio clase Antonio Machado.
Ya en la plaza de Santa Cruz, pudimos ver la iglesia de la Santa Cruz y el Palacio de Jabalquinto, edificio que destaca por su particular fachada y que es la Sede Antonio Machado de la Universidad Internacional de Andalucía.
Un poco más arriba, en la plaza de Santa María, en cuyo parte central se erige la Fuente de Santa María, nos vimos rodeados por el Seminario de San Felipe Neri, las Casas Consistoriales Altas y la Catedral de la Natividad de Nuestra Señora, templo renacentista que visitamos a continuación tras pagar la entrada de 4 €.
11:25
Empezamos la visita por capillas como la del Cristo de los Emigrantes, donde recibe culto un crucificado; la de los Viedma, en la que se encuentran las imágenes de la hermandad de la Cena; o la Dorada, la más importante de la Catedral. De allí, pasamos al claustro, en uno de cuyos laterales cuenta con varias capillas, y que además se comunica con estancias como la Sala Capitular, la Biblioteca o el Museo.
Seguidamente, volvimos a las naves del templo para continuar con las capillas de la nave de la Epístola, la Puerta de San Andrés y la capilla del Sagrario, así hasta llegar al crucero y situarnos bajo la cúpula y frente al Altar Mayor, presidido por un gran retablo barroco.
Después, recorrimos las capillas de la nave del Evangelio (las de San Agustín, San Miguel, San José, San Francisco de Asís...) hasta terminar en la hornacina en la que se expone la custodia procesional.
Finalmente, como mi madre estaba cansada, subí yo solo a la torre, desde cuya altura se podía divisar toda Baeza y algunos de sus principales monumentos y puntos de interés (las ruinas de la Capilla de los Benavides, la Torre de los Aliatares, la plaza de Santa María...), así como las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas. Coincidió que eran las doce cuando estaba allí arriba, así que pude ver cómo repicaban las campanas, tras lo cual bajé por la escalera de caracol para reunirme de nuevo con mi madre.
Tras ver la reja del maestro Bartolomé, abandonamos la catedral y volvimos a la plaza de Santa María para hacernos una foto junto a la fuente, tras lo cual rodeamos la catedral pasando por delante del Palacio de Rubín de Ceballos y por la angosta y empedrada calle Cobertizo, que nos hizo viajar varios cientos de años en el tiempo.
Desembocamos en la plaza del Arcediano, en la que vimos una curiosa escultura con las siluetas de los mapas de España, Portugal e Italia, y luego en el Mirador del Obispo, desde donde teníamos una panorámica del valle del Guadalquivir e incluso de la vecina Úbeda.
Recorriendo el paseo del Obispo, nos adentramos unos minutos para ver las ruinas románicas de la iglesia de San Juan Bautista, para seguidamente volver al paseo y llegar hasta el Mirador de las Murallas, de tal manera que, callejeando de nuevo por el pueblo, nos topamos con la Puerta de Úbeda y el Torreón de Baeza.
De allí nos fuimos hasta la iglesia de San Pablo, en la cual se estaba oficiando misa, por lo que hicimos tiempo primero en los Jardines de Pedro Ayala y luego sentados en un banco frente a la iglesia. Ya en el interior del templo, de estilo gótico, pudimos visitar sus numerosas capillas, en algunas de las cuales se veneran las imágenes de varias hermandades de la Semana Santa de Baeza: Las Angustias, El Paso, La Expiración y El Descendimiento.
13:30
Ya en busca del coche, visitamos rápidamente el convento de Santa María Magdalena, que estaba abierto, pero no se podía transitar por su única nave. Así pues, cuando salimos de Baeza eran las dos menos veinticinco, y una hora más tarde paramos para almorzar en el restaurante Rincón de Pepe, en Noalejo, un sitio elegido a conciencia, pues allí comí tras hacer el examen oral de las Oposiciones en 2016. Tanto mi madre como yo nos tomamos el menú del día, a 13 € cada uno, y en mi caso me decanté por una sopa de picadillo, unas croquetas con huevo frito y patatas fritas, y unas natillas de postre.
Reanudamos la marcha a las cuatro menos diez, aunque a los pocos minutos paramos de nuevo para repostar diésel en una gasolinera. El resto del camino de regreso lo hicimos del tirón, aunque primero tuvimos que ir a Fuengirola a la casa de mi hermana para recoger a nuestra perra Lola, lo cual hizo que me perdiera el partido del Málaga, que esa misma tarde jugaba en La Rosaleda.
Y bueno, con esto terminó el viaje, mientras que lo que empezó a los pocos días fue la pandemia. La vida se nos paró casi literalmente a todos, pues tuvimos que pasar un confinamiento de varias semanas que truncó muchos de nuestros planes, en mi caso por ejemplo el que hubiera sido mi siguiente viaje, concretamente el que iba a hacer con los que por entonces eran mis alumnos de 4º ESO a Mérida, Lisboa y Sevilla, pero que finalmente no se pudo llevar a cabo. En fin, a saber cuál será mi siguiente viaje...
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